Observaciones generales:
el Amazonas del celuloide

No impona qué sistema de montaje estemos utilizando, siempre vamos a enfrentarnos a números astronómicos de versiones diferentes posibles. (Recordemos esa fórmula matemática que incluía el signo «!»). Cuando esas cifras estaban representadas físicamente por montañas (toneladas) de película real, nos dábamos cuenta instintivamente de que teníamos que tener un plan y ser organizados desde el principio. Contemplar la maraña de ciento cincuenta mil o trescientos mil metros de material es como asomarse a la selva amazónica. ¿Quién se adentraría en ella sin llevar un mapa y provisiones adecuadas?

Uno de los peligros de los sistemas digitales es que, a primera vista, convierten esa selva amazónica en un vídeojuego sin consecuencias aparentes. Si nos equivocamos de camino, simplemente volvemos a empezar desde el principio. El material real no se ha tocado. No hay recortes sueltos que tienen que unirse de nuevo. Eso es verdad en cierto sentido superficial, lo que no significa que por debajo del virtual no esté escondido un Amazonas real, que en la práctica va a hacernos perder el camino. Siempre debería haber una planificación, cualquiera que sea, pues solo disponemos de un tiempo determinado. Nunca podremos explorar todas las versiones posibles, luego siempre debería haber un mapa. La memoria humana tiene sus limitaciones: es necesario tomar notas detalladas de lo que hemos visto.

Teseo necesitó seguir el hilo para salir del laberinto del Minotauro. Sin plan, sin mapa, sin hilo, el montaje de una película se convierte en algo sin sentido, un entrechocar de imágenes y sonidos para conseguir un efecto puntual; pero, a la larga, ese tipo de efecto no va a estar en consonancia con el conjunto de la película. De forma que, paradójicamente, la ventaja oculta de montar en celuloide era que su peso y volumen animaban al montador a tomarse las cosas en serio y a planificar de antemano antes de meterse en faena, a desarrollar ciertas estrategias y mecanismos defensivos. En mi caso, se trataba de mi sistema de imágenes «storyboard a posteriori» y de mi sistema de notación de base de datos. Todos los montadores que hemos trabajado con celuloide tuvimos el privilegio de desarrollar nuestras propias estrategias para hacer frente a nuestra propia selva amazónica, y muchas de esas estrategias no deberían ser desechadas irreflexivamente, sino más bien adaptadas a la era digital que se nos avecina.