JUEVES. NOVIEMBRE 19

En la prisión pasé los tiempos más fecundos y más libres de mi vida.

JAWAHARLAL NEHRU

Después de pasar varios días tratando de escribir algo, Míster Alba ha renunciado dramáticamente a ser un novelista. Tras de revisar, releer, tachar, y volver a escribir, para borrar de nuevo, al fin ha reconocido que en su vida intelectual no puede pasar de ser un orador de feria o un insuperable contertulio de celda de prisión. Con furia mal disimulada, Míster Alba quema las naves enfrente de todos, rompiendo todos los papeles en que ha estado trabajando durante toda una semana.

Para desagraviarme por haber puesto en evidencia su fracaso, Míster Alba accede a que yo revise las hojas sobrevivientes de su vasto archivo confidencial. Hay algunas que se reserva, por razones desconocidas, aunque explicables en un hombre tan complicado como él. Las demás me las entrega sin vacilar. Forman un legajo bastante grueso, que yo leo con interés creciente y con bastante rapidez.

El legajo contiene apuntes, paradojas, pensamientos, sofismas, toda una filosofía del sufrimiento y del cinismo, acumulada y macerada en varias cárceles y en muchos años de delito y cautiverio. La mayor parte del material, revelando mucho talento, es, sin embargo, impublicable. Míster Alba es autor para hombres con más de cuarenta años de cárcel. Pero hay algunas cosas del archivo confidencial que son razonablemente aceptables y que pueden o merecen destacarse y conservarse.

La siguiente selección de frases célebres de Míster Alba muestra una vértebra común. Por eso la salvo para ser intercalada en el diario, con mucha complacencia de mi parte y con la benevolencia del autor. Y ello porque el hilo que une estas ideas es el tema que a mí mismo me obsesiona: la libertad, la justicia, la cárcel.

«No comprendo cómo Braulio Coral ha podido sobrevivir a dos matrimonios. El hombre que se casa es un hombre desarraigado de sí mismo. Casarse es talar por la raíz nuestro árbol genealógico».

«En la cárcel, los pájaros odian a Óscar. Con su barba marxista y su pierna de palo. Óscar no es para los pájaros un hombre, sino un espantapájaros».

«En la cárcel no hay nada más mentiroso que la verdad».

«¿Por qué será que al matar jamás nos acordamos de que somos cristianos?».

«Roma es la escuela del equilibrio. Nos enseña el Derecho, pero nos enseña también a manejar el hacha».

«El director de la cárcel suscribe los contratos de la alimentación de los presos reservándose para sí una comisión de diez más diez, o sea el veinte por ciento. A esto sus cómplices lo llaman operación de altas matemáticas. Altas matemáticas es el arte de demostrar que ciento es ciento veinte, menos diez más diez, o sea el veinte por ciento».

«Para un condenado a muerte no hay nada más cómico que la partida de defunción del verdugo».

«David Fresno dice que yo soy un cínico. No lo creo. El cinismo sólo florece bajo la libertad. Dos ejemplos de cinismo los dan el verdugo que se deja ahorcar y la mujer que le pone los cuernos al torero».

«Ser criminal es muy fácil. Pero no hay nada más difícil que ser prisionero. Un ligero desliz en la investigación, una argucia sutil del abogado, una interpretación acertada o torcida de la ley, y ya está rota la fecunda posibilidad de la cárcel. Un preso no es exclusivamente un hombre que ha delinquido. Un preso es un hombre que ha quedado libre de la policía».

«Dios es demócrata. No retiene el poder para sí, sino que lo distribuye a través de una trinidad ministerial benevolente, Padre, Hijo, Espíritu Santo, que nos da pan, libertad y milagro. Preso, no luches contra Dios. Dios es tres personas distintas. La lucha es desigual».

«La cárcel es la prueba de la libertad. Soy libre, luego puedo estar prisionero».

«No conozco hipocresía más estúpida que la de los escritores que escriben la palabra puta poniendo la inicial y tres puntos suspensivos».

