París, 24 de octubre[68]
Hablé con Lacroix de acuerdo con sus instrucciones. Seguramente le escribirá. Han sido aceptadas sus propuestas: el que yo lo encargue de la venta para mí, el cuarenta por ciento y el ejemplar 13°. Ya que las circunstancias han permitido considerar a la obra digna hasta cierto punto de figurar ventajosamente en su catálogo, creo que puede venderse algo más cara, no encuentro en ello inconveniente. Por lo demás, de aquel lado los espíritus estarán mejor preparados que en Francia para gustar esta poesía de revuelta. Ernest Naville (miembro correspondiente del Instituto de Francia[69]) ha dado conferencias, el año pasado —en las que cita los filósofos y los poetas malditos— sobre el Problema del mal, en Ginebra y Lausana, que han debido dejar su rastro en los espíritus por una corriente insensible que día a día se va ensanchando. A continuación las ha reunido en un volumen. Le enviaré un ejemplar. En las ediciones sucesivas podrá hablar de mí, pues yo retorno, con más vigor que mis predecesores, esa tesis extraña, y su libro, presentado en París por el librero Cherbuliez, corresponsal de la Suiza romana y de Bélgica, y en Ginebra por la misma librería, me hará conocer indirectamente en Francia. Es cuestión de tiempo. Al enviarme los ejemplares, hágame llegar 20; serán suficientes.
Siempre suyo
I. Ducasse