10. ¿Cuál de los dos es mejor?

EL JUEGO DE LOS DOS RELOJES

A Alberto le habían regalado un estupendo reloj digital y, sin cortarse un pelo, se iba pavoneando delante del que estuviera dispuesto a escucharle. Los de su clase no le prestaban ya la menor atención, con lo que Alberto tuvo que dedicarse a dar una vuelta por el bareto de la facultad esperando encontrar a alguien. Fue en ese momento cuando apareció Borja, con sus habituales aires de superioridad. Alberto dejó que se acercara a él y, naturalmente, aprovechó la ocasión de fardar con su estupendo reloj.

—Hola, Borjita, ¿qué tal? ¡Mira qué dabuten del palmeruten es mi nuevo reloj digital! —le dijo entusiasmado.

—Bueno, la verdad es que tiene buena pinta para poder tirarte el rollo en una bodeguilla de barrio, mientras te cenas unos huevos fritos con chorizo.

Alberto se quedó petrificado, aquello le supo a cuerno quemado. Borja continuó:

—El que yo tengo es analógico, como los de siempre, de una elegancia clásica, aunque manteniendo una cierta línea deportiva con el fin de restarle formalidad. ¡Cuesta doscientos talegos!

—Pues mira, el mío no sólo es digital, sino que además tiene un montón de funciones, aparte de dar la hora. Verás, te voy explicando… —dispuso Alberto con satisfacción.

Borja ya empezaba a estar un poco hasta el moño de tanto escuchar las excelencias del reloj de Alberto. No sabía muy bien cómo volver a ponerlo en su sitio, cuando de pronto se le ocurrió una idea.

—Albertito:

1. ¿CUÁNTAS VECES LA HORA DE TU RELOJ ES CAPICÚA?

—le preguntó Borja haciéndose el ingenuo.

Alberto comenzó a darle vueltas a la pregunta, pero no era fácil encontrar una respuesta. Cuanto más se lo pensaba, más notaba el gozo que sus dudas producían en Borja. Quizás estos quebraderos de cabeza eran el pago a tanta fanfarronería. Sin embargo, seguro que había una solución.

Levantó la mirada desafiando a Borja y, algo coloradote de rabia, le dijo:

—A ver, listillo, mientras yo calculo tu pregunta,

2. ¿SERÍAS CAPAZ DE DECIRME CUÁNTAS VECES LAS AGUJAS DE TU RELOJ ESTÁN JUNTAS, COMO CUANDO SON LAS DOCE Y PARECE QUE UNA DE ELLAS SE HA PERDIDO?

Los dos compañeros quedaron largo tiempo sumidos en inútil concentración, pues no consiguieron hallar la respuesta. En todo caso, Alberto se lo pensó dos veces a partir de entonces antes de pavonearse por nada.