Agradecimientos

Son pocos los libros que se han escrito en la soledad del estudio de un autor; desde luego, éste no lo ha sido, y quisiera dar las gracias a aquellos que participaron en su creación. En primer lugar, doy las gracias al Consejo de Investigación de la Universidad de Missouri por financiar el estudio, lo que me permitió desplazarme a archivos lejanos, y también por el tiempo que me concedió para escribir este libro.

Los historiadores no podríamos trabajar sin los archiveros, cuya misión es conservar los documentos escritos a partir de los cuales interpretamos el pasado. Estoy particularmente en deuda con las siguientes personas:

Sam Gill y el personal de la Biblioteca Maigaret Herrick de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, en Beverly Hills (California), por su ayuda con los Archivos de la Production Code Administration.

Ned Constock, de la Biblioteca Dohney de la Universidad de Carolina del Sur, por su ayuda con los Archivos del Departamento de Producción de la MGM; Jerry Gibson y el personal de la Biblioteca del Congreso, sección cinematográfica; Mons. Francis J. Weber, de los Archivos de la Archidiócesis de Los Ángeles; el personal de los Archivos de la Provincia Jesuíta de Missouri, St. Louis (Missouri); Don Buske, archivero de la Archidiócesis de Cincinnati; H. Warren Willis, archivero de la United Catholic Conference, en Washington, D.C.; Nicholas B. Scheetz, bibliotecario de manuscritos de la Universidad de Georgetown; y Mary Corliss y Terry Geesken, del Museo de Arte Moderno.

Mi ayudante en la investigación, Siew Ang, pasó innumerables horas en la biblioteca rastreando oscuros artículos, leyendo microfilms, organizando la información y ayudándome a pensar en este proyecto. Le doy las gracias por toda su ayuda y apoyo. Dos amigos, Chuck Bishop y Doug Schlosser, también supusieron una importante contribución para llegar al producto final.

Varias personas leyeron el manuscrito en diversas fases y de ese modo me evitaron cometer graves errores. Doy las gracias a Ted Wilson, Garth Jowett, Kenneth Short, Tom Poe y Clayton Koppes por el ánimo y el apoyo que me prestaron, así como a mi editora, Beatrice Rehl, y al jefe de producción, Michael Gnat, de Cambridge University Press.

Mi amigo y colega Richard McKinzie, con quien pasé horas hablando del libro, fue de gran ayuda, pues me hizo tener en cuenta puntos de vista que a menudo ignoraba. Además, leyó el manuscrito en diversas fases e influyó profundamente en mi manera de enfocar la obra. Trágicamente, Dick murió cuando el libro estaba en su última fase. Ha sido una gran pérdida para mí, para la UMKC, para su esposa Eileen y su hijo Robbie, y para los historiadores en general.

Otro colega que desempeñó un papel importante en la redacción de este libro es Gaylord Marr, comisario de los Archivos Marr Sound y profesor de estudios de la comunicación en la Universidad de Missouri-Kansas City, y una de las personas que mejor conoce la cultura popular norteamericana. Dick McKinzie, Gaylord y yo pasamos más de una tarde tomando copas y hablando de cine y de cultura popular. Gaylord nos proporcionó a Dick y a mí innumerables grabaciones de su colección privada, tanto para nuestra investigación como para nuestras clases. Fue Dick el que me animó a dedicarle este libro a Gaylord por sus años de apoyo y paciencia, y lo hago con placer.

Por último, quiero dar las gracias a mi mujer, Carol, y a mi hijo, Jason. Carol ha visto y leído sobre las viejas películas más de lo que habría deseado. Es una correctora y una crítica excelente, y le doy las gracias por su comprensión y paciencia.