[1] Bernd Lutz: «Literatura medieval», en Historia de la Literatura Alemana, traducida al inglés por Clare Krojzl (Londres, Routledge, 1993), p. 6. <<
[2] «… morada de fuerzas pecaminosas y ritos sobrenaturales»: Gibbon no vivió lo suficiente para ver el eco que esta descripción de la montaña Brocken tuvo en otro gran genio de la época, Goethe, quien usó el lugar exactamente tal como lo describe el propio Gibbon —emplazamiento de rituales pecaminosos—, en Fausto, su obra más famosa. La primera escena de la inmortal Noche de Walpurgis de la obra, en la que Fausto se encuentra al tiempo con fuerzas sobrenaturales y con personajes de la mitología griega, ocurre en la cumbre de esa montaña, supuestamente maldita. El gran éxito que obtuvo la obra, así como su prolongada influencia, contribuyó a perpetuar y aumentar la ya de por sí notable reputación de la montaña. <<
[3] «… los Bane»: Gibbon escribe: «Al encontrarnos con la palabra “bane”, aquí, hemos de entender que no responde a su definición en el inglés actual —o sea, la que corresponde a “persona o agente que causa la ruina”—, sino al sentido que tuvo originalmente en todas las lenguas germánicas: “bani” en nórdico antiguo, “bana” en inglés antiguo, “bano” en el alto germánico antiguo (pronunciado bahn-uh y finalmente deletreado como bane), que, a su vez, se traduce por “asesino, matón” o, sencillamente, “muerte”. Solo así alcanzaremos a entender cuán profunda era la impresión que esta raza diminuta provocaba a los ciudadanos de Broken». [Aquí, una NOTA IMPORTANTE: la razón que explica la variante vocálica y la evolución hasta la grafía final de la palabra según la cita Gibbon en el tercero de los ejemplos anteriores es el famoso «cambio vocálico» del antiguo alto alemán, por medio del cual las vocales en casi todas las sílabas no acentuadas se transformaban (o se reducían, no en vano ese cambio vocálico recibe en ocasiones el nombre de «reducción vocálica») en una «e» corta y uniforme, que luego terminaría por ser el sonido vocálico más común en el germánico medio y, finalmente, en el alemán moderno. Junto con el «cambio consonántico» que se dio en la misma lengua, más antiguo y menos relacionado con lo que aquí nos ocupa, este cambio vocálico fue el responsable de la transformación, entre los siglos VI y XI, de una lengua que en lo fonético era más cercana al germánico antiguo —igual que los primos de aquella lengua originaria, el inglés antiguo (o anglosajón), el neerlandés y nórdico antiguos, etcétera— en otra que construiría su propia rama dentro del árbol de la familia germánica. Dicha transformación, a su vez, llevaría al alemán moderno. –C. C.] <<
[4] «… tengo por justa esa destrucción»: Gibbon escribe: «He aquí la primera de una serie de sorprendentes incoherencias temporales que podrían deberse al descuido en la redacción por parte de una mente indisciplinada o a algo bastante más misterioso: y cualquier lector crítico del Manuscrito dotado de conocimientos siquiera rudimentarios reconocerá y llegará a comprender a fondo que la mente del narrador, pese a verse afligida por múltiples particularidades, era todo menos indisciplinada. Y, sin embargo, en esta afirmación habla de una destrucción que “ha de llegar” a la ciudad y al reino, y luego de la destrucción que “evidentemente” ha ocurrido ya, dejándonos asombrados ante la posibilidad de que, si escribe antes de la destrucción, pueda saber no solo que tendrá lugar, sino qué forma adoptará hasta en sus menores detalles. Trataré este asunto más adelante en otras notas». <<
[5] «… guerras al sur»: Gibbon escribe: «La continua ambigüedad temporal hace imposible aclarar a qué se refiere el narrador cuando habla de “las guerras al sur”. Habla de Broken en tiempo pasado y presente, lo cual sugiere que puede haberse tratado de un sacerdote visionario o algo similar; o que fue un historiador de tiempos posteriores e interpretó ese papel en busca de un mayor efecto dramático (como yo creo). En cualquier caso, durante todo el período al que se refiere, el Imperio [romano] occidental se encontraba, ciertamente, en situaciones diversas, pero constantes, de tensión y confusión y, al fin, disolución, que convertían el empleo de los auxiliares en algo inseguro e irregular. Al parecer, su único destino seguro tuvo que deberse a su lealtad al famoso general Aecio, quien, tras derrotar a Atila y su horda de Hunos en Troyes, en el 451 de nuestra era, murió asesinado a manos del celoso emperador Valentiniano. Parece también que Oxmontrot, con un empleo similar, tras participar en el vengativo asesinato de Valentiniano, viajó al este para rendir servicio bajo bandera bizantina y encontró empleó en las guerras libradas entre el Imperio oriental y sus diversos enemigos, muy especialmente los persas, pero también los propios “parientes” germánicos de Oxmontrot. Tras prestar dichos servicios durante unos quince años, el fundador de Broken regresó a casa para supervisar la construcción de su nuevo reino». <<
[6] «… mi viaje… al otro lado de los Estrechos de Seksent»: Gibbon escribe: «Aquí podemos estar más seguros de que el narrador se refiere a un viaje a la Bretaña celta, a la Escocia celta o a Irlanda, únicos lugares de Europa que pueden ubicarse al otro lado de algún “estrecho”, sin duda el conformado por los estrechos de Dover, punto más estrecho de nuestro Canal de Inglaterra y lugar de cruce más común entre Francia y las islas británicas, tanto entonces como ahora, donde podría haber encontrado a monjes capacitados para orientarle. La contribución de los monjes británicos e irlandeses a la preservación de la civilización durante el período en que existió Broken siempre ha sido minusvalorada». Solo queda añadir que el término «Estrecho de Seksent» procede del nombre que Broken daba a los sajones, tenidos por equivalentes de los campesinos en ese reino, pese a que, operando desde su base principal en la región de Calais (lado sur del estrecho de Dover), los sajones habían demostrado ya ser un pueblo formidable con diversas incursiones que, cruzando el estrecho de Dover, los llevaban a Bretaña, así como en otras direcciones. Sin embargo, al parecer, todavía eran considerados como poco más que escoria del vagabundeo dentro de las fronteras de Broken. El traductor de Gibbon no usaba aquí la palabra seksent entre comillas, acaso porque era el nombre correcto de un lugar. –C. C. <<
[7] «Bosque de Davon»: el nombre traiciona un origen germánico, si bien por supuesto no puede tomarse literalmente en el sentido del alemán moderno; aparte de que nos consta que Broken tuvo su propio dialecto (en líneas generales, una mezcla del viejo alto germano, gótico y alto germano medio, aunque a veces, como veremos, eso puede constituir un burdo exceso de simplificación), parece probable que el lugar se llamara «bosque de allí», pues «de allí» sería el significado estándar contemporáneo de davon. Pero hay una acepción secundaria de la palabra moderna que es mucho más interesante, sobre todo porque parece haber caído en desuso y, a causa de ello, es más probable que se derivase de alguna de las lenguas germánicas antiguas y que, en consecuencia, pudiera haber formado parte del léxico del dialecto de Broken. Esa acepción significa «a partir de allí», y denotaría que davon pudo usarse para señalar una «fuente» de las cosas, incluyendo, acaso específicamente, las cosas malas y peligrosas. Cuando se suma su uso al de la palabra bane (véase su definición en nota 3), aún parece más probable.
A juzgar por su ubicación con respecto a Broken (y dando por hecho que Broken y Brocken son, efectivamente, el mismo pico, lo cual parece, tal como dice Gibbon, casi irrefutable), resulta que Davon era tan solo un nombre distinto para el vasto bosque turingio (según concluye Gibbon en una nota posterior). Sus cientos de kilómetros cuadrados de densa y escarpada arboleda, que cubría por igual montañas y valles, así como sus frecuentes y repentinos quiebros en cascadas de agua, encajan de modo preciso con la descripción de Davon aportada por el narrador. Mejor dicho, encajarían de modo preciso durante el período que nos ocupa (entre el siglo V y el VIII, cuando el bosque era todavía primigenio y no se habían talado grandes extensiones para la obtención de madera y leña, repobladas más adelante por brotes secundarios que, pese a ser también impresionantes, no alcanzaban las dimensiones abrumadoras presentes en las porciones de bosque antiguo que sí han sobrevivido. Si aceptamos la sugerencia de que el bosque turingio y el de Davon son el mismo, podemos también avanzar en la conjetura de que las montañas que la gente de Broken conocía como «las Tumbas» eran la misma cadena que hoy en día conocemos como las montañas de Erz u Ore. Situadas en la frontera entre Alemania y la República Checa, las Erz contienen (como su propio nombre indica) gran riqueza de depósitos minerales y unos imponentes desfiladeros gélidos que se adaptan con precisión a la descripción de las Tumbas ofrecida por el narrador.<<
[8] «… saqueadores»: palabra de uso repetido a lo largo del texto, podría ser, por supuesto, un término genérico para todas las tribus nómadas; sin embargo el énfasis puesto en señalar que venían del este, «de donde el sol de la mañana», junto con las referencias a continuación repetidas acerca de los «saqueadores del este» que atacaban con el sol a las espaldas para cegar y confundir a sus enemigos, parece indicar que el término se aplica en primera instancia a los hunos, que ciertamente preferían atacar de ese modo y que, pese a su reputación de guerreros invencibles e inasequibles al miedo, bien podrían haber escogido renunciar a un reino tan relativamente pequeño, pero capaz de defenderse, como Broken. –C. C. <<
[9] «… con este límite, como con tantos otros»: sirva también para establecer desde el principio que esta sensación de nostalgia por parte del narrador a propósito de los «límites» del pasado encaja con la naturaleza de muchos estados germánicos en la era de los bárbaros. La palabra «bárbaro» se asocia a menudo en la conciencia popular con un estilo de vida nómada y guerrero, así como con la indefinición de las fronteras y los gobiernos anárquicos; sin embargo, la verdad (o, mejor dicho, la pequeña verdad que conocemos) es que la mayoría de los pequeños reinos desaparecidos del norte de la Europa central, así como del nordeste, si no todos, ocupaban regiones discretas y relativamente bien ordenadas. Eso resulta cierto en particular para los reinos que, como Broken, conservaron fuertes influencias góticas, aunque hiciera ya tiempo que los godos se habían ido de allí; eso, suponiendo que estos, efectivamente, en algún momento invadieran o fueran invadidos por alguien, lo cual respondería a una de esas teorías de la migración de los pueblos avalada por el tiempo pero, en definitiva, pendiente todavía de demostración y seriamente cuestionada en estos últimos tiempos.
La noción común de lo que ha terminado en llamarse (por usar el título de una de las obras centrales del siglo XX sobre este tema, escrita por el historiador británico J. B. Bury, importante aunque acaso algo superado ya) «la invasión bárbara de Europa» podría tener poco de estudio sobre bases firmes y mucho de culminación de siglos de conjeturas históricas y seudo-hagiográficas entre académicos de toda Europa e incluso, al final, también de Estados Unidos. Pero el punto débil principal de esa idea de una oleada tras otra de tribus incursoras que no practicaban la agricultura y se veían impelidas por la necesidad de conseguir comida para su gente y forraje para unas manadas de caballos y ponis que no paraban de crecer, así como por el anhelo de unas riquezas que no podían, o no querían, obtener por medio del trabajo duro y sedentario en las ciudades y los puertos dados al comercio, es que se ha vuelto sospechosa en estos últimos años (del mismo modo en que, durante el mismo período, la verdad supuestamente irrefutable según la cual los indios de América del Norte serían los verdaderos nativos de América ha sido puesta en duda, en voz baja, a medida que han aparecido pruebas de otros habitantes anteriores); de hecho, la teoría de las «hordas bárbaras» podría ser un ejemplo de propaganda, aunque sea mucho más antigua que ese término moderno creado para nombrar la intención de engañar deliberadamente a poblaciones enteras. En realidad, podría tratarse de un fragmento eficaz de ficción datado en la misma Roma imperial y destinado especialmente a la porción occidental del imperio, que necesitaba explicar por qué sus orgullosas legiones se veían repelidas y a veces incluso superadas por las tribus del norte del Danubio y del este del Rin.
Cualquier emperador, y mucho más un comandante de la legión, que viera el avance de sus tropas paralizado a causa de esos bárbaros, por no hablar de una posible derrota, tenía muchas explicaciones que dar, tanto a la aristocracia romana como a un grupo más numeroso y representado por el acrónimo que las legiones llevaban al campo de batalla: SPQR, Senatus Populusque Romanus, el senado y el pueblo de Roma. Pero de vez en cuando sí se daban esas derrotas, sobre todo a manos de las tribus germánicas. De hecho, el número de derrotas no hizo sino aumentar a medida que la vida de Roma como república se fue convirtiendo en un recuerdo lejano para consolidarse su transformación en imperio. Se volvió necesario, en consecuencia, tramar una racionalización más elaborada que la simple superioridad en combate de las tropas germánicas; y la teoría de una sucesión de oleadas de «invasores bárbaros» podría haber resultado oportuna para cubrir esa necesidad. Podía —y, de hecho, debía— describirse a aquellos hombres (y también mujeres, pues las hembras nórdicas y germánicas a menudo luchaban junto a los guerreros varones de la tribu) como el peor de todos los peligros posibles si las legiones romanas querían mantener en otras fronteras la reputación de indomables. Así, se declaró como norma que esas tribus no solo eran en todo punto tan arteras como los líderes de los imperios y reinos que se extendían más allá incluso de Persia, sino también traidoras como los egipcios y los cartaginenses y tan salvajes como los trastornados pictos de los extremos más nórdicos de Bretaña, con los atributos añadidos, por supuesto, de ser jinetes asombrosos y marinos expertos. No debía causar extrañeza, entonces, que el propio Julio César terminase por declarar que no iba a luchar en Germania, ni a intentar conquistarla: enfrentarse a «los germanos» se había convertido en símil de luchar contra una fuerza casi sobrenatural y los encuentros que sí se producían ocasionalmente, desastrosos por lo general, si terminaban con pasajeras victorias romanas se caracterizaban por unas medidas punitivas adoptadas contra los guerreros y los civiles germánicos por igual e inusualmente horrendas, incluso para tropas tan despiadadas como las legiones romanas.
Esta magnificación del enemigo para explicar la derrota o el desastre es cualquier cosa menos una táctica única o sin precedentes en la historia militar del mundo; de hecho, es demasiado común cuando los gobiernos necesitan racionalizar no solo el fracaso, sino también la enorme pérdida de sangre y dinero que solía acompañar a esos fracasos, así como el coste que implica patrullar de manera constante por una frontera hostil. El dato específico en este caso, sin embargo, es que el hecho de que la historia de Broken no encajara en el panorama general de las «invasiones bárbaras» de Europa podría no deberse tanto a la conjetura de que Broken no hubiera existido jamás como a la muy cierta posibilidad —planteada con gran fuerza, en estos últimos años, por Michael Kulikowski en su reciente y seminal relato de «Las guerras góticas de Roma»— de que esos guerreros a los que se enfrentaban los soldados romanos cuando entraban en Germania fueran tan temibles precisamente porque no representaban a ninguna horda de un exótico oriente; más bien serían los moradores de aquellas tierras desde mucho antes, tan valientes como los romanos y más dispuestos a defender sus tierras que los romanos a conquistarlas. La conclusión lógica de todas esas consideraciones —que el poder militar e imperial de Roma tenía un límite— era una idea cuya propagación no podía permitirse el gran imperio; así que toda referencia al reino de Broken, ya fuera durante los siglos del imperio pagano de la Roma occidental o durante su temprana era cristiana, quedaba suprimida, lo cual explicaría por qué no encontramos ninguna mención directa del reino en los antiguos anales de la historia romana. –C. C.<<
[10] «… no son demasiado bajos»: Antes de despreciar como una licencia poética la idea de que buena parte de los componentes de la tribu de los Bane, si no la mayoría, eran humanos adultos de estatura excepcionalmente pequeña (sin que, al parecer, por lo general se los etiquetara como enanos, particularidad importante), deberíamos recordar todo lo que la ciencia moderna ha aprendido sobre la herencia genética y el entorno adaptativo, tanto en humanos como en otros animales. Los Bane, en consecuencia, eran casi con seguridad el producto de la endogamia entre gente con algunas características distintivas, la primera de las cuales era sin duda una naturaleza excepcionalmente baja.
De todos modos… hay una segunda explicación posible e intrigante, no solo para la existencia de los Bane, sino para la aparición común de gente diminuta en muchas de las historias y leyendas que proceden de la era bárbara, así como de otras eras más recientes: historias y leyendas que, por supuesto, han influenciado muchas obras de ficción basadas en esos períodos, así como obras de fantasía bien conocidas. Esa posible explicación solo se ha hecho disponible por diversos descubrimientos contemporáneos en antropología arqueológica y zoología; debo insistir en que la teoría es, como parece obvio, de naturaleza altamente especulativa (algunos dirán que es caprichosa); no por ello deja de merecer una mención: en años recientes, un grupo de científicos ha descubierto lo que, según afirman, constituye una nueva especie en el género Homo, el Homo floresiensis, que, según parece, estaba constituido por una «gente en miniatura», lo cual significa que no superaban en altura los 120 centímetros, aunque nunca fueron etiquetados como enanos. Hasta la fecha, solo se han encontrado huesos fosilizados de esta «especie» en las pequeñas islas de Indonesia de las que reciben el nombre: Flores. La afirmación de que representan una variedad completamente nueva de nuestro propio género ha sido discutida por científicos escépticos bajo la consideración de que no eran sino miembros de la especie Homo sapiens afectados de microencefalia, un trastorno que impide al cerebro crecer más allá de un tamaño limitado, provocando que el resto del cuerpo se adapte a dicha limitación. Sin embargo, resulta particularmente intrigante la afirmación de que dichos «humanos en miniatura» (apodados como hobbits [del inglés antiguo holbytia, «que vive en un agujero»] por sus descubridores, por obvias, aunque incorrectas, razones anatómicas), podrían haber estado presentes también en los montes Harz, idea basada en los patrones de migración humana, así como en el hecho de que en 1998 se descubrieran fósiles de «dinosaurios en miniatura» —parientes cercanos de los braquisaurios, aunque su tamaño alcanzaba apenas un quinto del característico en esos enormes hervíboros— en la cadena de las Harz.
¿Cabe la posibilidad de que la «gente en miniatura» hubiera existido en esa misma cadena montañosa de las Harz, igual que esos «dinosaurios en miniatura», separados por el mismo intervalo que separa al Homo sapiens de los dinosaurios mayores? De nuevo, se trata tan solo de una insinuación de que las afirmaciones del narrador acerca de los Bane son verosímiles y plantean una intrigante alternativa a la explicación (más probable, aunque menos innovadora y, ciertamente, menos entretenida) de la adaptación genética; aunque, al mismo tiempo, nada demuestra que esas dos explicaciones se excluyan mutuamente.<<
[11] «… Kafra»: Gibbon escribe: «Su dios, Kafra, es, como ya he dicho antes, una variación interesante de deidades como Elagábalo [escrito a veces como Heliogábalo, en parte para distingurlo del Elagábalo emperador romano] y Astarté, cuyos adeptos resultaron ser bastante numerosos y, desde luego, interpretaban la perfección física y la riqueza material como signos reveladores del favor divino. En cambio, en el caso de Kafra, la evolución de ciertos elementos más sensuales y degenerados de dichos cultos recibió un tratamiento decididamente germánico, pues se organizaron dentro de un sistema teocrático de manera pragmática y extremadamente organizada». Kafra también ejemplifica el cambio generalizado que experimentó el occidente bárbaro al alejarse de las religiones que otorgaban un lugar prominente a la figura femenina (a menudo como diosa de la fertilidad), para acercarse tanto a las religiones paganas como a las monoteístas, en las que la autoridad suprema estaba representada por una figura masculina. Hay ciertas similitudes superficiales entre Kafra y Jesucristo (los rasgos faciales, una serena sonrisa que se menciona con frecuencia con el propósito de reflejar un carácter benevolente) que merecen comentario, aunque el propio Gibbon, siempre ansioso por no alarmar a Burke antes de que este hubiese mirado siquiera el Manuscrito, apenas las menciona. –C. C. <<
[12] «… la sagrada Luna»: hay algo relacionado con la identidad del autor del Manuscrito, un hecho en el que al parecer no reparó Gibbon, que resulta iluminador: en toda ocasión el narrador muestra tanto respeto por la palabra «luna» que al traductor al inglés le pareció apropiado usar en todo el texto la inicial en mayúscula. El dialecto de Broken tenía, al parecer, algo equivalente a las mayúsculas (aunque hoy en día ignoramos todavía qué aspecto tenía su lenguaje en forma escrita), y es posible que el narrador las usara simplemente para mostrar respeto por la deidad de los Bane, como en publicaciones modernas se usa la mayúscula para el Dios de los cristianos, o el Alá de los musulmanes; sin embargo no cabe descartar por completo que su uso significara algo más; de hecho, podría significar que el propio narrador fuera probablemente un adorador de la luna, idea que aporta posibilidades intrigantes al respecto de su identidad. –C. C. <<
[13] «… la rocosa Zarpa de Gato»: de vuelta a la geografía del reino de Broken, podemos inferir que esas montañas algo menores que se alzaban al norte de las Tumbas, y que en el Manuscrito permanecen innombradas, son la cadena de las Harz, cuyo punto más alto, como dice Gibbon, es la montaña que se conoce desde hace tiempo como Brocken. De ello se desprende que el río que los ciudadanos de Broken llamaban Meloderna sería el moderno Salle, cuyo manantial está en las mismas Harz. Los valles medio y bajo del Salle estuvieron durante mucho tiempo rodeados de exuberantes granjas, pese a que hoy (y quizá deberíamos ser cuidadosos a la hora de extraer ninguna inferencia supersticiosa de tal hecho) gran parte del río esté tremendamente polucionada por los efectos que suelen acompañar a los desechos industriales de las granjas colindantes.
El único misterio geográfico que permanece es la identidad moderna del río mencionado en el Manuscrito como Zarpa de Gato; aunque hay varios candidatos posibles entre Brocken y el bosque turingio, parece imposible establecer con certeza cuál es el que describe el narrador. <<
[14] «… llamado Groba»: en una interpretación superficial, la connotación parecería clara: groba es el término gótico para «cueva», como habitáculo o madriguera, y este consejo se reúne en un lugar de esa clase, mientras que también sus sanadores trabajan en cámaras similares, más arriba. Mas cuando nos encontramos con palabras así (por no mencionar los nombres de lugares y personas más exóticos todavía) recordamos también la afirmación de Gibbon, según la cual el lenguaje del pueblo de Broken, aunque fuera en lo fundamental un dialecto germánico, tenía influencias orientales por razones que no conocemos con certeza, más allá de señalar la influencia del gótico, ya de por sí suficientemente «exótico» en apariencia, al menos para Gibbon. Y sin embargo, el Groba como sistema, en un sentido estructural, no es nada exótico para una tribu germánica. Desde luego, se parece mucho más al sistema habitual de gobierno entre los germánicos —que muy a menudo presentaba oficiales escogidos, ejecutivos y, en muchos casos, si no en la mayoría, incluso reyes electos— que el gobierno de Broken. El Groba también refleja, en consecuencia, el tipo de gobierno autóctono tradicional que solía regir en las comunidades de la región entre el río Zarpa de Gato y el Meloderna antes de integrarse para conformar el reino de Oxmontrot. –C. C. <<
[15] «Ficksel!»: es interesante señalar que Gibbon escogió no comentar esta palabra en concreto. Como en el alemán moderno hay procacidades muy similares a ficksel, tanto por su pronunciación como por su significado, se da por hecho que también las había en tiempos de Gibbon y que su omisión se debe a una cuestión de tacto: un tacto bien peculiar si tenemos en cuenta otros relatos de diversos comportamientos perversos que Gibbon no pareció tener reparo alguno en comentar, además de una tendencia general en la literatura europea de finales del siglo XVIII hacia la procacidad y la obscenidad, tendencia que aportaría gran parte del ímpetu que iba a terminar en la escritura más reservada, casi púdica, de la era victoriana. –C. C. <<
[16] «Veloc»: no por primera vez, Gibbon habla aquí de la «gran frustración de carecer de instrumentos filológicos suficientes para la tarea de discernir los nombres, enormemente coloridos, de muchos de los personajes del Manuscrito». Su incapacidad se debía a menudo a los limitados avances de los estudios de su época, pero también, en alguna ocasión, era el resultado de lo que él mismo llamaba «la casi desequilibrada insistencia del hombre que tradujo el documento y me lo suministró [interesante elección verbal, pues, sobre todo en este contexto, implica algún proceso de venta de información escandalosa] en no compartir sus técnicas de traducción ni desprenderse del Códice de Broken, por el que a gusto hubiera pagado tanto como pagué por el propio Manuscrito». Sin embargo, este fragmento más bien irritado de su nota está destinado, cabe suponer, a subrayar su inteligencia por haber encontrado lo que a él le parecían explicaciones sólidas de los nombres de los tres expedicionarios. Es esencial para el drama saber cuanto podamos de estos nombres —afirma con razón—, pues se trata de unos personajes con mucho peso en la historia. El primero, Keera, exige tan poco esfuerzo que apenas merece mención: todavía encontramos ese nombre en pleno uso (más a menudo bajo las formas de Kira o Kyra) en Escandinavia o en los Países bajos, así como en Rusia. Y esas naciones lo tomaron, por supuesto, de Grecia, pasando por Roma. El único punto de interés radica en el hecho de que no se originó entre los griegos, sino entre sus eternos antagonistas, los persas, pues no es más que la versión femenina de Cyrus, nombre que alcanzó fama por Cyrus el Grande, mandatario de ese pueblo en el siglo VI a. de C., y primero en lograr la expansión de su estado hasta dimensiones verdaderamente imperiales. El significado de este nombre célebre se ha interpretado como “perteneciente al sol” y como “de larga vista”. En este caso, parece que se enfatizaba la segunda interpretación. Y es posible que los padres de Keera esperasen hasta que hubiera empezado a mostrar su carácter y sus variados dones sensoriales antes de concederle un nombre permanente. Se sabe de varias culturas tribales que practicaban esa costumbre a la hora de nombrar (entre las que se incluyen, con especial importancia, diversas tribus bárbaras del norte) e incluso entre nuestras naciones europeas no se considera que un nombre es permanente hasta que el niño ha sido bautizado, cosa que suele ocurrir en la infancia, pero podría darse más tarde; era una práctica más común allá donde se creía que los nombres tenían un poder formativo sobre la descendencia, y es evidente que los padres de Keera compartían ese hábito. Esas ideas (la influencia nórdica en la elección del nombre y la posibilidad de que el mismo se escogiera tarde) se refuerzan por el caso de su hermano Veloc, aunque el origen de ese apelativo es, hasta cierto punto, menos evidente. La primera sílaba parece ser una aproximación en la variante idiomática de Broken de valr, término que en el antiguo nórdico se usaba para «los muertos», mientras que la segunda (interpretada en el contexto de la anterior) sería la variante de Broken del semidiós nórdico Loki (también Loci, Loge), hermanastro de Odín, maestro del engaño, creador de formas y a veces noble amigo de los hombres. Se diría que los padres de Veloc le dieron ese nombre cuando ya habían intuido su naturaleza dual y tal vez pretendieron frenar la creciente influencia de Loki sobre su hijo, o acaso estarían homenajeando a Loki con la esperanza de que el dios destinara su lado benevolente a ayudar a su hijo, metido en problemas.
En cambio, al tratar de interpretar el nombre de Heldo-Bah es cuando vemos al Gibbon más imaginativo, casi antojadizo: «Tengo la convicción —afirmó— de que nosotros [los de las Islas Británicas] podemos considerar que este personajillo notable es de los nuestros: no solo porque se afilara los dientes, práctica no ajena a algunas tribus primitivas como los pictos, sino también porque llegó a Broken como niño esclavo, de modo que podía proceder de cualquier lugar, Bretaña incluida. El primer componente de su nombre es claramente una interpretación germánica del hero inglés (held en alemán moderno o helden en plural), nombre que también nos llegó de los griegos a través de los romanos; y ese bah de sonido despectivo, como tantas exclamaciones parecidas, se usaba ya por igual entre los bretones, sajones y frisios, por lo que parece razonable dar por hecho que el muchacho había sido robado en Bretaña por navegantes saqueadores del norte (muy probablemente frisios, con quienes, al parecer, la gente de Broken luchaba y comerciaba) y que esos guerreros tomaron el nombre de pila Hero y lo convirtieron en apelativo de escarnio. Y cuando el niño se hizo hombre es probable que lo mantuviera, ya fuese porque nunca llegó a averiguar su significado o por una causa tan poco compleja como el rencor. La segunda explicación es más probable: sin embargo, la primera alude a un gusto por la ironía entre los Bane que volveremos a encontrar más adelante». Gibbon repite aquí la creencia popular de que los pictos se afilaban los dientes (idea que recogió Robert E. Howard en sus historias de Conan) y no podía saber que si alguien se afilaba los dientes, aparte de Heldo-Bah, lo más probable es que fueran sus mismos captores nórdicos, pues se ha descubierto recientemente que los vikingos solían hacerlo para «embellecer» sus dientes. –C. C.<<
[17] «… Daurawah»: Gibbon escribe: «La ciudad de Daurawah, que cumplía las funciones de puerto para los mercaderes de Broken, así como para los navíos comerciales extranjeros que llevaban bienes al reino, estaba sin duda ubicada en el Saale, río que en el Manuscrito aparece como Meloderna; si a alguien le parece difícil creer que un grupo tan reconocible de Bane como esos tres expedicionarios pudiera entrar tan tranquilamente en un pueblo así, debe recordar el aire general y la condición de Daurawah en esa época, que será claramente desarrollado en un capítulo posterior». <<
[18] «… cataratas Hafften»: a propósito de las cataratas del río Zarpa de Gato, véase la nota 69. <<
[19] «… chorreante»: tal como he mencionado en la nota introductoria, el texto contiene muchos elementos y palabras que, por su condición vernácula, podrían parecer relativamente modernos a nuestros oídos, pese a que son totalmente apropiados y coherentes con la época. Este «chorreante», que corresponde al inglés oozing, es un ejemplo excelente, pues se deriva del término que se usaba en el inglés medio de la Edad Oscura para el verbo «escurrir». En cambio, palabras de significados similares que podrían parecer más formales y, por lo tanto, «más antiguas» —en este caso, digamos, «rezumar»— apenas empezaban a usarse en la época en que el traductor estuvo trabajando con el Manuscrito, a finales del siglo XVIII. Así se establece un patrón que pronto quedaría fijado para muchas palabras onomatopéyicas que suenan familiares y contemporáneas a nuestros oídos modernos pese a tener raíces más profundas que otras de apariencia más antigua. Todo eso nos recuerda que el antiguo alto germánico, una de las lenguas que derivaron en el dialecto de Broken, fue tal vez una de las primeras lenguas europeas que inspiraron la formación de esa clase de obras escritas en dialecto vernacular; la idea de que las historias de la época barbárica y de principios de la Edad Media se expresan de modo más natural, o auténtico, en un tono acartonado y florido, nació con escritores del fin del medioevo y de tipo «distinguido» como Thomas Malory, y especialmente con las interpretaciones revisionistas de victorianos como Sir Walter Scott y Lord Tennyson, Alfred. La cantidad de autores modernos que siguieron los pasos de Scott y Tennyson es excesiva para enumerarlos aquí, aunque hay notables excepciones, como la de Robert E. Howard. Por supuesto, también hay escritores modernos que optaron por la dirección contraria, cuyos personajes no solo hablaban la versión vernacular de eras medievales, ya fueran estas reales o fantásticas, sino que incluso lo hacían con vulgaridades absoluta y anacrónicamente modernas; sin embargo, ellos no tienen cabida en este estudio. –C. C. <<
[20] «… mang-bana»: Gibbon escribe: «Los nombres de diversos rituales de exilio, mutilación y ejecución citados en el texto demuestran la naturaleza por entero cosmopolita de la vida de Broken y su lenguaje: igual que algunos de los insultos propios de los Bane, el término mang-bana contiene elementos de palabras que han sobrevivido en el alemán moderno (podríamos traducirlo muy vagamente por “exilio de los imperfectos”), y sin embargo conserva una clara influencia gótica, o al menos así podemos suponerlo a partir de nuestro limitado conocimiento de esta lengua, por medio del cual sabemos que estas palabras contienen elementos bastante comunes no solo con los nombres góticos, sino también con otras palabras del mismo idioma. Lo que quedó del peculiar vocabulario del dialecto de Broken nació, al parecer, de algunas palabras procedentes de Oriente o de orígenes aún más oscuros, muchas de las cuales se quedarán, sin duda, sin posibilidad alguna de rastreo o identificación si tenemos en cuenta que algunos dialectos, o incluso algunos idiomas que estuvieron en pleno uso durante la era barbárica de Europa, han desaparecido por completo». <<
[21] «… tres semanas»: aunque se daban algunas diferencias entre el número de meses de los calendarios de la población de Broken y de los Bane, todos parecían dividirse, como efectivamente ocurre en casi todos los sistemas de calendarios, en períodos de siete días. –C.C. <<
[22] «Tayo»: el nombre del marido de Keera es uno de los diversos ejemplos enigmáticos de nombres Bane que extienden con firmeza sus raíces hacia más de uno de los idiomas que influyeron originalmente en el dialecto de Broken. En este caso, los idiomas son el antiguo alto alemán y el gótico y el significado es, con casi total certeza, el mismo que tiene nuestro moderno Teodoro o Theodor: «regalo» o «regalo de dios», o de la diosa, pues en este caso la referencia sería sin lugar a dudas la deidad de los Bane, encarnada por la Luna. <<
[23] «Sentek»: el rey fundador de Broken debió de servir como guerrero auxiliar de Roma, tal como propone Gibbon, porque el sistema de organización militar que ideó se parece mucho a los elementos básicos del orden de finales del Imperio romano (con las cantidades de hombres que formaban cada unidad reducidas drásticamente, como es obvio, dado el tamaño del reino de Broken, mucho menor); el rango de un sentek equivale más o menos al de un legatus romano o comandante de la legión, mientras que el de un yantek se corresponde con el del praetor (si bien, por carecer de auténticas provincias y por ser el Consejo de Mercaderes el que cubría las funciones de los cónsules, el rango se convertía simplemente en el de un «comandante supremo» de Broken); un linnet, por su parte, no parece ser distinto de un tribuno, mientra que un pallin vendría a ser un simple legionario. Un khotor es, como parece obvio, el equivalente de una legión, aunque toma su nombre de la cohorte, una unidad menor en Roma y en Broken compuesta por diez fausten (plural de fauste, que en inglés sería fist [puño]). También parece que había dos rangos levemente inferiores al linnet: «el linnet de la línea», justo por debajo de aquel y capacitado para comandar ad hoc subdivisiones de un khotor de infantería; y el lenzinnet, «primera lanza», rango que se anticipaba al futuro al equipararse con un grado que se daría luego entre ciertas formaciones de la caballería moderna. Sin embargo, para lo que nos ocupa es más importante saber que esas jerarquías estaban firmemente asentadas en la tradición romana y componían versiones menos formales del pilus prior del imperio, primera lanza o, en el caso del lenzinnet, «primera daga». La prueba definitiva de esta teoría de que el ejército de Broken partía del modelo romano es el hecho de que, aparentemente, las palabras khotor y «legión» sean de naturaleza intercambiable en el texto (o eso parece haber pensado quien lo tradujo al inglés). <<
[24] «Sixt Arnem»: se trata de un nombre germánico por completo, cuyos componentes han llegado intactos a tiempos modernos, apoyando aún más la teoría de Gibbon acerca de la plausibilidad cultural e histórica de este relato. Muy a menudo se cambia la grafía por «Arnim», aunque no está claro si se trata de un error o del mero resultado de una traducción y del ajuste o la confusión dialectal (en el antiguo alto alemán Arnim se hubiera convertido sin duda en Arnem al mantener la tendencia de que todas las vocales de sílabas átonas se convirtiesen en una «e» corta); y, aunque las asociaciones originales de esa familia fueran militares, cosa que no nos sorprende, hacia mediados del siglo XIX ya encontramos lo que ahora son Von Arnem y Von Arnim (donde el von significaría «de» y se usaría para señalar una conexión aristocrática honorable con una familia o con el lugar de algún gran logro, del mismo modo que la aristocracia británica usa el of) esparciéndose por la humanidad. La razón de esta apertura de intereses entre la casta militar de los prusos (y los oficiales más listos de los estados más pequeños de la Germanía siguieron el ejemplo ruso) estriba en que, durante la segunda mitad del siglo XIX cayó bajo la creciente influencia filosófica y doctrinal de Helmuth von Moltke, creador del sistema general moderno de organización del personal militar, mano derecha del canciller Otto von Bismarck en su ejército, arquitecto de las guerras que servirían para cumplir el sueño de Bismarck de unir el Imperio germánico y, en fin, firme creyente en la idea de que los oficiales, sobre todo los más jóvenes, tenían que formarse a sí mismos, tal como había hecho él; tanto en humanidades como en estudios puramente militares. (Las mujeres participaron en el movimiento liberal humanista y los Von Arnem, o Von Arnim, no fueron una excepción: a principios del siglo XX encontramos a la esposa de uno de ellos, una mujer inglesa convertida en escritora con la divulgación suficiente para que uno de sus libros, Un abril encantado, obtuviera una recepción tan positiva que se llegaron a rodar dos adaptaciones cinematográficas, una en 1930 y otra, nominada para varios Oscar, en 1992.)
