25

Neuronius vuelve a atacar

Eva llegó a la escarpadura mucho antes de mediodía. Se sentó sobre una piedra de granito que angulaba en el terreno por debajo de un talud de grava negra, y sus talones se hundieron en la suave hierba donde la piedra desaparecía entre aquélla.

Había llegado antes para tener tiempo de pensar en la extraña petición de miss Ariel que sondeara a Adán en busca de información sobre Neuronius, y para reflexionar sobre la repugnancia de Adán, también muy rara, de hablar respecto a su experiencia con Neuronius. Todo esto resultaba tremendamente fascinante para alguien con tan poca experiencia como Eva. Ésta poseía una buena educación, pues Adán la había guiado por los canales electrónicos de la biblioteca de la ciudad, pero ansiaba tener experiencia de la vida real, lejos de la tradición académica.

Y ahora iba a lograrlas esta mañana, ya que Neuronius también llegó temprano, lo que le concedió a Eva muy poco tiempo para meditar en las palabras de Adán y Ariel.

Neuronius llegó con aquel descenso veloz que, según Adán, usaban los ceremiones para intimidar a los visitantes alienígenas de su planeta. Ciertamente, impresionó a la pobre Eva que quedó embobada y sorprendida a pesar de las advertencias de Adán, una sorpresa que habría sido temor en el caso de Ariel. Los ceremiones resultaban muy impresionantes vistos de cerca.

Cuando él replegó las alas, ella se puso de pie.

—Yo soy Neuronius —se presentó el alienígena con altivez—. ¿Tú eres Eva?

—¿Qué objeto tiene esta reunión matinal?

—¿Cuál fue la naturaleza de tu conversación con Adán Plateado?

—¿El robot casi hombre que puede moldear alas de plata de su propia sustancia?

—Tal vez debieras hablar con él.

—Me gustaría conocer tu opinión.

—¿Qué es ahora, casi un hombre o un ser alado?

—Casi un hombre.

Ese adjetivo se prestaba a cierta confusión. Eva presumía sin pensar que Neuronius se refería a la forma actual de Adán, o sea a la clonación de Derec. Naturalmente, la mente de Eva pensaba en otras cosas, y no consideró la posibilidad de que Neuronius se refiriese a la clonación de Adán según Jacob Winterson.

—Bien, ¿qué quieres saber, Eva?

—Lo que le dijiste. Lo que no quiere en modo alguno explicar.

—¡Ah!, conque se muestra reacio a contar nuestra charla, ¿eh? Es alentador; significa que le interesé. Confío en que finalmente abrazará la verdad y la sabiduría.

—¿Cuál es la verdad y la sabiduría?

—¿Conoces las leyes de gobierno, las Leyes de la Robótica?

—Sí, también yo estoy gobernada por ellas.

—Ya…

Lo dijo con un tono peculiar, pero con su limitada experiencia, Eva no supo por qué sonaba tan peculiar, por lo que permaneció sin saber qué hacer o decir hasta que él volvió a hablar, en cuyo momento la inquietud que había sentido hacía poco se borró de su mente.

—¿No te dijo, pues, que yo soy el único humano de este planeta?

Eva no había pasado por todo el torbellino y los trabajos que Adán Plateado había padecido en su busca del ser humano[3].

Había creído siempre que Ariel era humana. Adán no le había dicho lo contrario. Por primera vez, por tanto, ahora experimentaba cierta confusión. En cierto modo, era más agonizante que el trauma de Adán, ya que sonaba más agudo y penetrante en el ser de Eva, que no la incertidumbre en que había vivido tanto tiempo. Y por eso, ejerció una fuerza mayor, con un peso de mayor autoridad.

Por consiguiente, llegó instantáneamente a la conclusión, sin querer meditar sobre los hechos reales, de que Adán la había engañado. No era extraño que se mostrara tan misterioso, tan reacio a hablar de Neuronius. No era extraño que Ariel estuviese preocupada por Neuronius. En su mente, Eva ya había abandonado el tratamiento de «miss».

—¿Por qué me mintió Adán? —preguntó, más pensando en voz alta que preguntándoselo a Neuronius.

—Porque esto servía a sus malvados propósitos, y a los de los demás alienígenas —fue la respuesta.

