Esto se debe a que lo que se está creando realmente en el ordenador es un montaje virtual: las imágenes en sí mismas no han sido alteradas, solo se han dado instrucciones al ordenador para hacer algo con ellas (recordemos la lista de cortes de montaje mencionada anteriormente). Esta es una diferencia fundamental con respecto a los sistemas mecánicos, que crean lo que, de manera bastante dramática, se denomina un montaje destructivo de la película. Eso significa sencillamente que, en el montaje mecánico, las imágenes y la información sobre su ordenación son la misma cosa: establecemos automáticamente la información relativa a la secuencia de planos poniendo esos mismos planos en una secuencia determinada. Esto parece obvio y de hecho lo es. En el montaje por ordenador, sin embargo, las cosas funcionan de otra manera. La información sobre el orden de los planos está guardada en un lugar diferente de donde están los propios planos.
Lo que esto significa es que cada vez que miramos una secuencia en un sistema de montaje por ordenador, las imágenes están siendo mágicamente reunidas para nosotros mientras estamos mirando. Si queremos hacer algo completamente diferente con una escena, al sistema le da lo mismo: nosotros solo estamos cambiando las instrucciones, la receta para ese plato particular, no el plato en sí mismo. En un sistema mecánico, tenemos que deshacer la versión A para poder crear la versión B (destruyendo la versión A en el proceso).
Esta diferencia crucial entre los sistemas mecánico y digital conduce directamente a los principales motivos de atracción que han impulsado hacia delante los sistemas de montaje electrónicos de acceso aleatorio y que los han hecho generalmente aceptados por encima de los viejos sistemas mecánicos.
Antes de seguir adelante, dejemos que resuma rápidamente los siguientes puntos:
— La mayor rapidez es seguramente el atributo más importante (así como el más mencionado) de los sistemas electrónicos. La velocidad ha atraído tanto a los estudios, que quieren que sus películas se terminen rápidamente, como a los montadores, que intentan sacar el máximo partido a su creatividad en el tiempo que tienen. «¿Cómo es de rápido?» es a menudo la primera pregunta que se hace acerca de un montador, y toda herramienta que pueda ofrecer una ventaja en ese aspecto será bienvenida. La rapidez de los sistemas electrónicos se debe a muchas razones, sobre todo a la posibilidad de acceso aleatorio inmediato al material. En los viejos sistemas mecánicos, una persona (el montador o su ayudante) tenía que localizar y recuperar cada plano. En un ordenador, eso solo representa una pulsación del ratón.
— Coste reducido debido a que elimina la necesidad de positivar la película. Para determinadas películas de bajo presupuesto, esto puede ser una opción atractiva, puesto que permite pasar directamente del negativo de la película al disco duro a aproximadamente la mitad de precio de lo que supone hacer un positivo. Una vez que la película esté montada, solo habrá que positivar las tomas que estén incluidas en el corte, lo que puede reducir el presupuesto de positivado en un noventa por ciento.
— Menos personas contratadas en la sala de montaje, pues el ordenador se hace cargo automáticamente de tareas como clasificar el material, hacer listados, etc., que solían estar a cargo de varios ayudantes y meritorios. Como veremos más adelante, en la práctica esto todavía no es así. Pero teóricamente suena bastante atractivo.
— Facilita el acceso al material. La sala de montaje tradicional tenía un cierto aire a cofradía medieval, con una jerarquía definida y largos períodos de entrenamiento en tareas humildes —como codificar y reconstituir— que se han reducido o eliminado en el dominio digital. Dicho sencillamente, el objetivo del montaje electrónico consiste en resultar tan fácil y accesible como un procesador de textos.
— El director puede revisar todo el material en su estado original previo al corte, y simultáneamente este mismo material puede ser incluido en infinidad de versiones diferentes de la película. Recordemos que el ordenador solo crea un montaje «virtual», no uno «destructivo». En los sistemas mecánicos, una vez que parte de un plano se ha incluido en un montaje, el director ya no puede volver a ver ese plano en la forma anterior al corte.
— Un ambiente de trabajo más civilizado libre del ruido y de la «materialidad» de la Moviola y de la propia película. La imagen electrónica no se raya, no se rompe ni se quema, y no se monta físicamente como se hace con la película. Podemos ver lo que estamos haciendo más tranquila y claramente, durante tanto tiempo como queramos.
— Preservación de versiones diferentes de la película. Como no hay cortes de los que preocuparse, el montaje electrónico es capaz de recordar cada tentativa de versión de una escena y de archivarla para futuras referencias. En comparación, en el montaje mecánico no es fácil retomar las cosas, a menos que deliberadamente tomemos la decisión (costosa en tiempo y en dinero) de duplicar la escena en cuestión o bien de copiarla en una cinta de vídeo.
— Uso sofisticado del sonido: Tanto Avid, como Final Cut Pro como Lightworks pueden llevar muchas bandas de sonido y mantenerlas automáticamente en relación correcta con la imagen, no importa cuántos cambios se hayan hecho. Los sistemas mecánicos están limitados, prácticamente hablando, a dos o tres bandas, que tienen que ser separadas y laboriosamente ajustadas a los cambios en la imagen. Asimismo, de manera significadva, Avid puede variar el volumen de cualquier sección del sonido —hacerlo aparecer o desaparecer gradualmente y cambiar su ecualización— simulando la mezcla final. Los sistemas mecánicos no pueden hacer nada de eso.
— Integración con los efectos especiales electrónicos: Los sistemas electrónicos facilitan el paso desde el proceso de montaje a los cada vez más sofisticados efectos especiales electrónicos. Naturalmente, los tradicionales fundidos, encadenados y cortinillas pueden verse y juzgarse al instante, así como cualquier corrección y recorte del cuadro, marcha atrás, aceleración y ralentizado de la acción. Pero eso es solo la punta del iceberg digital.
Al resumir el lado prometedor de la situación actual en los comienzos de un nuevo siglo, estoy minimizando el esfuerzo que supuso llegar hasta ahí. El montaje electrónico no nació de la noche a la mañana organizado de forma tan ingeniosa como vemos ahora. Fueron necesarias tres décadas de desarrollo hasta alcanzar el estado actual, el cual se construyó asimismo a partir de setenta años previos de experiencia con el montaje mecánico. Además, cada una de las ventajas referidas más arriba tiene su contrapartida negativa: un aspecto secundario que puede neutralizarla. Los problemas surgidos sobre la marcha y las soluciones (algunas afortunadas y otras no) pueden clarificar las cualidades intrínsecas del cine electrónico, y su posible futuro.