Hubo generales importantes que llevaron el nombre Von Arnim (a menudo escrito todavía con la grafía «Arnem») en la guerra franco-prusiana, así como en ambas mundiales; el más joven tuvo un papel importante en el Afrika Corps de Rommel, mientras que el mayor incluso tenía Sixto por nombre de pila. De todos modos, el significado del apellido es oscuro, pues no parece haber en la Alemania moderna provincias, pueblos, montañas ni batallas importantes (elementos que suelen determinar la creación de ese von honorífico) que lleven tal nombre en cualquiera de sus grafías, lo cual plantea la interesante pregunta de si el von, en este caso, no cumplía la función de insinuar la clásica conexión geográfica, sino el nexo con un distante antepasado, Sixt Arnem. –C. C. <<
[25] «… yelmo de chapa de acero»: por llamativo que parezca, lo que sabemos con certeza del material que los «soldados de la era oscura» usaban para sus armaduras y yelmos está entre poco y nada. Y aunque sabemos algo más acerca de sus armas, es bien poco también, lo cual nos obliga a confiar en las descripciones de dichos elementos en textos como el Manuscrito de Broken, que, afortunadamente, contiene (como se verá) una abundancia inusual a la hora de describir esos pertrechos, cuya artesanía constituye una parte muy central de esa historia. Podemos adivinar, por ejemplo, que esta referencia a un diseño básico del yelmo al principio de la Edad Media, desarrollado entre las tribus germánicas y llamado Spangenhelm, donde spangen se refiere a los cierres de la estructura metálica, a la que se añadían diversas capas de acero, ya fueran soldadas o remachadas, se convirtió en la base de los yelmos normandos similares (también, en su mayor parte, carentes de adornos), así como de otras muchas tribus no germánicas del mismo período, aunque no podemos, por supuesto, decir cuántas son. Podemos añadir que a menudo el número de chapas dependía no solo de la forma de la cúpula del yelmo, son también de cuántos «alerones» metálicos (partes móviles que se ataban durante la batalla y en otras ocasiones quedaban sueltas, alternando las funciones de proteger y permitir el acceso al cuello, orejas, mejillas, nariz, etcétera) se incorporaban a cada diseño particular. <<
[26] «Khotor»: véase nota 23 sobre la organización militar del ejército de Broken. –C. C. <<
[27] «… torganios»: Gibbon escribe: «Sin duda la palabra “torganios” es poco más que un primo dialectal de “turingios”, teniendo en cuenta que el único bosque actual que se parece mucho al de Davon en tamaño, impenetrabilidad y proximidad a Broken (o Brocken) es el que hoy en día otorga a la región de Turingia su legendario nombre; un territorio salvaje que, en el período que aquí nos interesa, probablemente era mucho más vasto que el bosque, ya de por sí enorme, que encontramos hoy. “Torganio” también sugiere una interesante etimología procedente del alemán medio (y acaso del antiguo alto alemán), mezcla de los conceptos de “salida” y “pasaje” o “paso de salida”; rasgos geográficos que en semejante paisaje eran muy valiosos. Se cree que el pueblo turingio fue desplazado por los francos en el siglo VI, pero no está del todo claro si esa tribu, o cualquier otra, llegó a habitar en lo más profundo del bosque turingio. Sí nos consta que, en el momento culminante del poder de Broken, el desplazamiento de los turingios por parte de los francos tuvo lugar al sur de las montañas Erz (las “Tumbas”), de donde al parecer procedían los jinetes “torganios”. Así, incluso si hubieran sido francos los jinetes a quienes aquí se retrata atravesando las Tumbas para atacar Broken, sería lógico y acaso hasta probable que una sociedad tan aislada como la de Broken ignorase los cambios de poblaciones y diera por hecho que los nuevos invasores eran, sencillamente, las nuevas generaciones de su clásico enemigo. En cualquier caso, no podemos más que admirarnos ante lo muy leal que debía de ser este Arnem si fue verdaderamente capaz de conseguir que sus hombres rechazaran, durante un invierno entero y entre las nieves de las altas montañas, el acoso de unos guerreros como los turingios y los francos, famosos por su preparación y su crueldad». <<
[28] «Herwald Korsar»: un nombre particularmente interesante, pues korsar es todavía la palabra alemana para «corsario» o «pirata», mientras que Herwald es un nombre arcaico cuyo significado se perdió, al parecer, al tiempo que decaía su uso. Siguiendo el sistema común para determinar el origen de esta clase de apelativos, sobre todo en los albores de la Edad Media, nos vemos obligados a concluir que Herwald Korsar provenía de una familia de aventureros navegantes —ya fuese por río o por mar—, mas si actuaban en defensa del reino de Broken o se contaban entre los enemigos que aceptaron unirse al mismo cuando Oxmontrot logró su reunificación es una pregunta que deberá permanecer, por el momento, sin respuesta. —C.C. <<
[29] «Amalberta Korsar»: Gibbon escribe: «La apariencia del nombre “Amalberta” es significativa porque nos ayuda a determinar las distintas influencias que Broken recibió de las sociedades que lo rodeaban. Algunos estudiosos creen que “Amal”, que aparece con una frecuencia respetable en los primeros escritos germánicos, designaba a los representantes de la familia oriental de los [ostro]godos conocidos como amelungos; en cambio “Berta”, por supuesto, es simplemente una variación más del grupo de nombres modernos nacidos a partir de “Bertha”, que alude a la condición de “radiante” o “dorado”. Juntos, ambos componentes generan la interesante posibilidad de que la esposa del comandante supremo del ejército de Broken —una mujer de quien se reconoce el origen extranjero— pudiera haber sido, de hecho, una princesa gótica de cierta importancia». <<
[30] «… lunático recién mordido por un perro»: el adjetivo, en boca de los soldados y ciudadanos de Broken, tiene, como es natural, una connotación especialmente peyorativa y su raíz, tanto en el dialecto de Broken como en inglés, sería sin duda la palabra «luna» a partir del latín lunaticus, o afectado por la luna, y en función de la vieja noción —subrayada por los kafránicos al tener en cuenta que tanto los miembros de los Bane como ellos mismos en tiempos remotos idolatraban ese cuerpo celestial— de que entre los poderes de la luna se encontraba la capacidad de provocar enfermedades mentales. –C. C. <<
[31] «Sede del Dios-Rey»: Gibbon escribe: «No podemos dejar de prestar una atención especial a esta idea de los dioses-reyes de Broken, sobre todo si tenemos en cuenta la ubicación del reino y la era histórica en que alcanzó el zenit de su poder. Las tribus germánicas de la época barbárica eran conocidas por elegir a sus líderes, tanto si los llamaban “reyes” como “barones”. Esos líderes, por supuesto, no eran lo que hoy conocemos como reyes “por la gracia de Dios”, ni su poder era hereditario. Una vez más, entonces, el pueblo de Broken se anticipó a las instituciones europeas y al modelo jerárquico varias generaciones, si no siglos enteros. ¡No es un logro menor!». <<
[32] «Oxmontrot»: entre los muchos silencios interesantes que salpican los comentarios de Gibbon al Manuscrito, no hay ninguno tan elocuente como su aparente renuncia, o incapacidad, a intentar siquiera determinar el origen de este nombre. La explicación más obvia y literal, si tenemos en cuenta la influencia del gótico y del antiguo alto germánico en el dialecto de Broken —que, como ya hemos visto y volveremos a ver en múltiples ocasiones, se traducía a menudo en lo que Gibbon llamó «aproximaciones fonéticas»—, es que Oxmontrot simplemente significaba «un hombre fuerte como tres bueyes», o acaso «rápido como tres bueyes», aunque esto último parece menos probable, pues nunca se ha conocido a los bueyes por su rapidez, sino por su fuerza y aguante para el arado. Mas si damos entrada en este asunto a otros significados posibles de los componentes del nombre, descubrimos que las primeras sílabas de Oxmontrot podrían tener su origen en el gótico Audawakrs (y su correspondiente alemán, Odovocar), con el significado de «rico y vigilante», o en el Oswald del antiguo germánico, equivalente del inglés antiguo, que alude a «la norma de Dios»; o, finalmente, a Oskar, equivalente germánico del Oscar inglés y todavía en uso, ambos traducibles como «amante de los ciervos» o como «lanza divina». El factor determinante, al parecer, estribaría en el significado que otorguemos a la tercera sílaba. Podría ser descriptiva, basada en las grafías del primer germánico para la palabra rostrot, equivalente del inglés russet, con el que se denomina el color rojizo. Uno piensa de inmediato en el cruzado y santo emperador de Roma, Federico I, también llamado Federico Barbarroja, si bien la posibilidad de que alguna conexión inspirara esa similitud se desvanece en cuanto tenemos en cuenta que Federico no gobernó hasta el siglo XII; aun así, Adolf Hitler admiró tanto los insistentes intentos de Federico de librar al mundo de la influencia de la «raza inferior» de los musulmanes que llegó a dar a la invasión de Rusia el nombre en clave de «Operación Barbarroja». Y si tenemos en cuenta las políticas de Oxmontrot en Broken no podemos más que preguntarnos si el sobrenombre de Federico no pretendía recordar, en cierto modo, al rey fundador de Broken y si existe, en consecuencia, alguna conexión entre los tres nombres. Además, la sílaba final podría implicar, de un modo más literal, una relación con trott, o ritmo de trote. Y finalmente, trot podría llevarnos simplemente al desarrollo inicial no solo de Alemania, sino del sajón y del inglés antiguo como lenguajes germánicos, en cuyo caso se traduciría por «tres». El significado que eso pudiera aportar, sin embargo, permanece oscuro, como el propio gobernante. –C. C. <<
[33] «Lumun-jan»: Gibbon escribe: «No podemos alimentar la menor duda de que el “vasto imperio” al que se refiere el narrador era Roma, pese al hecho de que el nombre Lumun-jan no parece usarse en la mayoría de los dialectos germánicos». Gibbon no podía saber, por supuesto, que buscaba en el lugar equivocado. Si nos centramos en el vocabulario gótico encontraremos que lumun es una raíz compartida por varios términos usados para designar la luz o, en este caso, los rayos, mientras que jan es un sufijo incorporado en muchas palabras para denotar protección, especialmente en el caso de un escudo. Las tribus que al fin se sumaron en el reino de Broken antes (tal vez mucho antes) del siglo V incluían a los godos, así como a otros grupos más pequeños, y todos debían de haber mantenido algún contacto con los destacamentos militares de Roma antes de que se formara el reino: pese a la vehemente advertencia de César de que Roma nunca debía intentar conquistar la región que se extendía al norte del Danubio o al este del Rin, algunos emperadores y generales ambiciosos enviaron avanzadillas exploratorias, o invasoras, por lo general con resultados ambiguos, cuando no desastrosos. Al menos algunas de las tribus de dicha área llegaron a asociar a Roma con uno de los instrumentos de guerra más eficaces y probados del imperio: el scutum o escudo grande y de forma rectangular que se usaba en la infantería, habitualmente grabado con la representación de un rayo. De ahí Lumun-jan, término aparentemente basado en el gótico para denominar «el escudo del rayo», y Lumun-jani para «los del escudo del rayo». Extraer el nombre de un pueblo a partir de un arma de uso común por el mismo no es exepcional en la historia del mundo, ni siquiera en la de las tierras colindantes con Broken; tal vez el ejemplo más famoso sea el de los sajones, de quienes se cree que obtuvieron el nombre por un arma pequeña, en términos comparativos, aunque no menos terrible: su caraterístico seax, un cuchillo de combate de un solo filo. –C. C. <<
[34] «Rey Loco»: no debería resultarnos extraño que la gente de un reino como ese se refiriera a su monarca fundador como «loco», ni se trata en absoluto de un caso único tanto en la historia como en la leyenda; tampoco puede decirse —como veremos hacer a alguno de los oficiales del reino— que su locura se debiera solo a su religión, aparentemente herética. La «locura» se asociaba a menudo con la condición de visionario o con cualquier clase de genialidad, particularmente en sociedades de menor desarrollo intelectual, como sin duda era Broken cuando Oxmontrot empezó a reinar; y el hecho de que más adelante el término recibiera, al menos por parte de muchos de sus usuarios, una connotación peyorativa no cambia las cosas. Tampoco el frecuente uso de la expresión «Rey Loco» en multitud de obras populares tanto de leyenda como de ficción o de historia en períodos posteriores; podían ser muy reales, como el rey loco Luis de Bavaria, o imaginarios, como el «Rey Loco» de Edgar Rice Burrough. Sin duda, en Broken eran muchos, entre ellos el sentek Arnem, los que al echar la mirada atrás pensaban en aquel rey supuestamente «loco» con mucha admiración; y no lo habrían hecho de haber considerado que el adjetivo aludía simplemente a la enajenación mental. –C. C. <<
[35] «Thedric»: otro nombre claramente gótico, lo cual implica que Oxmontrot se casó con una mujer de alguna tribu goda. –C. C. <<
[36] «Isadora Arnem»: Isadora es uno de los escasos nombres góticos que han sobrevivido intactos hasta la edad moderna. Es también una útil herramienta para ayudarnos a entender por qué en Broken se fruncía tanto el ceño ante la influencia de ciertas personas consideradas «exóticas» en la esposa de Arnem: parece que Isadora Arnem, igual que Amalberta Korsar, procedía de buena cuna gótica, aunque en su caso la sangre ya no era tan azul y la familia había pasado por tiempos difíciles antes incluso de que murieran sus padres. Sin embargo, la idea de que una mayor influencia nórdica encontrase en Broken la clase de suspicacia que se suele reservar a la gente de tierras más meridionales y soleadas supone una variedad digna de mención en la muy antigua historia de desconfianzas, prejuicios y arrogancias europeas. –C. C. <<
[37] «Reyne Niksar»: Reyne parece ser una grafía arcaica, o tal vez propia del dialecto de Broken, de Reini, la versión abreviada de Reinhold, «consejero [del gobernante]». Niksar, en cambio, es más oscuro: en principio parece una variación de Nikolas y, en consecuencia, otra obvia confirmación de que la influencia de la antigüedad clásica en la sociedad de Broken era pronunciada, pues Nikolas sería la germanización del griego Nicholas, o «victoria del pueblo». Sin embargo, podría haber un significado alternativo, pues sar podría ser la versión dialectal de Broken para saller, que literalmente significa «aquel que vive junto a un sauce». –C. C. <<
[38] «Khotor» y «fausten»: véase la nota 23 a propósito de la organización militar de Broken. En breve, aquí, los fauste eran, como parece obvio, destacamentos de unos cincuenta hombres, cada diez de los cuales componían un khotor. –C. C. <<
[39] «Presenten armas»: aunque esta expresión solo empezó a ser de uso común en los ejércitos en el siglo XIV, existían, y existen todavía, frases análogas en prácticamente todos los idiomas, ya sean antiguos o modernos, y todas proceden, como cabía esperar, de una orden romana que Oxmontrot debía de conocer y respetar; sin embargo, como el dialecto de Broken se ha perdido en el tiempo porque el Códice de Broken desapareció con el traductor, lo más probable es que nunca sepamos cuál era ese término específico. –C. C. <<
[40] «… Consejo de Mercaderes»: la identificación del dios de Broken, Kafra, con la clase mercantil de la ciudad y con sus líderes refuerza la idea anterior de Gibbon acerca de cómo los gobernantes y los ciudadanos del reino dieron un «trato decididamente germánico» a lo que originalmente, con toda probabilidad, era un mero culto al hedonismo y al materialismo, convirtiéndolo en «un sistema pragmático y fuertemente organizado de teocracia», una teocracia cuyo más visible y poderoso puntal era una oligarquía mercantil muy decidida, más que las aristocracias basadas en los guerreros, como podía encontrarse en la mayoría de los estados y tribus barbáricos de la época. –C. C. <<
[41] «… sería un toro sagrado»: Gibbon escribe: «La firme asociación de la idolatría lunar con los machos del ganado bovino —o, en definitiva, con cualquier clase de animal dotado de cornamenta— era común en sociedades tan antiguas como la primera Mesopotamia y es probable que existiera en los aledaños de Broken mucho antes de que se fundara la ciudad. Los cuernos animales se identificaban con los “cuernos” de la luna creciente y de allí viene la asociación mística con la virilidad y con la sensualidad que, evidentemente, formaba parte de la adoración de la luna en el Broken antiguo y que sobrevivió entre los Bane tras el advenimiento de Kafra. Ciertamente, incluso hoy en día, en muchos lugares del lejano Oriente se pagan precios elevados por los cuernos de animales exóticos, que luego se pulverizan y figuran como ingredientes de algunos tónicos tradicionales para la virilidad; se trata apenas de una de las muchas paradojas que afectan a ciertos pueblos orientales como el chino, capaces al mismo tiempo de grandes obras y aprendizajes y de supersticiones absurdas, o incluso perversas y exterminadoras». Solo falta añadir que este tráfico de cuernos y de otras partes de especies en peligro de extinción, practicado de manera ilegal, brutal e inmoral, no ha hecho más que aumentar con el tiempo; y que diversos pueblos del mundo —pero especialmente, como afirma Gibbon, los orientales— pagan cantidades inauditas de dinero por esos «tónicos de la virilidad» cuya supuesta eficacia ha sido ridiculizada una y otra vez por los científicos modernos. –C. C. <<
[42] «¡Así reviente!»: en sentido etimológico, el uso persistente de diversas maldiciones a partir del verbo to blast [estallar] resulta interesante —y añade, una vez más, cierta plausibilidad al Manuscrito— por tratarse de una de las pocas palabras originarias del antiguo alto alemán que han sobrevivido intactas, pero pasando al inglés (por medio del inglés antiguo) en vez de al alemán moderno; así, en cierto sentido, se convierte en una «palabra fantasma» de un lenguaje muerto. Podría parecer imposible si uno da por hecho que la expresión se asocia, como en nuestros días, a los explosivos; sin embargo, de hecho, se trata de un ejemplo más de una expresión que podría parecer anacrónica a primera vista, pero en realidad se puede datar en el principio de la Edad Media, cuando los «estallidos» de viento o de aire generado por el hombre (por ejemplo, al soplar un cuerno) eran comunes mucho antes de que los europeos hubieran adivinado el secreto de cómo volarse mutuamente con pólvora. —C.C. <<
[43] «… construyerais vuestra ciudad maldita»: Gibbon escribe: «No deberíamos pensar que aquí los Bane hablan en ningún sentido que no sea el literal. Tal como han descubierto nuestros grandes exploradores británicos —el más reciente, el difunto y muy añorado capitán James Cook—, el destierro de miembros tribales que se hayan mostrado incapaces de contribuir al avance de una determinada sociedad a una isla cercana, o a algún territorio salvaje en un lugar remoto, es práctica común en todo el mundo, como también lo son las sociedades que a su vez forman esos mismos desterrados. El hecho de que, en este caso, los desterrados parecen haber adoptado un rasgo físico distintivo —su reducida estatura— tampoco debería sorprendernos. Tan solo hemos de fijarnos en los avances, por ejemplo, de la cría de ganado en Inglaterra para entender las ramificaciones físicas, tanto de orden positivo como negativo, que implica la selección cuidadosa de la pareja de procreación. Si los ciudadanos de Broken se cuidaron deliberadamente de que su progenie fuera alta, fuerte y hermosa, es a todas luces razonable pensar que los desterrados de la ciudad producirían una raza de menor estatura y menos atractiva». Así, uno de los grandes historiadores de su época, o de cualquier otra, anticipaba instintivamente un principio científico de escala mayor. –C. C. <<
[44] «… desgraciado recluta novato»: la teoría de Gibbon acerca de los mimetismos culturales de la población de Broken sigue recibiendo pequeños avales: el uso de la palabra «recluta», en vez del sencillo «guerrero» (o de cualquiera de los muchos términos similares que usaban las tribus bárbaras en la Europa de entonces), invita a pensar en una sociedad en la que el servicio militar se había sistematizado y reglamentado siguiendo coordenadas romanas, más que las del principio del feudalismo; teoría confirmada por el hecho de que dicho servicio no era, evidentemente, obligatorio, ni siquiera para las clases bajas. <<
[45] «Hak!»: por supuesto, resulta imposible determinar si el traductor del Manuscrito al inglés dejó esta exclamación intacta, o si intentaba aproximarse a algún sonido parecido que se usara en el dialecto de Broken; sin embargo, es digno de mención su parecido con la interjección Ach, todavía común en alemán. <<
[46] «… construían para los ricos»: si la política de selección de los miembros débiles de las tribus que acabaron uniéndose en el reino de Broken parece, a ojos de la sensibilidad contemporánea, drástica hasta resultar mítica, hemos de recordar que, incluso en época de Gibbon (como deja claro en una nota anterior), había una cierta conciencia de que algunas sociedades de todos los tamaños habían empleado —o empleaban aún— políticas similares; aunque él olvida mencionar la frecuencia con que los propios británicos lo hicieron para librarse de los ciudadanos que carecían del sentido financiero o de los escrúpulos (morosos y ladrones), así como de otros delincuentes menores, todos enviados a América, a Australia o a otras colonias lejanas.
Tampoco deberíamos mostrarnos demasiado petulantes al respecto de la deliberada ceguera de Gibbon en este asunto: esas prácticas siguen tan presentes en el siglo XXI como en el XVIII. Diversas tribus «indígenas» (palabra que pierde significado casi a diario en un mundo cada vez más marcado por las poblaciones transeúntes) de Sudamérica y África permiten tener tan solo la cantidad de hijos que una determinada familia, o la tribu en su conjunto, puede permitirse para sobrevivir, mientras que la costumbre de seleccionar para el extermino a los niños con deformidades físicas exponiéndolos desde el nacimiento al territorio silvestre de las montañas, practicada en la antigua Roma, tiene su eco contemporáneo en la práctica china de vender, o simplemente ahogar, a las hijas no deseadas —una «costumbre tradicional» que se da con lamentable frecuencia—, así como en la licencia que tantas sociedades musulmanas conceden a individuos, o a familias enteras, para pegar, desfigurar e incluso matar a mujeres de las que se cree que han atraído la desgracia, ya sea para sí mismas o para toda la familia, a menudo por haber «permitido» que las violaran. –C. C.<<
[47] «Camino Celestial»: la aparición de la palabra «celestial» en el nombre de la vía principal de Broken —dando por hecho, una vez más, que se trata de una traducción literal y no de una elección caprichosa del traductor al inglés— subraya la diversidad de influencias culturales en la sociedad de la ciudad ya desde su propia fundación, pues la palabra «celestial» se encuentra de modo mucho más común en descripciones de palacios y soberanos orientales que occidentales. –C. C. <<
[48] «… el Denep-stahla»: Gibbon escribe: «Estos rituales más serios de mutilación contienen un elemento común: el uso de stahla después del guión, lo cual podría indicar que se derivan de los instrumentos sagrados que se usaban para infligir castigos, pues stahl es la palabra alemana para el inglés steel [acero], particularmente en la acepción que se refiere a las armas blancas. En cuanto a los orígenes de las primeras partes de las frases no podemos más que especular; sin embargo, parece más que probable que fueran adaptaciones de términos particulares del culto original de Kafra y que llegaron a Broken con ese dios y esa fe. No sabemos con precisión dónde se originó esa religión; sin embargo, las manifestaciones físicas de esas extrañas palabras quedan completa e incluso horrorosamente claras en las descripciones que el narrador aporta de los rituales, sugiriendo una moralidad propia del este, o incluso oriental.» [NOTA: Gibbon se muestra aquí, como tenía a veces por tendencia, abiertamente prejuicioso. Al fin y al cabo, fueron los romanos quienes perpetuaron castigos tan antiguos y «progresistas» como la crucifixión o ser maltratado hasta la muerte por un animal salvaje en la arena de un circo. –C. C.] <<
[49] «… muy afilados»: he aquí una nueva prueba en apoyo del argumento de que el primer rey de Broken, Oxmontrot, había servido como auxiliar extranjero en el ejército romano: el estilo de esta fortificación militar y de las casas del Distrito Cuarto de Broken es casi idéntico al de las construcciones de los ejércitos romanos en territorios ocupados, en particular en el centro y norte de Europa, donde podían encontrarse pinos y abetos altos y robustos en abundancia. –C. C. <<
[50] «… emblema de su cargo y autoridad»: de nuevo, resulta sorprendente la emulación del ejército romano por parte de los soldados de Broken, llevada incluso a los detalles menores como el bastón de mando y autoridad que solían usar los oficiales romanos de mayor edad y que, en tiempos más modernos, se adjudicaba a los mariscales de campo alemanes durante la época nazi. Ciertamente, como señala en alguna ocasión Gibbon, casi parece como si la sociedad de Broken pudiera haber sido algo parecido a un «eslabón perdido» —en sentido cultural, gubernamental y militar— entre Roma y los estados occidentales modernos (Alemania de modo especial, aunque no único) que han tenido pretensiones y ambiciones imperiales. –C. C. <<
[51] «… más allá del Meloderna»: si aceptamos la convención establecida por Gibbon, según la cual «Meloderna» era el nombre con que se conocía en Broken el actual río Saale, ese «valle de un río más allá del Meloderna» en el que se libró esta batalla, presumiblemente contra los hunos, podría ser el Mulde, aunque parece bastante más probable que fuera el Elbe. Este último representa la barrera más significativa, en sentido militar (fue a orillas del Elbe, por supuesto, donde se encontraron los ejércitos norteamericano y ruso para completar la fatal división de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial), y está separado de la montaña de Brocken por entre 120 y 160 kilómetros, en cualquier caso a pocos días de cabalgada o incluso de marcha para un ejército tan organizado y poderoso como el de Broken. –C. C. <<
[52] «destacamento»: he aquí un caso en que el traductor al inglés, al usar la palabra detachment, aunque no se tomara necesariamente una gran libertad, sí estaba usando un término mucho más moderno (que no se usó en los cuerpos militares hasta finales del siglo XVII) en lugar de cualquiera que fuese la expresión original en el dialecto de Broken. La palabra más común en el alemán moderno para un destacamento militar, verband (pl. verbände), podría sugerir que el traductor habría cumplido mejor su función traduciendo la palabra del dialecto original por el inglés band. Sin embargo, este es un término mucho más vago, en su acepción militar, que «destacamento»; por otro lado, como ya se ha señalado, no podemos confiar tan solo en el alemán moderno cuando especulamos acerca del dialecto de Broken, pues sería apenas un descendiente parcial de lo que no deja de ser una lengua perdida. –C. C. <<
[53] «… kastelgerde»: plural (como pronto veremos) de kastelgerd, palabra que Gibbon decide ignorar, casi con toda seguridad porque, una vez más, los expertos de su época no tenían las herramientas idóneas para interpretarla; sin duda, tampoco podemos afirmar con certeza que los de nuestro tiempo sí dispongan de ellas. Sin embargo, gracias a los grandes avances logrados durante el último siglo en la comprensión del antiguo alto germánico y del gótico, al menos podemos especular con mucha más información que Gibbon: Kastel (aquí como nombre, con mayúscula inicial, tal como ocurría entonces con la mayor parte de los nombres en alemán y hoy en día con todos) es casi con toda seguridad una ligera variación del alemán común Kastell, término secundario y de uso menos frecuente para denominar un castillo (siendo Schloss el más común); por su parte, casi podemos estar seguros de que gerd es una variación del dialecto de Broken a partir del gótico gards, que incorpora el cambio vocálico tomado en préstamo del antiguo alto alemán y que significa «casas», aplicado a los hogares de los clanes importantes. El propósito del término completo consiste, evidentemente, en transmitir que esas estructuras eran «castillos» como palacios, residencias familiares, y no necesariamente como fortalezas, pese a que, en etapas anteriores de la historia del reino, sí parece que habían tenido esa función más utilitaria. –C. C. <<
[54] «… en su condición de skutaar»: Gibbon escribe: «La aparición de la palabra skutaar es un ejemplo más del puente que la sociedad de Broken trazó entre la Roma imperial y la Europa de la era barbárica; sin duda, la palabra se deriva del latín scutarius, “aquel que lleva el escudo”, origen a su vez de las palabras inglesas esquire y squire, con las que se designa a un escudero, así como de algunos términos similares que encontramos en otras lenguas europeas. Por ejemplo, el francés esquier». <<
[55] «… la pantera se adentra»: la legendaria «pantera europea» es mucho más que un mito. De hecho, hay dos candidatos probables a ocupar el sitio de la «pantera» a que se refiere el Manuscrito, ambos con origen en la era del Pleistoceno. De los dos se creía, hasta hace poco, que se habían extinguido en algún momento entre hace dos mil y hace ocho mil años. El primer ejemplo, comúnmente conocido como «jaguar europeo», resulta interesante porque se sabía de su preferencia por los bosques (si bien estudios recientes han puesto en duda ese dato) y sus hábitos solitarios, así como por el hecho de que las evidencias fósiles indican que los últimos de su especie vivieron en Italia y en Alemania hace tan poco como dos mil años, o incluso puede que menos. De hecho, hasta hace bien poco, o incluso en nuestros días, se han producido insistentes, aunque indemostrables, noticias de avistamientos del jaguar europeo. El segundo candidato, el «león europeo (o eurasiático) de las cuevas», es el felino mayor que aparece en las afamadas pinturas rupestres europeas, así como en tallas de marfil o esculturas de arcilla. Está claro que tuvo un papel vital en la religión de esos pueblos y resulta fácil entender por qué: su origen es anterior al del jaguar europeo y se trata de un animal mucho más grande. Los machos podían alcanzar una envergadura de tres metros y medio y un peso de hasta trescientos kilos (las hembras llegaban más o menos a dos tercios del tamaño de los machos). Su apariencia física era similar a la de las «panteras de Davon» en el Manuscrito; pelaje dorado, melenas cortas y leoninas y manchas atigradas de distintas tonalidades. Eran capaces de tumbar a los más grandes ungulados, incluidos especialmente los caballos, y por ello representaban un problema significativo para la caballería que operaba en los bosques vírgenes más antiguos y densos de Europa, entre los que el turingio figuraba claramente y, de manera parcial, lo hace todavía.
