* 33. SE ILUMINA LA PANTALLA:
* Aparece: «Speed Racer».
* Speed ofrece una detallada descripción de todas las características de su coche de carreras, el «Mac-5», lo que hace al principio de cada episodio.
* Desde fuera de la pantalla escuchamos una voz de mujer…
* VOZ DE MUJER (voz): Butch.
* La escena se funde en:
PERSPECTIVA DE BUTCH:
Nos encontramos en la sala de estar de una modesta casa de dos dormitorios, en Alhambra, California, en el año 1972.
La MADRE DE BUTCH, una mujer de unos 35 años, está de pie en la puerta que conduce a la sala de estar. Junto a ella hay un hombre vestido con el uniforme de oficial de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos. La cámara es la perspectiva de un niño de cinco años.
MADRE: Butch, deja de mirar la tele un momento. Tenemos una visita muy especial. ¿Recuerdas que te dije que tu padre había muerto en un campo de prisioneros de guerra?
BUTCH (voz): Ajá…
MADRE: Bueno, pues este es el capitán Koons, que estuvo en el campo de prisioneros de guerra con papá.
El capitán Koons entra en la habitación, se acerca al niño y se agacha, con una rodilla en tierra para ponerse a la altura de su mirada. Al hablar, lo hace con un ligero acento de Texas.
CAPITÁN KOONS: Hola, hombrecito. Muchacho, he oído hablar mucho de ti. Fui un buen amigo de tu padre. Estuvimos los dos en aquel pozo infernal de Hanoi durante más de cinco años. Espero que nunca tengas que experimentar algo así por ti mismo, pero cuando dos hombres se encuentran en una situación como la que vivimos tu padre y yo, y durante todo el tiempo que la vivimos, uno se hace cargo de ciertas responsabilidades para con el otro. Si hubiera sido yo el que no lograra salir de allí con vida, el mayor Coolidge estaría hablando ahora mismo con mi hijo Jim. Pero tal como salieron las cosas, soy yo el que está hablando contigo, Butch. Tengo algo para ti.
El capitán se saca un reloj de pulsera del bolsillo. Es de oro.
CAPITÁN KOONS: Este reloj que tengo aquí fue comprado por tu bisabuelo. Lo compró durante la Primera Guerra Mundial en una pequeña tienda de Knoxville, Tennessee. Fue llevado por el soldado Doughboy Erine Coolidge el día en que zarpó para París. Fue el reloj de guerra de tu bisabuelo, hecho por la primera empresa que fabricó relojes de pulsera. Porque, hasta entonces, la gente sólo llevaba relojes de bolsillo. Tu bisabuelo llevó ese reloj durante cada uno de los días que estuvo en la guerra. Luego, una vez que hubo cumplido con su deber, regresó a casa junto a tu bisabuela, se quitó el reloj de la muñeca y lo guardó en una vieja lata de café. Y en esa lata permaneció guardado hasta que tu abuelo, Dañe Coolidge, fue llamado por su país para servir en ultramar y luchar de nuevo contra los alemanes. En esa ocasión la llamaron la Segunda Guerra Mundial. Tu bisabuelo le entregó el reloj a tu abuelo para que le trajera buena suerte. Desgraciadamente, la suerte de Dañe no fue tan buena como la del viejo. Tu abuelo era marine y resultó muerto junto con otros muchos marines en la batalla de la isla Wake. Tu abuelo se enfrentaba a la muerte y lo sabía. Ninguno de aquellos muchachos se hacía ilusiones sobre la posibilidad de salir con vida de aquella isla. Así que, tres días antes de que los japoneses ocuparan la isla, tu abuelo, que entonces tenía veintidós años de edad, le pidió a un artillero de un transporte de la Fuerza Aérea, llamado Winocki, un hombre al que jamás había visto en su vida, que le entregara el reloj de oro a su pequeño hijo, el de tu abuelo, al que tampoco había podido llegar a conocer. Tres días más tarde, tu abuelo había muerto. Pero Winocki mantuvo su palabra. Una vez terminada la guerra, visitó a tu abuela y le entregó el reloj de oro a tu padre, que por entonces aún era un niño. Este mismo reloj de oro. Tu padre llevaba este reloj de oro en la muñeca cuando su avión fue derribado sobre Hanoi. Fue capturado y encerrado en un campo de concentración vietnamita. Sabía que si sus carceleros le descubrían el reloj, se lo confiscarían. Según veía las cosas tu padre, ese reloj era tu propio derecho de nacimiento. Y estaba dispuesto a que lo condenaran antes de que cualquier ojos rasgados fuera a poner sus manos amarillas sobre el derecho de nacimiento de su hijo. Así pues, lo ocultó en el único lugar donde sabía que podía esconder algo. En el trasero. Durante cinco largos años llevó este reloj escondido en el trasero. Luego, cuando ya estaba a punto de morir de disentería, me entregó el reloj. Yo también oculté este incómodo montón de metal en mi trasero durante otros dos años. Luego, al cabo de siete años de prisión, fui enviado de regreso a casa con mi familia. Y ahora, hombrecito, te entrego a ti el reloj.
El capitán Koons le entrega el reloj a Butch. Una pequeña mano aparece en la pantalla y lo acepta.
CORTE A:
34. INTERIOR. VESTUARIOS – DE NOCHE
Butch Coolidge, de 27 años de edad, aparece vestido con toda la parafernalia de un boxeador:
Calzones, botas y guantes. Está tumbado sobre una mesa, dormitando un poco antes de su gran combate. Inmediatamente después de que la cámara lo enfoque, se despierta con un sobresalto. Sacudido por el extraño recuerdo, se limpia el sudoroso rostro con el guante de boxeo.
Su entrenador, KLONDIKE, un viejo profesional del boxeo, abre un poco la puerta y asoma la cabeza en los vestuarios. Más allá de donde está Klondike, en los pasillos, parece haberse desatado un pandemónium.
KLONDIKE: Es la hora, Butch.
BUTCH: Estoy preparado.
Klondike entra y cierra la puerta contra la multitud inquieta que está al otro lado. Se dirige hacia el largo batín amarillo que cuelga de una percha de pared. Butch se levanta de la mesa y, sin decir una sola palabra, Klondike le ayuda a ponerse el batín, que dice en la espalda: «Batallador Butch Coolidge». Los dos hombres se dirigen hacia la puerta. Klondike se la abre a Butch. Cuando éste sale al pasillo, la multitud parece enloquecer. Klondike cierra la puerta tras de sí, y nos deja en el vestuario, vacío y tranquilo.
LA ESCENA SE FUNDE EN NEGRO
Sobre el negro, aparece un título: