Tras un examen siempre pasa lo mismo: se juntan los que van saliendo para comentar las preguntas más interesantes, y eso es algo que saca de quicio a Alberto.
Durante los segundos parciales se empezó a repetir lo de siempre y Alberto, junto con Felixín, decidieron alejarse de esta situación. No parecían muy animados a comentar nada que tuviera relación con lo que acababan de sufrir, de modo que prefirieron salir del edificio.
Iñaki paseaba por los jardines de la entrada de la facultad, cuando vio a Alberto sentado junto con Felixín en un banco.
—¡No me digáis nada, chicos! Ya me imagino de dónde venís. Oye, ¿os apetece jugar a tres en raya? —les dijo mientras adoptaba una mueca divertida.
Alberto se mostró de acuerdo. Cualquier cosa era preferible a pensar en los exámenes. Como Felixín no sabía de qué iba el rollo, Alberto se puso a explicarle en qué consistía el juego.
—Verás, el tablero consta de nueve casillas con las cuales se puede hacer tres en raya de ocho formas distintas; es decir, tres verticales, tres horizontales y dos diagonales.
Iñaki, que andaba algo bromista y con ganas de cachondeo, se metió en la conversación y planteó lo siguiente.
—¿Y si construyéramos un juego de tres en raya con sólo seis casillas, de tal forma que sólo hubiese tres maneras de poner las tres fichas en línea?
Alberto le miró con cara de pocos amigos y le respondió:
—Mira, Iñaki, eso es imposible porque no se podría jugar.
Iñaki no se hacía mucho a la idea de las pocas ganas de bromas que tenían sus amigos, por lo que les preguntó:
—Y si lo hiciéramos con sólo una línea de tres casillas, ¿no creéis que sería el juego de tres en raya más simple? Je, je, je.
Alberto y Felixín levantaron la mirada del juego al tiempo que le respondían:
—¡Sí, Iñaki, el más simple, pero también el más estúpido!
Aquella respuesta le supo a Iñaki a cuerno quemado, por lo que permaneció en silencio un rato hasta que se atrevió a preguntar:
¿CUÁNTAS CASILLAS SE DEBERÍAN AÑADIR Y DE QUÉ FORMA, PARA QUE EXISTAN DIEZ MANERAS DE HACER TRES EN RAYA?
Esta vez Iñaki había acertado. Felixín y Alberto se dispusieron a desentrañar el enigma. Al menos, Iñaki había conseguido que sus dos colegas se olvidaran de los exámenes.