15. Cuestiones eléctricas

EL JUEGO DE LOS INTERRUPTORES

Alberto acababa de heredar de su primo una vieja Vespa que se encontraba en un estado francamente lamentable. No dejándose comer la moral, se dedicó durante una mañana a repintar la chapa para después meterle mano al motor.

Con grasa hasta las orejas, logró petrolear el carburador y algunas otras partes. Infló las ruedas y sacó brillo al espejo retrovisor. Cuando parecía que ya la tenía lista, probó a arrancarla mientras se decía: «¡De ésta me las llevo a todas de calle!»

Tras varios intentos que resultaron fallidos, Alberto decidió que, definitivamente, estaba obligado a seguir investigando esta «flor de asfalto». Después de darle vueltas y vueltas al tema, concluyó que la solución tenía que pasar por el sistema eléctrico. El problema era que Alberto no sabía nada de electricidad. Se concedió un momento de reflexión, tras el cual llegó a la conclusión de que lo mejor era informarse. Para eso nada mejor que darse una vuelta por la biblioteca de su padre a ver qué encontraba.

No tuvo que buscar mucho para dar con un libro que llevaba por título Electricidad básica al alcance de toda la familia.

Comenzó a leerlo con mucho interés. Al final del primer capítulo descubrió un ejercicio práctico sobre cómo hacer un circuito simple para que se encendiera una bombilla. Se decidió a construirlo y olvidó el tema de la moto.

Corrió hacia el desván y allí encontró una caja de herramientas con todos los materiales que necesitaba.

Dibujó el circuito que aparecía en el libro y se dio cuenta de que algo no le terminaba de convencer.

—Con lo lentamente que se aprende en este libro y lo simples que son sus ejemplos, me parece que arreglo mi moto cuando las ranas críen pelo, de modo que voy a experimentar por mi cuenta.

Subió otra vez al desván y volvió al rato cargado de cables, bombillas e interruptores. ¡El circuito que iba a diseñar sí que estaría a la par de los de la NASA! Se puso manos a la obra, y cuando estaba a punto de terminar, apareció su amigo Iñaki acompañado del repelente Borja.

—Hola, Alberto. He venido en mi GTI blanco con Iñaki porque esta noche en casa de Chechu hay una fiesta que va a ser la más-más y la muy-muy. Pero ¿qué estás haciendo? —le preguntó de pronto el repelente con curiosidad.

—Se trata de la primera fase de una historia que se me ha ocurrido, pero es mejor no hablar de ello por el momento. No obstante, te adelanto que esta parte del proyecto la forman un complejo circuito eléctrico, dos bombillas y una pila para encenderlas —dijo Alberto adoptando un tono de voz parecido al de los científicos que salen en la tele para explicar el funcionamiento de una central nuclear.

—¡Menuda tontería! —le respondió Iñaki—. Yo en mi casa tengo un libro que se llama Electricidad básica al alcance de toda la familia, y en el segundo capítulo cuenta cómo hacer un doble circuito de la manera más sencilla. ¡Vámonos para la fiesta, que por lo menos nos podamos poner hasta arriba de minis de cerveza!

Alberto se puso tan colorado que parecía que fuera a echar humo de un momento a otro.

—Por Snoopy, me imagino que para encender las bombillas querrás cerrar el mínimo número de interruptores —continuó Borja palpándose la gomina del pelo.

Los tres se quedaron mirando el invento y se preguntaron:

  1. ¿QUÉ INTERRUPTORES DEBERÍAN CERRARSE PARA ENCENDER LA BOMBILLA A?
  2. ¿CUÁLES PARA LA B?
  3. ¿CUÁLES PARA ENCENDER LAS DOS BOMBILLAS A LA VEZ?
  4. ¿CUÁL ES EL MÍNIMO DE INTERRUPTORES QUE SE DEBEN CERRAR PARA PROVOCAR UN CORTOCIRCUITO?

Borja había desencadenado un reto fatal. Se olvidaron de la fiesta y dedicaron el resto de la tarde a hacer experimentos eléctricos, mientras que la moto de Alberto quedaba definitivamente para chatarra.