Para escribir la La tercera ola he utilizado varias fuentes de información. La primera y más convencional está constituida por la lectura de libros, periódicos, informes, documentos, revistas y monografías de muchos países. La segunda tiene su origen en entrevistas con autores de cambios de todo el mundo. Los he visitado en sus laboratorios, despachos, aulas escolares y estudios, y se han mostrado también generosos con su tiempo y sus ideas. Van desde expertos en cuestiones familiares y físicos, hasta miembros de Gobierno y primeros ministros.
Finalmente, en mis viajes me he servido de lo que creo que son unos ojos y unos oídos atentos. Con frecuencia, una experiencia directa o una conversación casual proyectan reveladora luz sobre la abstracción. Un taxista de una capital latinoamericana me dijo más que todas las animosas estadísticas de su Gobierno. Cuando le pregunté por qué sus compatriotas no hacían algo para protestar contra la desbocada tasa de inflación, se limitó a imitar el tecleteo de una ametralladora.
Me es a todas luces imposible expresar individualmente mi agradecimiento a todos los que me han ayudado. Sin embargo, tres amigos, Donald F. Klein, Harold L. Strudler y Robert I. Weingarten, se han tomado la molestia de leerse todo el manuscrito y ofrecerme sus perceptivas críticas y consejos.
Además, Lea Guyer Górdon y Eleanor Nadler Schwartz, que figuran ciertamente entre los mejores y más profesionales investigadores editoriales, revisaron los datos contenidos en el manuscrito para purgarlo de inexactitudes. Mrs. Schwartz permaneció junto a mí durante los últimos y ajetreados días para prestarme su jovial y generosa ayuda durante la preparación del manuscrito para el editor. Debo también una mención especial de gratitud a Betsy Cenedella de «William Morrow» por su excelente corrección. Finalmente, a Karen Toffler, que me ayudó en la confección del índice onomástico y de materias, vertiendo sus artículos conceptuales en el procesador computador durante las largas y avanzadas horas de la noche.
Huelga decir que sólo yo soy responsable de cualquier error que haya podido deslizarse en estas páginas, pese a nuestros mejores esfuerzos por evitarlo.