¿Qué hora era? Aunque con la oscuridad y la postura no lo podía ver claramente, sí pudo atisbar el reflejo fluorescente de las manecillas del reloj. Marcaba las diez y cuarto. ¡Llevaba al menos dos horas ahí metido! Hasta ese momento no era consciente del tiempo que había pasado. ¿Le estaría esperando? Tal vez pensara que le había dado plantón.
Dejó a un lado sus pensamientos y siguió tratando de zafarse de la cuerda.