91. INTERIOR DE UNA CAFETERÍA – POR LA MAÑANA
Jules y Vincent están sentados en un reservado. Delante de Vincent hay un gran montón de tortitas y salchichas, que él come con avidez. Jules, por su parte, sólo toma una taza de café y un bollo. Parece ajeno a lo que ocurre, sumido en sus propios pensamientos. La camarera se acerca para volver a llenarles las tazas de café.
VINCENT: Muchas gracias. (dirigiéndose a Jules, que prépara su café). ¿Quieres una salchicha?
JULES: No, no como cerdo.
VINCENT: ¿Acaso eres judío?
JULES: No soy judío. Simplemente, no como cerdo.
VINCENT: ¿Por qué no?
JULES: Porque son unos puercos. No como puercos.
VINCENT: Pues las salchichas tienen buen sabor. Las chuletas de cerdo son muy buenas.
JULES: Una rata de cloaca puede tener el sabor de una empanada de calabaza. Pero nunca lo sabré porque, aunque tuviera ese sabor, yo nunca probaría algo tan asqueroso. Los cerdos duermen y se regodean en la mierda. Es un animal sucio. No quiero comer nada que no tenga el suficiente sentido común como para descartar sus propias heces.
VINCENT: ¿Qué te parecen los perros? Los perros se comen sus propias heces.
JULES: Tampoco como perro.
VINCENT: Sí, pero ¿no consideras al perro como un animal puerco?
JULES: Yo no llegaría hasta el punto de decir que el perro es un puerco, aunque sea definitivamente sucio. Sin embargo, un perro tiene personalidad. Y la personalidad nos lleva muy lejos.
VINCENT: Según esa lógica, si un cerdo tuviera mejor personalidad, ¿dejaría de ser un puerco?
JULES: Para eso tendríamos que estar hablando de un cerdo jodidamente encantador. Tendría que ser como el Gary Grant de los cerdos.
Los dos hombres se echan a reír.
VINCENT: Bien por ti. Relájate un poco, hombre. Estás ahí sentado demasiado quieto.
JULES: Sólo estaba pensando.
VINCENT: (con la boca llena). ¿Sobre qué?
JULES: Sobre el milagro del que hemos sido testigos.
VINCENT: El milagro del que tú has sido testigo. Yo sólo he visto un incidente terrorífico.
JULES: ¿Sabes lo que es un milagro?
VINCENT: Un acto de Dios.
JULES: ¿Qué es un acto de Dios?
VINCENT: Supongo que es cuando Dios hace posible lo imposible. Y, lo siento mucho, Jules, pero no creo que lo sucedido esta mañana entre dentro de esa categoría.
JULES: ¿No te das cuenta, Vince? Esa mierda no importa. Estás juzgando las cosas del modo erróneo. No se trata de eso. Pudo haber sido Dios quien detuvo las balas, el que cambió la Coca por Pepsi, el que encontró las jodidas llaves de mi coche. Esa clase de cosas no se juzgan por sus méritos. No tiene ninguna importancia que lo que experimentamos fuera o no un milagro de acuerdo con todas las reglas. Lo importante es que he sentido el toque divino. Dios ha intervenido en esto.
VINCENT: Pero ¿por qué?
JULES: ¡Eso es lo que me está jodiendo! No sé por qué. Pero ahora no puedo volver a dormir.
VINCENT: ¿De modo que hablabas en serio? ¿Vas a dejarlo realmente?
JULES: Esta vida, desde luego que sí.
Vincent da un bocado. Jules toma un sorbo de café. Al fondo, vemos a un cliente que llama a la camarera.
CLIENTE: Garçon. ¡Más café!
Reconocemos en ese cliente a Pumpkin, de la primera escena entre Pumpkin y Honey Bunny.
VINCENT: Entonces, si vas a dejar esta vida, ¿qué harás?
JULES: Eso es lo que estaba pensando ahora. En primer lugar, le voy a contar a Marsellus este caso. Luego, básicamente, me dedicaré a recorrer el mundo.
VINCENT: ¿Qué quieres decir con eso de que te dedicarás a recorrer el mundo?
JULES: Ya sabes, como hace Caine en Kung Fu. Simplemente, ir de una ciudad a otra, conocer a la gente, meterme en aventuras.