Tal vez la pista más inquietante al respecto de estos dos animales sea su clasificación: como todos los tigres y leones modernos, pero al contrario que los felinos menores que existían en Europa, pertenecen a la especie Panthera (el jaguar europeo es la Panthera gombaszoegensis y el león de las cuevas la Panthera leo spelaea), de donde se desprende que la constante referencia a estos animales en el Manuscrito como panteras no andaba del todo desencaminada. –C. C.<<
[56] «… en torno al cuello y los hombros»: otros dos datos adicionales acerca de la descripción de la «pantera» que nos ofrece el narrador son significativos: nunca ha visto una auténtica «melena», pues el macho de león europeo de las cuevas apenas tenía una corta y rala versión de la que lucen sus primos africanos (menos todavía que los famosos leones de Tsavo, en Kenia), y se refiere constantemente al animal en género masculino, evitando el pronombre impersonal. Esta y otras pistas revelan que, si no era un adorador de la Luna, el narrador estaba muy familiarizado, por alguna razón, con los hábitos de esa fe, que incluían, como ya hemos oído en boca de Keera, una profunda reverencia por las almas de los animales, especialmente las panteras de Davon. –C. C. <<
[57] «… terciopelo rojo»: he aquí una pista de lo avanzada que llegó a ser la producción textil en Broken, o su capacidad de comerciar con otros reinos europeos más sureños: el terciopelo acababa de llegar al continente desde el imperio islámico en la época más probable de redacción del Manuscrito (finales del siglo VIII, principios del XIX) y merecía la consideración de tela de enorme rareza y valor, vestida tan solo por las élites de los países a los que iba llegando. –C. C. <<
[58] «… el cavernoso Templo»: Gibbon escribe: «Esta descripción del Alto Templo de Broken es reveladora y confirma todavía más la idea de que la ciudad y el estado eran una especie de crisol de influencias culturales y estéticas. Aunque lo llamaran “templo”, el edificio tenía claramente el diseño y los atributos propios de una iglesia o catedral europea, específicamente cristiana. Sabemos que en el imperio oriental de Roma, durante ese mismo período, a partir de Constantino los mandatarios estaban inventando modos de adaptar la fe cristiana a los ritos paganos de las diversas poblaciones contenidas entre las fronteras del imperio, y viceversa. ¿Puede ser que la familia real de Broken estuviera implicada en una tarea similar o, de modo aún más intrigante, en un empeño precisamente opuesto, es decir, en adaptar la arquitectura y los ritos cristianos a la fe de Kafra? Desde luego, no podemos excluir la posibilidad, particularmente por saber (como yo mismo he podido ver) que el Códice de Broken usado por el traductor del Manuscrito consistía en porciones de la Biblia escritas en el dialecto de Broken. [El por qué Gibbon habría de saber que el Códice estaba formado por esa clase de porciones sin entender el dialecto de Broken es una cuestión que el gran hombre decide no abordar.] Desde entonces se ha dado por hecho que lo hacía con un propósito misionero en sentido cristiano; pero… ¿y si la intención era alterar el texto bíblico y ponerlo al servicio de los sacerdotes y las sacerdotisas de Broken?». <<
[59] «… extraída por los Bane»: Gibbon escribe: «Las constantes referencias del narrador a las actividades mineras y extractoras de los Bane no soprenderán a nadie familiarizado con la cadena montañosa de las Harz, ricas no solo en piedra de buena calidad, sino también en plata, hierro, plomo, cobre y zinc; aunque por lo general se entiende que la explotación sistemática de esos depósitos no comenzó hasta el siglo X, no hace falta una imaginación excesiva para pensar que los pueblos que habitaron en épocas anteriores la montaña de Brocken y las tierras salvajes que la rodeaban pudieron desarrollar medios para crear una serie de minas y canteras primitivas, cuyos restos habrían sido recubiertos por la naturaleza a lo largo de los siglos posteriores al declive de los Broken». Lo que de ningún modo podía saber Gibbon era que en los albores de la Revolución industrial (irónicamente, a las pocas décadas de la muerte del gran estudioso) la explotación tardó bien poco en agotar las minas de las Harz. –C. C. <<
[60] «… mortero brillante y duradero»: es probable que se tratara de estuco o cemento —ambos evidentemente usados por los albañiles de Broken—, mezclados con motas reflectantes de muchas clases distintas de granito y cuarzo extraídas por los Bane de las Harz y las Tumbas (es decir, de los montes Harz y Erz). –C. C. <<
[61] «… en el entorno de Broken»: como escribe Gibbon: «Es imposible sobreestimar la importancia de este detalle, aparentemente oscuro, de la artesanía de Broken. La capacidad de mantener la producción de ventanas de cristal a lo largo de casi toda la era barbárica, cuando se creía que ese secreto se había perdido ya en toda Europa, era significativa en el plano estético, religioso y gubernamental». Los arqueólogos y los expertos en historia industrial coinciden en afirmar que, si bien muchas tribus y naciones bárbaras conservaron la técnica de manufactura de cuentas de cristal y de distintas clases de recipientes, su capacidad de fabricar cristal para ventanas, mucho más complicado, ya fuera transparente, opaco o de colores, se perdió en la Europa de la Era Oscura. Ello confirmaría el importante papel que dicha capacidad de producción tuvo en el modo en que la sociedad de Broken se «veía» a sí misma y contemplaba el mundo que la rodeaba. Véase, por ejemplo, Glass: A World History [Cristal: una historia del mundo], de MacFarlane y Martin. –C. C. <<
[62] «conocido como ermine»: «Por primera vez —afirma Gibbon— se nos transmite la impresión de que el viaje del narrador hacia nuestra región pudo haberlo puesto en contacto con personas más majestuosas que los meros monjes estudiosos». <<
[63] «… el gran Layzin»: Gibbon escribe: «De nuevo nos vemos obligados a sospechar que la palabra Layzin es una mera aproximación fonética, pues su sonido es idéntico al del alemán lesen, “leer”, aunque con casi total seguridad parece referirse, en su forma más antigua, propia de los gerundios nominalizados, a un lector; parece que tal era la responsabilidad del Gran Layzin, así como la fuente de su poder: leer y dar sentido práctico a los pensamientos y pronunciamientos del Dios-Rey, así como, supuestamente, de Kafra, dios de Broken. Dicha capacidad —la de traducir la intención divina en acción pragmática— era fuente de autoridad también para muchas figuras similares entre los santones paganos (o en lo que los estudiosos alemanes han dado en llamar shamanes [chamanes]), si bien parece que eran pocos los que tenían tanta autoridad ejecutiva como el Layzin de Broken». <<
[64] «… manto brocado»: nos da una idea de la cantidad de intrépidos mercaderes extranjeros y expedicionarios que osaron entrar por los puertos y fronteras de Broken para vender sus bienes, y viceversa. El brocado apareció originalmente en Persia durante la dinastía sasánida (225-650 de nuestra era, aprox.) y, evidentemente, era bastante común en Broken cuando se escribió el Manuscrito (presumiblemente, en el siglo XVIII). Es posible que a esas alturas los artesanos textiles de Broken dominaran ya las técnicas implicadas en la producción de brocados, o que los comerciantes de la ciudad siguieran trayéndolos desde el río Meloderna. En cualquier caso, el hecho de que el narrador lo perciba como algo digno de mención en referencia a una destacada figura estatal parece importante. –C. C. <<
[65] «… espada de asalto»: parece que los nombres otorgados a las armas, tanto entre los soldados de Broken como entre los Bane, venían determinados por el nombre de aquel cuyo diseño tomaran prestado, o bien, de modo más simple, por el nombre o la actividad que daba a conocer a esos pueblos extranjeros. Ergo, «espada corta» se refiere al gladius latino, un arma que los romanos adaptaron de un cuchillo español, pero a la que a menudo se hacía referencia, incluso entre romanos, por el término mucho más descriptivo e informal —«espada corta»— que le habían dado los soldados de Broken. «Espada de asalto», por su parte, parece ligar el arma con un pueblo: en este caso, con los primeros navegantes de mar y de río que el mundo terminaría conociendo como nórdicos y vikingos. El filo recto de la «espada de asalto», junto con su longitud (más larga que la spatha de finales del Imperio romano, arma que suponía un cruce entre la tradicional de Roma y las que usaban los bárbaros), coincide con el diseño —simple, pero de una eficacia devastadora— que las tribus y naciones escandinavas emplearon durante prácticamente toda su historia. –C. C. <<
[66] «Visimar»: otro nombre de sólido origen gótico, aunque el nombre supuesto de ese hombre, como veremos más adelante, no lo era. Eso implica que en algún momento, quizás en el pasado lejano, los hablantes del gótico y del antiguo alto alemán que habitaban la zona que posteriormente se convertiría en el reino de Broken vivieron alguna clase de enfrentamiento no identificado entonces y, por lo tanto, imposible de identificar ahora. –C. C. <<
[67] «… perfílica como la freílica»: Gibbon escribe: «Estas palabras nos iluminan acerca del desarrollo del dialecto de Broken en el período tardío. Igual que en otros puntos del Manuscrito, aquí encontramos palabras más germánicas que góticas y más parecidas al alemán moderno que al viejo alto alemán, o al alto alemán medio; sin embargo, el sufijo “ico” podría proceder de una rémora del gótico, si aceptamos que los dos términos se refieren, respectivamente, a las hileras de la caballería que se situaban en los flancos (“perfílicas”) y a las unidades que se movían con libertad (de frei, “libre”). Las primeras se movían literalmente por los flancos o perfiles del ejército; las segundas, con libertad para reforzar los puntos débiles de las líneas de batalla o para explotar cualquier apertura en las del enemigo. No puedo explicar por qué el traductor fue incapaz de adivinar eso, más allá de que su conocimiento de los asuntos militares parece haber sufrido las severas limitaciones que suelen darse entre los hombres de profunda cultura». El análisis —y cuanto tiene que ver con las aparentes limitaciones del traductor— sigue siendo vigente y el tiempo ha confirmado la interpretación que Gibbon daba a estas palabras; sin embargo, conviene decir que las notas de Gibbon revelan que también él era uno de esos «hombres de profunda cultura» que sufrían (al menos, periódicamente) lagunas intelectuales a propósito de los «asuntos militares», sobre todo a propósito de la historia y la cultura militar de las tribus barbáricas en comparación con las romanas. –C. C. <<
[68] «… símbolos de la Luna»: parece razonable dar por hecho que esos símbolos eran variaciones más sofisticadas de los encontrados en el «Disco celestial de Nebra» (véase nota 71, más abajo), que probablemente incorporaban interpretaciones rúnicas e inventaban el poco lenguaje escrito que algunos de los hablantes de los Bane pudieran usar. –C. C. <<
[69] «Ayerzess-werten»: acerca de este término, Gibbon escribió: «Los nombres que los Bane adjudicaron a las dos cascadas particularmente peligrosas del río Zarpa de Gato —las Hafften y las Ayerzess-werten— son todavía, por razones que he explicado en otros lugares, indescifrables para los estudiosos de esta región y este período. Se trata de un hecho irritante, pues parece que contienen un claro sentido de la ironía de los Bane». La afirmación es, casi con toda seguridad, una expresión sincera de verdadera ignorancia, pues los expertos apenas empezaron a tener algo parecido a un conocimiento detallado del gótico hacia el final de la vida de Gibbon, mientras que ni siquiera podía pensarse en una comprensión sistemática del antiguo alto alemán a tenor de los escasos documentos disponibles para cumplir la función que tuvo, en el caso del dialecto del reino, el Códice de Broken. Los descubrimientos de los estudiosos modernos, en cualquier caso, junto con las consultas correspondientes, revelan en primer lugar que la palabra hafften es probablemente una antigua precursora del verbo anhaften [aferrarse], del alemán moderno, lo cual podría tomarse simplemente como indicación literal de lo que se veían obligados a hacer los viajeros cuando sufrían algún percance al intentar cruzar la primera de las cascadas mencionadas. En cambio, al examinar el segundo nombre, Ayerzess-werten, vemos que las sospechas de Gibbon acerca de la ironía de los Bane tenían fundamento: ambos términos tenían, casi con toda seguridad, una intención (según la descripción del narrador) cercana al humor negro. Ayerzess-werten procede muy probablemente de un expresión gótica, arzeis-wairthan, que se traduce por el término, más bien pedestre, «caer en el error». El doble sentido creado por los Bane cuando aplicaban esa expresión a un cañón repentino y pronunciado que llevaba cuesta abajo hasta una serie letal de rocas y saltos de agua es evidente y refuerza la demostración de que los Bane eran mucho más que una tribu de criminales desterrados, incultos y deformes. En cuanto concierne al cambio en la grafía, puede atribuirse a la influencia del antiguo alto alemán y a un «cambio vocálico» con el que ya nos hemos familiarizado. –C. C. <<
[70] «… y de gneis»: el gneis es una roca ígnea de calidad inferior al granito, así como el nombre que se da al segundo tipo más común de piedra encontrado en las montañas Harz, siendo el propio granito el más predominante. El nombre «gneis» parece proceder de los primeros habitantes sajones. Aunque algunas de esas tribus, al llegar el siglo VI abandonaron la zona que poco después se convertiría en el reino de Broken, algunos miembros de las mismas se rezagaron, lo cual explicaría que la palabra seksent se usara en Broken para denominar a los campesinos (como ya se ha anotado previamente). –C. C. <<
[71] «… la posición de la Luna y las estrellas»: parecería extraño, por lo visto hasta estas alturas de la historia, que los Bane pudieran tener un mayor dominio que los ciudadanos de Broken del tiempo y de la orientación en función de sus medidas y mapas celestiales, pero debemos recordar que el primer instrumento europeo destinado a determinar específicamente la llegada de los solsticios y a medir los movimientos de los cuerpos celestiales en general fue el «Disco Celestial de Nebra», creado hace al menos 3.600 años en las mismas montañas Harz. Efectivamente, uno de los puntos de triangulación usados en el famoso Disco Celestial era la propia montaña de Brocken. Se diría que esa clase de estudio científico primitivo tenía una larga tradición entre los pueblos de la zona; es probable que permaneciera más intacto entre las tribus que mantenían sistemas de creencias más tradicionales (o sea, los Bane) que entre los que aspiraban a un mayor aprendizaje (los ciudadanos de Broken). Véase la explicación de Buhmann, Pietsch, Lepcsik y Jed en «Interpreting the Bronze Age Sky Disc of Nebra using 3D GIS». [«La interpretación del Disco Celestial de Nebra de la edad de bronce por medio de SIG (Sistemas de Información Geográfica)»]. –C. C. <<
[72] (y pássim) «cuchillo de destripar»: de nuevo, no podemos evitar preguntarnos, sobre todo a partir del ya mencionado uso general del término seax entre los sajones, cuyo nombre incluso procede de dicha arma, si estos cuchillos a los que el narrador insiste en llamar «de destripar» no tenían en realidad un uso mayor y más variado, ya fuera de modo intencional o casual, que el sugerido por el nombre: si no serían, como los seax, tan cercanos a la espada como al cuchillo, a la manera de otra arma también parecida, la scramasax de los francos, tan parecida a los seax que ambas palabras son a menudo intercambiables. La evidencia de que los Bane confiaban tanto en sus cuchillos de destripar para el combate cuerpo a cuerpo nos lleva a la intensa sospecha de que ese «destripe» no se aplicaba tan solo a animales muertos, sino también a hombres vivos, o tal vez especialmente a estos, hasta tal punto que el narrador ni siquiera considera necesario aclararlo. Una herida en el vientre de un hombre, entonces como ahora, era lo más parecido a un tajo mortal, pues las heridas graves en la zona abdominal resultan paralizantes por el dolor que producen y suelen ser fatales; la muerte, por lenta y agónica, imposibilita la continuidad de acción por parte de la víctima desgraciada. –C. C. <<
[73] «… la mujer histérica»: Gibbon escribe: «La expresión empleada aquí, en la versión original del Manuscrito en dialecto de Broken, aparentemente, se traducía literalmente por “lunática” y el traductor la asoció de inmediato con “histérica”. Los dos conceptos tienen, efectivamente, mucho en común, pues la histeria es una enfermedad femenina que se origina en el vientre y por lo general se da por supuesto que está dominada por los ciclos lunares; de ahí que lo lunático se convierta en histérico». No deberíamos culpar al gran estudioso por lo que podría parecer una interpretación ridícula: en 1790, muchas de las enfermedades mentales violentas de las mujeres, por no decir la mayoría, se consideraban todavía como formas de histeria, con el convencimiento de que esta procedía del vientre (los primeros en tener esa idea, por supuesto, fueron los helenos, no en vano hystero es la raíz griega para palabras como «útero», o «uterino») y, en consecuencia, era dominada por las fases de la luna. Lo que sí parece extraño es su incapacidad de conectar la condición de «lunático» con la luna, siendo esa condición obviamente atribuible a la influencia del satélite (véase nota 30). –C. C. <<
[74] «… para formar un skehsel»: Gibbon escribe: «De nuevo quedan, por desgracia, algunas palabras y expresiones cuyo significado exacto no pudo determinar, o no supo, el traductor del Manuscrito; aún más irritante resulta que se negara persistentemente a explicar por qué no podía. He dejado esas palabras y expresiones entre comillas y he procurado extrapolar su significado con tanta exactitud como me ha sido posible». Al parecer, skehsel es una de esas palabras que pudo extrapolar y, como en el caso de los nombres de las cascadas, aparece en su forma original porque los estudiosos en la época de Gibbon simplemente no habían conseguido el Manuscrito de Broken. Ahora podemos especular con razonable certeza, sin embargo, que la palabra es alguna clase de variación del antiguo alto alemán a partir del gótico skohsl, término empleado para los espíritus malévolos de género neutro. Aunque ignoramos qué razón llevaba a los Bane a temer a esos espíritus más que a cualquier otro (y son varios los que se mencionan), podemos especular, a partir de la clara prioridad que los Bane concedían al ordenamiento natural del mundo, de su reputación entre los ciudadanos de Broken como pueblo de alta sexualidad y de la frecuencia con que se menciona la castración como el peor de los destinos, con la posibilidad de que fuera precisamente la neutralidad de género de este demonio lo que tanto les inquietaba. Es evidente que los Bane creían, como tantos otros pueblos de la era barbárica, que los humanos podían, como último recurso, aparearse con la mayoría de los espíritus y con otras clases de criaturas míticas con el fin de apagiguarlas; el sekhsel no parecía ofrecer esa opción y, como ha ocurrido siempre (y sigue ocurriendo) en las sociedades tradicionales que siguen ciertas religiones paganas, tanto politeístas como monoteístas, la incapacidad de producir descendencia, alguna clase de descendencia, implicaba la aniquilación personal. Puede que eso se diera también entre los Bane. –C. C. <<
[75] «… superados por Welferek»: Gibbon escribe: «Este tal Welferek debió de ostentar, efectivamente, una posición de importancia entre los “caballeros” de los Vengadores, pues su nombre no puede ser más que una variación broken-germánica del nombre que en inglés antiguo encontramos como Wulfric, “señor (o rey) de los lobos”. Dadas las actividades de los Ultrajadores, semejante título implica un alto honor y gran autoridad, así como una lealtad a la Sacerdotisa de la Luna tan fuerte como para haberse ganado el derecho de ejecutar el más sagrado de los castigos, como hace en este mismo caso». Desde la época de Gibbon, se ha identificado para la palabra «lobo», o su plural, usada en este contexto, el significado metafórico y secundario de «cazador»; y es cierto con casi total seguridad que el caballero Welferek era el «cazador» principal de la Sacerdotisa de la Luna, si por «cazador» entendemos «ejecutor», o incluso «asesino». –C. C. <<
[76] «… otro castigo que el Halap-stahla»: Gibbon escribe: «De nuevo, la peculiar formulación de los nombres de los ritos de castigo y ejecución en Broken frustra casi cualquier intento de determinar su origen. No podemos afirmar con certeza si el halap de Halap-stahla está basado en alguna variación de las primeras formas germánicas a partir de halbe, variedad a su vez del uso de halb en ciertos dialectos germánicos, equivalente al half [mitad] inglés, o si procede del gótico halba, con el mismo significado, o de algún otro término que no hemos descubierto, aunque al menos parece posible que así sea, dado que la mutilación implicaba una partición por la mitad». <<
[77] «… volverán a encontrarse»: Gibbon escribe: «Al afirmar que muchas tribus de la región de Broken, si no la mayoría, compartían la creencia de que los soldados caídos pasaban en el más allá a un salón en el que vivían una juerga perpetua y gozaban de otras indulgencias, Arnem (y el narrador de la historia) tenía más razón y clarividencia de la que él mismo podía suponer, pues no solo en Alemania, o ni siquiera especialmente allí, había arraigado esta creencia que se iría elaborando a lo largo de los siglos siguientes. La mayor parte de los colegiales de estos tiempos están familiarizados con el Valhalla, versión nórdica de ese mito. Sin embargo, en realidad, la idea permeó gran parte de las creencias barbáricas del norte de Europa, y no pocas de las tribus orientales. Por otro lado, en esa época también había algunas culturas guerreras que tenían poca o ninguna fe en la vida del más allá (consúltese, por ejemplo, el manuscrito del Beowulf adquirido hace unas décadas por Sir Robert Cotton con motivo de la fundación del Museo Británico) y que, en consecuencia, ponían mayor énfasis en los logros de los hombres en esta vida, convencidos de que solo así podían conservarse vivos el nombre y el espíritu después de la muerte». <<
[78] «… pantalones, cuyos pies»: en esa época era común entre las clases trabajadoras de Europa llevar unos pantalones de tela que se extendían por la parte baja hasta cubrir incluso los dedos de los pies, de modo muy parecido a los pijamas infantiles de nuestros días, con los que se ha comparado a menudo esta prenda. De este modo se evitaba la necesidad de usar calcetines, aunque el pantalón se deterioraba más fácilmente por el uso. –C. C. <<
[79] «… el Señor Dios de los Lumun-jani»: Gibbon escribe: «Es la primera, y ambigua, referencia al cristianismo en el texto. Hacia el siglo siete u ocho prácticamente todas las tribus bárbaras, con la excepción de algunos clanes menores en dominios remotos [incluido, como es evidente, el de Broken], habían adoptado la religión que para entonces llevaba ya mucho tiempo establecida como fe oficial en Roma; como al menos algunos Bane debieron de entrar en contacto con misioneros de dicha fe, o con otros representantes de Roma —probablemente durante sus encuentros para el comercio en la ciudad de Daurawah, perteneciente al reino de Broken—, es razonable concluir que tanto los súbditos de Broken como los Bane conocían de modo general la historia de Jesucristo, incluida su crucifixión, que sería el objeto de la alusión mencionada aquí en boca del expedicionario Bane». Por decirlo de un modo más gráfico de lo que, al parecer, quería permitirse Gibbon, podemos dar por hecho que Heldo-Bah está declarando que Welferek, clavado a un árbol por los cuchillos con los brazos relativamente estirados recuerda el más infame castigo ritual infligido a tantos esclavos y criminales del Imperio romano. Eso subraya la idea de la fluidez que caracterizaba la situación de las religiones en la era barbárica: tal como afirma Gibbon, el lugar en el que parece más probable que Heldo-Bah pudiera ver un crucifijo era el enclave comercial de Daurawah, en Broken, y el narrador nos ha dicho ya que el expedicionario lo había visitado. El hecho de que Gibbon deje esa alusión con apenas un comentario explicatorio respondía, casi con toda seguridad, a un frustrado intento de evitar que Burke reaccionara a esta historia precisamente como terminó por reaccionar. –C. C. <<
[80] «… formas enormes de profunda complejidad»: de nuevo, hoy en día tendemos a dar por sentados los diversos usos del cristal; mas si tenemos en cuenta que la mayor parte de las tribus y los reinos que rodeaban Broken habían perdido la habilidad de producir ventanas de cristal o, en el caso de algunas tribus nómadas como los hunos, nunca las habían necesitado, empezaremos a hacernos una idea de lo poco que exagera aquí el narrador: la luz, en sus diversas formas, era más que una simple fuente de iluminación durante el período de existencia de Broken y, si se usaba con inteligencia, podía inspirar fe en la divinidad y confianza en la sabiduría de los líderes. Sin duda, Oxmontrot habría visto cómo funcionaba este proceso (de muchos modos distintos), si fue empleado como mercenario tanto en el este como en el oeste del Imperio romano; no resulta sorprendente que pusiera tanto énfasis en la conservación y el desarrollo del arte de fabricar cristales en el reino que fundó. –C. C. <<
[81] «… una fuente de iniciación de mármol»: Gibbon escribe: «El uso de las palabras “fuente de iniciación de mármol” podría ser interpretado por cristianos menos informados que usted [o sea, que Edmund Burke] como una “prueba” de que la religión kafrana no era más que una forma polucionada de su propia fe; por supuesto, existen algunas similitudes pero son menores. El aspecto más importante del uso por parte de los kafranos de “fuentes” y “altares” es que refuerza el dato de que, entre las tribus bárbaras de Europa durante la Era Oscura, la religión estaba en un estado de adaptación y vértigo semiconstante, situación que permitió a los cristianos tomar prestados ritos, festividades y costumbres de los paganos y, más relacionado con este caso (aunque mucho menos reconocido popularmente), a los paganos hacer lo mismo con respecto al cristianismo. Así, no podemos citar la existencia de una “fuente de iniciación” dentro del Alto Templo de Kafra como prueba de la influencia cristiana en mayor medida que podemos afirmar que las prácticas bautismales de los primeros cristianos eran una adaptación de los bautismos de sangre que practicaban no pocas tribus bárbaras, algunos de los cuales se celebraban en esa misma clase de fuentes y receptáculos situados en los templos». Gibbon, aunque una vez más se esforzaba por mostrar tacto, no puede reprimir del todo sus apasionados sentimientos al respecto. Aun así, si tenemos en cuenta su agnosticismo personal y las repetidas y públicas defensas de la fe cristiana por parte de Edmund Burke (incluso, en sus Reflexiones sobre la Revolución francesa, la fe cristiana católica), la afirmación anterior responde a un admirable, aunque fracasado, intento de control. –C. C. <<
[82] «… una pieza de latón pequeña y circular»: no debería sorprender a nadie saber que los trabajadores del metal de Broken, así como los Bane, eran capaces de producir aleaciones como el latón, el bronce y el acero (aunque los Bane, por supuesto, trabajaban con equipamiento mucho menos avanzado del que se podía conseguir en Broken y, en consecuencia, hasta la época de los sucesos aquí relatados, no eran capaces de conseguir las mismas aleaciones que sí tenían sus enemigos). Las montañas de la zona, como se ha señalado ya en diversas ocasiones, son ricas en minerales férreos necesarios para producir esos importantes materiales, o al menos lo eran en ese tiempo; de nuevo, los depósitos, rebosantes en su origen, se agotaron relativamente pronto en la era industrial. –C. C. <<
[83] «Paso de Atta»: Gibbon no hubiera podido sino especular con el significado completo de este nombre y tal vez por eso lo deja sin anotar. Ahora, en cambio, podemos traducir fiablemente atta como uno de los muchos términos góticos para «padre», en el sentido de «ancestro». Sin embargo, también podría ser, en el caso de una ubicación física tan importante y letal como este paso de montaña, que tuviera una interpretación religiosa; y, mientras cualquier referencia a una deidad masculina podía hacernos pensar de entrada en Kafra, el estado de fluidez religiosa que dominaba Europa (e incluso, en cierta medida, también el interior de Broken y sus alrededores) en esa época apunta a intrigantes interpretaciones alternativas, así como sugerencias acerca del «Padre» cristiano que hoy en día nos resulta más familiar y cuya fe empezaba a contagiarse entre las tribus germánicas. –C. C. <<
[84] «… y enanoides»: obviamente, dado que se repiten las alusiones a la escasa estatura de los Bane como algo ajeno al enanismo, cualquier referencia por parte de alguien de Broken —sobre todo, de Lord Baster-kin— a los «deformes y enanoides» ha de ser tomada como un desprecio. También se obtiene de esas explicaciones un refuerzo de la idea de que los Bane no eran enanos «de facto», o al menos no la mayoría de ellos; en caso contrario, «enanoides» no supondría un insulto tan común para ellos. Regresamos, entonces, a la noción de seres humanos en «miniatura» y a la más probable cuestión de la adaptación genética. –C. C. <<
[85] «… los varisios del norte, con sus naves»: Gibbon escribe: «De nuevo hemos de considerar que las palabras “francunos” y “varisios” son, igual que “torganios”, meras aproximaciones fonéticas: la primera para las tribus francas o, mejor dicho, tribus de francos, que, como ya he dicho, quizás habían expulsado ya a los “torganios” (“turingios”) de la región del sur de Broken. Los varisios, a su vez, representan con toda claridad otra aproximación, en este caso a los “frisios”, tribu del norte conocida por su capacidad de navegación tanto fluvial como marítima». <<
[86] «… el enemigo»: es importante entender que esta discusión sobre la tortura, aunque pueda parecer anacrónica, es todo lo contrario si somos capaces de entender la historia de la guerra con todo detalle. La tortura de los enemigos, tanto combatientes como civiles, y la cuestión de si la información útil que pueda obtenerse por medio de esos métodos compensa los riesgos que corren los soldados y el pueblo de quienes ejercen dicha tortura no son propias de nuestra época en exclusiva; de hecho, se remontan al Imperio romano, donde eran objeto de debate casi en los mismos términos que hoy. La discusión ha resurgido regularmente a lo largo de la historia de Occidente; en consecuencia, no debería sorprendernos que se asome en estas páginas. Sin duda, el propio Gibbon parece tan familiarizado con la discusión que ni siquiera la considera digna de mención. –C. C. <<
[87] «Lenthess-steyn»: Gibbon escribe: «Debo repetir que ojalá tuviéramos el conocimiento suficiente del dialecto de Broken para comprender el significado de todas las frases, en particular de algunas de las más oscuras, y sin embargo reveladoras. Tal es el caso del lugar en el que los curanderos de los Bane, que al parecer eran expertos en el uso de hierbas y de extractos de plantas del bosque, llevaban a cabo su tarea noble y reconfortante y, al parecer, avanzaban en un conocimiento de la anatomía que, en sociedades y tribus más “avanzadas”, se veía refrenado por la superstición religiosa. ¡El propio Galeno [padre de la medicina romana y, a decir de muchos, occidental] habría envidiado su libertad en este aspecto!». La frustración de Gibbon por la falta de traducción precisa quizá le impidió deducir por medio de la razón el significado —extraño, pero adecuado— del nombre de esas cuevas. La expresión «Lenthess-steyn» puede obtenerse a partir del gótico, el antiguo alto alemán y el alemán medio (la mezcla habitual del dialecto de Broken en las fases tardías), parece que podría traducirse por «las piedras suaves» y se referiría a unas cuevas en las que los ancianos, los enfermos o heridos, se retiraban a recuperarse o en busca de una mayor comodidad o «suavidad» para su viaje hacia el más allá Lunar. –C. C. <<
[88] «… eficaz en la batalla»: antes de emprender cualquier comentario detallado de la armadura, los yelmos y las espadas que empleaban los Bane y el ejército de Broken, debe reiterarse un dato de estudio (mejor argumentado por Ewart Oakeshott en su Dark Age Warrior [El guerrero de la era oscura]), particularmente en cuanto concierne a esta región del norte de Europa durante el período que nos ocupa: no hay ninguna fuente definitiva que ilustre qué usaban los guerreros de la Era Oscura como armadura o yelmo (y bien poco acerca de cómo se manufacturaban y usaban las espadas), y en consecuencia nos vemos obligados a juzgar fundamentalmente por lo que leemos en relatos individuales, entre los que el Manuscrito de Broken destaca como uno de los más elaborados. De ahí podemos deducir, en este caso, que la presencia de armaduras de escama entre los Bane refuerza las pruebas de que Oxmontrot guerreó para el ejército romano en la zona oriental del imperio, además de en la occidental, pues esa clase de mallas de escama eran las preferidas por los ejércitos bizantinos (es decir, de la Roma oriental). De todos modos, si bien parece que los artesanos de Broken eran capaces de reproducir modelos eficaces de esta alternativa a la malla de cadenilla (una alternativa que ofrecía más protección, aunque un movimiento más limitado), los Bane no lo eran en la misma medida. Es probable que tuvieran algunos modelos de calidad (capturados o robados a los soldados de Broken), pero, como afirma el narrador, sus artesanos no podían trabajar con tanto detalle, sobre todo por la calidad del hierro que usaban, una calidad que, aunque estaba a punto de mejorar, les limitaba el uso de aquellas vestimentas, probablemente más destinadas a la exhibición que al combate. –C. C. <<
[89] «… calidad inferior del mismo»: de nuevo, los Bane no conseguían, a esas alturas, producir hierro del grado suficiente para hacer posible la manufactura de yelmos y armas de la calidad necesaria, aunque pronto alcanzarían esa capacidad. Este asunto se tratará con mayor detalle más adelante en la propia historia, pero no arruinamos ese relato al anotar aquí —como, por otra parte, resulta necesario— que sus espadas eran de acero bajo en carbono o de acero laminado sobre un eje de hierro, como solía hacerse en la Europa de los bárbaros. Los yelmos, por su parte, se basaban por lo general en los del ejército de Broken, que al parecer correspondían a la adaptación germánica del casco romano (conocida colectivamente, según se ha comentado ya, como el diseño Spangehelm), que incluía yelmos cónicos, o redondeados, a los que se añadían elementos soldados o remachados para cubrir la nariz, los pómulos y, a veces, el nacimiento del cuello. Las uniones en esos diseños eran casi siempre de cuero, salvo en los casos de los soldados de mayor rango, que podían permitirse bisagras metálicas. Sin esos dos últimos añadidos, los Bane habrían tenido algo parecido al casco normando, un diseño simple y cónico de una sola pieza y con una protección nasal como extensión orgánica, no como componente añadido; protección suficiente si el acero hubiera sido del grado necesario, cosa que no se daba entre los Bane, aunque, de nuevo, esa condición estaba a punto de cambiar. –C. C. <<
[90] «Ashkatar»: he aquí un nombre que parece haber desaparecido por completo, junto con la sociedad que lo vio nacer; las mejores estimaciones de los expertos consultados afirman que Ashkatar era una aproximación, en el dialecto de Broken, de alguna forma alterada o corrompida de «Augustus» o César Octavio, el famoso arquitecto del Imperio romano durante el paso de la era antigua a la nuestra. Si eso fuera cierto, indicaría que los antepasados de Ashkatar habían sido gente importante, quizás incluso cercana a Oxmontrot, pues serían el Rey Loco y sus compañeros mercenarios quienes habrían oído la historia de Augustus durante los años en que trabajaron para los romanos. –C. C. <<
[91] A propósito de los nombres de los hijos de Arnem: aparentemente, el conjunto pasó inadvertido a Gibbon, con toda probabilidad porque solo le generaba frustración. Incluso hoy en día uno de ellos sigue siendo oscuro: «Dalin», que podría ser, o no, una interpretación dialectal del término gótico usado para «compartir», y cuya elección acaso respondería a la insistencia de la madre precisamente por el extraordinario parecido físico (y, al parecer, de comportamiento) entre el padre y el hijo desde el mismo nacimiento de este. En cambio, podemos afirmar con mayor seguridad que el resto de los nombres reflejan una tendencia general a usar nombres germánicos modernos en el reino de Broken, o bien a un esfuerzo consciente por parte de Sixt por resaltar su propia procedencia por encima del pasado aparentemente gótico de Isadora. Las tribus góticas eran, por supuesto, germánicas en el contexto barbárico y en el sentido amplio que ese apelativo merecía a principios de la Edad Media. Por ello, «nombres germánicos modernos» se aplica a las apelaciones que pertenecían claramente a las lenguas y dialectos que en algún momento terminarían por fundirse para formar el alemán moderno. Anje es una variación de Anna; Dagobert, una combinación medieval bastante común de los términos correspondientes a «bueno» y «brillante», fue además el nombre de uno de los grandes reyes francos merovingios, justo antes del período en que transcurre el relato del Manuscrito y, posiblemente, en consecuencia, tomado en préstamo de los francos por el mundano Arnem; mientras que Gelie es un derivativo de Ankelika. El último nombre, Golo, parece una variación o un apodo correspondiente a Gottfried. Sigue en uso, como por otra parte la mayoría de estos nombres bajo una u otra forma, mientras que Dalin sigue siendo una adivinanza sin solución definitiva. –C. C. <<
