En el año 844 d. C. una flota de ciento veinte navíos del rey Ragnar se echó a la mar con el propósito de saquear la ciudad de París. Por aquel entonces, los vikingos eran conocidos en toda Europa por la crueldad con la que actuaban. En aquella campaña de las tropas de Ragnar por el reino de Luis el Germánico, uno de ellos hizo valer aquella fama e incluso la acentuó.
Un joven vikingo de dieciocho años llamado Styrmir Hardrade fue apodado por los franceses como «el amante de los niños» por su insólita crueldad con la que los mataba. Cada vez que las tropas vikingas se hacían con el dominio de una aldea francesa, Styrmir se divertía matando a los niños más pequeños en un juego en el que los arrojaba por los aires para luego ensartarlos con su espada.
Los crueles asesinatos que Styrmir realizó durante la campaña de Francia no pasaron por alto para Ragnar, y finalmente, acabó por perjudicarle en favor de Rúrik. Cuando se dio la conquista de París por parte del ejército vikingo, el rey Ragnar llenó de oro a Rúrik, mientras que a Styrmir, le ridiculizó ante todo su ejército entregándole a él el cadáver de un niño en vez de su respectiva parte del botín.
La decisión que tomó el rey Ragnar respecto a Styrmir llevó al segundo a abandonar el ejército para no volver jamás por las tierras dominadas por el rey escandinavo. Una vez que Styrmir estuvo lejos de Dinamarca, se presentó en la Britania donde ofreció su espada al rey de la Northumbria. Él era el rey Redwulfo, un usurpador del trono del rey Etereldo II, legitimo rey. Cuando Styrmir se mostró ante la presencia del rey Redwulfo, fue ignorado por él y por sus banderizos, quienes vieron en su origen danés la imposibilidad de servir en el ejército de la Northumbria. El rechazo del rey norteño obligó a Styrmir a buscar otro señor que pudiera pagar por su servicio, así que marchó a otras ciudades donde acabó llevando a encontrarse con el rey Etereldo II.
Después de que Styrmir se hiciera famoso al vencer en un torneo de caballería de la localidad norteña de Elmet, el rey sin trono le reunió en una taberna donde entre pintas de cerveza le bautizó con el nombre de Loryan y también le nombró caballero de la Casa Umbrel.
Meses después, Styrmir junto a otros soldados se enfrentaron al ejército del rey Redwulfo a quien consiguieron derrotar entregando el trono de la Northumbria a su legítimo dueño, el rey Etereldo II.
Tras la reconquista del trono, Etereldo II ascendió a Sir Loryan a capitán de los ejércitos de la Northumbria y también le otorgó el título de noble de la Casa de Graves. Aquellos títulos y posición le continuaron perdurando al renombrado vikingo cuando el rey Osberto sustituyó a su padre tras su muerte, pero Sir Loryan quiso más. El vikingo se dejó comprar por el oro de un nuevo usurpador al trono, y por la obtención de aquel oro no dudó en la hora de ejecutar su traición. Cuando marchaba a la batalla contra los noruegos, capturó a su propio rey y a toda su familia para llevarlos hasta las garras del usurpador, quién les dispuso de un destino espantoso a cada uno de ellos.