VINCENT: ¿Y durante cuánto tiempo tienes la intención de recorrer el mundo?
JULES: Hasta que Dios me coloque donde El quiera que esté.
VINCENT: ¿Y si nunca lo hace?
JULES: Si para eso tarda toda la vida, esperaré toda la vida.
VINCENT: ¿Así que has decidido ser un pordiosero?
JULES: Seré simplemente Jules, Vincent…, ni más, ni menos.
VINCENT: No, Jules, te vas a convertir en uno de esos mierdas de por ahí que no hacen más que pedir calderilla. Caminan de un lado a otro como un montón de jodidos zombies, duermen en contenedores de basura, comen lo que tiran los demás, y los perros se mean en ellos. Se ha inventado una palabra para ellos, y es la de pordiosero. Y sin trabajo, sin residencia fija o sin una cobertura legal, eso es en lo que te vas a convertir… ¡En un jodido pordiosero!
JULES: Mira, amigo mío, en eso es precisamente en lo que nos diferenciamos tú y yo…
VINCENT: Lo que sucedió fue algo peculiar, de eso no cabe la menor duda, pero no fue agua convertida en vino.
JULES: Según todos los indicios, sí que lo fue, Vince.
VINCENT: ¡Deja ya de hablar así!
JULES: Si te asustan mis respuestas, Vincent, deberías dejar de hacerme preguntas que puedan asustar.
VINCENT: ¿Cuándo tomaste esa decisión…? ¿Mientras estabas ahí sentado, comiéndote tu bollo?
JULES: Sí. Estaba aquí sentado, tomándome el café, comiéndome el bollo y repasando todo el incidente en mi cabeza, cuando de pronto he tenido lo que los alcohólicos llaman «un momento de claridad».
VINCENT: Tengo que ir a cagar. Seguiremos después.
Vincent sale y se dirige a los lavabos. Jules, que se ha acedado solo, toma un bocado del bollo y entonces… Pumpkin y Honey Bunny se incorporan con las armas levantadas.
PUMPKIN: ¡Que todo el mundo se quede quieto! ¡Esto es un atraco!
HONEY BUNNY: Si alguien mueve un solo dedo, me lo cargo aquí mismo. ¿Lo habéis entendido?
Jules levanta la mirada, sin dar crédito a lo que ve. Por debajo de la mesa, la mano de Jules se dirige hacia su automática del 45.La coge y la amartilla.
PUMPKIN: Los clientes, que se queden sentados. Las camareras, que se tumben en el suelo.
HONEY BUNNY: ¡Nada de tonterías ahora! ¡Haced lo que os han dicho o moriréis! Como un relámpago, Pumpkin se dirige hacia la cocina.
Mientras, Honey Bunny grita amenazas a los clientes, manteniéndolos aterrorizados.
PUMPKIN: ¡Eh, vosotros! ¡Los mexicanos de la cocina! ¡Salid aquí!
Tres cocineros y dos friegaplatos salen de la cocina.
PUMPKIN: Al suelo si no queréis que os vuele el culo. ¿Comprendéis?
Lo comprenden. El gordinflón del gerente habla.
GERENTE: Yo soy el gerente. No hay ningún problema. Absolutamente ningún problema…
Pumpkin se vuelve hacia él.
PUMPKIN: ¿Me vas a dar algún problema?
Se adelanta hacía él y coloca el cañón del arma en la nunca del gerente, apretando con fuerza.
PUMPKIN: ¿Qué? ¿Has dicho que me ibas a dar algún problema?
GERENTE: No, no he dicho eso. ¡No le voy a dar ningún problema!
PUMPKIN: No sé, Honey Bunny. ¡Me parece de los tipos que se las quieren dar de héroes!
HONEY BUNNY: No corras riesgos. ¡Ejecútalo!
Los clientes se ponen a gritar. Jules observa todo esto en silencio, con la mano aferrando la culata de la automática del 45 por debajo de la mesa.
GERENTE: ¡No, por favor! No soy un héroe. Sólo soy un gerente de cafetería. Llévense lo que quieran.
PUMPKIN: Dile a todo el mundo que coopere y pronto habremos terminado.
GERENTE: Que todo el mundo permanezca tranquilo y coopere con ellos, y esto terminará pronto.