[92] «… que parecen cuervos grandes»: acerca del broche de Isadora, Gibbon escribe: «Sin duda, aquí nos enfrentamos a una representación de Odín, patriarca (o “padre total”) de los dioses nórdicos, que vendió un ojo a cambio de la sabiduría y contaba con las atenciones de dos cuervos: uno representaba el Pensamiento, el otro la Memoria. Lo que resulta particularmente interesante es el hecho de que, por pintoresca que nos parezca ahora esa mitología, era bastante fuerte durante el período en que existió Broken y representó tal desafío a la fe de Kafra (y a los monoteísmos en general) que quienes idolatraban a los dioses nórdicos no eran tratados como díscolos primitivos, sino como herejes condenados, tanto por las autoridades de Broken como por la iglesia cristiana de los orígenes». Una vez más, Gibbon revela su fascinación por las fes ajenas al cristianismo, aunque la adoración de los dioses nórdicos difícilmente puede ser considerada como una religión misteriosa, o sectaria, mientras que la fe kafránica sí encajaría, paradójicamente, en el concepto de secta o en lo que se ha dado en llamar «fes misteriosas». –C. C. <<
[93] «Nuen»: el nombre de la niñera de los hijos de Arnem, y más adelante gobernadora, es ignorado por Gibbon, probablemente porque «Nuen» habría representado un espinoso problema para él, pues en su tiempo eran relativamente pocos los trabajos de estudiosos sobre la historia y la cultura oriental y muchos de ellos, si no la mayoría, partían del trabajo de historiadores antiguos. La hipótesis de que «Nuen» sería un antepasado del moderno «Nuan» —que en Chino pretende connotar calidez y cordialidad— podría ser una conclusión lógica, aunque la conexión entre los hunos (de los que, casi con toda seguridad, procedía esta mujer) y los chinos se ha descartado desde hace tiempo con la suficiente rotundidad; incluso la relación de los hunos con los Xiongnu (o, en su forma más antigua, los Hsiung-un), tribu de nómadas que ocupaba los territorios del norte y nordeste de Asia (área que incluía buena parte de Manchuria, Mongolia y la provincia china de Xinjiang) y que tal vez fuera origen de algunos de los pueblos igualmente inquietos que surgieron de esas regiones, relación que en otro tiempo se consideró probable, ha sido objeto de profundo debate recientemente y, en ciertas instancias, incluso descartada. En consecuencia, no es probable que el nombre tuviera un origen chino, pero tenemos pocas teorías sustitutorias; por ello nos vemos obligados, como Gibbon, a limitarnos a aceptar el nombre, aunque nuestra conciencia de que lo hacemos porque nos vemos obligados a ello es mayor que la suya y, por lo tanto, más frustrante todavía. –C. C. <<
[94]«Breck»: prueba definitiva, si es que hacía falta, de que los antepasados de Isadora eran efectivamente godos que se cruzaron, con el tiempo, con otras tribus germánicas más «modernas»: la palabra que en inglés se conoce como brook [arroyo] retrocede a través de la mayor parte de las lenguas de la región relacionadas entre sí —el alemán, el holandés, el inglés medio y antiguo— hasta encontrar su primer ancestro en el gótico brukjan. La disminución de la influencia gótica, sumada al cambio vocálico del antiguo alto alemán y a las pocas peculiaridades del dialecto de Broken que podemos mencionar con una mínima certeza, explican sobradamente la forma específica que encontramos aquí. –C. C. <<
[95] «Gisa»: el nombre de la guardiana y maestra de Isadora, la mujer que la crió tras el asalto y asesinato de sus padres, es otra pista tentadora que nos acerca al patrón de la evolución social y religiosa tanto de Broken como del norte germánico en general: aunque se identifique como un nombre propio del antiguo alto alemán, el significado exacto de «Gisa» se ha perdido. De todos modos, podemos dar por hecho con relativa certeza que era una forma abreviada del germánico Gisela, que remite a la vez a «rehén» y «tributo» y, al mismo tiempo, que probablemente ese no era su nombre original. Así, a tenor de sus actividades, ¿hemos de suponer que esta mujer de extracción nórdica tal vez fue vendida como criada en Broken tras haber sido secuestrada como esclava por alguna banda o fuerza armada que no conocemos? Y, si ciertamente fue rehén, ¿había sido alguien de cierta importancia en su nórdico lugar de origen? Muchos de esos rehenes en aquella época (como en la nuestra, en algunas partes del mundo en desarrollo) nunca fueron redimidos, hecho que explicaría tanto su amargura como el modo en que adoctrinó a Isadora para lo que, en Broken, se tenía por culto herético, aunque ya era una religión establecida en la zona, tal vez incluso una religión mayor. Sin duda, una fe que experimentaría un gran renacimiento cuando la retomaron las tribus nórdicas, muchas de las cuales la fundieron con distintas interpretaciones y relatos del cristianismo. –C. C. <<
[96] «… estribos de hierro»: aquí se revela un detalle que Gibbon pasó por alto y que, en esta era moderna de la historia militar (y, en especial, de la historia de la tecnología militar), tiene una enorme importancia: las tropas montadas de Broken usaban estribos de metal. Los romanos no contaban con esa ventaja, lo cual explicaría que las unidades de caballería no fueran la parte más temida de su ejército; el apoyo ofrecido por los estribos fue lo que creó la estabilidad necesaria para que los hombres, al cargar con sus caballos, pudieran arponear con sus lanzas y lancetas a la infantería masificada, así como el control necesario para que los arqueros montados pudieran lanzar sus flechas sin verse obligados a sostener las riendas del caballo. (Había algunas tribus de las estepas asiáticas y de los indígenas americanos cuyos guerreros eran capaces de llevar a cabo esa acción sirviéndose tan solo de los talones para controlar a sus monturas, pero eran tropas muy excepcionales en esa época y relativamente únicas). Sin la estabilidad y el control que granjeaban los estribos de hierro y de acero, los jinetes eran derribados con facilidad; en cambio, al disponer de aquella ventaja tan simple en apariencia, se hacía muy difícil desalojarlos de sus monturas. De todos modos, quedan dos preguntas a propósito de la caballería de Broken: si efectivamente usaban estribos, ¿por qué no eran más numerosas sus unidades montadas? ¿Por qué no disponían de más armamento pesado ni se entrenaban en el desarrollo de las tácticas de asalto colectivo que aquella innovación permitía? Y aún más, ¿de quién tomaron prestado ese avance en la tecnología de la caballería, tan importante que habría de cambiar literalmente el rostro de Europa y su destino? Cualquiera que fuese la razón, al no decidir, por un lado, incrementar el tamaño de las unidades que acababan de ver aumentado su poder de asalto de una manera tan drástica y, por otro, dotarlas de todo el variado armamento que la caballería pesada podía permitirse al adoptar los estribos de hierro, al escoger en cambio el mantenimiento de su imitación del modelo romano a pesar de poseer una ventaja tremenda, el ejército de Broken cometió un error de enorme magnitud. –C. C. <<
[97] «… oficiales electos»: merece la pena subrayar el hecho de que, entre los Bane, el proceso de elección de diversos oficiales del gobierno, incluido su jefe, era acorde con la norma barbárica, o al menos germánica, de la Era Oscura. Efectivamente, la democracia occidental debe tanto (o más) a los códigos de esas sociedades como a las de la Grecia o Roma antiguas. Sin embargo, el hecho de que los Bane concedieran, al menos ocasionalmente, un fíat de veto previo a la Alta Sacerdotisa de la Luna revela, tal como sugiere el narrador, un lazo paradójico, simultáneo y profundo entre el gobierno de los desterrados y el de la ciudad de la que fueron expulsados. –C. C. <<
[98] «… pila de documentos escritos en pergaminos»: aunque tanto el pueblo de Broken como los Bane podían hacer pergaminos con los órganos y las pieles de terneras, cabras y ovejas, se consideraba a los Altos como más avanzados en ese contexto, principalmente porque preservaron la técnica de manufactura de pergaminos enrollados: largas láminas de pergamino enrolladas en dos varillas, o palos, con los que para «pasar de página» se enrollaba uno al tiempo que se desenrollaba el otro. Los Bane, por su parte, usaban hojas de pergamino más o menos unidas; la paradoja consiste en que, hoy en día, la imagen del pergamino se ha convertido en emblemática de lo arcaico; ciertamente, es casi sinónimo de las culturas antiguas, de los principios del medioevo, mientras que las hojas encuadernadas de pergamino que usaban los Bane suponen, claro está, las fórmulas pioneras de los libros modernos y, en consecuencia, eran símbolo de progreso. –C. C. <<
[99] «… su hija Effi, de cuatro años»: los nombres de los hijos de Keera, como los de Sixt Arnem, ofrecen pistas importantes acerca de la deriva cultural de sus respectivas sociedades, Bane y Broken. Effi es una variante de la Elfriede del alemán moderno, Baza es una variación del antiguo alto alemán a partir del Boris eslavo, mientras que Herwin está relacionado con el moderno Erwin, que a su vez procede de una variación de Hermann, nombre todavía bastante común en el alemán contemporáneo, pese a su significado original: «amigo del ejército». En resumen, los Bane, pese a toda su imaginaria «inferioridad» podrían haber establecido un vínculo más cercano con los germanos que los ciudadanos de Broken. –C.C. <<
[100] «… ackars»: se cree que sería la palabra del antiguo alto alemán para el «acre» [medida inglesa equivalente a 40 hectáreas y 47 centiáreas] y que designaba una extensión de tierra razonablemente parecida a la que asignamos en nuestros días a dicho término. Algunas definiciones premodernas de «acre» pueden presentar pequeñas variaciones, ya que la palabra, en su sentido literal, se refiere a la cantidad de terreno que un buey puede arar en un día y algunas autoridades nada escrupulosas y ansiosas por obtener tierras usaban yuntas de dos bueyes. Por otra parte, además, no todas las tierras se pueden arar con la misma facilidad; pese a esta y otras consideraciones, las diferencias entre la distintas versiones legítimas de la palabra parecen menores y todas se acercan a la versión moderna, superior en poco a los 4.000 metros cuadrados. –C. C. <<
[101] «Alandra»: otra traducción al dialecto de Broken, en esta ocasión del alemán moderno «Alexandra», que se deriva de Alessandra, más antiguo. Como su contrapartida masculina, Alejandro, el nombre significa «protector», hecho que, en el caso de esta mujer particular, resultará apropiado en un sentido, pero mucho más paradójico en otro. –C. C. <<
[102] «Sukkar»: término árabe para el azúcar. Los mercaderes árabes no introdujeron en Occidente el azúcar granulado que sacaban de las cañas de la India hasta principios del siglo VIII: muy poco antes de que ocurriesen los sucesos descritos en el Manuscrito de Broken. Puede que Gibbon dejara pasar este caso sin comentarios simplemente porque le pareciera que su significado era obvio. <<
[103] «Phrenética»: en algunos casos, la grafía arcaica de una palabra que nos podría parecer anacrónica resulta muy útil para demostrar lo antiguos que son algunos conceptos que tenemos por modernos; por eso los dejo en su forma original. «Phrenética» es un buen ejemplo. –C. C. <<
[104] Los tritones: el color y la apariencia general de estas criaturas, junto con el hecho de que pudieran vivir en el norte de Alemania, las señalan casi con toda seguridad como pertenecientes a la familia del Gran Tritón Crestado (Triturus cristatus), que en algún tiempo se extendió prácticamente por toda Europa y que solo ha visto reducida su población en tiempos modernos debido a la pérdida de su hábitat a causa del desarrollo humano, hasta el extremo de verse convertida en especie amenazada. Los tritones no son exactamente, como parece indicar Isadora, el mismo animal que las salamandras; sin embargo, ambos conforman las dos clases de la familia Salimandridae y, en consecuencia, es probable que en el mundo antiguo, o durante la Era Oscura, no se estableciera distinción alguna entre ellas. Por otra parte, aunque es imposible detallar aquí las diferencias entre los más de setenta miembros de esa familia al respecto de sus hábitos y técnicas de alimentación, apareamiento, respiración y crianza, tanto los tritones como las salamandras, y estas especialmente, poseían algunas propiedades místicas y espirituales de importancia en ciertas religiones y folclores de la época: eran espíritus del fuego, o «elementales», igual que las «ondinas» lo eran del agua, los gnomos de la tierra y las sílfides del aire. Se creía que esos espíritus elementales estaban compuestos efectivamente por su elemento básico y que si un humano conseguía controlar esas criaturas podría también controlar el elemento correspondiente, aunque fuera de modo pasajero. <<
[105] «Emalrec»: aunque Gibbon no lo considera digno de mención, este nombre implica una leve ironía: si tenemos en consideración el cambio vocálico del antiguo alto alemán, se convierte en el común Amalrec, variación a su vez de Emmerich: ambos significan «poderoso trabajador», una denominación no muy apropiada al caso y quién sabe si un comentario intencionado acerca del estado de cosas en el Distrito Quinto y en la sociedad de Broken en general. «Berthe», por su parte, es obviamente una forma arcaica de Bertha, que procede de la raíz berath, que significa «famosa». Otra ironía. –C. C. <<
[106] «Saco», «blusón» y «material tan burdo»: Gibbon sigue sin prestar atención al asunto de cómo y en qué medida (considerable) los juicios relativos a la riqueza y al estatus se extraían de afirmaciones elementales acerca de la ropa, sobre todo entre mujeres, tanto en Broken como en toda la Europa de los bárbaros. Sin embargo, merece la pena mencionar que aquí encontramos aún más pruebas de que la ropa de una mujer y su correspondiente estatus se señalaban, de más a menos, en función del (los) material(es) usado(s), la calidad de la costura y el color (los tintes más caros, obviamente, solo estaban a disposición de quien tuviera medios suficientes). La «moda», tal como entendemos hoy esa palabra, apenas existía, incluso en las sociedades más avanzadas de la época. En el caso de la desgraciada Berthe, por ejemplo, la simple afirmación de que lleva «una sencilla prenda de saco…», con malas costuras (teniendo en cuenta que el saco era un material usado, desde el tiempo de los antiguos hebreos, por penitentes y dolientes que escogían deliberadamente hacerse daño), parece pensada para que fijemos su condición en nuestra mente. Y es fácil que así sea, si nos damos cuenta de que la tela de saco no era sino la arpillera usada, como su nombre indica, para la confección de sacos destinados a contener grano, tubérculos y otros similares; en resumen, no podía ser una prenda cómoda por muy bien cosida que estuviera, especialmente para una mujer embarazada, y mucho menos si no llevaba «blusón», palabra que, una vez más, se refería en la época a una simple bata, por lo general de algodón, que las mujeres llevaban como ropa interior cuando podían permitírselo. –C. C. <<
[107] «Plaga»: si da la sensación de que Isadora se apresura en sus conclusiones, hemos de recordar que la plaga bubónica estaba en todo momento presente en las mentes de la población de toda Europa, Asia y, sobre todo, el norte de África (donde empezaron la mayor parte de los brotes) a lo largo de este período. Los primeros síntomas y los detalles eran suficientemente conocidos para que alguien como Berthe se diera cuenta de que si las llagas de su marido no se habían convertido en bubones, unas úlceras casi negras que daban ese nombre a la Muerte, lo más probable era que no se tratase de «la plaga». Por otro lado, mucha gente no era capaz de establecer esa distinción, por lo que queda abierta la opción de que la habilidad de Berthe se deba tan solo a su relación con Isadora, una curandera talentosa. –C. C. <<
[108] «Fiebre del heno»: se pueden encontrar variaciones de este término en unos cuantos manuscritos antiguos y medievales, igual que de cualquiera de los muchos nombres que se daban a lo que, casi con toda seguridad, era fiebre tifoidea. Sin embargo, es importante señalar que «fiebre del heno» podría denotar varias otras fiebres y enfermedades mortales con las que compartía síntomas cruciales. El más común de estos era el tifus, y la incapacidad general de distinguir la diferencia entre las dos durante los tiempos antiguo y medieval —evidente en la similitud entre los nombres y en la relación que establecen— suponía un problema especialmente pertinente en el Manuscrito de Broken, como se verá. Ni siquiera Gibbon, habida cuenta de la divulgación del conocimiento médico en el siglo XVIII, estaba en condiciones de establecer esa clase de distinciones (de hecho, solo en el siglo XIX la fiebre tifoidea y el tifus quedaron definitivamente identificadas como enfermedades distintas). En la época en que tuvieron lugar los acontecimientos descritos en el Manuscrito, las líneas entre distintas pestilencias eran más difusas, de modo que el término «fiebre del heno» probablemente incluía otros varios candidatos al mismo tiempo. Hoy en día podemos ser más selectivos e intentar distinguir con rigor entre lo que eran ciertamente (como pronto veremos) dos enfermedades que atacaron el reino de Broken y las tierras que lo rodeaban al mismo tiempo, pero que fueron etiquetadas como «plaga» por los afectados. El factor diferenciador más importante, a la hora de entender los sucesos que narra el Manuscrito, radica en los métodos de transmisión de estas enfermedades: el contacto físico directo con los afectados, respirar el mismo aire o beber la misma agua y por último (como pronto veremos) comer la misma dieta, una práctica que trae al caso otra enfermedad muy difundida con algunos síntomas similares (de hecho, más terribles pero, paradójicamente, menos virulentos), una confusión que haría aún más difícil analizar la situación. NOTA: añadir algo de este último método de transmisión en esa coyuntura, sin embargo, implicaría romper el suspense que el narrador tanto se esfuerza por conseguir, ya sea en este punto o en otros. Baste con decir aquí que en realidad había dos enfermedades en Broken y que ninguna de ambas era ciertamente «la plaga» o «la muerte», expresiones reservadas, por lo general, para la Muerte Negra o plaga bubónica. –C. C.
Por último, habría que destacar también que ese fenómeno de dos enfermedades identificadas como si fueran la misma, tal como nos hemos acostumbrado más adelante, no era inusual en esa era histórica. De hecho, es típico por muchas razones, sobre todo por el escaso progreso que las distintas creencias monoteístas (para las cuales la disección de los cuerpos de los muertos por enfermedad era pecado) habían concedido a la medicina en los cuatrocientos o quinientos años transcurridos desde Galeno. –C. C. <<
[109] «Bohemer y Jerej»: dos nombres eslavos, probablemente eslovacos (por razones geográficas), de los que Gibbon comenta: «Sabemos que los eslavos siguieron a las tribus invasoras anteriores hasta Europa central a principios del siglo VI y aquí hemos de ocuparnos de uno de los grupos principales de esa raza, los búlgaros, de quienes sabemos que a finales del VII sufrieron una puntillosa división en dos o más “imperios” o grandes “khans”. Conviene señalar que ninguno de esos “imperios” era tan poderoso, ni siquiera tan grande, como Broken. Una de las principales facciones resultantes se desplazó hacia el este, a la tierra familiar del Volga, mientras que la otra siguió avanzando para establecerse en el bajo Danubio; desde ese territorio obtenido por la fuerza, el segundo grupo comenzó de inmediato a hostigar los asentamientos no solo del Imperio bizantino [o de la Roma oriental], hacia el sur, sino también de otras tribus bárbaras en distintas direcciones. En consecuencia, parece del todo creíble que, cuando llegó la crisis de Broken, dos siglos después, miembros superfluos, criminales o simplemente aventureros de ese imperio —que para entonces ya estaba firmemente atrincherado— pudieran atacar por su cuenta en busca de fortunas en reinos como Broken, famosos por sus riquezas. O tal vez fueran prisioneros de guerra, o quizás incluso entraron en Broken como Heldo-Bah, bajo la siniestramente ingeniosa política de servidumbre por contrato que permitía a los mercaderes de carne trampear con las leyes de Broken contra la esclavitud». Los dos nombres, como los dos sirvientes, tienen naturalezas contrapuestas, pues representan la versión dialectal de Broken de dos nombres que los eslovacos otorgaban en el primer caso al «dios de la paz» y en el segundo a «quien trabaja la tierra». –C. C. <<
[110] «Bulger»: Gibbon escribe: «Aunque no tenemos una justificación específica que nos haga creerlo, parece claro, según la información obtenida hasta ahora, que este adjetivo está relacionado con un nombre: “Bulgar”, que sigue siendo la forma abreviada de “búlgaro”. Sin embargo, hay un asunto de interés aquí que quizá convierta esta palabra en algo más que una nueva adaptación de un nombre ajeno al dialecto de Broken: cuando el narrador se refiere a los Francos, o a los Frisios, la primera letra aparece en mayúscula como medida de respeto que, en cambio, no se concede a los seksents (sajones), nombre que, como ya hemos visto, los súbditos de Broken probablemente asimilaban a los campesinos. Al parecer, su actitud con los bulgers era similar; de hecho, es posible que esta pequeña pieza del dialecto de Broken contribuyera a la creación de uno de los términos que el alemán moderno usa para denotar lo vulgar, vulgar, en la misma medida que el latín vulgaris, más comúnmente citado como fuente». [Conviene señalar aquí que Gibbon se dejaba llevar por su afán de especulación, a veces algo alocado. –C. C.] <<
[111] «… pintalabios rojo amapola»: quizá no deba sorprender que Gibbon pase por alto estos ejemplos de cosméticos antiguos y medievales, correspondientes a los extremos opuestos del espectro de la seguridad: el agua de rosas (resultante de la producción de aceite de rosas por medio de la destilación de pétalos en vapor) se usaba tanto como hoy en día para funciones inocuas como aromatizar y suavizar la piel, mientras que la galena es la forma natural en que suele encontrarse el sulfuro de plomo, con todas las implicaciones tóxicas que corresponden al término. Por suerte, Isadora solo lo usa, como tantas otras, para maquillarse los ojos, lo cual limita la zona de aplicación y reduce la absorción cutánea, de modo que el único peligro real es la interacción accidental con el ojo. El «pintalabios», para cuyo tinte se usaba jugo de flores, o de bayas, solía tener una base de cera de abeja, por lo que la única reacción tóxica posible en este caso sería el efecto de las amapolas; no hay que preocuparse por eso, pues para poder extraer tinte de sus pétalos tenían que usar plantas florecidas, mientras que para obtener opio hay que practicar primero unos cortes en los semilleros inmaduros de la planta y luego cosechar el fino látex que brota de los cortes para después procesarlo. –C. C. <<
[112] «Cota»: tanto el antiguo sajón como el antiguo bajo alemán tenían términos que aportaron a la formación de la palabra «coat»; así, mientras que el surcoat derivado del francés se empezó a usar en un período posterior, casi con toda seguridad podemos afirmar que en el dialecto de Broken había algún concepto análogo. La cuestión más interesante aquí no es de orden etimológico, sino a propósito del objeto en sí, pues ni siquiera se supone que las cotas con figuras heráldicas se usaran en Europa hasta bastante después del siglo VIII. Sin embargo, el hecho de que el escudo de esta cota fuera el oso rampante de Broken, emblema de un reino en vez de una familia o un caballero particular, es coherente con el desarrollo de la heráldica europea, que en esa época seguía usando los escudos como tantos pueblos antiguos (en especial los romanos): para connotar una identidad conjunta, ya fuera nacional, imperial o referida a la unidad militar en particular, más que a la familia o a una distinción personal. –C. C. <<
[113] «… mejor espada de saqueador»: el debate sobre cuál de las tribus orientales de «saqueadores» —es decir, de las que hacían incursiones por Europa, como los hunos, los ávaros y los mongoles— y cuál de los ejércitos de musulmanes (o, con más exactitud, qué partes de qué ejércitos de musulmanes) llevaba esa clase de espada curva con la que aquí se nos dice que se arma Dagobert persistió durante más de cien años. Algunas autoridades sostienen que es un error muy común —creado sobre todo por las obras de ficción y por Hollywood— considerar que los pueblos «exóticos» u «orientales», como los árabes y los hunos, usaban sables y cimitarras curvos y de un solo filo, acordes con una apariencia que los distinguía de los romanos y occidentales. Sin embargo, de hecho, aunque abundan las razones para creer que dichos pueblos adoptaron esas armas durante el período que nos ocupa para sus unidades de caballería (pues la hoja curvada es más fácil de arrancar del cuerpo del enemigo cuando se marcha a gran velocidad), los soldados musulmanes y saqueadores que componían la infantería casi siempre copiaban las armas rectas de doble filo usadas con gran éxito por el Imperio persa de los sasánidas. Como suele ocurrir, poco puede hacerse en esos debates aparte de volver al extraordinario trabajo arqueológico del célebre viajero, aventurero y «orientalista», Sir Richard F. Burton, contenido en su obra The book of the Sword [El libro de la espada], publicada originalmente en 1884, que solo ha tenido la sabiduría de conservar vigente una edición de Dover de 1987, apenas levemente corregida y resumida. –C. C. <<
[114] «… amontonados en pilas como altas montañas»: Gibbon escribe: «Esta mención de las infames montañas de cráneos del enemigo, por lo general asociadas con líderes más tardíos, como Gengis Khan y Tamerlán, sirve para disipar esas mismas leyendas: demuestra que la noción del amontonamiento de cráneos es un cuento para niños, mucho más antiguo de lo que se creía, debilitando así la idea de que pudiera ser cualquier cosa más que una historia instrumental para las niñeras». De hecho, puede que nunca se conozca la realidad exacta acerca de esos infames y dramáticos cuentos sobre los guerreros orientales y sus reyes, califas, emires y emperadores; sin embargo, como en este mismo pasaje del Manuscrito encontramos una mención a algo que sí puede defenderse con una buena cantidad de pruebas fiables —la cocción de carne entre las piernas de los jinetes orientales y las grupas de sus caballos—, no podemos precipitarnos a suscribir el escepticismo de Gibbon con la simple intención de obedecer los imperativos de lo políticamente correcto o por mera repulsión ante la idea. Es cierto, por ejemplo, que el gran emir turco Timur (o Timur Lang, que significa «cojo» en persa y que a menudo se contrae para formar el nombre Tamerlane, o Tamerlán, 1336-1405) hacía que sus espías desataran, entre las poblaciones que deseaba conquistar, rumores sobre «montañas» levantadas con decenas de miles de cráneos, con la intención de debilitar la resistencia y sembrar el pánico, truco que ya más de dos siglos antes había practicado Gengis Khan. En ambos casos, hay relatos fiables que afirman que, al menos en algunas ocasiones, la amenaza acababa por cumplirse… como debía ser para que conservara su poder en tanto que amenaza. Sin duda, «montañas» es una exageración; pero un montón formado por decenas de miles de cráneos tenía que parecer, a ojos de los horrorizados espectadores, una verdadera montaña. –C. C. <<
[115] «Allsveter» y, más adelante, «Wodenez»: dos de los términos más comunes para denominar a la deidad que Gibbon ya ha descrito de manera correcta (aunque no adecuada) como «el patriarca de los dioses nórdicos»: Odín (también conocido con el nombre de Wotan, como en el ciclo operático El anillo de los Nibelungos, de Richard Wagner). Tuvo nombres aún más oscuros entre las tribus germánicas, pues su adhesión a esta fe (de nuevo, en contra de la opinión popular y, en algunos casos, académica) fue anterior a la llegada de los invasores nórdicos, lo cual acaso aportaría una importante explicación a la permanente fascinación germánica con esos mitos. Por lo que concierne a estos ejemplos, en cualquier caso, Allsveter es, casi con total certeza, el término que en el dialecto de Broken significa «Padre de todos», o «de todo», concepto que, deberíamos resaltarlo, en ninguna de sus variaciones es sinónimo de «todopoderoso» o de «ser supremo», en el sentido en que la tradición cristiana otorga esa condición a su dios: Wotan, como todos los grandes patriarcas de religiones politeístas, tenía rivales, amantes y debilidades; podía sufrir derrotas; no solo dudaba de sí mismo, sino que podía tener incluso remordimientos; y gozaba de la distinción de ser el único patriarca pagano con el rostro desfigurado, pues había intercambiado un ojo por un poco de Sabiduría. –C. C. <<
[116] «… las runas»: es evidente que Guisa enseñó a Isadora no solo las prácticas de una diestra sanadora, sino también otros talentos que, según la antigua y tradicional fe de Broken, iban de la mano con la sanación: las de una vidente, una mujer (y estas figuras adivinas eran casi universalmente femeninas en las tribus germánicas) capaz de echar las runas —que tanto podían hacerse con huesos y palos como con unas piedras escogidas en las que se tallaban símbolos rúnicos— no para obtener datos específicos del futuro, sino la idea de una tendencia general, lo cual resultaba más importante para la tribu. –C. C. <<
[117] «… litera de la familia»: Gibbon escribe: «Aunque se trata sin duda de uno más de los intentos de Oxmontrot de imitar las costumbres romanas, también cumplía, como casi todas sus políticas, una función secundaria y pragmática: los romanos iban en literas llevadas por esclavos, en vez de por caballos, tanto para resaltar su estatus como para limitar la cantidad de excrementos y orina de caballo que atiborraban unas calles ya de por sí estrechas y malolientes. La conveniencia de ese segundo uso en una ciudad de piedra, contruida en la cima de una montaña solitaria, a más de mil metros de altura, debía de ser mayor todavía». <<
[118] «Selke» y «Egenrich»: aunque es evidente que en tiempos de Gibbon no había modo de descubrirlo, los nombres de los padres de Keera y Veloc pueden rastrearse hoy con más seguridad: Selke —igual que Elke en frisio, de donde viene el nombre— parece ser el apodo que se aplicaba en Broken al germánico Adelheid (o Sedelheid en el dialecto de Broken), que suele traducirse por «amable y noble». Pero en la versión de Broken sería más correcto decir «noble por lo amable» y el hecho de que, en apariencia, solo los Bane usaran el nombre de Selke nos recuerda que la compasión era una cualidad mucho más abundante entre los desterrados del Bosque de Davon que en Broken. Además de ser una virtud, para los Bane la compasión también era una muestra de sentido común: mantenía a la tribu abierta a recibir a nuevos marginados, lo cual aportaba sangre nueva a su identidad genética e incrementaba la fuerza y la buena suerte de los Bane. Egenrich, por su parte, es la versión de Broken del muy común nombre germánico Heinrich por medio del antiguo alto alemán, Haganrich, y los tres significan a grandes rasgos lo mismo: «fuerte mandatario». Así, ese par representa la compasión y la fuerza: no solo las más altas virtudes de los Bane, sino una descripción válida, a juzgar por sus acciones, del papel que representaban en la vida de sus dos hijos biológicos y del vástago adoptado (y obstinado). –C. C. <<
[119] «Interludio: un idilio en el bosque»: no está claro si Gibbon detectó un punto de ironía, o directamente un sarcasmo, en el título de esta sección del Manuscrito: en cualquier caso, aunque el tema se parece a grandes rasgos a lo que cabría esperar de la típica pausa «idílica» entre episodios más narrativos, y aunque la relación central entre los dos personajes presentados en estas páginas justificaría aparentemente esa etiqueta, sus respectivas historias están tan marcadas por la tragedia y la violencia y se nos aportan ejemplos tan cuidadosos y, ciertamente, gráficos (con tan poca preocupación por los elementos poéticos o estéticos) que parece probable que el narrador, más que un auténtico idilio, pretendiera lanzar una andanada severa —y lúgubre, desde luego— contra algunas de las flaquezas populares y literarias más fatuas de su tiempo. –C. C. <<
[120] «… fuerzas de la destrucción revolucionaria»: Gibbon se refiere al creciente movimiento romántico y, en particular, a la escuela cuyo más obvio representante sería el filósofo Jean Jacques Rousseau (1712-1778), cuyas teorías se centraban en el mundo natural, el contrato social y lo que suele despreciarse, acaso injustamente, con el nombre de «buen salvaje». La visión de Rousseau sobre las relaciones de grupo y sociedad entre los humanos se retorció y prostituyó a causa de la violencia excesiva y descontrolada durante la Revolución francesa, así como por otros episodios desagradables durante ese período y los subsiguientes. Entre los románticos, los más sensatos reconocían las limitaciones de la filosofía, por no hablar de sus peligros, durante el reinado del Terror; sin embargo, muchos se aferraron tenazmente a sus ideas y racionalizaron el comportamiento brutal de las sociedades humanas, que cualquier otra especie sin duda habría despreciado. <<
[121] «… neura»: Gibbon escribe: «Se trata, por supuesto, de un término obtenido de la Grecia antigua, empleado originalmente por el físico Praxágoras de Cos [en el siglo IV a. de C.] para describir lo que le parecía un conjunto especial de arterias que transmitían la “fuerza vital”, o el “divino fuego”, que todas las grandes mentes de la medicina griega llamaban pneuma, una sustancia invisible en el aire que se respira y viaja de los pulmones al corazón para revitalizar la sangre que ha de enviarse a los distintos apéndices y órganos del cuerpo, haciendo posible que funcionen y se muevan. Sin embargo, un alumno de Praxágoras, Herófilo de Alejandría [335-280, a. de C.], que partió de los estudios de su maestro, pero los llevó más allá, se dio cuenta de que los neura de hecho no eran arterias, sino que representaban un medio de transmisión del pneuma totalmente autónomo. En tiempos modernos, por supuesto, cuando ya sabemos, gracias al trabajo de los químicos Laovisier y Priestley, que es el oxígeno el que cumple el papel asignado al pneuma, todas esas opiniones pueden parecer pintorescas, pero no deberíamos subestimar la importancia que tuvieron como pasos en el camino hacia la verdad». Solo falta añadir que, además, deberíamos reconocer que el trabajo de la Grecia antigua se recuerda en el nombre que al fin, y con acierto, se dio a ese «conjunto especial de arterias» que conforma el sistema nervioso, los nervios, cuya raíz etimológica nos remite, por supuesto, a lo neural y cuya unidad básica para la emisión de sensaciones son las neuronas, que se sirven de la transmisión electroquímica. –C. C. <<
[122] «Thirl»: término que usaban diversas tribus nórdicas —incluido, al parecer, el innominado pueblo de jinetes de las estepas al que pertenecía el anciano, que probablemente procedían de Ucrania, o de alguna otra zona pseudo europea—, con el mismo sentido que tiene hoy en día la palabra thrill [emoción] en inglés. Sin duda, la conexión etimológica entre ambas es obvia, pero también sus implicaciones sociológicas: la tribu del anciano, como tantos pueblos modernos, buscaba de modo activo esa clase de experiencias. –C. C. <<
[123] «… las estepas infinitas»: el pasado de este personaje (antes de convertirse en sabio viajero, conocido al parecer en lo que hoy llamamos Oriente Próximo, Europa, África del Norte e incluso partes de la India por su pericia en asuntos que iban de la medicina a la estrategia militar) permanece oscuro, aunque podemos deducir ciertas conclusiones importantes para esta historia porque contribuyen a una mejor comprensión del personaje de este anciano, y de su comportamiento. Podemos descartar sin miedo a equivocarnos cualquier posibilidad de que procediera de uno de los pueblos de jinetes conocidos por dominar las críticas regiones del sur y del centro de la estepa póntico-caspia desde antes de los albores de la Edad Oscura y a lo largo de la misma: los escintios, sármatos y godos durante la era romana, así como los hunos y los alanos entre los siglos IV y XI de nuestra era. Ninguna de esas tribus era conocida por su dedicación al comercio; más al norte, en cambio, había pueblos que no solo resultan más cercanos a la descripción física del anciano, sino que su historia explicaría que hubieran dejado de ser jinetes para convertirse, con éxito, en comerciantes, con embarcaciones y caravanas que visitaban la cuenca mediterránea y el norte de Europa, así como el Oriente Próximo y Lejano, en este último caso por medio de lo que, en la época de este anciano, ya se llamaba «Sendero de la Seda» (más adelante, «Ruta de la Seda»), la única ruta conocida por tierra hasta China. Conocidas hoy en día como «protobálticas» (de origen posiblemente finlandés), estas tribus eran, en sus primeras encarnaciones, pueblos indoeuropeos que al llegar el siglo VIII se habían visto obligados a concentrarse primero en tierras interiores para protegerse de las incursiones costeras y luego, cuando tuvieron la fuerza suficiente, a aventurarse ellos mismos por el litoral báltico. Se desconoce la naturaleza exacta y el espectro de provisiones disponibles en aquellos puertos y ciudades importantes —conocidos como «emporios»—, pero era sin duda abundante: poco después del asentamiento del Imperio árabe en la misma época, por ejemplo, la plata del Islam se vendía en los puertos bálticos y distinguía claramente a sus habitantes de las tribus eslavas dispuestas a dominar las tierras que les quedaban al sur.
