40. ¡Qué guarrerías!

EL JUEGO DE LOS ZUMOS

Después del asunto de las baldosas las relaciones entre Alberto y Borja se encontraban más tensas que nunca. Alberto pensó que lo mejor para solucionarlo era mantener una conversación de hombre a hombre con su repelente rival. Decidieron encontrarse en tierra de nadie, y para esto ningún lugar parecía más adecuado que su burger favorito, el Paco’s.

Hacía tiempo que no pasaban por allí, de modo que al terminar las clases se marcharon a tomar un zumo natural de los que hacía su común amigo Paco.

Cuando llegaron al local se encontraron con que estaba a tope. Parecía como si todos los estudiantes de la facultad hubieran decidido darse cita en el mismo sitio y a la misma hora. Había un montón de amigos y compañeros a los que saludar, pero lo primero era localizar una mesa.

Una vez sentados, Alberto se levantó a pedir unas consumiciones. Mientras, Borja se quedó saludando a unas compañeras de Yvonne.

«¡Este Borja siempre haciendo el paripé!», se dijo Alberto cuando volvía a la mesa cargado con dos hamburguesas gigantes y dos enormes bolsas de patatas fritas.

Para beber, Borja había pedido un zumo natural de piña, y Alberto, que no tenía ganas de complicarse la vida, uno de naranja.

Al tiempo que se zampaban las hamburguesas, los dos chavales descubrieron que las amigas de Yvonne estaban hablando y bromeando sobre ellos desde la mesa de enfrente. A Alberto, que es un poco reservado, no le hizo demasiada gracia, mientras que Borja parecía engrandecerse con la situación y, como era de esperar, le entraron unas ganas enormes de llamar la atención de las chicas. Por eso debió de pensar que nada mejor que gastarle una broma a Alberto. Este le hablaba de los problemas que había entre ellos, y de la forma de sentar las bases para que no se volvieran a repetir en lo sucesivo, cuando de pronto, mientras las chicas seguían mirándoles, Borja señaló en dirección contraria diciendo:

—Fíjate Alberto, ese cuadro es nuevo, ¿no?

Alberto miró hacia el presunto cuadro, momento que aprovechó Borja para tomar una cuchara y, llenándola de zumo de piña, derramarla en el vaso de Alberto.

Las chicas, que les estaban mirando, soltaron una enorme carcajada. Alberto se dio cuenta de la broma que le había gastado Borja, y mientras se ponía rojo como un tomate, le entraron fuertes deseos de venganza. Alberto agarró la cuchara y, llenándola de su mezcla de naranja y piña, la echó en el vaso de Borja. La venganza estaba servida.

Las chicas, naturalmente, comenzaron a reírse de lo tontos que se estaban poniendo nuestros dos personajes. Alberto, que seguía rojo, le dijo a Borja:

—Bueno, ahora estamos en paz, no hagamos más tonterías, que ya se han reído bastante de nosotros, y sigamos con lo nuestro.

Una de las chicas planteó entonces a las otras lo siguiente:

¿ESTÁN REALMENTE EN PAZ O HAY MÁS PIÑA EN EL VASO DE ALBERTO QUE NARANJA EN EL DE BORJA?