PUMPKIN: Bien hecho. Y ahora, pon tu jodido culo sobre el suelo.
92. INTERIOR. CUARTO DE BAÑO DE LA CAFETERÍA – POR LA MAÑANA
Vincent, que está en los lavabos, sin darse cuenta del caos que se ha desatado fuera, lee el libro de Modesty Blaise.
93. INTERIOR. CAFETERÍA – POR LA MAÑANA
Se abre la caja registradora. Pumpkin se mete el dinero de la recaudación en el bolsillo. Luego sale desde detrás del mostrador con una bolsa de basura en la mano.
PUMPKIN: Muy bien. Ahora voy a hacer una ronda para recoger sus carteras. No hablen, simplemente, las dejan en la bolsa. ¿Está claro?
Pumpkin empieza a recorrer las mesas y a recoger las carteras.[24] Jules está sentado, con la 45 preparada para abrir fuego, por debajo de la mesa.
Pumpkin ve a Jules sentado en su reservado, sosteniendo la cartera, con el maletín al lado. Pumpkin se dirige hacia él, con un tono más respetuoso, con una actitud más en guardia.
PUMPKIN: A la bolsa.
Jules arroja su cartera al interior de la bolsa. Utilizando el arma como indicador, Pumpkin señala el maletín.
PUMPKIN: ¿Qué hay dentro?
JULES: La ropa sucia de mi jefe.
PUMPKIN: ¿Tu jefe te hace lavar su ropa sucia?
JULES: Cuando la quiere tener limpia.
PUMPKIN: Parece un trabajo de mierda.
JULES: Es divertido que yo haya estado pensando lo mismo.
PUMPKIN: Ábrelo.
Jules, con la mano libre, coloca la palma sobre el maletín.
JULES: Temo no poder hacer eso.
Pumpkin se muestra claramente sorprendido por la respuesta.
Apunta con el arma directamente al rostro de Jules y la amartilla.
PUMPKIN: No te he oído bien.
JULES: Sí, me has oído muy bien.
Este intercambio de palabras se ha hecho en voz tranquila y no todos los demás lo han escuchado, pero Honey Bunny se da cuenta de que algo anda mal.
HONEY BUNNY: ¿Qué ocurre?
PUMPKIN: Parece que tenemos entre nosotros a un vigilante.
HONEY BUNNY: ¡Pues dispárale a la cara!
JULES: No pretendo destrozar tu ego, pero no es ésta la primera vez que alguien me ha apuntado con un arma.
PUMPKIN: Pues como no abras ese maletín, va a ser la última vez.
GERENTE: (desde el suelo). ¡Deje de causar problemas! ¡Va a conseguir que nos maten a todos! Déles lo que tenga y que se larguen de aquí.
JULES: Cierra el pico, gordinflón. ¡Esto no es asunto tuyo!
PUMPKIN: Voy a contar hasta tres, y si para entonces no has abierto el maletín, te voy a volar tu jodida cara. ¿Está claro? Uno…
Jules cierra los ojos.
PUMPKIN:… tres.
JULES: Tú ganas.
Jules levanta la mano del maletín.
JULES: Es todo tuyo, Ringo.
PUMPKIN: Ábrelo.
Jules hace saltar los cierres y abre el maletín, dejando su contenido a la vista de Pumpkin, pero no a la nuestra. El mismo fulgor de antes brota del interior del maletín. La expresión de Pumpkin es de la más absoluta incredulidad. Honey Bunny, desde el otro lado del local, no puede verlo.
HONEY BUNNY: ¿Qué es? ¿Qué es?
PUMPKIN: (hablando con suavidad). ¿Es lo que yo creo que es?
Jules asiente con un gesto de la cabeza: «Sí».
PUMPKIN: Es hermoso.
Jules asiente con un gesto de la cabeza: «Sí».
HONEY BUNNY: ¡Maldita sea! ¿Qué es?
Jules cierra el maletín de golpe y luego se reclina en el asiento, como si le ofreciera a Pumpkin cogerlo. Pumpkin, con una amplia sonrisa en su rostro, se inclina para tomar el maletín. Como una serpiente de cascabel, la mano libre de Jules sujeta la muñeca de Pumpkin que sostiene el arma y la golpea contra la mesa. Saca su otra mano de debajo de la mesa y coloca el cañón de la 45 bajo la barbilla de Pumpkin, apretando con fuerza. Honey Bunny se queda petrificada, haciendo oscilar su arma en dirección a Jules.