Entre los pueblos bálticos más destacados estaban (y siguen estando en muchos casos) los lituanos y letones al este, así como los pomeranos y los prusianos al oeste. Estas dos últimas regiones resultan especialmente interesantes a la hora de determinar por qué este anciano pudo encontrar un hogar a su gusto en Broken: Sajonia (la región alemana en la que se encontraba y encuentra el monte Brocken) le quedaba cerca, pero también pudo resultarle «cercana» por sus características étnicas y medioambientales, así como por el parecido general con los lugares que su familia y su tribu se habían visto obligados a abandonar cuando los expulsaron de la gran estepa y decidieron dejar de ser jinetes para convertirse en mercaderes. –C. C. <<
[124] «… se entendía y respetaba la vida dedicada al estudio»: he aquí la primera referencia sólida por parte del narrador a la idea de que la sabiduría y el aprendizaje estaban desapareciendo en el mundo «conocido», lo cual sugiere que escribía cuando ya se acercaba el fin de la historia de Broken, o incluso tras haberse producido el mismo (hacia comienzos del siglo VIII), y no al principio (en algún momento del siglo V); aunque el siglo V no es precisamente conocido por los avances científicos, era demasiado pronto todavía para que un estudioso declarase que empezaba una larga «era oscura», mientras que a principios del VIII esa tendencia ya parecía clara e indiscutible y todavía no era contrarrestada por el establecimiento de los grandes centros islámicos de aprendizaje seglar en España e Irak. –C. C. <<
[125] «… de Wearmouth»: el hecho de que a Gibbon no le parezca necesario identificar a estos personajes demuestra el elevado nivel de la educación básica entre las «clases cultas» de su época y, al mismo tiempo, rinde tributo a los conocimientos históricos de Edmund Burke: Herófilo queda explicado en la nota 121, mientras que Galeno (129-216 de nuestra era) fue la figura más importante de la medicina entre el legendario Hipócrates (aprox. 460-370 a. de C.) y la llegada de la Ilustración a finales del siglo XVII y principios del XVIII. Cierto, Galeno basaba su trabajo en el sistema humoral: la idea de que el cuerpo tenía cuatro órganos de importancia primordial —el corazón, el hígado, el bazo y el cerebro, supuestamente conectado directamente a los pulmones— que producían cuatro fluidos básicos (sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema) cuyo equilibrio armónico definía la buena salud. Pero también dio grandes pasos y saltos en anatomía y en otras áreas de la medicina aplicada, tan significativos que más de un emperador romano se negó a ser tratado por cualquier médico que no fuera él. Por otra parte, al decirnos que Galeno escribió su obra «casi quinientos años antes de la vida de este anciano» el narrador parece afirmar de una manera inusualmente clara que el anciano al que vamos a conocer vivió a principios del siglo VIII (aunque podría haber nacido a finales del séptimo), lo cual encaja con todos los demás datos cronológicos reales del Manuscrito.
Por su parte, Bede, a menudo llamado «el venerable», era un momje que, efectivamente, nació en el monasterio de San Pedro, en Wearmouth, en el condado de Durham, que hoy en día pertenece a Gran Bretaña, en el año 673. Sin embargo, aunque se lo solía identificar con esa institución (como hace el narrador del Manuscrito de Broken) completó sus estudios como adulto —el más importante de los cuales sería History of the English Church and People [Historia del pueblo y la iglesia de Inglaterra], del año 731— en la cercana Jarrow, dentro del más moderno monasterio de San Pablo, que un experto (Leo Sherley-Price) identifica como una «fundación conjunta» con San Pedro. La biblioteca que al parecer compartían ambos monasterios era una de las más grandes de Gran Bretaña, si no la mayor, y Bede tuvo un papel importante en la traducción y crítica de grandes autores del pasado, sobre todo los griegos y romanos, y se hizo conocido por su dominio de asuntos que iban de la música a la medicina. Alcanzó la cúspide de su poder en la época en que se habría producido la visita de este anciano del Manuscrito, que deambulaba entre el Oriente Lejano, África del Norte y Europa; de hecho, es posible que el anciano cruzara los «Estrechos de Seksent» —de nuevo, sin duda el Canal de la Mancha en su punto más estrecho, entre Calais y Dover— con el propósito específico de encontrarse con Bede y conocer la librería de Wearmouth-Jarrow. –C. C.<<
[126] «Galeno el griego»: parece que a Gibbon se le escapó (o quizá, de nuevo, lo pasó por alto de manera deliberada para no llamar la atención al respecto de una aparente incoherencia del Manuscrito) el uso del gentilicio «griego» en vez de la palabra que, como pronto descubriremos, usaba el dialecto de Broken para denominar ese origen: Kreikish. Este tipo de cambio se da con demasiada frecuencia en el «Idilio» para considerarlo mero accidente. Más bien parece indicar a las claras un deseo, por parte del narrador, de mostrarnos el pasado y la personalidad del anciano como ser más sabio y cosmopolita. –C. C. <<
[127] «A partir de los sueños»: resulta a la vez frustrante y asombroso lo cerca que estuvieron algunas mentes científicas de antaño, como la de Galeno y la de este anciano, de desentrañar los secretos de los sueños y robar así el trueno de Sigmund Freud (y de Carl Jung) por lo menos mil años antes de que esos pioneros de la psiquiatría, la psicología y la interpretación de los sueños completaran sus trabajos al respecto: es inevitable la tentación de preguntarnos cuánto se habría adelantado el inicio del desarrollo de la psicología en Occidente y, en consecuencia, cuánto habría cambiado el curso de la historia occidental, si esas autoridades previas hubieran podido darse cuenta de que los sueños son síntomas particularmente reveladores de los desórdenes físicos y mentales, más que identificadores análogos de la enfermedad. –C. C. <<
[128] «Roma»: de nuevo, el uso del nombre latino como epónimo de la capital del Imperio romano plantea algunas preguntas acerca de en qué momento exacto escogía el narrador usar determinadas formas particulares de las palabras y en qué idioma lo hacía para lograr el efecto buscado: en este caso, subrayar los grandes conocimientos del anciano. –C. C. <<
[129] «Dioscórides de Cilicia»: el narrador se refiere al eminente farmacólogo del siglo I, Pedacio Dioscórides, autor de Acerca de la materia medicinal, en cinco volúmenes. Se cree que vivió entre los años 40 y 90 de nuestra era. Dioscórides viajó por todo el mundo conocido por los estudiosos occidentales para recoger muestras de remedios homeopáticos de origen botánico, mineral y animal, aunque fue conocido y recordado principalmente por su contribución a la botánica aplicada a la medicina. Para poner en práctica las diversas curas que inventaba o descubría, a veces se desplazaba con el ejército romano (y hasta puede que sirviera en él). Su obra monumental, publicada hacia el año 77, era tan ambiciosa como para convertirse en lo que Vivian Nutton, en su Ancient Medecine [Medicina de la Antigüedad], define como «la biblia de la botánica médica», que siguió en uso hasta «bien entrado el siglo XVII»; como veremos, la vida de Dioscórides sirvió ciertamente de ejemplo para el anciano, igual que la de Galeno. Pero nuestro hombre alcanzó a incluir en su farmacopea (por desgracia, desaparecida), plantas recogidas en Afganistán y en la India, de las que Dioscórides había oído hablar, sin llegar a conocerlas. –C. C. <<
[130] «… museo»: Gibbon escribe: «El “museo” en Alejandría era, de hecho, un edificio que reflejaba el significado primerizo y literal de la palabra. Es decir, una estructura dedicada a las musas, o al desarrollo del arte y el aprendizaje. Sería halagador pensar que nuestros museos han conservado esa característica; claramente no siempre es así, ni siquiera es lo más habitual». Sin embargo, esta nota no parece dirigida a Edmund Burke, que probablemente conocía el significado clásico de «museo» tan bien como Gibbon; por lo tanto, es difícil evitar la sensación de que Gibbon estaba, cuando menos, planteándose la posibilidad de publicar el Manuscrito antes de recibir la respuesta de Burke. –C. C. <<
[131] «… la patella»: Gibbon (con la posible intención, tal como se afirma en la nota siguiente, de distraer la atención de Burke al respecto de los horrores que venían a continuación) escribe: «He aquí la prueba, validada por el tono casual con que se menciona, de que tanto el narrador como los sacerdotes de Kafra sabían mucho más de anatomía del cuerpo humano de lo que hoy en día asociamos con esas épocas que consideramos “oscuras”: la patella es la denominación latina de la rótula, dato que el narrador del Manuscrito —cuyos conocimientos no parecían adentrarse en territorios médicos— considera sin embargo de común entendimiento». <<
[132] «Roma… gangrena… crurifragium»: por muy extraordinarios que sean los horrendos detalles (tanto en lo histórico como en lo anatómico) que se aportan, al menos igual de sorprendente resulta el silencio de Gibbon al respecto. Es probable que lo guardara por lo mucho que el narrador se acerca a describir la pasión de Jesucristo: puede que Gibbon sintiera (y si así fue, hacía bien) que Burke ya se inclinaría por considerar esa descripción casi como una blasfemia sin necesidad de que el propio Gibbon le aportara mayor elaboración.
En cuanto concierne al texto, encontramos de nuevo el uso del latín, al parecer utilizado, aquí como en todas partes, no solo para acabar de convencernos de los conocimientos y la erudición del anciano, sino por puro despecho: el desprecio que el narrador siente por el sadismo de los castigos rituales de los romanos es obvio y palpable, y encuentra su eco en el uso que el traductor inglés hace de lo que ahora sospechamos que era un título acaso peyorativo para Roma: Lumun-jan. Gangraena es, a su vez, el término latino (y por lo tanto, en la era barbárica y en la Europa medieval, el término médico oficial) para la gangrena, usado con la clara intención de mostrar el gran conocimiento médico del anciano; mientras que crurifragium se refiere a un detalle poco conocido de muchas crucifixiones rituales romanas. Las víctimas de esa tortura, ya de por sí horrenda, sobrevivían durante uno o incluso dos días en la cruz, en una agonía inimaginable. Tal como se afirma en el texto, prácticamente todas las articulaciones, especialmente en el torso superior, quedaban retorcidas u horriblemente estiradas. El único «alivio» que el desgraciado preso podía intentar alcanzar procedía del bloque de madera que quedaba por debajo de sus pies. Sin embargo, pasado un tiempo, y no tanto por el menor sentido de la piedad como por puro tedio y por la necesidad de regresar a asuntos más importantes, los guardias romanos que supervisaban el ritual acababan usando una maza para partirle las espinillas a la víctima. Como sabe cualquiera que se haya roto alguna vez esos huesos, o que conozca a alguien que haya sufrido semejante fractura, se trata de una quiebra particularmente dolorosa. La víctima moría al instante por la conmoción sufrida por este ultraje final o, al no poderse seguir apoyando, se ahogaba enseguida porque la postura de los brazos le impedía respirar.
De nuevo, cualquier sugerencia de que los romanos tenían algo que aprender de Oriente, en el apartado de la tortura, como insinúa aquí Gibbon, resulta tan claramente fatua aquí como en cualquier parte. Lo que el narrador llama «maldad» de la religión kafránica —tan claramente encarnada en la ligadura y cauterización, al menos parcial, de la carne, las arterias y las venas (sobre todo las que descienden de la femoral, la poplítea y la tibial) de las piernas cortadas con la intención, como se aclara en el texto, de impedir que las víctimas se desangrasen demasiado rápido— no se puede discutir. Ese punto habría bastado por sí mismo para justificar la estridencia de la reacción de Burke en su carta a Gibbon. –C. C.<<
[133] «… y Cannabis indica»: no llegamos a enterarnos de los métodos exactos que emplea el anciano para obtener esos derivados, aunque en tiempos modernos sabemos que esas drogas alcalionas reforzadas (al contrario que sus imitadores sintéticos) contienen las fórmulas más potentes y menos peligrosas. El opio, por supuesto, lleva de modo inmediato a la heroína y a la morfina, y es a esta última a la que se refiere el Manuscrito cuando habla de «opio», pues sus usos son siempre medicinales, no recreativos. En cuanto al Cannabis, antes del siglo XX el Cannabis sativa, nuestra clásica planta de marihuana o cáñamo, no solo se usaba para producir telas (las fibras de su tallo son particularmente fuertes), sino que además se podía conseguir con facilidad en droguerías y farmacias (sin receta previa). Eso era cierto en el mundo antiguo: la droga tenía un uso aparente como sedante y calmante narcótico, pero, entonces como ahora, mucha gente la usaba (y abusaba de ella) con fines recreativos. Tanto los médicos como los sanadores populares consideraban la subespecie indica superior a otras por razones médicas, pues se suponía que brindaba un alivio mayor del dolor y la ansiedad, con menos efectos secundarios de «drogata». Por esa razón solían reducirla a su forma de resina (lo que conocemos como hashish, palabra árabe para «resina») y los médicos la vendían en Occidente —igual que la morfina, la cocaína y otros narcóticos— como medicamento común que se podía comer o beber en forma de tintura, evitando así los signos delatores y los peligros físicos que implicaba fumarla o inyectarla. La noción de que la indica era menos estupefaciente que, por ejemplo, las otras subespecies sativa, de todos modos, se puso en duda hace tiempo; algunos investigadores argumentan que la indica debería constituir por sí misma una especie del Cannabis.
También merece la pena señalar que, desde la antigüedad hasta finales del siglo XIX, el consumo de esta droga sin regulación no provocaba mayores cantidades de adictos y «demonios», mientras que la ilegalización de dichas sustancias (como la prohibición del alcohol) creó una «subespecie» entera de criminales violentos. La sociedad de Broken aporta un excelente ejemplo: el Cannabis era una de las pocas plantas que los Bane podían cultivar en el duro territorio silvestre del Bosque de Davon y era uno de sus cultivos más valiosos para el intercambio (pues las tierras de Broken debían dedicarse de modo exclusivo a la agricultura de subsistencia); sin embargo, los Bane no dieron señales de ser una raza de adictos a la marihuana. –C. C.<<
[134] «… el dauthu-bleith»: con la misma frustración que hemos visto en otros puntos, Gibbon escribe: «Aquí, de nuevo, se insinúa la influencia del gótico en el dialecto de Broken, porque este término, casi con toda certeza, proviene de dicha lengua; aunque no tenemos todavía la capacidad de traducirlo literalmente, tanto la grafía como la combinación de palabras nos remiten más al gótico que al antiguo alto alemán». Algunos descubrimientos posteriores a la época de Gibbon han permitido a los lingüistas corroborar sus especulaciones y traducir con más exactitud esta frase del gótico como «golpe de gracia». En un principio se había traducido simplemente como «condena [o sentencia] a muerte», pero bleith es uno de los diversos términos góticos para expresar la «piedad»; y como el significado original del golpe de gracia se refiere tanto a su condición compasiva como a la «finalización», parece que la traducción más reciente transmite más la verdadera intención de la expresión. –C. C. <<
[135] «… nueva forma insultada»: la palabra «insultada» se usa en una de sus formas arcaicas, con el significado de «asaltada», «herida» o «degradada»; Gibbon no lo anota porque en su época todavía se usaba así generalmente (en vez de usarla específicamente en un sentido verbal o médico, como ocurre en nuestros días). –C. C. <<
[136] «… y controlaban la fiebre»: aquí nos hacemos una buena idea de las capacidades farmacológicas del anciano; pese a los conocimientos médicos de Gibbon, superiores a la media y adquiridos por haber sufrido sus propios problemas físicos, el alcance de la comprensión que el anciano mostraba del poder medicinal de las plantas siguió siendo un misterio para el estudioso, como lo hubiera sido para la mayoría de la gente (incluso para muchos médicos) del siglo XVIII. El lúpulo representa un buen ejemplo, sobre todo el lúpulo silvestre que el anciano debió de encontrar creciendo en las montañas que le dieron refugio; mucho antes de que se empezara a cultivar como ingrediente para la cerveza en el siglo XI, al lúpulo se le reconocían poderes antisépticos muy reales, o antibióticos o antibacterianos, así como unos efectos narcóticos (aunque esta etiqueta particular era, casi con toda seguridad, inalcanzable para los sanadores de la Era Bárbara). Del mismo modo, se usaba la miel (como siguen usándola algunos homeópatas y curanderos de tribus) como agente contra la enfermedad y las infecciones, aunque buena parte de la gente que la usaba no era consciente de que el cuerpo humano metaboliza la miel en peróxido de hidrógeno. El ácido cítrico obtenido de la fruta, por su parte, puede matar las bacterias tanto de una herida como de la comida, así como del tracto digestivo (razón principal para echarle limón, como condimento, a unas ostras crudas). El extracto de ciertas cortezas de sauce (pues con ese nombre se lo conoce popularmente) aporta una forma de aspirina surgida de la naturaleza que lo hace deseable como analgésico. No se nos dice de manera específica qué raíces y flores usaba el hombre al principio, pero podemos imaginar que incluían especies silvestres de familias como la belladona, o el género Solanum, que en manos de gente malvada o bien informada se convertía en la venenosa y «mortal» sombra de la noche, mientras que, usada con más cautela, producía una anestesia hipnótica. En resumen, dada la situación del anciano en ese punto clave de su recuperación, difícilmente podía haber recogido un conjunto mejor de ingredientes para usarlos en forma de infusiones y emplastos, y tampoco se puede negar que su conocimiento era, efectivamente, extenso. –C. C. <<
[137] «… de tan gutural como sonaba»: habida cuenta de las conjeturas ya expuestas sobre el posible origen del anciano, nos encontramos con diversos candidatos para este lenguaje de sonidos «guturales»: ciertamente, podía tratarse de una lengua proto-báltica, pero del mismo modo podía ser cualquiera de los dialectos primerizos del alemán, incluido el de Broken. –C. C. <<
[138] «… laboratorium»: Gibbon escribe: «Podrías tener la tentación, amigo, aquí como en otros lugares, de creer que este uso de una forma tardía de un término latino (con el significado de “lugar de trabajo” es un ardid del traductor al inglés del Manuscrito. Sin embargo, él me aseguró que el término aparecía en el texto original escrito así. En cuanto a las razones por las que el narrador de la historia conocía esa forma tardía, de nuevo asoman incongruencias temporales; y, estando las cosas como están en la historia, no podemos más que tomar nota y seguir adelante». Por desgracia, hoy seguimos sin disponer de una visión más profunda, salvo que el narrador, o acaso el mismo anciano, fuera el primero en usar esta versión original de la palabra «laboratorio», nos resultaría muy difícil decir cómo llegó esta palabra a figurar en el documento. –C. C. <<
[139] «… y de la aún más lejana India»: Bactria era una provincia, o satrapía, del Imperio persa, en el Asia sudoriental, célebre por su mentalidad independiente. La mayor parte del territorio de Bactria incluía tierras que hoy forman parte de Afganistán y del norte de Pakistán. Conquistadas por Alejandro Magno, aunque nunca del todo pacificadas, estas tierras escabrosas llenas de colinas, montañas y valles siguen produciendo en nuestros tiempos algunos de los opiáceos más potentes del mundo, así como otros narcóticos, y nunca han dejado de ser un problema espinoso para los aspirantes a conquistadores o liberadores occidentales, como bien han descubierto a lo largo de más de una década los soldados estadounidenses. –C. C. <<
[140] «… ovejas salvajes de Davon»: es evidente que tanto Gibbon como el traductor aceptaron esa denominación al pie de la letra, pese a que para que hubiera ovejas «salvajes» en las tierras que se extienden entre las montañas Erz y las Harz tenía que tratarse, casi con total seguridad, de animales domésticos que se hubieran asilvestrado. Y, aunque esa transformación es ciertamente posible —hay distintos lugares de Europa en los que se sabe que se dio una reversión de ese tipo—, hubiera representado un fenómeno nuevo para la era barbárica y para la Alemania medieval. Además, la referencia a que la lana se «obtenía» sugiere que esas ovejas pertenecían a alguna variedad que mudaba el vellón durante los meses cálidos de primavera y verano (desde luego, él no podía capturarlas y trasquilarlas), o bien que su compañera las cazaba y las llevaba a la cueva para comérselas. Esta última parece, con mucho, la explicación más probable porque, si bien no es inédito que las ovejas puedan «mudar» la lana, sobre todo si son asilvestradas, no es algo que ocurra con frecuencia y tampoco les habría proporcionado la cantidad y calidad de lana que el anciano requería. –C. C. <<
[141] «… metallurgos»: raíz griega de «metalurgia» y, en apariencia, una vez más, sin traducir para que nos hagamos una idea de la amplitud y profundidad de conocimientos del anciano: si escribía griego podemos dar por hecho que también lo hablaba, al menos lo suficiente para mantener conversaciones técnicas con las mentes científicas más avanzadas de su tiempo. –C. C. <<
[142] «… brujo alquimista»: la ficción de que la alquimia era solo, sobre todo, una ciencia concentrada en vanos intentos de convertir el plomo en oro ha sobrevivido hasta nuestros días y sin duda era dominante en la época anterior a Gibbon; Sir Isaac Newton, que tal vez fuera el científico más importante de su tiempo, o de todas las épocas, sentía una profunda fascinación por la alquimia, pero hubo de esforzarse mucho por mantener sus experimentos en secreto para evitar el patíbulo, a menudo dorado, que solía reservarse a los acusados de este arte supuestamente negro.
La verdad es que la alquimia y la metalurgia eran, en tiempos antiguos, casi indistinguibles: al fin y al cabo, si un hombre podía convertir una piedra en un metal tan precioso como el hierro, y luego ese hierro en acero, metal supremo (junto con el oro) por sus usos pragmáticos, la transformación parecía sobrenatural e indicaba no solo la posibilidad de mutar un metal en otro, sino también de alcanzar un estado superior en un sentido místico y acaso espiritual. Ciertamente, lo que el anciano hacía y experimentaba en el Bosque de Davon durante el período tratado en esta sección del Manuscrito de Broken encaja más que nada en estas categorías científicas y espiritualistas.<<
[143] «… sus libros más preciados»: primero, es importante recordar aquí que la palabra «libro», en la era oscura previa a Gutenberg, era un término muy transitorio: no solo incluía legajos primerizos de pergaminos encuadernados (a menudo llamados «folios»), sino también colecciones de pergaminos sujetas de maneras informales, como las que debía de producir el anciano durante su etapa en el Bosque de Davon; por último, se refería también a «libros» en el sentido en que los conocían los romanos, los volumen (obvio precursor del moderno «volúmenes»), esos pergaminos enrollados que ya se han mencionado con anterioridad.
En cuanto a los libros específicos que se mencionan en esta lista, la mayoría hablan por sí mismos; aunque quizás el rasgo más importante de esta colección sea la inclusión del Estrategicón, un manual militar bizantino dedicado, principalmente, a tácticas de caballería (la abundante caballería era el sostén principal del ejército bizantino), pero centrado también en otros asuntos importantes como la disciplina de las tropas y el mejor modo de conseguirla (así como los castigos para reprimir las infracciones) y lo que hoy en día llamaríamos «antropología militar», estudios de los pueblos de los principales enemigos del Imperio romano oriental (aunque el emperador Mauricio, compilador y autor principal de la obra, hablaba ambiciosamente del Imperio romano, como si, bajo su mandato, estuviera unificado). El Estrategicón, como la obra del chino Sun Tzu, es una obra de naturaleza sorprendentemente duradera, con implicaciones impresionantes para la organización y el comportamiento de los ejércitos modernos, tanto en el campo de batalla como fuera del mismo; sin embargo, Mauricio no ha estado de moda en tiempos modernos como Sun Tzu y solo ha aparecido una nueva edición del Estrategicón tras haber estado ausente durante mucho tiempo de las librerías occidentales. Este entusiasmo renacido tiene que ver con los importantes comentarios de Mauricio y de los demás autores que aportaron pasajes al texto acerca de los estilos de guerra de los estados contra enemigos que no tenían categoría de estado, lo que hoy en día consideraríamos contraterrorismo y contrainsurgencia. Ciertamente, si el anciano aplicaba los preceptos incluidos en el libro al yermo de la doctrina y la práctica militar de la Europa occidental de su época, podía presentarse ante cualquier corte como una especie de «brujo» de la guerra; algo que le daría renombre y riquezas y generaría gran demanda de sus servicios, lo cual explica por qué era tan bienvenido en las cortes de toda la región y por qué, durante sus viajes a esos lugares, se le permitía continuar con sus experimentos médicos —la disección, sobre todo—, comunes en ciudades como Alejandría, pero tenidos por macabro anatema entre los líderes y los nobles cristianos y musulmanes.
