La facultad de Alberto es relativamente nueva; se edificó a las afueras de la ciudad, y a sus espaldas se encuentran unos inmensos descampados. No se sabe muy bien cómo, pero el caso es que un buen día aparecieron unas chabolas de uralita y chapa que daban un aire muy, pero que muy cutre al paisaje.
Los del ayuntamiento pensaron en otorgar los terrenos, decisión que se ejecutó con relativa rapidez. Lo difícil comenzaba ahora: se trataba de construir unas casas prefabricadas y, lo que es más complicado, encontrar las pelas para pagar los materiales.
Poco a poco los inmigrantes se iban dejando ver por el barrio, y como se traían un vacilón de órdago, fueron ganando popularidad. Tanta que la «Radikal-Popular», es decir, la asociación de vecinos, tomó cartas en el asunto.
—¡Compañeerooos del barrio! ¡Compañerooos! Nos hemos congregado hoy las fuerzas vivas del barrio para proponer ideas sobre la integración de nuestros otros compañeros de las minorías étnicas… —decía una voz metálica desde la plaza que hay cerca de la facultad.
Alberto, que andaba por allí con Iñaki, le propuso acercarse para ver de qué iba el tema. Cuando llegaron se encontraron con un curioso personaje hablando por un megáfono. Llevaba unas barbas a lo Bakunin y una enorme tripa de esas que se tienen tras beberse los primeros veinticinco mil litros de cerveza.
—Sin lugar a dudas, ese pavo tiene que ser el presidente de la asociación —le dijo Iñaki a Alberto mientras se iban acercando.
Al llegar se encontraron con una especie de concurso. Consistía en aportar ideas para la distribución de los módulos de las casas prefabricadas para los inmigrantes. La verdad es que no tenía que haber muchas ganas de ir esa tarde a clase puesto que en la plaza se estaban encontrando con muchos compañeros de facultad.
—¿Vamos a ver en qué consiste el concurso? —le preguntó Iñaki a Alberto haciéndole un guiño de complicidad.
Cuando se acercaron pudieron comprobar que lo de menos era el concurso, ya que lo interesante era el contexto: una «lentejada popular» para recaudar fondos; una venta de bonos de solidaridad para lo mismo y guardería popular, así como un largo etcétera de cosas «populares».
—Pues a mí me está dando que lo del concurso es un engaño —le dijo Alberto a su amigo.
—Sí, pero vamos a ver de qué va.
Una vez cerca, se encontraron al de la megafonía acompañado de un inmigrante; Alberto e Iñaki se acercaron a preguntar. El inmigrante parecía muy simpático y se presentó como el coordinador responsable del colectivo de inmigrantes. Se llamaba Mustafá, pero todos le llamaban Musti.
—Pues veráis. Yo te diga-yo te explica: el concurso consiste en coger una cartulina y unas tijeras para diseñar un recortable formada por seis cuadrados, de forma que se pueda hacer un cubo.
—¿Y para qué? —le preguntaron los dos chavales.
—Pues yo te diga-yo te explica: con los seis cuadrados se van a formar módulos para nuestras próximas viviendas prefabricadas, que se construirón bajo unos parámetros de máxima funcionalidad, dentro de la mayor economía de medios —les respondió Musti mientras el presidente de la asociación asentía.
—Aquí tenemos los tres primeros. Cuando los tengamos todos, regalaremos al ganador una ristra de morcillas de arroz, así como las obras completas de Rosa Luxemburgo encuadernadas en cueroflex —añadió el presidente de la asociación.
—¡Está chupado! —dijo satisfecho Alberto.
Fue entonces cuando Musti les advirtió:
—Efectivamente, pero primero tenéis que ver que los dos últimos recortables son en realidad iguales, porque sólo hay que darles la vuelta.
Todos los participantes se estaban dando cuenta de que llevarse los dos fabulosos premios no sería una cosa tan fácil.
El presidente sonrió y les dijo:
—Al comienzo os he dicho que los primeros serán para el que sea más rápido y más habilidoso. De modo que lo que quiero es que diseñéis todos los recortables posibles hechos a base de seis cuadrados. Utilizad la retícula de cuadrados que os he mostrado antes, y os servirá como ayuda para encontrarlos todos.
Alberto se quedó meditabundo y se preguntó:
¿CUÁNTOS SON LOS RECORTABLES QUE SE PUEDEN HACER?
Al cabo de bastante rato, Alberto e Iñaki dieron a la vez con la solución. El presidente de la asociación de vecinos y Musti hicieron entrega de los sensacionales premios a los dos nuevos héroes de la lucha contra la marginación.