HONEY BUNNY: ¡Suéltalo! ¡Suéltalo! ¡Te volaré la jodida cabeza! ¡Te mataré! ¡Te juro que te mataré! Vas a morir. Vas a estar jodidamente muerto.
JULES: (dirigiéndose a Pumpkin). ¡Dile a esa zorra que se tranquilice! ¡Díselo! ¡Dile que se tranquilice y se esté quieta!
PUMPKIN: ¡Tranquila, cariño!
HONEY BUNNY: ¡Suéltalo!
JULES: (hablando suavemente). Dile que todo irá bien.
PUMPKIN: Todo irá bien.
JULES: Prométeselo.
PUMPKIN: Lo prometo.
JULES: Dile que se quede quieta.
PUMPKIN: Quédate quieta.
JULES: ¿Cómo se llama?
PUMPKIN: Yolanda.
Cuando Jules habla con Yolanda, no la mira a ella, sino sólo a Pumpkin.
JULES: (dirigiéndose a Yolanda). ¿Estamos de acuerdo, Yolanda? No vamos a cometer ninguna estupidez, ¿verdad?
YOLANDA: (llorando). No le hagas daño.
JULES: Nadie le va a hacer daño a nadie. Vamos a ser como tres témpanos. ¿Sabes lo que es un témpano?
No recibe respuesta.
JULES: Vamos, Yolanda, ¿sabes lo que es un témpano?
YOLANDA: (a través de las lágrimas, con inseguridad). ¿Quedarnos fríos?
JULES: ¡Correcto! Y eso es lo que vamos a hacer, quedarnos fríos y mantener la calma. (dirigiéndose a Pumpkin). Y ahora, Ringo. Voy a contar hasta tres y vas a dejar caer tu arma; luego vas a colocar las palmas de las manos sobre la mesa. Pero cuando lo hagas, lo haces con calma. ¿Preparado?
Pumpkin lo mira.
JULES: Uno…, dos…, tres.
Pumpkin deja caer su arma y coloca las dos manos sobre la mesa. Yolanda ya no puede soportarlo.
YOLANDA: ¡Está bien! ¡Ahora suéltalo!
JULES: Yolanda, creía que habíamos dicho que íbamos a permanecer fríos. Cuando me gritas de ese modo, me pongo nervioso. Y cuando me pongo nervioso, me asusto. Y cuando alguien se asusta es cuando los hijos de puta reciben un balazo.
YOLANDA: (con una actitud más calmada). Sólo tienes que saber que si le haces daño, mueres.
JULES: Esa parece ser la situación. Pero yo no quiero eso y tú tampoco lo quieres. Y Ringo tampoco lo quiere. Así que veamos qué podemos hacer. (dirigiéndose a Ringo). Bien, ésta es la situación. Normalmente, los dos estaríais a estas alturas tan muertos como pollos fritos. Pero resulta que habéis empezado esta chorrada en un momento en el que estoy en transición, en el que no quiero mataros, sino más bien ayudaros. En cualquier caso, me temo que no puedo entregaros el maletín. No me pertenece. Además, he tenido que pasar por demasiada mierda esta mañana por culpa de este maletín para entregároslo ahora así, tranquilamente.
VINCENT (voz): ¿Qué diablos pasa aquí?
Yolanda hace girar su arma hacia el extraño.
Vincent, que está en la puerta de los lavabos, ha sacado su arma y apunta ominosamente a Yolanda.
JULES: ¡Tranquilo, Vincent! Todo está tranquilo. No hagas nada. Yolanda es una chica razonable y nada ha cambiado. Simplemente, estamos hablando. (dirigiéndose a Pumpkin).Dile que todavía seguimos tranquilos.
PUMPKIN: Tranquilízate, Honey Bunny. Todo está tranquilo.
VINCENT: (con el arma levantada). ¿Qué diablos ocurre aquí, Jules?
JULES: Nada que yo no pueda manejar. Quiero que te mantengas al margen y no intervengas a menos que sea absolutamente necesario.