Por lo que concierne a los demás autores citados, solo una afirmación del narrador podría parecer discutible, por su aparente incorrección política: la afirmación de que Procopio y Evagrio determinaron que la mayor parte de los estallidos de la plaga bubónica —la Yersinia pestis y las enfermedades a ella asociadas—, si no todos, tenían su origen en Etiopía. La investigación histórica, de todos modos, ha demostrado la teoría de que la enfermedad comúnmente conocida como «la Muerte» se originó en dicha región: las ratas que trasportaban las pulgas que eran y son propulsoras iniciales del contagio (nunca desaparecido del todo, pues no se ha podido desarrollar ninguna vacuna) aparentemente embarcaron en barcos de mercancías del Nilo y se reprodujeron salvajemente, igual que las pulgas, en los graneros de Egipto, desde donde navegaron a todos los puertos principales de Europa. Todavía han de conducirse estudios genéticos al respecto (véase el autorizado volumen editado por Lester K. Little, The Plague and the End of Antiquity [La peste y el fin de la antigüedad]), pero parece bastante probable que, sea o no políticamente correcto, la plaga justiniana de la época del anciano (el estallido se repitió de modo esporádico durante los siglos VI, VII y VIII, y tomó su nombre de Justiniano, el emperador bizantino que sufrió el contagio, pero sobrevivió) siguiera, efectivamente, este patrón geográfico de contagio. –C. C<<
[144] «… de estos dolores»: Gibbon valida este relato de los experimentos del anciano con soldados, además del autodiagnóstico, al señalar que «Cualquiera que haya conocido a algún soldado, marinero o ciudadano corriente que haya perdido una extremidad en la guerra, por accidente o por enfermedad, puede confirmar esos dolores, por los que se interesaron muchos estudiosos que eran al mismo tiempo profesionales de la medicina o que simplemente tenían conocimientos médicos. El propio [René] Descartes [1596-1650] robó tiempo a sus aforismos silogísticos para investigar el asunto, aunque el mérito de su identificación original corresponde a un francés anterior, el cirujano y anatomista Abroise Paré [1510-1590], médico de al menos cuatro reyes franceses, que habló de pacientes que, tras sufrir alguna amputación, manifestaban sentir dolores continuos no en la zona del corte, sino en el propio miembro amputado. Observó también (en otra coincidencia con nuestro todavía anónimo amigo del Manuscrito), que ese dolor aumentaba en ciertas condiciones atmosféricas —conocidas hoy en día como cambios rápidos de presión barométrica—, así como por el agravamiento general del estado de agitación en que vivían los pacientes: esta última afirmación se basaba en la comprobación de que las drogas de efecto sedante, que no analgésico, resultaban útiles a la hora de aliviar el sufrimiento. Otras mentes menores han estudiado el fenómeno, pero no estamos más cerca de entenderlo que el antiguo médico de la corte de Broken». Hoy en día, el tormento psicogénico experimentado por los amputados —bautizado como «dolor fantasma» por el médico y cirujano estadounidense Silas W. Mitchell, que trabajaba en la década de 1860 y tuvo una cantidad inagotable de objetos de estudio a consecuencia de la Guerra Civil americana— se comprende mejor; sin embargo, toda la subespecialidad de la neurología que se ocupa de problemas como la amputación de nervios, la inducción neural en tejidos cicatriciales, etcétera, sigue siendo uno de los mayores desafíos de la medicina, pues la molestia persistente provocada por el corte de los nervios (que puede derivarse de una mala práctica quirúrgica en la misma o mayor medida que de una amputación o un accidente) es todavía una causa principal del síndrome de dolor crónico. <<
[145] «… que la lógica invita a sospechar»: aunque pueda contradecir lo que daríamos por hecho de manera intuitiva, los médicos han descubierto que un suave masaje de las zonas del cuerpo afectadas por la amputación ofrece, efectivamente, cierto alivio del dolor de los pacientes; como veremos, el modo particular en que la compañera del anciano le «masajeaba» los muñones de las piernas era extraordinario y, por lo general, surtía efecto. <<
[146] Stasi: versión abreviada de Anastasiya. El texto explica el sentido completo, y muy apropiado, del nombre entero y también lo hará la nota siguiente. Sin embargo, hay una coincidencia adicional y fascinante (¿o tal vez no sea mera coincidencia?) al respecto de este apodo particular, relacionada con los usos modernos de la montaña de Brocken, que nos lleva a preguntarnos si, efectivamente, el narrador tenía dotes de vidente y profeta: como ya se ha resaltado varias veces, Brocken fue considerada, hasta el siglo XII, como la montaña más siniestra de Alemania, y tal vez de toda Europa, lugar de reunión no solo de brujas y hechiceros humanos, sino también de demonios sobrenaturales y otras criaturas profanas con la que esos humanos jugueteaban. Quizá por eso resulta apropiado que, tras asumir Adolf Hitler el poder en 1933, la montaña resultara particularmente útil para la maquinaria de propaganda de su Partido Nazi como sede de la primera torre del mundo destinada a la emisión de televisión a larga distancia. Desde allí se emitieron los Juegos Olímpicos de 1936 para una zona del norte de Alemania muy extensa (para lo habitual en la época); era la primera vez que los Juegos se veían en todas partes. También construyeron una estación meteorológica y un hotel; sin embargo, Josef Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler, prefería la radio antes que la televisión para adoctrinar al pueblo alemán (y si se tienen en cuenta las peculiaridades físicas no solo de Goebbles, sino de casi todos los líderes nazis, es fácil entender por qué); por eso durante la Segunda Guerra Mundial se suspendió toda la actividad de la montaña de Brocken, junto con las emisiones desde la torre de televisión. Los aliados occidentales bombardearon la montaña al final de la guerra europea (en abril de 1945). Aunque el hotel y la estación meteorológica quedaron destruidos, la televisión sobrevivió milagrosamente; cuando las tropas norteamericanas ocuparon la montaña, reconstruyeron la estación y usaron la torre para sus propios propósitos propagandísticos. Pero cuando Brocken quedó en la zona ocupada por los soviéticos, en 1947, los estadounidenses inutilizaron tanto la torre como la estación antes de ceder del control de la montaña.
Durante las primeras décadas de la Guerra Fría, Brocken cumplió la función de «zona de seguridad» para el gobierno comunista de Alemania del Este: era la sede de un proyecto de fortificación enormemente ambicioso que recordaba los logros del Rey Loco Oxmontrot, unos mil trescientos años antes. Se reconocía que la montaña seguía siendo válida para una torre de emisión televisiva y, más importante, también su importancia estratégica; en manos de los poderes occidentales, Brocken podía haberse convertido en una fuerte amenaza contra el avance de tropas de Alemania del Este y de la Unión soviética hacia Alemania occidental por la ruta que al fin se adentra en la Brecha de Fulda hacia el sudoeste, el camino de entrada más obvio para una invasión. Los alemanes orientales y sus «protectores» soviéticos, en consecuencia, declararon Brocken zona de seguridad de máximo secreto en 1961. Grandes cantidades de tropas empezaron a usar la zona tal como había hecho el ejército de Broken antaño, como lugar de entrenamiento para una guerra que parecía inevitable. La cima de la montaña volvió a convertirse en fortaleza, esta vez para el uso de los ejércitos de Alemania del Este y la Unión Soviética; el proyecto creció como un champiñón y pronto se convirtió en uno de los proyectos de construcción más ambiciosos de la Guerra Fría.
La instalación militar quedaba encerrada dentro de una muralla gigantesca de cemento, construida con 2.318 secciones, cada una de las cuales pesaba dos toneladas y media, y cuya escala conjunta casi igualaba las paredes de piedra natural de Broken. Dentro de las nuevas murallas, la cumbre se convirtió en sede de un centro gigantesco de escuchas de los comunistas, desde donde se monitorizaban todas las emisiones de la Alemania Occidental, ya fueran privadas o públicas, militares o civiles; operación controlada por el KGB soviético y por el Ministerium für Staatsicherheit (Ministerio para la Seguridad del Estado), o policía secreta, conocida popularmente como Stasi.
La reunificación alemana se produjo antes que la tan esperada invasión de la Europa occidental por la Brecha de Fulda por parte de las fuerzas del comunismo del Este y las murallas gigantescas de cemento de la cima de Brocken quedaron desmanteladas como el más famoso muro de Berlín; la torre de televisión sirve ahora como centro de emisión de uno de los canales supervisados por el gobierno democrático de la Alemania Unificada. El turismo ha llegado a la montaña porque su antiguo secretismo la convirtió en refugio de especies raras de flora y fauna y se incorporó al parque nacional de las Harz en 1990; sin embargo, los recuerdos de la Stasi permanecen grabados a fuego en la memoria de la gente de Alemania del Este… Es difícil que el anciano tuviera todo eso en mente cuando puso aquel nombre a su salvadora y compañera.<<
[147] «Anastasiya»: Gibbon no aporta ninguna explicación a este nombre, y poco hay que añadir a lo que ya se dice en el texto, salvo que era, y sigue siendo, ubicuo entre los pueblos bálticos, escandinavos y eslavos con muchas variaciones leves y que hace ya mucho que se incorporó al inglés con la grafía Anastasia. Aparte de eso, la interpretación que el narrador da a su significado es correcta; aunque nos podríamos detener para asombrarnos por la cantidad de veces que lo han llevado mujeres destinadas a retos de supervivencia extraordinarios, ya fuera en la vida real, en las legendaria o en ambas. El caso más obvio es, por supuesto, el de la Gran Duquesa Anastasia de Rusia, famosa en la leyenda como única hija del último zar y la zarina, Nicolás II y Alejandra, que supuestamente sobrevivió a la salvaje masacre de la familia en Ecaterimburgo, en el distrito de los Urales, en 1917: incluso si su «supervivencia» fuera totalmente apócrifa, no haría más que subrayar la asociación del nombre con la idea de la resurrección. –C. C. <<
[148] «… su compañera»: merece la pena señalar aquí el verdadero significado de la palabra «compañera» en el Manuscrito, especialmente en lo relativo al anciano y su gran felino. Porque, debido a una de las confusiones popularizadas por El código Da Vinci, de Dan Brown, entretenida pero terriblemente engañosa, que afirmaba que la palabra «compañera» desde antes de Jesucristo y hasta mucho después podía significar «esposa» (pues Brown mantiene que ese era el verdadero sentido de las referencias bíblicas y gnósticas a María Magdalena como «compañera» de Jesús), podríamos caer en la tentación de dar por hecho que en la cueva de la gran pantera se estaba produciendo alguna clase de zoofilia. Según el Diccionario Oxford de la lengua inglesa, sin embargo, apoyado por una lista de expertos demasiado larga para anotarla aquí, esa connotación solo se aplica en sentido retrospectiva: en otras palabras, quien «acompaña» a un hombre o a una mujer (como, por ejemplo, en la frase «lo acompañó toda la vida») puede, efectivamente, ser su cónyuge legal, pero solo si se trata de alguien de quien sabemos previamente que mantiene esa clase de relación. Dicho de otro modo, eso no significaba que «compañera» fuese siempre la palabra alternativa para «cónyuge legal» si la pareja en cuestión ni siquiera tenía esa clase de vínculo administrativo. Es necesario subrayar ese punto porque Stasi aparece mencionada a menudo como «compañera del anciano» y porque los gobernantes de Broken (y, al principio, incluso los Bane) usaron su muy íntima —aunque, por supuesto, platónica— relación con el anciano como prueba de que se trataba de un brujo. –C. C. <<
[149] «… apenas unos levísimos trazos»: aunque no tenía modo de saberlo, el narrador está describiendo tanto la fórmula metalúrgica como el color asociado a la amalgama de oro que se volvería muy popular en la década de 1920, y en los años siguientes, con el nombre de «oro blanco». –C. C. <<
[150] «… larga y curvada espina dorsal»: Gibbon, de nuevo, pasa por alto las dimensiones de la pantera, pues las pruebas fósiles de que en Europa hubieran existido criaturas de ese tamaño en tiempos tan relativamente recientes eran todavía desconocidas, o seriamente malinterpretadas, en la época del historiador. Más allá de que este espécimen particular fuera o no un representante de lo que hoy conocemos como jaguar europeo, o como león de cueva europeo (este segundo sería algo más grande y antiguo), no podemos evitar que una vez más nos asombre su tamaño, abrumador aunque, al parecer, no era extraordinario dentro de su especie: con un cuerpo de tres metros (cola excluida, o sea, tres metros desde la nariz al cuarto trasero) que alcanzaba más o menos la mitad en altura, se trata de un animal más que capaz de todos los logros extraordinarios que se le atribuyen en el Manuscrito. La piel «blanca», a juzgar por el color de los ojos y del «lápiz de ojos» oscuro que los rodeaba, no indica que fuera albina, ni que constituyera una especie aparte, ni que fuera, efectivamente, blanca de verdad; más bien se trata de un color que se da ocasionalmente en los leones y otros grandes felinos de todo el mundo, que se acerca mucho al blanco. (Las manchas suaves y leves también confirman la presencia de pigmentación). También entendemos, gracias a la revelación de que la «reina guerrera» era, en realidad, un felino mayor, por qué las medicinas y los emplastos del anciano le habían resultado tan útiles: sus tratamientos al parecer se basaban en los opiáceos, la corteza de sauce («aspirina natural») y los antisépticos que ofrece la naturaleza, ninguno de los cuales era tóxico para los felinos, al contrario que tantos medicamentos aparentemente más suaves. El paracetamol, por ejemplo (más conocido popularmente por su principal marca comercial, el Gelocatil), se considera por lo general como una droga extremadamente benigna entre los humanos, pero es fatal para los felinos, incluso en dosis muy pequeñas. –C. C. <<
[151] «… contra la nariz y la cara»: para quienes viven o trabajan con felinos, mayores o menores, no será necesario afirmar, ni defender, que ese toque delicado es la señal más íntima de afecto y de concesión de una confianza muy difícil de obtener (particularmente en áreas del norte de Europa, cuyas naciones, Francia sobre todo, creen desde hace mucho tiempo que los felinos son parientes de las brujas y descendientes de Satán). –C. C. <<
[152] «… en el mar del nordeste»: Gibbon escribe: «Tras haber establecido de manera fiable que los “Estrechos de Seksent” a los que se refiere el narrador son nuestro Canal, podemos deducir que este “mar del nordeste” es el que se extiende en esa dirección a partir de la posición de la montaña de Brocken: en otras palabras, el mar Báltico. Sin embargo, aun si así fuera, pocas conclusiones podemos sacar de ese dato, pues es poco lo que sabemos todavía de las tribus que habitaban el litoral báltico en ese período». Como ya se ha señalado, hoy en día no tenemos esa desventaja, y esa interpretación no hace más que reforzar la noción de que el anciano provenía de los pueblos de comerciantes empujados hacia el litoral báltico por tribus más numerosas y guerreras, como los hunos. –C. C. <<
[153] «… provoca la incredulidad»: Gibbon escribe: «Aunque efectivamente podríamos, tal como supone el narrador, mofarnos de la idea de que un anciano mutilado y sangrante pudiera ser acogido y atendido por una fiera tan carnívora como una pantera, la anecdótica Historia Natural contiene demasiados relatos de humanos al cuidado de diversas especies animales (por razones que nunca conoceremos) para permitirnos un desprecio inmediato de esta parte de la historia». Ciertamente, el hecho de que la pantera acabara de perder a sus cachorros de la manera más traumática posible refuerza, de hecho, el relato del Manuscrito según los resultados de experimentos recientes con cerebros de animales que van desde nuestros parientes cercanos, los primates, hasta la abeja y la avispa, minúsculas. Se ha descubierto que los cerebros de todas las especies de la vida animal contienen esa región central, la amígdala, capacitada para sentir y conservar traumas emocionales. Así, tal como sospechaba Gibbon, no tenemos ninguna razón válida para negarnos a aceptar el relato del narrador al pie de la letra; más bien disponemos de razones sensatas para aceptarlo. Una ilustración reciente y excelente de esa posibilidad es el caso del «hombre león» del África moderna, George Adamson (padre adoptivo, junto con su esposa Joy, de Elsa, la leona de Nacida libre), que vivió entre leones y fue protegido por ellos hasta que encontró una trágica muerte a manos de los cazadores furtivos. Sin duda, la historia de Caliphestros y Stasi tiene muchos elementos que se parecen al relato de Adamson y sus leones; tantos que no podemos despreciar la primera como meramente mitológica. –C. C. <<
[154] «… legisladores legítimos»: Gibbon se refiere a la segunda fase de la Revolución francesa, durante la cual la Asamblea Nacional, que había suscrito el famoso Juramento de la Pista de Tenis, se convirtió, en respuesta al rechazo persistente de los sectores reales, aristocráticos y clericales de la clase gobernante de la posibilidad de evolucionar con nada que mereciera ser tenido por velocidad, en Asamblea Nacional Constituyente, hizo pública la famosa «Declaración de Derechos Humanos» y reveló el noble propósito de abolir oficialmente el feudalismo y formular una constitución francesa. Por desgracia la creación de dicha Asamblea también presenció la emergencia de arteros miembros izquierdistas que buscaban prostituir la Revolución para sus intereses particulares: entre esos personajes destacaba Honoré Mirabeau, objeto particular de la ira de Gibbon en otras cartas y manipulador principal al que aquí se refiere, amén de revolucionarios mucho más reales (los «más bajos canallas» de Gibbon), el más extremado de los cuales habría de convertirse bien pronto en sinónimo del «Reino del Terror»: Maximilien Robespierre. –C. C. <<
[155] «… cuirass»: otro encuentro con una palabra que, aunque tiene una historia moderna (cuirass es un término francés del siglo XV), también nos retrotrae al territorio, en gran parte imposible de conocer, de la armadura que empleaban los soldados de la Edad Oscura. Solo podemos preguntarnos cuál era el concepto que el traductor se sintió cómodo convirtiendo en la inmediatamente reconocible «cuirass»: podría ser cualquier cosa, desde las piezas grecoromanas de bronce que cubrían la parte frontal y trasera del torso (aunque no tenemos ninguna otra indicación de que tanto los soldados de Broken como los Bane siguieran usando armas de bronce en el campo de batalla), hasta las corazas de piel y de acero que usaban los Chinos y luego los persas. De nuevo, hemos de confiar en el texto, y en la traducción original, para que nos aporten los detalles. –C. C. <<
[156] «quadrates»: Gibbon anota que esa información es «fácil de identificar para quien tenga mínimos conocimientos de latín, por originarse en ese idioma, en la palabra quadratum, o “cuadrado”; y podemos dar por hecho sin temor a equivocarnos que esos cuadrados, ya estuvieran compuestos por los pequeños fausten (“puños”, fauste en singular, fist en inglés) o por los más grandes khotores, no se basaban en la imitación del patrón del quincunx romano, muy ordenado para formar claramente un damero, sino en los imperativos de la doctrina militar alemana tradicional, o incluso antigua, que invitaban a esperar ataques por todos los lados. Al parecer, Oxmontrot vio en ese momento, por primera y acaso única vez, algo en el modelo militar romano que (con razón) no le parecía adecuado para sus legiones germánicas, y además creía que podía mejorarlo. Al organizar las formaciones del ejército de Broken, tanto para marchar como para el orden defensivo de batalla, alteró el patrón romano para crear un prototipo que terminaría por ser identificado como modelo de guerra alemán, pero también anglosajón, pues en tiempos modernos seguiría siendo marca característica de los prusianos y germánicos y, más adelante, de los británicos: el famoso cuadrado». <<
[157] «… el caos del conflicto»: el efecto que causan los locos en las tropas en acción es una costumbre recurrente en diversas culturas tradicionales, de manera que los Garras no estaban solos al creer que un loco, o una loca, podía adivinar el orden presente y futuro en lo que era (y a menundo sigue siendo, para el soldado medio) el contexto incomprensible de la batalla, su propósito y sus resultados. Los primeros musulmanes, los vikingos y ciertas tribus indoamericanas eran solo algunos ejemplos de pueblos que anteriormente buscaron el consejo de personajes como este en momentos así (a los que atribuiremos diversos niveles de importancia); y no se puede negar que los resultados eran, a menudo, extraordinariamente productivos. –C. C. <<
[158] «… seksents»: como ya se ha explicado, parece que esta era la palabra del dialecto de Broken para designar a los «campesinos», un dato interesante por cuanto tiene una relación fonética clara (y hasta puede que etimológica) con «Sajones», una tribu que pudo ser la primera en entrar en Broken, no como altivos y orgullosos conquistadores, sino como campesinos, y en muchos casos, si no en todos, en campesinos bajo contrato, ocupando así el tramo más bajo de la escalera social de Broken, verdaderamente única. –C. C. <<
[159] «… con techo de paja»: Giobbon escribe que «estamos tan acostumbrados, en nuestra era, a los relatos en los que alguien prende con una antorcha los techos de paja, o los quema por un accidente doméstico, que nos olvidamos de que hubo una época en que esos techos se percibían como un progreso. Sin embargo, cuando ocurrieron los sucesos que se describen en esta historia [a finales del siglo VII y principios del VIII], el techo de paja apenas empezaba a aparecer en el norte de Europa y respondía a una técnica cara que, además, era mucho más avanzada y eficaz que el adobe, la tierra y los techos de troncos que se tenían por normales en la mayor parte de las residencias de la época. En cuanto a las “forjas y herrerías” —aunque, como siempre, es imposible afirmarlo con nada parecido a la certeza—, la descripción de este abarrotado pueblo llamado Esleben en el Manuscrito, junto con su posición aproximada en el mapa, hace posible pensar que pudiera tratarse de una población precursora de Hettstedt, que se hizo famosa precisamente por esa variedad de actividades comerciales, desde la agricultura hasta la proto-industrial». –C. C. <<
[160] «Akillus»: Gibbon escribe: «He aquí una prueba más de lo grande que fue la influencia de las culturas griega y romana en Broken, tras haber sido incorporadas, de nuevo, gracias a la experiencia del Rey Loco Oxmontrot y sus camaradas, que sirvieron en las legiones romanas como tropas extranjeras auxiliares (que, en el último período del Imperio, componían la mayor parte del ejército romano). Aunque el gentilicio “griego” —o el equivalente en el dialecto de Broken, Kreikish— se empleaba, como ya hemos visto, a modo de insulto velado, parece sin embargo que los héroes griegos eran bastante conocidos y respetados. Podemos deducirlo no solo del hecho de que varios nombres homólogos de los mismos (en este caso, Aquiles) se abrieron un hueco en el gótico y en los diversos dialectos germánicos, tanto antiguos como modernos, sino también por el hecho crucial y ya demostrado de que los sistemas militares romanos —y, en consecuencia, al menos algunos de los griegos— se estudiaban y emulaban en Broken, y hasta se les aplicaban mejorías». Hoy en día quedan versiones homólogas del nombre Aquiles en diversos países, aunque su uso es poco frecuente, como corresponde a los valores sociales y nacionales poco marciales que esas sociedades han intentado, cuando menos, proyectar en la era «posmoderna». –C. C. <<
[161] «… perdón concedido, compañero»: Gibbon escribe: «Mi traductor me informa de que la forma gramatical usada en Broken para llamar a los niños era llamativamente parecida al Kinder del alemán moderno; sin embargo, aunque siempre ha sido tradición entre los comandantes alemanes referirse a sus hombres como si fueran niños, no se conseguiría el mismo efecto en inglés, pues children habría sonado mucho más condescendiente de lo que desearía cualquier oficial militar. Por eso escogió lad [que aquí traducimos por “compañero”] cuando le aparecía esa palabra, lo cual parece adecuado». <<
[162] «Lenzinnet»: Gibbon anota: «Una composición típicamente germánica del rango de linnet con lo que, al parecer, era el término del dialecto de Broken equivalente al moderno alemán Lanze, o lanza. Por tanto, el término tiene una clara influencia romana, o latina, y equivale al rango de “primera lanza” [o pilus prior] de la infantería romana, solo que trasplantado a la caballería, donde anticipaba los términos “lancero” y “primer lancero”, que se implantarían más adelante en Europa». <<
[163] «… espuelas de punta redonda»: un detalle interesante que podría revelar algo de la historia previa del pueblo de Broken y de su actitud al respecto de la vida animal durante la era pagana. Las espuelas se usaban al menos desde el Imperio romano, pero los romanos usaban, de manera casi exclusiva, espuelas de «pincho» o de «clavo», una simple punta de hierro afilada con la intención de obtener obediencia y velocidad de las monturas, como con todas las espuelas, por medio del dolor. Las de punta redonda (o, en la jerga de la doma moderna, «Waterford»), en cambio, han persistido en diversas culturas como una especie de argumento contra la creencia de que los caballos solo responden a lo que les molesta, pues la pieza de metal que se usa, pequeña y esférica, apenas causa dolor y no derrama sangre, y a veces ha sido considerada como instrumento de cooperación, más que de mando absoluto. Incluso en nuestros días se pueden encontrar defensores de ambos tipos de espuelas, hecho que implica que el modelo de punta redonda es al menos tan eficaz como las sofisticadas formas de las espuelas punzantes y cortantes que se han desarrollado desde los romanos, sobre todo en el oeste de Estados Unidos, en América Latina y, por supuesto, más que en ningún otro lugar, en Texas, patria del abuso y la exterminación de los animales. –C. C. <<
[164] «… espada de caballería»: cuando se produjo la caída del Imperio romano occidental, los diversos estilos o «modelos» de la clásica gladius, la espada corta romana (que habían tomado «prestada» de los enemigos celtas que el imperio encontró en España), cuya forma e imagen se han seguido identificando hasta hoy en la conciencia popular con las legiones romanas, habían cedido el lugar a una hoja algo más larga y estrecha (o, en algunos casos, quizá mejor aplanada), la spatha, que quedaba a medio camino entre la gladius y las diversas espadas clásicas medievales, sobre todo los modelos vikingos a los que el Manuscrito de Broken se refiere como espadas «de saqueo»; especialmente popular entre los jinetes, esta es probablemente la versión de la «espada corta de Broken» que llevaban Arnem y sus tropas montadas. –C. C. <<
[165] «… se encogen de hombros»: ciertamente, el Manuscrito contiene momentos en los que cualquier lector sentirá que su credulidad ante la elección de palabras se ve forzada hasta más allá de lo creíble; el uso de la expresión «encogerse de hombros» es, sin duda, uno de ellos. En cualquier caso, la investigación revela que «el acto de alzar y contraer los hombros para expresar inseguridad o indiferencia» (tal como lo expresan, con palabras casi idénticas, varios prominentes diccionarios) se usa por lo menos desde el siglo XIV, cuando el inglés empezó a usar el verbo shrugge [precursor del actual to shrug]. ¿Por qué señalar esos ejemplos? Porque siguen demostrando, primero, el sonido tan sorprendentemente directo y «moderno» de muchos textos de los albores (oscuros o bárbaros) de la Edad Media y, segundo, la medida en que el lenguaje florido que tan a menudo asociamos con esas épocas era una invención de autores posteriores, ansiosos por propagar un mítico código de caballería que supuestamente había existido desde tiempos antiguos y había pasado directamente a la moderna nobleza europea. –C. C. <<
[166] «… y al galope corto»: un momento de autentificación para el Manuscrito y su traductor: algunos se preguntarán por qué Niksar no ordena a sus hombres avanzar a medio galope, que de hecho equivale al galope corto; pero esa expresión no empezó a usarse hasta mediados o finales del siglo XVIII. –C. C. <<
[167] «… herida de fuego»: Gibbon escribe: «El término del alemán moderno para la gangrena, Wundbrand, sonaba muy parecido, sino igual que el del dialecto de Broken, Wundbrend, con el significado de “herida de fuego”. Esa sensación de ardor que casi siempre se originaba en las extremidades es uno de los primeros síntomas de la gangrena, aunque no el más horripilante». Y, como señala el propio Visimar, su término inicial para esta enfermedad, Ignis Sacer [Fuego Sagrado], era efectivamente la palabra latina más popular para esta enfermedad tan terrible que, hasta nuestra era, siempre presentó la gangrena como una de sus principales (y fatales) características, aunque no es una «pura», o «verdadera», gangrena. El Fuego Sagrado, según me dicen, sigue sin entenderse del todo bien; sin embargo, podemos decir con certeza que era la misma enfermedad que al fin adoptó el nombre más colorido de «Fuego de San Antonio» (como sabrá el lector, San Antonio es el patrón de las víctimas de la peste). San Antonio [ca. 251-356] era un cristiano copto de Egipto, patrón de una lista extraordinariamente larga de enfermedades infecciosas y de otros tipos, porque pasó gran parte de su vida trabajando entre sus víctimas. Entre esas enfermedades tenía un lugar prominente la que describe aquí Visimar, que efectivamente no era con exactitud una gangrena, sino una forma de envenenamiento por cornezuelo, o ergotismo, que produce gangrena pero no es idéntico a la forma que Arnem asocia a las heridas en el campo de batalla; la primera la causan los agentes alcaloides y suele ir acompañada también por otros síntomas, a menudo estrambóticos (alucinaciones, convulsiones, pérdida de sensaciones, carne podrida y abortos, tan frecuentes estos que el cornezuelo se usaba a menudo como agente abortivo de manera deliberada), mientras que la segunda es el «simple» resultado de la infección de las heridas. No son pocos los expertos que consideran que muchos ataques colectivos de locura ilusoria ocurridos a lo largo de la historia en todo el mundo fueron el resultado de la primera enfermedad, el ergotismo: el comportamiento demente que rodeó a los juicios a las brujas de Salem, Massachussetts, en el siglo XVII, sería el candidato más famoso, aunque en ningún caso el mejor colocado (para documentar un posible estallido más concurrido, calamitoso y reciente, véase el clásico de John G. Guller sobre este asunto, The Day of St. Anthony’s Fire [El día del fuego de San Antonio], que describe la autodestrucción casi total de un pequeño pueblo francés en 1851, tal vez por culpa del cornezuelo, tal vez por intoxicación con mercurio). El ergotismo era tan destructivo y estuvo tan extendido que mereció menciones específicas en los textos médicos de prácticamente todas las sociedades antiguas y medievales: en Oriente Medio y Lejano, así como en Occidente.