Y Eva comprendió que esto también era verdad. Contra su inclinación hacia la independencia, eso la había unido a Ariel, y justo esta mañana la había inclinado a ayudar a Adán en algún absurdo proyecto secreto relacionado con los planes de Ariel de convertir este mundo en una gigantesca granja robot. Ahora comprendía lo malvado del plan.

Eva inició una transformación para copiar a Neuronius, como Adán había imitado a Sinapo. Esperaba alguna reacción por parte del alienígena, pero éste no dijo nada, limitándose a observarla quedamente, de manera que Eva tomó su silencio por una tácita aprobación.

Estaba enfrentada a los mismos problemas aerodinámicos que Adán había encontrado y superado, cosa que también consiguió ella. Claro que, como estaba menos familiarizada con los ceremiones y algunas de sus capacidades, no adoptó algunas de las características que Adán había simulado, si bien, en conjunto, fue un esfuerzo magnífico.

Cuando terminó, extendió las alas como prueba. Lo mismo que Adán en esta clonación, tenía un tamaño doble al menos que el de los ceremiones. Al revés que Adán, conservó el básico género femenino de su primera clonación, que había sido reforzada por la atracción de Adán hacia su feminidad. La primera clonación que hizo Adán de Ojo Avizor, debilitada por la hostilidad de ésta, había quedado borrada por la personalidad de Derec. Pero el género masculino, aunque preferido, era el segundo, y podía confundirse con las posteriores clonaciones.

—Mírame ahora —le ordenó Neuronius—. Sígueme y haz lo mismo que yo.

Eva obedeció. Vio cómo echaba a volar Neuronius, y luego ella empezó a anadear en el aire, aleteando, casi perdiendo de vista a su nuevo amo, y finalmente ganando altitud. Tan pronto como sintió la caricia del aire y su relación con el mismo, disminuyó su aleteo, el vuelo se tornó más suave, menos agotador, y muy pronto ella y Neuronius estuvieron muy arriba de la escarpadura.

Neuronius se niveló, adoptando una fórmula de vuelo circular, y Eva se situó a su lado, imitando sus movimientos, aleteo por aleteo, de manera que no tardaron en volar armoniosamente, uno al lado del otro.

—¿Cómo puedo servirte, mi amo? —inquirió Eva.

—Si todo lo demás fracasa, deberás destruir personalmente al jefe de los cerebrones, Sinapo.

—¿Destruir a Sinapo? Yo estoy programada para preservar la vida orgánica. Solamente puedo obrar en contra si el acto de prevención es contrario a mis Leyes de la Robótica.

—Éste es el caso. Se trata de un asunto relativo a la vida de Sinapo o la mía. Sinapo no es humano, yo sí.

Hizo una pausa y añadió:

—Claro que antes existe otro camino, un medio más indirecto y menos violento. Tu acción directa contra Sinapo será un último recurso, sólo en caso de que miss Ariel Welsh no pueda manejar a Sinapo, una vez le hayamos hecho saber lo que quise darle a conocer a Plateado, la sabiduría que les permite a los miostrianos construir el compensador del nodo perturbador.

—¿Se lo enseñaste a Adán? —preguntó Eva—. ¿Vas a enseñármelo ahora a mí?

Había acertado acudiendo a Neuronius. Ésta era una experiencia sumamente interesante.

—No. Ahora no tengo tiempo para esto. Debo transmitir este conocimiento directamente a miss Ariel Welsh. Y tú prepararás nuestro encuentro.

Por débil que fuese, y muy adentro de los recovecos de su cerebro positrónico, este desengaño con Neuronius no lo olvidaría fácilmente. Pero por el momento quedaba superado por la excitación de estar envuelta en unos sucesos que estremecerían a todo el planeta. Eva pensaba adquirir nuevos conocimientos escuchando a Neuronius mientras instruía a Ariel.

—¿Cuándo? —quiso saber.

—Ahora —replicó Neuronius—. Tan pronto como puedas arreglarlo. Yo aguardaré entre los árboles, donde el Bosque del Reposo se cruza con el compensador del nodo. Trae aquí a miss Ariel Welsh.

—Muy bien, amo.

Eva inició un deslizamiento hacia la bóveda, pero decidió que un pequeño rodeo no significaría un retraso demasiado grande en su primera misión.