EPÍLOGO

91. INTERIOR DE UNA CAFETERÍA – POR LA MAÑANA

Jules y Vincent están sentados en un reservado. Delante de Vincent hay un gran montón de tortitas y salchichas, que él come con avidez. Jules, por su parte, sólo toma una taza de café y un bollo. Parece ajeno a lo que ocurre, sumido en sus propios pensamientos. La camarera se acerca para volver a llenarles las tazas de café.

Los dos hombres se echan a reír.

Vincent da un bocado. Jules toma un sorbo de café. Al fondo, vemos a un cliente que llama a la camarera.

Reconocemos en ese cliente a Pumpkin, de la primera escena entre Pumpkin y Honey Bunny.

Vincent sale y se dirige a los lavabos. Jules, que se ha acedado solo, toma un bocado del bollo y entonces… Pumpkin y Honey Bunny se incorporan con las armas levantadas.

Jules levanta la mirada, sin dar crédito a lo que ve. Por debajo de la mesa, la mano de Jules se dirige hacia su automática del 45.La coge y la amartilla.

Mientras, Honey Bunny grita amenazas a los clientes, manteniéndolos aterrorizados.

Tres cocineros y dos friegaplatos salen de la cocina.

Lo comprenden. El gordinflón del gerente habla.

Pumpkin se vuelve hacia él.

Se adelanta hacía él y coloca el cañón del arma en la nunca del gerente, apretando con fuerza.

Los clientes se ponen a gritar. Jules observa todo esto en silencio, con la mano aferrando la culata de la automática del 45 por debajo de la mesa.

92. INTERIOR. CUARTO DE BAÑO DE LA CAFETERÍA – POR LA MAÑANA

Vincent, que está en los lavabos, sin darse cuenta del caos que se ha desatado fuera, lee el libro de Modesty Blaise.

93. INTERIOR. CAFETERÍA – POR LA MAÑANA

Se abre la caja registradora. Pumpkin se mete el dinero de la recaudación en el bolsillo. Luego sale desde detrás del mostrador con una bolsa de basura en la mano.

Pumpkin empieza a recorrer las mesas y a recoger las carteras.[24] Jules está sentado, con la 45 preparada para abrir fuego, por debajo de la mesa.

Pumpkin ve a Jules sentado en su reservado, sosteniendo la cartera, con el maletín al lado. Pumpkin se dirige hacia él, con un tono más respetuoso, con una actitud más en guardia.

Jules arroja su cartera al interior de la bolsa. Utilizando el arma como indicador, Pumpkin señala el maletín.

Jules, con la mano libre, coloca la palma sobre el maletín.

Pumpkin se muestra claramente sorprendido por la respuesta.

Apunta con el arma directamente al rostro de Jules y la amartilla.

Este intercambio de palabras se ha hecho en voz tranquila y no todos los demás lo han escuchado, pero Honey Bunny se da cuenta de que algo anda mal.

Jules cierra los ojos.

Jules levanta la mano del maletín.

Jules hace saltar los cierres y abre el maletín, dejando su contenido a la vista de Pumpkin, pero no a la nuestra. El mismo fulgor de antes brota del interior del maletín. La expresión de Pumpkin es de la más absoluta incredulidad. Honey Bunny, desde el otro lado del local, no puede verlo.

Jules asiente con un gesto de la cabeza: «Sí».

Jules asiente con un gesto de la cabeza: «Sí».

Jules cierra el maletín de golpe y luego se reclina en el asiento, como si le ofreciera a Pumpkin cogerlo. Pumpkin, con una amplia sonrisa en su rostro, se inclina para tomar el maletín. Como una serpiente de cascabel, la mano libre de Jules sujeta la muñeca de Pumpkin que sostiene el arma y la golpea contra la mesa. Saca su otra mano de debajo de la mesa y coloca el cañón de la 45 bajo la barbilla de Pumpkin, apretando con fuerza. Honey Bunny se queda petrificada, haciendo oscilar su arma en dirección a Jules.

Cuando Jules habla con Yolanda, no la mira a ella, sino sólo a Pumpkin.

No recibe respuesta.

Pumpkin lo mira.

Pumpkin deja caer su arma y coloca las dos manos sobre la mesa. Yolanda ya no puede soportarlo.

Yolanda hace girar su arma hacia el extraño.

Vincent, que está en la puerta de los lavabos, ha sacado su arma y apunta ominosamente a Yolanda.

Pumpkin mira en el interior de la bolsa… y allí está, efectivamente. Una cartera en la que aparecen grabadas las palabras «Hijodeputa peligroso».

«El camino del justo se ve asediado por todas partes por las iniquidades del egoísmo y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel que, en nombre de la caridad y de la buena voluntad, pastorea a los débiles a través del valle de la oscuridad, pues él es el verdadero protector de su hermano, el que encuentra a los niños perdidos. Y yo actuaré con terribles venganzas y furiosos escarmientos contra aquellos que intenten envenenar y destruir a mis hermanos. Y sabréis que yo soy Yahveh cuando os aplique mi venganza». Llevo años repitiéndome todo eso. Y si lo has oído alguna vez, eso significa tu culo. En realidad, yo nunca me he preguntado qué significaba. Pensé que se trataba simplemente de algo frío que podía decirse a cualquier hijo de puta antes de meterle una bala por el culo. Pero esta mañana resulta que he visto una cierta mierda que me lo ha hecho pensar dos veces. Ahora opino que tú podrías haber sido el hombre malo y yo el hombre justo. Y aquí, el señor 45, es el pastor que protege mi justo culo en el valle de la oscuridad. O quizá tú seas el hombre justo y yo el pastor, y resulta que es el mundo el que está sumido en la iniquidad y el egoísmo. Eso me gustaría. Pero esa mierda no es la verdad. La verdad es que tú eres el débil. Y yo represento la tiranía de los hombres malos. Pero lo intento. Te aseguro que intento ser el pastor.

Jules baja su arma y la deja sobre la mesa.

Pumpkin lo mira. Luego mira el dinero que tiene en la mano. Después se vuelve a mirar a Yolanda. Ella le devuelve la mirada. Agarra la bolsa de basura que contiene las carteras y los dos salen corriendo por la puerta.

Jules, que en ningún momento se ha levantado de su asiento, toma un sorbo de café.

Aparta la taza hacia un lado.

Vincent aparece junto a Jules.

Vincent arroja unos billetes sobre la mesa y Jules toma el maletín.

Luego, ante la extrañeza de los dientes, las camareras, los cocineros, los friegaplatos y el director, los dos bribones, vestidos con una camiseta de la Universidad de Santa Cruz el uno, y con una camiseta que dice «Soy un estúpido» el otro, con bañadores y con automáticas del 45, salen juntos de la cafetería sin decir una sola palabra.

FIN