Un punto importante que conviene resaltar de nuevo: tanto el narrador como Visimar han insinuado ya que concurren dos enfermedades en el reino de Broken; sin embargo, veremos que a menudo se unían a bulto —por parte del pueblo llano, que ignoraba incluso los escasos datos médicos que tenía permanentemente a su disposición, así como por los sanadores kafránicos y médicos apenas mejor informados— bajo los nombres de «plaga» o «pestilencia». No era poco común; de hecho, incluso ni siquiera es inédita en nuestro tiempo. El deseo de los médicos de explicar toda una constelación de síntomas con una sola enfermedad que los cubriese todos lleva mucho tiempo atrincherado en la mentalidad de la medicina; a menudo es tan responsable como la más patente ignorancia de algunos errores en los tratamientos. –C. C. <<
[168] «Wildfehngen»: Gibbon escribe: «Aunque muchos líderes militares de alto rango, si no todos, practican comportamientos similares, los comandantes alemanes han empleado siempre términos idiosincráticos de afecto al dirigirse a sus soldados rasos; términos que, si se traducen literalmente, simplemente pierden gran parte de su peso y de su significado. Van del relativamente simple meine Jungen o meine Kinder [“mis chicos” o “mis niños”] a una serie de nombres más esotéricos de los que este Wildfehng (o su plural, Wildfehngen) parece ser el predecesor (pues encontramos una palabra muy similar todavía en alemán moderno bajo la forma de Wildfang, que puede describir cualquier cosa, desde un niño asilvestrado y disparatado hasta una joven “chicarrona”; es decir, particularmente masculina y ruidosa). Los oficiales ingleses, como todos los demás, comparten esas palabras afectuosas con gran parte de sus tropas, pero es en la cultura guerrera de Alemania donde esa práctica alcanza su nivel más elaborado, profundo y a veces paradójico: por muy «silvestre» que fuera el comportamiento de esas tropas, se esperaba, se espera y se seguirá esperando que obedezcan códigos estrictos de honor cuya quiebra puede conllevar castigos que harían que, en comparación, hasta los extremos a los que a menudo llegan los oficiales navales británicos cuando responden a alguna infracción disciplinaria parezcan bastante suaves». <<
[169] «Gerolf Gledgesa»: el nombre contiene la clase de mezcla que ahora podemos identificar como bastante común: Gerolf es claramente germánico (e implica una combinación de las raíces de uso común de «lobo» y «lanza»), mientras que los nombres o términos como Gledgesa se encuentran solo en anglosajón, lo cual sugiere la posibilidad de que este personaje procediera de la Bretaña sajona. El sobrenombre connota un «terror intenso» cuya justificación se vuelve clara en cuanto se relata su historia personal: sin embargo, su paradoja definitiva solo se hará evidente más adelante. –C. C. <<
[170] «Ernakh»: es significativo que Gibbon apenas se refiera a los hunos —que, sin duda, se contaban entre los principales pueblos identificados como «saqueadores del este» por los gobernantes de Broken y por sus soldados— en los seis volúmenes de su Decadencia y caída del Imperio romano; y, en este caso particular, es evidente que no sabía (o no le pareció digno de señalar) que Ernakh era el nombre del tercer hijo del más grande de todos los hunos, Atila. No sabemos si Nuen, la niñera y ama de llaves, lo tuvo en cuenta al dar un nombre a sus propios hijos, o si Ernakh era simplemente un nombre tradicional y quizá común. –C. C. <<
[171] «Donner Niksar»: Gibbon escribe: «Bien pronto descubriremos cuáles eran los logros de este joven vástago de Broken, noble pero desafortunado. Lo que debería preocuparnos, de momento, es la forma que adopta la grafía de su nombre de pila. En los escasos fragmentos de documentación germánica que han sobrevivido en sus distintos dialectos, así como en muchas sagas nórdicas, encontramos casi todas las grafías posibles de todos los aspectos del nombre y la vida de Thor, hijo de Odín, dios del trueno y parangón de las virtudes juveniles entre los germánicos y escandinavos, que se pasaban casi todo el tiempo ayudanto a otros dioses, o semidioses, y a los humanos también, con su gran fuerza, su dominio de los truenos y su martillo mágico, el Mjolnir. De todos modos, el elemento importante para lo que aquí nos ocupa es que, al parecer, ese nombre en antiguo alto alemán se hubiera escrito como Donar, pero se habría pronunciado “Donner”, tal como lo encontramos aquí: Donner Niksar. Las variaciones de los nombres tienen poca importancia, claro, porque eran meras variaciones sobre los distintos términos dialectales para nombrar al trueno, aunque es interesante comprobar que la palabra del alemán moderno para designar ese fenómeno se parece tanto a, al menos, una versión antigua: la de Broken. Así, se insinúa claramente no solo que los dioses supuestamente “nórdicos” podían ser compartidos por toda la región del norte de Europa, sino que hasta podrían tener su origen en las tribus germánicas que habitaban la zona que hoy consideramos Alemania, con lo que por lo menos unos cuantos aspectos de la dominación nórdica de la civilización en esa zona quedarían en entredicho». Sin darse cuenta, claro, Gibbon anticipa la noción que en nuestro tiempo propuso con más contundencia Michael Kulikowski y que ya hemos comentado a fondo con anterioridad en estas notas: que los mitos sobre las migraciones de los godos y la invasión y la dominación cultural del norte de Alemania por parte de las tribus nórdicas podrían ser en gran medida apenas eso: mitos. –C. C. <<
[172] «… las krebkellen»: Gibbon escribe: «La práctica queda explicada en el texto; nos detendremos solo a reafirmar el hecho de que Oxmontrot, su creador, consideraba que ni siquiera las tácticas romanas más fundamentales quedaban más allá de la posibilidad de mejora. La práctica de la krebkellen, que podemos tranquilamente traducir por “colonia de cangrejos”, se inspira sin duda en la táctica testudo, o “tortuga” de los romanos, que había demostrado su eficacia durante mucho tiempo y consistía en una especie de caparazón que formaban los soldados romanos superponiendo sus grandes escudos convexos, o scuta, por delante, detrás, los lados y hasta por encima de las cabezas. Pero una vez más, esta táctica, pese a su ingenio, podía ser torpe, pues estaba diseñada para reflejar el movimiento deliberado y esencialmente regular que permitía la formación de quincunx —o sea, primordialmente un movimiento restringido a los pasos adelante o atrás—, por no hablar de la relegación permanente del papel de la caballería esencialmente como tropa de apoyo para las formaciones de la infantería. El contraste con la krebkellen de Broken, por otro lado, puede asociarse a la diferencia entre una tortuga y un cangrejo o, por completar la explicación terminológica, una colonia de cangrejos como aquellas en las que estas criaturas se unen para vivir y defenderse. Las dos especies se sirven de sus caparazones externos para protegerse, igual que ambas infanterías entrelazan sus escudos en busca de protección, pero las tropas de Broken sacrificaban parte de la fortaleza de su defensa a cambio de velocidad, maniobrabilidad y, en consecuencia, un potencial ofensivo especialmente encarnado por las unidades de caballería, que cumplían el papel de piernas y pinzas de rápido movimiento». <<
[173] «… mereceríamos las garras»: Gibbon deja pasar por alto esta parte de la conversación, quizá porque no está claro si Akillus se refiere a las «garras» de las krebkellen, o al orgullo que todo soldado de los Garras sentía por las garras de rapaz que adornaban sus capas. No implica ninguna diferencia para la acción subsiguiente. –C. C. <<
[174] «… tan apropiado nombre»: Taankret es, obviamente, una fuente de lo que terminaría convirtiéndose en famoso nombre de caballería, Tancred, y la propia palabra combina elementos relacionados con el pensamiento y el asesoramiento; además parece, efectivamente, apropiada para ese hombre, como tantos otros nombres del Manuscrito. —C.C. <<
[175] «Fleckmester»: Gibbon escribe: «He aquí un nombre que, habida cuenta de las líneas maestras que hemos establecido del dialecto de Broken, no resulta difícil de entender: fleck es un antepasado del alemán moderno pfeilmacher, el que hace las flechas, mientras que mester es, claramente, una variación del antiguo alemán de la palabra meister, maestro». <<
[176] «… largo arco»: como acaso parezca evidente, aquí se habla de arco largo solo para señalar que su longitud es algo mayor que la de los usados por los Bane; no se trata, al parecer, de una anticipación del invento inglés posterior que terminaría por prevalecer en batallas como la de Agincourt. –C. C. <<
[177] «Nerthus»: Gibbon pasa por alto el nombre, quizá porque los estudios en mitología germánica y escandinava no habían alcanzado todavía un punto que le permitiera identificar con precisión a la diosa germánica de la fertilidad; se trata de una extraña omisión, en cualquier caso, porque se trata de la diosa que Tácito menciona de hecho, con esta misma grafía, en su Germania (publicada ca. año 98), situándola con firmeza en el panteón original de las antiguas deidades germánicas, más que escandinavas, y apoyando así la teoría de que gran parte de lo que aún hoy consideramos cultura y mitología escandinavas procedía en realidad de la tradición germánica. Efectivamente, da la sensación de que Gibbon era reticente a dar crédito a las tribus germánicas (quizá por sus repetidas palizas a las «indomables» legiones romanas), pero, como enfrentarse a un sabio de la altura de Tácito le generaba más dudas todavía, optó simplemente por hacer pasar por alto el nombre, como hizo con tantos otros asuntos incómodos.
Solo nos queda la duda, entonces, de saber de qué clase de criatura fuera de lo común estamos hablando: por su comportamiento, su tamaño extraordinario, su fuerza y las manchas de su plumaje, podemos decir con toda seguridad que se trata de la lechuza real de Eurasia (bubo bubo), un ave de fuerza y talla inmensas, tan grande como su formidable prima, la gran lechuza gris de América del Norte (Strix nebulosa), o mayor todavía. Se diferencian fundamentalmente por su apariencia, pues la lechuza gris tiene la cara oval, o circular, y carece de los «penachos que parecen orejas», esos «cuernos» de plumas que en realidad son mera cosmética y no tienen nada que ver con la facultad de oír. La lechuza eurasiática se parece más a la gran lechuza cornuda de América del Norte (Bubo virginianus) por su aspecto, pero tiene un tamaño mucho mayor. Huelga decir que estas criaturas causaban un gran pánico entre los humanos, en parte porque, como todas las lechuzas, pesaban asombrosamente poco en relación con su fuerza: siempre resulta llamativo encontrar una lechuza recién muerta, de cualquier clase, y sentir su extraordinaria ligereza; una ingravidez destinada a potenciar su silencio y su agilidad cuando se trata de volar y cazar. La lechuza eurasiática no solo podía atrapar presas normales, como conejos y otros mamíferos pequeños, sino también cervatillos; en consecuencia, se creía, con cierta lógica y acierto, que también podría apresar corderos, cabras pequeñas e incluso becerros y potrillos recién nacidos (siempre un verdadero peligro), por no hablar de bebés o niños. –C. C. <<
[178] «skutem»: Gibbon escribe: «Como imitaron con tanta exactitud tantas de las costumbres romanas más cruciales, no resulta para nada sorprendente encontrar aquí que estos soldados de Broken transponen directamente el nombre latino del escudo, scutum, a su propia lengua». De todos modos, también es cierto que cuando Oxmontrot hizo de auxiliar extranjero en el ejército romano el scutum clásico había cambiado de forma y de tamaño para ser más ovalado y algo más pequeño; de modo que puede que, de hecho, ignoremos qué aspecto exacto tenían los escudos de Broken, igual que tantos otros detalles concretos de su cultura. –C. C. <<
[179] «… bailar su corro mortal»: en este punto de la historia general del norte de Europa, así como de muchas otras partes del continente, el baile como forma de recreación consistía casi exclusivamente en «bailar en corro»; es decir, se juntaban las manos y luego se emprendían movimientos no coreografiados, primero en una dirección y después en la contraria, etcétera, sin los pasos cortesanos y las máscaras que asociamos a la parte media y alta de la Edad Media. Las únicas referencias comunes que encontramos a otras formas de danza eran bastante siniestras, tanto por su origen como por su significado: había «bailes» asociados con enfermedades graves, por lo general de índole nerviosa —como el baile de San Vito, nombre que se daba a las diversas formas de la corea—, o también (como aquí se menciona) la «Danza de la Muerte», o Danse Macabre, en la que la parca impulsaba a los débiles o enfermos hacia un final generalmente infeliz en el más allá, ya fuera por medio de algún truco o por su pura fuerza. La Danza de la Muerte implicaba a menudo rituales de brujería, a la que se acusaba de tantos desórdenes, sobre todo tras el auge de las religiones monoteístas: de nuevo, la predominancia de esas creencias prestó un triste servicio a la medicina, salvo en los casos de aquellos que se tomaban su fe con cierta ligereza y se negaban a que interfiriese su razón. Pero incluso estos últimos movimientos tenían un sentido meramente conservador: es decir, conservaban un conocimiento existente, descubierto siglos atrás, y más que avanzar o construir a partir del mismo se limitaban a impedir su desaparición; el progreso, tras la imposición de un detenimiento virtual en los siglos IV y V, no volvería a iniciarse hasta el XV o XVI, mil años enteros, o más, que hubieran podido resultar mucho más provechosos. –C. C. <<
[180] «… Hel»: el nombre que se otorgaba, en la mitología germánica y escandinava, al río que se cruzaba para llegar al submundo nunca era tan importante como la ruta que se tomaba para alcanzar su paraíso complementario y excepcional, el Asgard, hogar de los dioses y de los guerreros caídos, o como la figura que vigilaba esa ruta tan elevada. El famoso «puente del arcoíris» conectaba el Asgard con el Midgard (nuestra Tierra) bajo la vigilancia de una figura conocida alternativamente como Heimdall (por lo general, en escandinavo) o como Geldzehn (literalmente, «dientes de oro») en lenguas germánicas, que se aseguraba de consignar las muertes no del todo gloriosas producidas en batallas en el Midgard al reino de Hel. Este era uno de los malvados hijos de Loki, el más misterioso y cambiante de todos los dioses y semidioses de esta tradición, aunque en lo fundamental era hermano de Thor, dios del trueno, y él mismo representaba la divinidad de las travesuras. Hel había sido castigado por Wotan (Odín, Wodenez, el Allsveter del que hemos hablado antes) a gobernar lo más parecido a un inframundo que encontramos en la fe pagana de los germano-escandinavos. El nombre de ese inframundo y el de su gobernante terminaron por fundirse para resultar en el inglés Hell, un lugar del que se decía que estaba al otro lado de varios ríos (en función de cuál sea la versión del cuento que cada uno lea), pero que, en cada caso, parecía cumplir el papel de la laguna Estigia en la mitología griega, aunque las razones por las que uno podía verse destinado a ese mundo oscuro en el sistema pagano escandinavo no dependían tanto de la vida que uno hubiese llevado como de su muerte. Es decir, de si uno había sido guerrero (lo cual, recordémoslo, a menudo incluía a las mujeres) y moría luchando. Hel, por lo tanto, no se limitaba a reclamar las almas de los «malos», sino los espíritus de la gente que muriese por cualquier otra causa, desde la enfermedad hasta un mero accidente: se puede argumentar que es un sistema injusto muy revelador de los valores germánicos y escandinavos. –C. C. <<
[181] «… ballistae»: Gibbon escribe: «He aquí una demostración particularmente clara de la influencia de Roma en Broken, por medio de Oxmontrot y sus subordinados, o uno de los mayores misterios lingüísticos de todo el Manuscrito. Como al principio sospeché de una posible tercera respuesta a esta cuestión —la simple pereza del traductor—, lo presioné con una dureza particular a este respecto. Le pregunté si se había encontrado con algo que, en su mente, le resultaba parecido al pilar de la maquinaria de guerra romana y se había limitado a tomar prestado el nombre. [Las ballistae eran, efectivamente, parecidas a las catapultas —de las que, al parecer, también disponía el ejército de Broken—, solo que más poderosas: si una catapulta se parecía a un tirachinas gigantesco, las ballistae se podían ver como ballestas enormes en una época en que, por supuesto, no existían las ballestas. –C. C.] Sin embargo, él insistió con firmeza en que había encontrado la palabra intacta y la había usado por esa misma razón. En consecuenca, esa posible que muchos soldados de Broken, si no todos, usaran el término sin saber nada de su origen o del significado que dicho origen tenía por cuanto concierne a la transmisión cultural». <<
[182] «… con la artillería»: tal vez la palabra sorprenda a algunos en este contexto, pero el hecho de que Gibbon considere que ni siquiera merece la pena mencionarla demuestra que en ese tiempo aún se entendía que «artillería» se aplicaba cualquier arma que lanzara lo que el hombre no era capaz de catapultar a grandes distancias por sí mismo; para lo que concierne al Manuscrito, se trataba fundamentalmente de las ballistae (ballista en singular) y catapultas. La llegada de la pólvora no hizo más que añadir otra dimensión a este fenómeno; sin embargo el término se usaba desde tiempos antiguos y, efectivamente, la artillería meramente mecánica —sobre todo el trebuchet del alto medioevo— podía lanzar munición pesada con más fuerza y rapidez que muchos de sus competidores de la época cuyo funcionamiento implicaba el uso de la pólvora, aunque también debe señalarse que esas máquinas eran mucho más grandes y difíciles de manejar. –C. C. <<
[183] «… una sábana blanca de seda»: la bandera blanca ya se entendía como señal establecida de rendición, como llevaba siéndolo desde los primeros años de nuestra era. –C. C. <<
[184] «… por algún metal fundido»: Gibbon escribe: «En las primeras etapas del medioevo, no era inusual que quienes sufrían las enfermedades de las que aquí hablamos experimentaran la falsa sensación de que su sangre se había convertido en una especie de “metal fundido”, por muy absurda que pueda parecernos esa noción». <<
[185] «… entonar un canto llano»: es obvio que en este caso se usa la expresión en su sentido más básico. Es decir, para describir una melodía simple y sin adornos que solía oírse en el campo y no para connotar la versión más formal y elaborada que desarrolló la Iglesia católica; como esa distinción se entendía bien en época de Gibbon, él no consideró necesario explicarla. –C. C. <<
[186] «Weda»: el nombre de la hija de Gerolf Gledgesa tiene un oscuro origen, pues solo ha sobrevivido su homólogo masculino, que podríamos asociar con la palabra inglesa Wood [madera], aunque sería difícil precisar con qué significado exacto. Tal vez fuera tan solo una cuestión de pronunciación, pues en los dialectos germánicos de casi cualquier época —y, de hecho, todavía en nuestros días— se pronunciaría como «Vai-da», un sonido inusualmente agradable (si bien, una vez más, difícil de definir) como nombre para chicas y mujeres. –C. C. <<
[187] «… no le duele»: se trata, efectivamente, de un rasgo común de las fases finales de la grangrena que resulta del envenenamiento por cornezuelo y uno de sus síntomas más patéticos, pues tanto los humanos como los animales pretenden comportarse como si aún poseyeran miembros de los que ya carecen. –C. C. <<
[188] «… golpe ahogado»: el traductor al inglés usó aquí la palabra thud, otro de los términos que a menudo cometemos el error de considerar modernos y onomatopéyicos, pese a que, de hecho, son de origen medieval; la necesidad imaginaria, por parte de muchos escritores y traductores, de recurrir a los términos más genuinamente antiguos (mejor dicho, anticuados) explica gran parte de la pomposidad de las versiones (o imitaciones) modernas de lo que ya en el siglo VIII eran una serie de vivaces idiomas europeos. Efectivamente, en este caso, la palabra thud ni siquiera merece un comentario por parte de Gibbon, que probablemente estaría familiarizado con el thudden del inglés medio y con el thyddan del antiguo, padres de este thud. –C. C. <<
[189] «… si vive todavía»: hay algo extrañamente triste en el hecho de que, casi con toda seguridad, Bede (a quien Caliphestros conocía, como ya se ha anotado, por haber pasado tiempo con él en el Monasterio de San Pablo, cerca de Wearmouth) hubiera muerto ya cuando ocurrieron los sucesos que se describen en el Manuscrito. Por las abundantes referencias históricas, culturales, religiosas y científicas mencionadas, se puede fechar esos sucesos en torno al año 745 de nuestra era, mientras que el «Venerable Bede» —un hombre de fe que, pese a ello, tuvo una aportación honesta y sólida a la causa del conocimiento de la historia (y, deberíamos añadir, también de la leyenda)— murió unos diez años antes, en el 735. Es evidente que Caliphestros sentía gran respeto y afecto por Bede; el hecho de que nunca se enterase de la muerte de su amigo no solo parece triste por sí mismo, sino que subraya de manera rigurosa el aislamiento que el «brujo» padeció a lo largo de los diez años que pasó en el Bosque de Davon. –C. C. <<
[190] «… una cerveza especial»: lo que hoy entendemos por cerveza solo pudo empezar a destilarse en Europa, de hecho, a partir de esta época, pues los primeros cultivos domésticos de lúpulo datan del paso del siglo VII al VIII, aunque muchas fuentes dicen que solo servía para fines medicinales y que el lúpulo no sirvió para crear cerveza hasta el siglo XI. Así, parece que Broken se adelantó una vez más a su contexto europeo: porque, si bien existían otras formas de la cerveza desde tiempos antiguos, fue el uso del lúpulo (que originariamente crecía de manera silvestre en las montañas) lo que confirió a la cerveza «moderna» la capacidad —tal com afirma Keera— de enloquecer a la gente por su efecto pseudonarcótico. –C. C. <<
[191] «… glasto… campanillas de la pradera»: el glasto (Isatis tintoria) es una planta que, efectivamente, produce un tinte azul muy popular (y, en consecuencia, a menudo confundido con el índigo). Sin embargo, recientemente se ha descubierto que, tomado como medicina, el glasto puede contener entre veinte y treinta veces la cantidad de glucobrasicina (un poderoso agente anticancerígeno) que se encuentra en el brócoli, el vegetal moderno más comúnmente citado en relación con la prevención del cáncer y la lucha contra el mismo. Al rasgar o frotar las hojas del glaseo se aumenta aún más su poder (del mismo modo que al rasgar los semilleros de la amapola se intensifica la cantidad y la fuerza del opio producido); así, la afirmación de Keera, según la cual el glasto es eficaz contra las excrecencias, «sobre todo dentro del cuerpo», se refiere, casi con total seguridad, a su capacidad para inhibir o reducir los tumores. Por otra parte, lo que ella llama «campanillas de la pradera» (nombre informal con el que el alemán moderno se refiere todavía a la Pulsatilla nigricans), era otra medicina natural milagrosa, usada para una larga lista de propósitos y problemas que van, como la propia Keera explica, del dolor menstrual al refuerzo del útero durante el embarazo, pasando por su capacidad, más común e importante, de contrarrestar las causas de lo que entonces se despreciaba como «fiebres», capaces de poner en peligro la vida. También se podía usar, y se puede todavía (según qué fuentes se consulten), para tratarlo todo: desde las hemorroides hasta los dolores de espalda o de muelas. ¿Era algo así como el aceite de serpiente de la época barbárica? No parece probable, puesto que sigue usándose todavía en diversas medicinas tradicionales de manera eficaz; sin embargo, la lista completa de problemas contra los que se supone que puede actuar es inverosímil. –C. C. <<
[192] «… como si fueran verduras»: Heldo-Bah se refiere a las antiguas «artes» alquímicas tal como las conocían tanto sus practicantes como sus detractores: porque ni siquiera los más entendidos de sus practicantes trataban la alquimia como pura ciencia. Como tantas áreas del aprendizaje durante la Edad Media y Oscura (y de manera no muy distinta a algunas ciencias de nuestros días) la alquimia obtuvo más fama —o quizá «mala fama»— por sus prácticas más absurdas que por sus contribuciones muy reales, aunque no tan llamativas, a la ciencia, a la medicina y a la filosofía (y a través de la filosofía, como explicaría más adelante Carl Jung, a una especie de protopsiquiatría y psicología). Heldo-Bah nombra dos de esas actividades extremas: el intento de convertir metales básicos en oro (el más famoso, por supuesto, de todos los esfuerzos de la alquimia), así como el deseo particular de algunos de sus practicantes de crear unos humanos en miniatura, llamados «homúnculos», fundamentalmente por medio de inyección de esperma (en el que se suponía que residían todos los elementos que a la larga daban lugar al ser humano) en cualquier lugar que no fuera el vientre de una mujer. Muchos alquimistas, aunque no todos, veían el vientre como poco más que un saco protegido y rico en nutrientes que podía replicarse, preferiblemente en la tierra, evitando así lo que el pensamiento medieval postribal llamaba a menudo «la perniciosa influencia femenina» en la vida resultante.
Lo que merece la pena señalar acerca de la alquimia, por cuanto concierne a la comprensión de la importancia del Manuscrito de Broken, es que muchos de sus proyectos se convirtieron en muy válidos avances en campos que van de la metalurgia a la química, pasando por aplicaciones domésticas comunes, como la cosmética, los tintes, la creación de cristal y cerámica. Pero sus logros más importantes se centraban en la química militar: los alquimistas terminaron por descubrir la pólvora, así como el arma más misteriosa y elusiva de toda la historia militar: el fuego griego (sobre el cual bien pronto tendrá mucho que decir el Manuscrito de Broken). El esfuerzo por refinar metales elementales —objetivo perseguido por la famosa leyenda de conversión del plomo en oro— llevó a la creación de variantes del acero cada vez más duras y sofisticadas a partir de la base del hierro y el carbono. <<
[193] «… rápida y silenciosa»: Caliphestros parece jugar de manera intencionada con el miedo sobrenatural y los prejuicios contra la mayoría de los felinos, ya fueran mayores o menores, que han hechizado la historia de Europa y Asia desde la época de los romanos. Y la reacción especialmente irracional que, con gran malevolencia, convierte a los grandes felinos (ya sean los tigres de la India, los leones de África, incluso los pumas en América del Sur) en «comedores de hombres» demuestra esa ignorancia y ese miedo en su peor y más clara expresión: al fin y al cabo, los lobos y otros cánidos han dado caza al hombre desde el alba de los tiempos sin que se les atribuyera la intención particular y específicamente maligna que con tanta presteza concedemos a los felinos «comehombres». El resultado, de todos modos, consiste en que los grandes felinos han sufrido la caza hasta el punto de la extinción, o casi, y al mismo tiempo se han convertido en objeto de fascinación y de posesión por parte de quienes quisieran demostrar que son capaces de dominar o (de manera aparentemente más benigna, aunque con la misma función destructiva) domar a estos animales, los más salvajes entre todos los salvajes: hoy mismo, por ejemplo, hay más tigres en manos de amos particulares en Estados Unidos (por lo general conservados en circunstancias abominablemente crueles), que en todas las junglas del mundo.
Cualquiera que tenga algún interés en explorar una organización y un centro que practica una bondad invaluable en la causa de ofrecer un rescate y un hogar a dichos animales, educando al mismo tiempo a los estadounidenses y a cualquiera que se preocupe (o sienta una mínima curiosidad) por este problema puede ponerse en contacto con Big Cat Rescue en Tampa, Florida; su sitio web se encuentra en www.bigcatrescue.org. —C.C. <<
[194] «… perro-búho de Davon»: el escepticismo inicial de Keera está justificado. Casi todos los búhos ululantes de gran tamaño son capaces de emitir sonidos perrunos (John James Audubon llamaba al Gran Búho Barrado americano «el búho ladrador»), mientras que son pocos los que pueden hacer todo lo que se supone que puede hacer y hará el pájaro del que aquí se habla, de modo que el primo europeo del búho barrado no sería un buen candidato. Con toda probabilidad, el pájaro en cuestión sería la lechuza real de Eurasia, sin duda la misma Nerthus que ya hemos conocido, y eso explicaría que Caliphestros responda al asunto con evasivas de momento: todavía no confía plenamente en los expedicionarios. –C. C. <<
[195] «heldenspele»: Gibbon escribe: «Aquí encontramos una frase cuyo significado apenas puede interpretarse a medias con cierta seguridad. Está claro que conocemos la palabra que ha sobrevivido en el alemán moderno, helden, “héroe”; en cambio, solo podemos proponer conjeturas informadas para spele. ¿Es de raíz gótica o de cualquier otra tribu bárbara? ¿Deberíamos entenderlo como una forma primitiva del alemán Spiel, que significa “juego”, o de spielen, “jugar”? Lo único que podemos afirmar con certeza es que Veloc pretendía componer alguna clase de relato heroico de transmisión oral». De nuevo, Gibbon contaba con la limitación de los reducidos conocimientos de su época sobre el gótico: de haber contado con las ventajas de que disponemos ahora, sin duda habría identificado spele en el dialecto de Broken como síntesis de Spiel y spill, siendo este el término gótico para «relato», especialmente en el sentido del «relato heroico». –C. C. <<
[196] «… el fresno del dios del trueno de los francos»: tal vez la leyenda más duradera de cuantas emergen de los tiempos de San Bonifacio entre las naciones germánicas sea esta célebre tala del árbol supuestamente favorito de Thor, el dios germano-escandinavo del trueno, después de haber pedido al dios que, si en verdad era capaz de hacerlo, lo detuviera con la muerte. Bonifacio dio unos cuantos golpes al árbol y entonces, según la leyenda, se alzó un gran viento que lo arrancó de raíz y lo dejó tumbado, tras lo cual todos los miembros de la tribu local se convirtieron al cristianismo y construyeron una capilla en el lugar que antes ocupara el árbol.