«Esos moralistas inmorales se quedan con el pecado y sin el género. El siglo de oro de las letras castellanas corresponde al período en que los escritores escribían la palabra completa. La época de decadencia de la lengua española es la edad en que los escritores resolvieron afeitarle a la palabra las tres últimas letras. La diferencia entre un Cervantes y un Ricardo León consiste en eso. Para el genio, la prostitución es nada menos que una humillación humana que condena a todos los llamados. Para el clásico, la prostitución es nada más que un oficio reproductivo que apenas avergüenza a los escogidos. El académico no es capaz de escribir la palabra puta. Cervantes sí. Yo estoy con el genio y con la verdad, es decir, estoy con la prostituta entera».

«En los momentos de depresión yo pienso aquí que la patria es el lugar donde somos libres de hablar mal de los demás. Pero de cuando en cuando, a la celda llegan también ráfagas de solidaridad humana. Comprendo entonces el dolor del destierro, porque comprendo entonces lo que es la patria. La patria es no estar solo».

«¿Qué es la justicia? ¿La plebe que salvó a Barrabás? ¿El Consejo de Guerra que condenó a Dreyfus? La justicia cojea, pero llega tarde. Según Antón Castán, la justicia camina tan despacio, que envejece en el camino. Cuando llega nadie la reconoce, porque llega convertida en injusticia. La justicia es como el guerrero chino que luchaba por la vida de un emperador cuya dinastía había terminado hacía mil años».

«En Mis prisiones, Silvio Pellico cuenta que en la cárcel podían fusilar al preso sin consultar al Emperador, aunque para cortarle al preso una pierna con gangrena había que consultar necesariamente al Emperador. Pellico cuenta también que el Emperador era muy sentimental. Tenía centenares de presos políticos, pero se ponía muy triste cuando veía un preso. Esto me recuerda que antes de entrar en la cárcel, yo conocí también un policía sentimental. Frente a un edificio en construcción disparaba contra un obrero que estaba encaramado en un andamio. Después de disparar, el policía se tapaba los oídos, para no sufrir con el golpe del cuerpo que iba a destriparse contra el cemento de la ley de gravedad».

«Sé vivir con poco, y lo poco que necesito lo necesito muy poco, dijo san Francisco de Asís. Sé vivir con poco, y lo poco que necesito sé ganármelo, dijo Pitigrilli. Sé vivir con poco, y lo poco que necesito sé robármelo, dijo Antonio Toscano».

«Hay que leer los libros prohibidos por la censura, por toda censura, no para juzgar el valor de los libros, sino para apreciar la estupidez de toda censura».

«El hombre es un preso que huye».

«El escudo de Colombia dice: Libertad y Orden. Libertad y Orden es un lema patriótico perfecto. En la cárcel se traduce así: Libertad para matar primero y Orden para huir después».

«Papini dice que las palabras son la cárcel de la poesía. En busca de la poesía de la libertad, echo a vagar mi pensamiento por un camino imaginario y todo lo que encuentro a mi paso implica un instrumento de opresión. El yugo de la yunta. El alambre de púas de la sementera del labrador. El cauce del río. La camisa de fuerza del hospital. El fusil del centinela. La fusta del domador. El internado de la escuela. El freno del caballo. La calle del transeúnte. La ciudad del ciudadano. Todo es opresión. El timón del automóvil en que viajo no es libre. Si fuera libre sólo serviría para estrellar el automóvil. La fotografía que me sacan no es libre. Si fuera libre, podría escaparme del retrato. En el camino, las flechas que señalan la libertad de moverse, marcan también la gran restricción de la libertad de tránsito: indican la prohibición de caminar hacia atrás. Llego por fin a la iglesia y dejo a la puerta a mi carcelero de camino, el ángel de la guarda. Aquí, por fin, me siento libre. La iglesia es el único sitio donde el hombre es completamente libre, y eso porque en la iglesia el carcelero es Dios».

«En la novela policiaca no hay presos. En la novela policiaca sólo hay fugitivos. La cárcel acaba con todos los misterios. Un fugitivo es un preso que aún no ha tropezado con la verdad».

«El drama de la justicia consiste en que la libertad de matar lleva consigo la libertad de esconderse de la policía y la libertad de mentirle al juez».

«Detesto los refranes. Sin embargo, hay algunos que en la cárcel me obligan a pensar. El que con lobos anda, a aullar aprende. Este refrán indica la fuerza del mal. En cambio, no se puede hablar de la fuerza del bien. El que anda con inocentes no se contagia con la inocencia. La inocencia no se enseña ni se aprende».

