9. O LEY O ISLAM

JOSÉ A. MARTÍNEZ-ABARCA[85]

Los mormones del Tabernáculo creen sin lugar a dudas, porque de estas cosas solo se pueden tener datos fehacientes o hay peligro de descoronarse de risa, que seis mil años antes de Jesucristo unos palestinos rubios fletaron una crucero de placer y viajaron hasta USA, donde fundaron la religión cristiana auténtica y americana, sin conocimiento del propio Cristo, se supone. Ante esta buena nueva, los esforzados mormones se encuentran con el portazo en las narices. Pero no se les ocurre asesinar a continentes enteros porque la gente reciba estas revelaciones con entusiasmo descriptible.

Los venados islamistas, en cambio, se lo toman un poco peor cuando se duda de los datos fehacientes de su religión. Los dogmas resultan más indiscutibles cuanto más improbables: para asimilarlos hay que marearse dando cabezazos ante los «suras». Las preguntas incómodas se pagan con la vida, porque introducen la inseguridad. Una vez que se creen ciertas cosas del Corán, lo de los palestinos prehistóricos con destino a la tierra de salvación de Salt Lake City, quienes plantaron allí las barras y estrellas como en la foto de Iwoima, se queda poco imaginativo, por comparación. Por tanto, ya podrían las cabezas del «wahabbismo» saudí, o cualquier otro cara de cabra en los riscos islámicos, aplicarse a desautorizar o hacerse perdonar las ocurrencias heredadas desde el siglo VII. Mientras esto no sea así, o hay islam o hay Derechos del Ciudadano. O hay islam o hay Constitución. O hay islam o hay civilización occidental. No pueden convivir el islam y la ley: la ley se contiene en el islam. Nada puede haber que mande sobre lo sagrado. Y en cuanto a lo que hay por debajo, ya lo dijo el que redujo a cenizas la biblioteca de Alejandría: «si todo lo que merece la pena saber está contenido en el Corán, los demás libros son inútiles». Es decir, las demás leyes son ociosas. Las demás garantías humanitarias son prescindibles. Los demás seres no iniciados son asesinables. Y esto se va enseñar en nuestras escuelas, con el dinero que nos confisca el Estado/Partido que tanto le debe electoralmente a los simpáticos cooperantes sin fronteras de Al Qaeda. La modernidad.

JOSÉ A. MARTÍNEZ-ABARCA, La Razón,

domingo, 12 de septiembre de 2004.