VINCENT: De acuerdo.
JULES: Yolanda, ¿cómo vamos, muñeca?
YOLANDA: ¡Tengo ganas de hacer pipí! ¡Quiero marcharme a casa!
JULES: Por el momento, quédate donde estás, muñeca. Lo estás haciendo estupendamente. Ringo se siente orgulloso de ti, y yo también. Ya casi hemos terminado. (dirigiéndose a Pumpkin). Ahora quiero que busques dentro de esa bolsa y encuentres mi cartera.
PUMPKIN: ¿Cuál de ellas es?
JULES: Es en la que pone «Hijodeputa peligroso».
Pumpkin mira en el interior de la bolsa… y allí está, efectivamente. Una cartera en la que aparecen grabadas las palabras «Hijodeputa peligroso».
JULES: Esa es. Ahora, ábrela y saca el dinero. ¿Cuánto hay?
PUMPKIN: Unos mil quinientos dólares.
JULES: Métetelos en el bolsillo. Son tuyos. Junto con el resto de las carteras de los demás y lo que había en la caja registradora, seguro que hace una cantidad aceptable. Todo un éxito.
VINCENT: Jules, si le entregas mil quinientos dólares a este pelagatos, voy a tener que matarlos aunque sólo sea por principios.
JULES: Tú no vas a hacer nada, maldita sea. Quédate donde estás y cierra el pico. Además, no se los doy a él. Estoy comprando algo con mi dinero. ¿Sabes lo que estoy comprando, Ringo?
PUMPKIN: ¿Qué?
JULES: Tu vida. Te ofrezco ese dinero para no tener que matarte. ¿Lees la Biblia?
PUMPKIN: No todos los días.
JULES: Hay un pasaje me sé de memoria y que parece apropiado para esta situación. Es de Ezequiel, veinticinco, diecisiete, y dice:
«El camino del justo se ve asediado por todas partes por las iniquidades del egoísmo y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel que, en nombre de la caridad y de la buena voluntad, pastorea a los débiles a través del valle de la oscuridad, pues él es el verdadero protector de su hermano, el que encuentra a los niños perdidos. Y yo actuaré con terribles venganzas y furiosos escarmientos contra aquellos que intenten envenenar y destruir a mis hermanos. Y sabréis que yo soy Yahveh cuando os aplique mi venganza». Llevo años repitiéndome todo eso. Y si lo has oído alguna vez, eso significa tu culo. En realidad, yo nunca me he preguntado qué significaba. Pensé que se trataba simplemente de algo frío que podía decirse a cualquier hijo de puta antes de meterle una bala por el culo. Pero esta mañana resulta que he visto una cierta mierda que me lo ha hecho pensar dos veces. Ahora opino que tú podrías haber sido el hombre malo y yo el hombre justo. Y aquí, el señor 45, es el pastor que protege mi justo culo en el valle de la oscuridad. O quizá tú seas el hombre justo y yo el pastor, y resulta que es el mundo el que está sumido en la iniquidad y el egoísmo. Eso me gustaría. Pero esa mierda no es la verdad. La verdad es que tú eres el débil. Y yo represento la tiranía de los hombres malos. Pero lo intento. Te aseguro que intento ser el pastor.
Jules baja su arma y la deja sobre la mesa.
Pumpkin lo mira. Luego mira el dinero que tiene en la mano. Después se vuelve a mirar a Yolanda. Ella le devuelve la mirada. Agarra la bolsa de basura que contiene las carteras y los dos salen corriendo por la puerta.
Jules, que en ningún momento se ha levantado de su asiento, toma un sorbo de café.
JULES: (hablando consigo mismo). Está frío.
Aparta la taza hacia un lado.
Vincent aparece junto a Jules.
VINCENT: Creo que ahora deberíamos marcharnos.
JULES: Eso es, probablemente, una buena idea.
Vincent arroja unos billetes sobre la mesa y Jules toma el maletín.
Luego, ante la extrañeza de los dientes, las camareras, los cocineros, los friegaplatos y el director, los dos bribones, vestidos con una camiseta de la Universidad de Santa Cruz el uno, y con una camiseta que dice «Soy un estúpido» el otro, con bañadores y con automáticas del 45, salen juntos de la cafetería sin decir una sola palabra.
FIN