«Los muros de la cárcel me desconciertan. ¿Se levantaron estos muros para defender a la libertad de la amenaza de los presos, o, por el contrario, para preservar a los presos de los peligros de la libertad? En todo caso, no puedo negar que padezco la voluptuosidad de estos muros. Si para el vagabundo la patria es el sol, para mí la patria es la cárcel».

«En la cárcel, donde la lectura de Marx estaba prohibida, Óscar pronunció una vez un sermón contra el comunismo. La elocuencia del cura renegado era tan comprometedora que inspiraba la idea de escapar de la cárcel para leer a Marx».

«En la cárcel empiezo a interesarme por la libertad. La libertad lleva en sí misma un germen de prisión. Estar en libertad es como galopar en tiovivo. Está uno en constante movimiento, vuela casi de tanto movimiento. Pero no puede uno bajarse del caballo del tiovivo sin exponerse a caer en el suelo de la cárcel».

«La falla de la reforma carcelaria consiste en que casi siempre se ocupa de la cárcel y casi nunca del preso. La reforma carcelaria procede como el crítico miope que frente al cuadro de Goya se conmueve con el sofá y se olvida de la maja desnuda».

«El preso valiente es un hombre cobarde para correr. En la cárcel, ser valiente es no tener las piernas en su sitio».

«En una cárcel de Panamá conocí a un norteamericano que soñaba con poseer una escalera eléctrica para subir a los árboles. Decía que sólo así podría practicar el retorno a la naturaleza».

«El reloj de la cárcel no parece fabricado para señalar la hora, sino para promover un estallido. El reloj de la cárcel tiene un sonido tétrico. Tiene un sonido de reloj de bomba de tiempo».

«Desde que murió la rata, la cárcel está llena de arañas. Esta noche saldremos de caza. Estamos organizando un safari de tarántulas».

«De Mercurio se dice que tenía un seno frío y otro caliente. Gracián habla de la mujer que tenía una mejilla llena de vida y otra mejilla llena de muerte. En Cartagena de Indias yo conocí a una mulata que era el símbolo más hermoso de la integración racial: podía fraternizar con cualquiera, en el sur y en el norte, en oriente y occidente, porque tenía un seno blanco y otro negro».

«Llora como lloramos en la cárcel, donde lo mismo el día que la noche están reservados para el llanto. Así dijo Oscar Wilde. En nuestra cárcel, escribir es nuestro modo de llorar. Escribir es llorar nuestra impotencia. En nuestra cárcel, escribir es un silencio lleno de palabras mudas, mojadas con lágrimas».

«La única realización completamente democrática de la humanidad no es la fosa común, sino la celda común».

«En la celda, leer y dormir es mi oficio. Duermo donde me encuentra el sueño. Leo donde me sorprende el libro».

«Antón Castán me hace pensar que el preso que escribe un libro nunca es inocente».

«He conocido a un hombre que está condenado a 220 años de prisión. Me da pena ese pobre, condenado a la inmortalidad».

«El guardián justifica al preso como el sacerdote justifica al pecador. El guardián es un preso que está encerrado en la celda por el lado exterior. La carrera administrativa es la cárcel perpetua del guardián. La cárcel es un río con un puente, y en ella el guardián es el puente, y el prisionero es el río».

«En la cárcel hay un preso que demuestra que América es para los americanos. Su pelo es de raza blanca. Su sangre es de raza azul. Sus ojos son de raza amarilla. Sus labios son de raza negra. Su piel es de raza verde. Este hombre de América no tiene un árbol genealógico, sino un bosque genealógico».

«Desde la celda, vigilo medio mundo. Aunque soy un lince, soy un tuerto. Veo muy hondo y veo muy lejos, pero apenas veo la mitad».

«En la cárcel tenemos tiempo para todo. Tenemos tanto tiempo, que hasta podemos darnos el lujo de matar el tiempo».

«Antón Castán es el cronista de la cárcel. Visto de otro modo, es el poeta de las flores artificiales».

«En el hombre, la libertad es la marca de fábrica de Dios».