Ana de Austria, que no quiere ser menos que Buckingham, al menos en magnificencia, le remite, en el momento de su separación, doce herretes de diamantes. Por poco conocida que sea, y demasiado complicada para que yo la refiera aquí, la historia de esos brillantes debe quedar para siempre en los anales de la galantería…
LOUIS-HENRI DE LOMÉNIE, conde de Brienne
Memorias inéditas, Ensayo sobre las costumbres y usos del siglo XVII
El duque de Buckingham era, como he dicho, galante y magnífico; se tomaba muchas molestias en acicalarse para las reuniones; la condesa de Carlisle, que no dejaba de observarlo, se dio cuenta enseguida de la ostentación que hacía llevando unos herretes de diamantes que ella no conocía; no dudó un ápice de que la reina se los hubiese dado; mas para estar todavía más segura, durante un baile, entretuvo al duque de Buckingham y le cortó los herretes con el propósito de enviárselos al cardenal…
Memorias del duque de La Rochefoucauld