Sin embargo, Heldo-Bah, en un error que muchos cometieron antes que él y siguieron cometiéndolo en tiempos posteriores, se confunde de árbol en su relato; se supone que el árbo de Thor que cayó derribado por el viento divino de Bonifacio era un roble; Heldo-Bah lo sustituye por el Fresno de la Vida de la mitología escandinavo-germánica, el Yggdrasill, cuyas raíces y ramas supuestamente contenían los nueve mundos del sistema mitológico de dicha religión. –C. C. <<
[197] «Cuba de los Zurullos»: tal como señala Gibbon: «Una vez más nos encontramos ante una prueba de la medida en que el dialecto de Broken establecía un lazo entre diversos dialectos germánicos antiguos, o incluso primarios, y el alemán moderno, porque el homónimo del que aquí se habla apenas ha variado en nuestros días: en alemán Bohnen significa “deposiciones” (y también “alubias”), mientras que Fass, aunque figure como combinación de letras en otras muchas palabras, por sí mismo tiene, efectivamente el significado de “cuba”. Sin embargo, esa connotación procaz no ha sobrevivido en ningún otro de los relatos y leyendas sobre la vida de San Bonifacio (672-754) y su larga carrera dedicada a la conversión de los pueblos germánicos al cristianismo, quizá porque, pese a ser rebautizado como Bonifacio por el papa Gregorio II en el año 719, el hombre en cuestión siguió viajando bajo el nombre de Winfred, aunque, según parece, no precisamente en Broken». <<
[198] «… qué se hizo de él»: Boniface, efectivamente, tuvo un gran éxito en la conversión de tribus germánicas al cristianismo y quiso trasladar ese éxito a las tribus incursoras de regiones más nórdicas; sin embargo, en este último empeño se le truncó la suerte. Aunque seguía vivo, con toda probabilidad, cuando ocurrieron los sucesos que se narran en el Manuscrito de Broken, al final lo mataron unos incursores paganos en el año 754 y, si aceptamos la propuesta de Gibbon, según la cual el término «varisios» designaba en Broken a los frisios, el escepticismo de Heldo-Bah está justificado, pues fueron los frisios quienes se lo cargaron. –C. C. <<
[199] «… río Nilus»: de nuevo, Caliphestros usa el término latino para nombrar un lugar o un objeto (en este caso, el río Nilo) y tanto el narrador como el traductor al inglés lo dejan en la misma forma, obligándonos a preguntarnos por qué: sin embargo, como parece importante que la referencia se haga en esa lengua (y, además, el significado es obvio), yo también he optado por dejarlo como está. –C. C. <<
[200] «… esos barcos de grano»: una vez más, Caliphestros menciona una noción tentadoramente cercana a la verdad: efectivamente, la Muerte Negra viajó por las rutas del grano desde el Alto Nilo hasta los puertos de Egipto, y desde allí hasta Europa, transportado por las ratas que llevaban las pulgas responsables de transmitir la infección. Él veía la conexión metafórica: sin embargo, si hubiera contado con el tiempo y los instrumentos necesarios, es más que probable que un científico tan perceptivo hubiese descubierto que la conexión era en realidad de naturaleza causal. –C. C. <<
[201] «… acostarse con su hermano»: Gibbon escribe: «Nadie familiarizado con la mitología escandinava y germánica se sorprenderá por este comentario, pues las historias de sus dioses, como las de casi todos los panteones del mundo conocido, contienen ejemplos importantes de emparejamientos incestuosos (con o sin conocimiento) entre hermanos y hermanas. Y esas historias escandinavas incluyen específicamente uno de los más famosos mitos de este tipo, la del héroe conocido en Alemania como Siegmund, y su hermana Sieglinde». Por desgracia, Gibbon vivió algo más de medio siglo antes de que la reinterpretación acaso más famosa de este mito —la contenida en Las walkirias de Richard Wagner, segunda entrega de su ciclo monumental, El anillo de los Nibelungos— golpease a un público que ni se la esperaba, en 1869; una vez completado, el ciclo del Anillo se convertiría enseguida en una de las obras más exitosas de la literatura operática, pese a que nunca dejó de ser controvertida. –C. C. <<
[202] «Alandra»: aquí y passim, Gibbon escribe: «Se diría que es una referencia al sitio de Troya, por lo que Alandra sería, al parecer, la variante del nombre de Helena en Broken. La posibilidad de que los gobernantes y el pueblo de Broken hubieran conocido la Guerra de Troya a partir de una traducción a su propio dialecto a partir (con toda probabilidad) de un texto en latín de La Ilíada de Homero, ya es mucho más difícil de demostrar, pues a menudo los nombres viajan hasta lugares a los que nunca llegó su contexto original. Ciertamente, es posible que el propio Caliphestros fuera autor de dicha traducción, aunque esta Alandra era ya una niña de unos siete u ocho años cuando él llegó a Broken, lo cual descarta la posibilidad de que fuera él mismo quien sugiriese el nombre. Además, es fácil anticipar lo dificultosa que habría resultado la propagación de leyendas extranjeras tan inquietantes en una sociedad tan cerrada y pagada de sí misma como la de Broken, lo cual aumenta la probabilidades de que Caliphestros nunca tradujera esa obra y el nombre hubiera accedido al reino por medio de algún mensajero previo, muy probablemente el mayor admirador de las culturas helénica y romana en toda la montaña de piedra, el mismísimo Oxmontrot». <<
[203] «Kreikish… Graeci»: la primera presentación —despreciada en esta ocasión por Gibbon— del gentilicio que el dialecto de Broken usaba para los griegos viene acompañada por una segunda palabra, término latinio para los mismos. El propio Caliphestros explica las razones para sus diferentes usos, razones que acaso expliquen por qué Gibbon los pasó por alto. –C. C. <<
[204] «… saborear los aromas»: se trata de una afirmación extraordinaria por parte de Caliphestros y parece obvio que se basaba en los estudios anatómicos —es decir, en las disecciones— que había practicado en etapas anteriores de su vida: ciertamente, nadie entre los Bane, ni entre los Altos, podía ser consciente —habida cuenta de su nivel de desarrollo científico y del terror que les causaban las panteras de Davon— de un aspecto tan relativamente arcano del sistema sensorial de los felinos, que se encuentra en todo el árbol de la especie, desde los gatos domésticos hasta sus parientes mayores. La referencia demuestra también lo frustrantemente cerca que estuvieron los científicos —durante las épocas anteriores al nacimiento del Cristianismo y del Islam y a lo largo del crecimiento de los mismos— de alcanzar una comprensión verdaderamente moderna de la anatomía y la medicina, incluso de la veterinaria: porque es cierto que los felinos tienen unos órganos sensoriales exclusivos dentro de la boca, aunque no «saborean» con ellos los aromas, pero sí se puede afirmar que «huelen» con la boca, ampliando así su capacidad de detectar olores, a menudo desde distancias asombrosas. –C. C. <<
[205] «… bayas rosas»: casi con toda seguridad, precursoras de las frambuesas. La espesura y el aspecto levemente espinoso de este zarzal lo sugieren, al tiempo que podemos considerar la frambuesa como parte de la familia de los frutos silvestres rojizos. –C. C. <<
[206] «Brandy de ciruelas… Slivevetz»; Gibbon se toma esta afirmación al pie de la letra, quizá porque no le preocupa la historia de las formas particulares del alcohol, o porque no tiene razón alguna para discutirla. En tiempos más recientes, sin embargo, se ha postulado que el brandy (o el «brandy de vino»), la forma destilada del vino, no se inventó hasta el cambio de milenio, pese a que en algunas historias y relatos heroicos (que, como ya hemos visto, eran la misma cosa) de la Era Oscura encontramos referencias al mismo. Esta discrepancia podría explicarse mediante la posibilidad de que el brandy se hiciera desde mucho antes de que los monjes y otros vinateros de la provincia francesa de Cognac anotaran y formalizaran la receta; o podría ser una de las muchas pruebas de que algunos inventos menores, o incluso otros mayores, apenas llamaban la atención hasta que aparecían en alguno de los «grandes» estados de Europa, entre los que desde luego los reinos balcánicos —originarios del brandy de ciruelas— no se contaban ni entonces ni ahora. Sin embargo, resulta interesante ver que Heldo-Bah da a la bebida un nombre, silvevetz, que, si tenemos en cuenta el cambio vocálido del antiguo alto alemán, se parece mucho a las abundantes variaciones balcánicas del nombre de esa misma bebida, slivovitz, derivado de sliva, palabra eslava para las ciruelas; cualquiera que haya conocido esa bebida en nuestro tiempo (especialmente en las variedades que no se dedican a la exportación, de un inmenso poderío) dará testimonio de la fuerza demoledora y continua de la que se ha convertido formalmente en bebida nacional de Serbia. –C. C. <<
[207] «naphtes»: más adelante volveremos a este asunto. De momento, baste con señalar que naphtes era un término dialectal del alemán arcaico (y tal vez también de Broken) para la nafta, que, particularmente en esos tiempos, podía tomar cualquier forma posible, desde los licores minerales hasta la gasolina de baja gradación; y que las afirmaciones futuras de Caliphestros sobre ella podrían contribuir a desvelar una de las grandes adivinanzas no ya de la historia de Broken, sino de la historia militar en un sentido general. –C. C. <<
[208] «Ther is moore broke in Brokynne, thanne ever was knouen so»: la renuncia de Gibbon a explicar la aparición de esta única frase solitaria en inglés medio en todo el Manuscrito puede entenderse como una demostración del nivel de conocimientos de la época; no nos consta. Por fortuna, por su parecido con el inglés moderno la frase es bien clara: «Hay tanta ruina en Broken como jamás se ha conocido». –C. C. <<
[209] «… vapores viles, o malos aires»: Gibbon no se preocupó de refutar o matizar esas referencias, que aparecen en más de una ocasión en el Manuscrito porque no podía: los conocimientos de la ciencia de su época sobre las enfermedades infecciosas no se lo permitían. –C. C. <<
[210] «Radelfer»: no se puede afirmar con certeza (y tal vez por eso Gibbon ni siquiera lo intentó), pero ese nombre parece provenir de otro nombre popular germánico que significa a la vez «consejero» y «lobo», connotaciones totalmente adecuadas dado el papel que este Radelfer tuvo para la familia Baster-kin, y especialmente para Rendulic Baster-kin. Efectivamente, es posible que se cambiara el nombre, o que se lo cambiaran, cuando lo escogieron entre las filas de los Garras para cuidar del vástago de la familia del lord. –C. C. <<
[211] La enfermedad juvenil de Rendulic puede identificarse enseguida como migraña: la palabra megrem es, evidentemente, precursora de megrim, en inglés medio, palabra que se usaba para nombrar lo que, desde tiempos antiguos, era una enfermedad bien conocida y descrita en toda su extensión. El hecho de que Gibbon no se dignara tomar nota de este pasaje pudo deberse a que considerara que su explicación era obvia, aunque parece más probable que su silencio procediera de su aversión a hablar de enfermedades crónicas, una costumbre nacida de la incomodidad que le provocaba su propia enfermedad incurable, hidrocele testis, una inflamación de un testículo que, en una época en que estaban de moda los pantalones bien apretados, no solo resultaba dolorosa y seria, sino que también se convertía en fuente de una enorme vergüenza. <<
[212] «… hacia una madurez sana»: antes de que alguien piense que todo esto es pura brujería, o una explicación imaginativa, deberíamos señalar, como no podía hacer Gibbon, que durante cientos de años los sanadores tradicionales han tratado con éxito los terribles síntomas de la migraña con una combinación de fuertes opiáceos, corteza de sauce y matricaria, traducción en este caso del alemán Mutterkraut, término para esa planta de flores parecidas a las margaritas: Tanacetum parthenium, con la variante de Chrysanthemum parthenium, un antiinflamatorio que todavía usan los homeópatas y que ha despertado el interés de la medicina occidental por su posible eficacia en la inhibición del crecimiento de células cancerígenas. –C. C. <<
[213] «… el sanador Raban»: se trata, aparentemente, de un nombre antiguo germánico que significaría «cuervo». No es una asociación muy propicia para un sanador, pero tampoco era un apelativo poco común: era una costumbre popular otorgar a los sanadores de aquel tiempo —vistos fundamentalmente como torturadores macabros que fiaban la eficacia de sus remedios a fuerzas invisibles ajenas a su control, o incluso a su comprensión— nombres y complementos equivalentes a sus miserables sistemas de conocimiento y a su casuística de éxitos. Los sanadores cuyo trabajo podía verdaderamente obtener alguna sistematización y cuotas más altas de éxito, al mismo tiempo, generaban una desconfianza aún mayor porque cada uno de sus progresos inevitablemente ponía en cuestión algún dogma central de alguna de las nuevas religiones monoteístas (como demuestran los casos de Gisa, Isadora y, sobre todo, Caliphestros). –C. C. <<
[214] «Klauqvest»: como solía hacer con algunos de los aspectos más arcanos o excitantes, aunque académicamente inexplicables, del Manuscrito, Gibbon apenas trata ese nombre de manera oblicua: al parecer estaba convencido de que, algún día, nuevas exploraciones de la lengua gótica demostrarían que Klauqvest era un nombre dado a este hombre por sus padres como reflejo de su reacción no solo a la enfermedad que sufrió toda la vida, que parecería ser la lepra —y tal vez algo aún más devastador, pues es obvio que carecía de la inmunidad ante el dolor superficial que caracterizaba a tantos leprosos—, pero también una aparente deformidad de las manos, casi con total seguridad visible desde el nacimiento y no tan poco común en los anales de la medicina. La fusión de la piel, el músculo y a veces incluso el hueso de los dedos de tal modo que las manos parecen pinzas de crustáceos —una enfermedad conocida como ectrodactilismo— se documentó mucho antes de que se descubriera este Manuscrito y antes de Grady Franklin Stiles (1937-1992) se convirtiese en popular figura circense con el apelativo de «Chico Langosta». Y, como en muchos dialectos germánicos se identifica fácilmente klau como «pinza» [claw, en inglés], podemos estar seguros del significado de la primera sílaba, mientras que el significado de la segunda, qvist, se puede conjeturar fácilmente, o eso parece que dijo el traductor de Gibbon: «Para quienes han trabajado en la comprensión del gótico —escribió el historiador—, es la raíz de un término que denota “destrucción”, donde la “v” intercalada debería leerse como una “u”, que en los idiomas germano-anglosajones siempre estuvo emparejada con la “q”, y sigue estándolo; el resultado es un nombre que implica alguna clase de “destrucción” o “muerte” por medio de una “pinza”: en última instancia, un nombre irónico, por no decir cruel, para este tipo desgraciado». –C. C. <<
[215] «… con una toalla»: una vez más, una palabra que podría sorprender a la audiencia actual por anacrónica y contemporánea, y sin embargo merece la pena señalar que no solo es bastante antigua, sino que tiene raíces en los dos idiomas que, según el convencimiento de Gibbon y del traductor del Manuscrito, conformaban las principales influencias del dialecto de Broken: el antiguo alto alemán (cuyo antecedente sería la palabra dwahilla) y el gótico (thwahl). –C. C. <<
[216] «Loreleh»: se trata de una variación del nombre del germánico antiguo Lorelei y la alteración de la sílaba final se explica por el cambio vocálico del antiguo alto alemán. Tiene por connotación una «roca tentadora» y es la variación germánica del canto de las sirenas, referido a uno o varios espíritus de hermosas mujeres que cantaban desde un cabo rocoso del Rin, atrayendo a los barcos y a sus marinos hacia el naufragio y la muerte. –C. C. <<
[217] «el pie como un caballo»: a muchos les resulta familiar esta deformidad, hoy en día corregible por medio de la cirugía, pero que en otro tiempo fue un incurable origen de enormes humillaciones, incluso para los grandes y admirados, desde Claudio, el emperador romano, hasta Lord Byron. El nombre latino de esta condición —talipes equinovarus— sigue usándose como nombre técnico en medicina, pues significa «pie de caballo» o «pie (y tobillo) como de caballo», porque provoca la subida del talón, como en los pies de los caballos, mientras que el resto del pie se tuerce hacia dentro, a veces de un modo tan antiestético que en sociedades antiguas y medievales podía ser causa de graves burlas, e incluso de persecución. –C. C. <<
[218] «Chen-lun»: como ya se ha dicho, podemos hacer poco más que especular con algunos nombres originarios de los hunos que nos vamos encontrando y explicar por qué Gibbon los pasaba por alto. Pero si nos adentramos brevemente en esa especulación veremos que Chen-lun sugiere alguna clase de influencia china, lo cual nos devuelve a la antigua teoría de la relación entre los hunos y sus supuestos antepasados, los Xiongnu (la Gran Muralla se levantó fundamentalmente para defenderse de ellos). Si nos obligaran a traducirlo a un dialecto chino moderno, por ejemplo, encontraríamos un sentido general del tipo de «flor de la mañana» (o, más concreto, «orquídea brillante»); en cambio, si nos pidieran traducir el nombre a alguno de los descendientes principales de los hunos en el mundo moderno —por ejemplo, el húngaro— nos quedaríamos prácticamente en blanco. Y como «Flor de la Mañana» y «Orquídea Brillante» son nombres válidos para una princesa descendiente de familia importante, parece más seguro traducirlo así con la intención de entender no solo este misterio particular del Manuscrito, sino también la pregunta de por qué Chen-lun parece tener unos rasgos que no resultan particularmente propios de los hunos ni de los chinos. De hecho, podríamos saber más por ciertos detalles de la apariencia de la «sirvienta», tal como se explica en el texto, que por el nombre de la señora. –C. C. <<
[219] «… lúpulo silvestre»: mucho se especula con que el lúpulo, por tener propiedades pseudonarcóticas, como ya se ha explicado, se usara primero con fines medicinales y solo después para hacer cerveza; eso, sin duda, debió de dar a su propósito original una connotación de «corrección» y ayudaría a que se entendiera el comportamiento de la gente joven que bebía grandes cantidades de cerveza hecha con lúpulo. –C. C. <<
[220] «Ju»: el nombre de la criada de Chen-lun (de hecho, da la sensación de que sea su guardaespaldas) es otro que aparece —y a estas alturas ya no nos sorprende— sin mención alguna por parte de Gibbon y se enfrenta a los mismos problemas de traducción que los de Nuen y Chen-lun. Desde luego, podemos saber más de esta mujer por el arma que lleva que por su nombre; porque el único resultado definitivo que podemos encontrarle al nombre Ju es un nombre chino para niñas, Ju, que significa «crisantemo»; no especialmente apropiado para esta mujer. Por otro lado, es cierto que los cuchillos de combate de esa clase, llevados en posición horizontal, como aquí, eran específicos de los hunos «negros», u occidentales, que invadieron el norte de Europa (en contraste con los heftalitas, o hunos del este, que confiaban más en una sola espada mientras avanzaban hacia las zonas del sur, a regiones que hoy conocemos como Turquía, Irán y Hungría, entre otras). La apariencia y los nombres de Chen-Lun y Ju, en consecuencia, tienen menos importancia que esta daga solitaria. –C. C. <<
[221] «la sombra de Lady Baster-kin»: aquí, Gibbon escribe: «En más de una cultura antigua encontramos referencias a los sirvientes más cercanos, sobre todo de la mujer, descritos como una “sombra”, término que evidentemente incluía alguna clase de protección y podía referirse por igual a un hombre o una mujer, aunque por supuesto era más frecuente lo segundo». A saber si eso tendría algo que ver con el término familiar moderno, a menudo incorporado en forma verbal en nuestros días, “convertirse en la sombra de alguien”, que al principio se usaba con un sentido de protección, así como para describir el trabajo detectivesco. –C. C. <<
[222] «Adelwülf»: Gibbon escribe: «Tal vez resulte sorprendente, habida cuenta del gran temor que generaban —sobre todo en las regiones del norte de Europa, en las que la escasez de comida en invierno los ha convertido siempre en una amenaza particular—, que los lobos hayan tenido siempre una figuración prominente en las mitologías y nomenclaturas en las nacionalidades de origen tribal. Adelwülf, por ejemplo, es claramente la versión del dialecto de Broken para un nombre común en todas esas zonas y que podría traducirse como “lobo noble”». Lo que Gibbon no podía saber era que al final se asociaría un estigma a la forma moderna de este nombre por culpa, obviamente, de un hombre moderno que tuvo una enorme preocupación por asociar a los marinos y soldados de su patria con los lobos, en el sentido más siniestro: Adolf Hitler. –C. C. <<
[223] «alps»: he aquí una variación de la antigüedad germánica de un personaje sobrenatural que aparece en la mitología de casi todas las culturas desde principios de la civilización y que, en Occidente, se suele conocer con alguna variante del término latino incubus. Se supone que la palabra alp es una derivación alemana de elf [elfo] y, efectivamente, las primeras leyendas sobre los alps hablaban de criaturas que llevaban a cabo las mismas travesuras que en la mitología céltico-anglosajona se atribuyen a distintas clases de elfos, aunque estos eran muy poderosos y siniestros. Al poner el énfasis, aquí, en el componente sexual, en su capacidad de yacer con hembras humanas y producir descendencia mestiza, es cuando el mito del alp se desliza hacia el modelo del incubus. Una de las más famosas criaturas conformadas a medias por hombre y espíritu era y sigue siendo Merlín, el brujo artúrico, de quien se decía que había sido engendrado por un incubus. En cuanto a los mitos del alp y el incubus, propiamente dichos, sus orígenes son oscuros; sin embargo, suele decirse que eran una invención necesaria para dar explicación a una serie de cosas que iban de los embarazos «misteriosos» (resultantes, a menudo, del sexo prohibido, el incesto o la violación) a la apnea del sueño o los terrores nocturnos. También existe una forma femenina del alp, la mareh (o mara, o mare, en otros dialectos); algunos consideran que forma parte de la raíz inglesa de la palabra nightmare [pesadilla]. –C. C. <<
[224] «… marehs»: véase nota anterior. –C. C. <<
[225] «… la Gran Imitadora»: Caliphestros usa terminología y clasificaciones de las enfermedades que se adelantaban con mucho a su uso en el resto de Europa, probablemente debido a sus abundantes viajes; a la sífilis la llamaban, efectivamente, la Gran Imitadora en muchas partes del mundo y por las razones que él mismo cita. Los grandes riesgos asociados a la investigación científica durante esa época en Europa costaron a otros científicos visionarios un duro trato en manos de la Iglesia católica; no es de extrañar que tantos pensadores avanzados en esos terrenos se encerrasen en monasterios y ciudades remotas como Broken, o que persiguieran la vida del hermetismo en territorios salvajes. –C. C. <<
[226] «… mang-bana»: véase la nota 20. –C. C. <<
[227] «… río Rhein»: la grafía correcta en alemán antiguo (y moderno) del Rin, el río más famoso de Alemania junto con el Danubio, entre otras razones porque constituían sus dos fronteras, al este y al norte, por las que Julio César advirtió que Roma nunca debía intentar mandar a sus tropas; el gran conquistador consideraba que aquella tierra y sus gentes eran demasiado primitivas para merecer semejante aventura. (Y, efectivamente, casi todos los emperadores romanos que desobedecieron la advertencia de César lo pagaron caro, empezando por el primero, sobrino del propio Julio César y adoptado luego como hijo, Octavio, llamado Augusto cuando alcanzó el poder). Esta grafía del Rin debió de ser tan conocida entre los estudiosos de finales del siglo XVIII que Gibbon consideró que no merecía la pena comentarla porque diversos dialectos del alemán, así como su forma moderna, por supuesto, eran tan importantes como el latín para quienes estudiaban entonces la historia antigua de Europa. –C. C. <<
[228] «heigenkeit»: Gibbon escribe: «De nuevo nos encontramos ante un ejemplo particularmente llamativo, no solo de la inventiva y la adaptabilidad lingüística del dialecto de Broken, sino también de su rápido desarrollo y su refinamiento de una generación a otra, así como de la atención que los gobernantes y los súbditos responsables de este reino único prestaban a conceptos científicos y sociales que entonces eran muy avanzados, sobre todo en el norte de Europa. La cercanía de la primera porción de esta palabra con nuestra “higiene”, que procede —como sin duda este heigenkeit— del nombre de la diosa griega, y luego romana, de la salud, la limpieza y la recolección, Hygieia [o, en algunas variantes, Hygeia], demuestra que a Oxmontrot le había impresionado mucho la atención que prestaban los planificadores de la ciudad de Roma a estas cuestiones y estaba decidido a que su ciudad en la cumbre de la montaña incorporase las técnicas y prácticas más avanzadas que había visto en el imperio de los Lumun-jani. Pero hay un detalle adicional en el desarrollo del mito de Hygieia que podría aportar una pista sobre la medida en que la reacción del Rey Loco a las causas que ella defendía podía superar la estricta responsabilidad de un gobernante para tratarse de algo personal: en las últimas fases de su adoración, Hygieia se había convertido también en diosa romana de la Luna. No es implanteable, en otras palabras, que Oxmontrot (adorador de la Luna por nacimiento y por elección) interpretara los principios romanos de higiene pública y privada como una política no solo sabia, sino también sagrada, dentro del paganismo romano, claro está, pero más importante aún (ya que el paganismo romano estaba muriendo cuando él participó como auxiliar en sus ejércitos) para su fe en la Luna. Una de las muchas tragedias resultantes de la dominación final del culto a Kafra en Broken es que la conexión íntima entre higiene y religión se perdió, con resultados, como vamos a ver, cataclísmicos». <<
[229] «… llamaba obsese»: Gibbon escribe: «La única variación inmediatamente reconocible de este término es, por supuesto, obsessio, que sería el término real del latín para un asedio. La adaptación de ese término, en cualquier caso, al significado que aquí se aplica —o sea, la conexión con una persona que sufre lo que los últimos escritos de psicología en nuestro tiempo describirían (con palabras que reflejan la etimología griega, así como la latina) como una “manía histérica”—, es fascinante y desde luego no es lo que esperaríamos encontrar en un reino germánico bárbaro. Y sin embargo no es ni mucho menos el único punto en que encontramos conversaciones sobre las implicaciones primarias (o sea, empíricas) o secundarias (teóricas) de estas ideas, que recibieron un título por las actividades conjuntas que inspiraban —psicología— ochocientos o novecientos años después del período relatado en esta historia de Broken». No es que Gibbon se esté regodeando en su frecuente tendencia a la hipérbole; igual que la referencia anterior a los intentos de Galeno de descubrir el significado médico de los sueños, esta cita sugiere una complejidad de pensamiento en la comunidad intelectual de Broken —en particular antes de la muerte del Dios-Rey Izairn— que era única y, obviamente, muy adelantada a su tiempo. –C. C. <<
[230] «plumpskeles»: Gibbon escribe: «Se trata simplemente, según mi traductor, un hombre de amplia experiencia, de una palabra más colorida para “letrinas”.» No podemos más que suponer que Gibbon conocía el efecto que tendría la traducción aparentemente literal de la palabra para un Burke más bien formal: porque plumpskeles es otro término de transición entre el viejo alto alemán y el moderno, teniendo este último la palabra Plumpsklos o, de manera muy literal, «agujeros de mierda», representativa de los agujeros excavados a modo de lavabos y que por alguna razón siempre iban a pares; de ahí el plural usado por Isadora, porque hemos visto cuatro letrinas de agujero en el patio trasero de la casa de Berthe. –C. C. <<
[231]«Kriksex»: Gibbon escribe: «He aquí un nombre que debió de ser claramente idiosincrático, incluso dentro del dialecto de Broken. Aunque tiene fragmentos y aspectos de elementos comunes a varias formas del alemán, así como del gótico, no le encontramos sentido alguno en función de lo que sabemos hoy en día, dato que dejo anotado tan solo porque parece adecuado». Y efectivamente lo era, dada la naturaleza del personaje y su función; y los estudios modernos no nos han ayudado mucho, por no decir nada, más que en la época de Gibbon. –C. C. <<
[232] «Gerfrehd»: es evidente que Gibbon consideró que la explicación del nombre de este sentek del ejército regular no merecía su pérdida de tiempo, quizá porque es uno de esos nombres germánicos compuestos que a menudo parecen un oxímoron: es casi seguro que se trata de la versión dialectal de Broken de Gerfried, a menudo traducido como «lanza de la paz». Pero se vuelve más comprensible cuando tenemos en cuenta que su significado original es probablemente más general, como «guardián de la paz». Y habida cuenta de nuestra ignorancia general acerca del dialecto de Broken, tal vez nunca sepamos exactamente qué significa esta versión, pero si fuera «guardián de la paz» resultaría un nombre estrictamente apropiado para un hombre cuyo papel parece consistir definitivamente en patrullar la sección de los muros de la ciudad que terminará por demostrarse fundamental. –C. C. <<
[233] «M. Rousseau»: Burke habla de uno de los filósofos más celebres de esa época, Jean Jacques Rousseau, por quien sentía poco más que desprecio. A Burke le parecía que las teorías de Rousseau sobre el Romanticismo y la introspección no eran más que pura vanidad y espíritu promocional y que sus teorías sobre la ciudad resultaban peligrosamente desestabilizadoras. Sin embargo, la mayor parte del tiempo el ansia de venganza de Burke contra Rousseau, a quien no conoció personalmente, era extremada y evidentemente ad hominem, aunque, en honor a la justicia, a Rousseau le cayeron ataques duros desde rincones mucho más liberales que el de Burke; el incipiente movimiento feminista, por ejemplo, dirigido por pioneras como Mary Wollstonecraft, no conseguía perdonar a Rousseau por su manera de relegar a las mujeres a un papel estrictamente doméstico en su descripción de la sociedad ideal. –C. C. <<
[234] «… de la época en que compuso el texto»: Burke no creía que la confusión al respecto del momento en que el narrador compuso esta historia, algo que Gibbon consideraba como una especie de artefacto literario, tuviera que serlo por fuerza. A él le preocupaba que, si bien podía tratarse de algún personaje importante que echara la vista atrás, también podía estar escrito mirando hacia delante, no con pretensiones proféticas, como diría Gibbon, sino con el don de la profecía. Él dejó claro que su candidato para ocupar este último lugar era Oxmontrot, a quien Burke consideraba (al contrario que, digamos, todos los soldados de Broken) loco de verdad. Todo eso explica no solo la «ambigüedad temporal» de Gibbon, antes mencionada, sino el sentido de responsabilidad que siente el narrador desde el principio; porque los futuros gobernantes del estado eran sus descendientes, y ellos tendrían que escoger a los ministros importantes de la ciudad, como Lord Baster-kin. –C. C. <<
[235] «… lucha de religiones… padres estrictos… perverso hedonismo»: Burke golpea aquí con intención, pues se trataba de los tres asuntos más tiernos en la vida de Gibbon y los dos primeros tenían que ver con su conversión del anglicismo al catolicismo, ida y vuelta, la última vez debido a la amenaza de su padre de desheredarlo. Pero la religión formal, popular, en general no lo interesaba y su atracción por el «perverso hedonismo» se debía en parte a ello y en parte a la vida solitaria a que lo obligaba su hidrocele testis, o inflamación de un testículo, que se volvió tan avergonzante que el historiador llegó a pasar por tres operaciones ineficaces para intentar corregirlo y terminó muriendo porque el último cirujano le había provocado una peritonitis. No resulta difícil ver en todo esto (tal como dice Burke) los orígenes de las razones de Gibbon para sentir esta atracción tan compulsiva por la «leyenda» de Broken. –C. C. <<
[236] «… ardillas y gatos monteses»: la palabra «ardilla» viene del griego y del latín por una secuencia idenfiticable de lenguas romances, así como por medio de los términos originales germánicos y escandinavos, y es probable que el traductor del Manuscrito la usara como término familiar y conveniente, pues el alemán usa Eichkätze, o «gato de los árboles» (en realidad, «de los robles», llamado así por la bien conocida preferencia que las ardillas muestran por las bellotas). Nos queda preguntarnos por qué el traductor al inglés hablaba de «ardillas y gatos monteses» [la cursiva es mía]. ¿Acaso los Bane establecían una distinción entre dos tipos de ardilla distintos? ¿O existía en esa época otra criatura que desde entonces ha desaparecido, en una pérdida mucho más trágica que la de una palabra muerta? Esas son las preguntas que se plantean por la desaparición de palabras y lenguas; preguntas que, por desgracia, nunca se pueden contestar. <<
[237] «… penachos de plumas»: uno de los misterios duraderos de la zoología que seguimos sin resolver es por qué tienen las lechuzas este rasgo. Parece claro que es una treta defensiva, porque los penachos se vuelven más altos y pronunciados en momentos de desafío y peligro; pero si sirven para dar a la lechuza apariencia de mamífero ante otros depredadores, o si cumplían una función de camuflaje para que el ave pudiera fundirse con mayor eficacia con los troncos de los árboles y con sus ramas, es todavía objeto de debate. –C. C. <<
[238] «… el temido Muspelheim»: una frase aparentemente informal que, en realidad, se refiere a un elemento importante de la mitología germánica y escandinava antigua. En la Era Oscura, y antes, se extrajeron muchos minerales como el hierro de los sitios donde eran fáciles de recoger, como ciénagas, pantanos y campos de musgo, para luego trabajarlos en un tipo de montículo (pfell) que en muchas partes del mundo cumplía las funciones de forja. Esa práctica causó tan honda impresión en las tribus germánicas y escandinavas que la consagraron en sus respectivas mitologías y en una de las primeras épicas del antiguo alto alemán, Muspilli (título que no se sabe si tenía relación etimológica, pero sin duda estaba conectado temáticamente con el fogoso reino pagano del Muspelheim o Muspell); aunque el poema pretende cristianizar muchos elementos de la leyenda —acaso convirtiéndose en otro de los puntos de conexión entre el cristianismo y el mundo pagano de los dioses germánicos y escandinavos—, presentaba un vívido retrato de ese infierno cataclísmico que en el folclore popular era el primero de los nueve mundos que existían bajo el fresno Yggdrasill. Las estrellas se formaban a partir de las centellas de Muspell y de allí salían también, en la época de Ragnarok, tan parecido al Armageddon, los tres hijos de Muspell, acompañados por el fogoso gigante, Surt, que (según a qué fuente se consulte) goza de la compañía de un lobo que se tragará el sol. Los hijos de Muspell destrozan el gran puente del arcoíris para llegar al Asgard y traen a todas las criaturas y creaciones de la Tierra fragilidad y ruina. Los Bane, creyentes de la fe antigua, al parecer también daban crédito a alguna versión de esta historia; y todo indica que su miedo a lo que estaba creando Caliphestros entraba en colisión con la excitación que les producía el poder que esperaban obtener de aquellos trabajos, creándose así un estado de tensión general que se remontaba a sus infancias. Este estado de ansiedad al parecer motivó a Keera a descubrir cuanto pudiera sobre los motivos del anciano y se veía reforzado por la presencia constante de Keera cerca de las bocas de las minas: ¿sería ella, y no un lobo, el animal gigante que se iba a tragar la luna? –C. C. <<
[239] «… el acero casi milagroso»: lo que aquí se nos presenta es una versión reducida de la transformación del carbón en coque, un combustible que al ser incinerado produce grandes aumentos de temperatura en los hornos. Caliphestros debió de aprender sus criterios para determinar qué carbón servía mejor para «cocinar», de nuevo, en sus viajes al este por la Ruta de la Seda, ya que ese proceso lo usaban los chinos al menos desde el siglo IX; sin embargo, podría tratarse de otra innovación tecnológica más que, pese a ser atribuida de un modo más o menos automático al Imperio chino, en realidad salió antes de tierras de la India. Sin duda, el hecho de que Caliphestros lo conociera así lo sugiere. –C. C. <<
[240] «… al más ardiente de los Nueve Hogares»: otra referencia al Muspelheim, el inframundo más ardiente —o, según algunos relatos, el único que de verdad ardía— bajo el fresno del mundo, Yggdrasill. También es el lugar del que se esperaba que salieran los fuegos cataclísmicos que dieron inicio al universo y que pondrían también en marcha su fin o Ragnarok. –C. C. <<
[241] «… la naturaleza de esos otros elementos»: los herreros Bane no ponían en marcha (del todo) su imaginación, pues algunos rastros de otros minerales y elementos sí se colaban en el acero y afectaban tanto la fuerza como el color de cada tanda. Eso podía incluir ingredientes variados como el níquel, el zinc, la hematita y, más adelante, el vanadio (otro argumento a favor de la idea de que el Manuscrito se compuso más tarde, pues el vanadio se usaba de manera informal al final de los períodos que aquí se describen, pero su reconocimiento formal en Occidente fue mucho más tardío). Una vez calentados y trabajados, estos ingredientes podían producir bandas extraordinarias de colores que iban del gris al rojo, pasando por el marrón y el amarillo, apariencia que aumentaba la reputación del metal como una especie de acero «sobrenatural» o «antinatural». –C. C. <<
[242] «… los reinos de Oriente»: esta afirmación no puede sino hacernos pensar en el ejemplo supremo del acero laminado por capas: las espadas de los samuráis de Japón. También de ellas se creía que tenían, por su combinación de fuerza y finura, poderes sobrenaturales: los occidentales al verlas decían que eran, cuando menos, milagrosas. Se decía que alguien había hecho una espada con cuatro millones de láminas (plegadas y replegadas); y no son espadas muy gruesas. Fuera cierto o no, el hecho es que esas espadas podían causar daños devastadores en todas las armas occidentales, incluidos los rifles y las pistolas pequeñas. –C. C. <<
[243] «… danza de apareamiento»: no es un exceso poético; en muchas especies de osos, entre las que al parecer se contaba el pardo de Broken, se llama «danza» a los movimientos y ruidos que hace el macho al encontrarse el aroma que la hembra va diseminando deliberadamente. La referencia de Keera acerca de que el área cubierta por el aroma de la hembra es demasiado pequeña también es correcta, pues esas hembras esparcen su aroma lo máximo posible para atraer al macho. La única pregunta de verdad, a la que pronto nos acercaremos y tal vez demos respuesta, es por qué este segundo hecho tenía que ser así. –C. C. <<
[244] «… bosques primigenios»: en este caso, encontramos un término anacrónico que nos ayuda a confirmar la época de traducción al inglés del Manuscrito, más que a discutirla. En contra de lo que suele creerse, una vez más, la palabra primeval respondía a una noción de finales de la Ilustración y principios del Romanticismo, no a una idea medieval, un supuesto redescubrimiento de cómo se percibían los bosques en la Edad Media y Oscura que tenía poco que ver con los hechos y solo se popularizó por el auge de las sociedades industrializadas y por la habilidad humana para controlar y destruir esos lugares, sintiéndose a partir de entonces libre de su amenaza. Igual que la cansina idea del noble salvaje, cuya nobleza solo se alcanzaba cuando se encontraba sometido en gran parte, el bosque primigenio no bastaba para explicar el terror absoluto con que mucha gente contemplaba la tierra silvestre en la época de las leyendas como esta de Broken; por repetir los comentarios previos sobre el Bosque de Davon (véase nota 7), era una fuente de terror y muerte, no de romanticismo y de reconexión con un modo de vida anterior y más fundamental que de algún modo contribuiría a la limpieza del espíritu. –C. C. <<
[245] «… que los nudillos»: Tácito escribió sobre la pasión de las tribus germánicas por el juego, en especial por las tabas (hechas, por lo general, con huesos de las falanges de ovejas y cabras) y los dados. A lo largo de esos juegos, los jóvenes se jugaban de manera rutinaria su libertad cuando se quedaban sin fondos, y se sometían obedientemente a la esclavitud si el resultado no les era propicio. Efectivamente, según Tácito, en Origen y territorio de los germanos, «lo maravilloso es que jugar con los dados es una de sus dedicaciones más serias y hasta cuando están sobrios quieren jugar». En cuanto a la pérdida de libertad: «Así perseveran por un mal camino: ellos lo llaman honor». O sea que el juego de toda clase era ciertamente una parte poderosa de la cultura de la gente de Broken y de la mayor parte de las tribus que la rodeaban. –C. C. <<
[246] «… un linnet llamado Crupp»: un nombre que no tenía por qué llamar la atención de Gibbon, pero que hoy en día destaca por su parecido con la «dinastía». Krupp, de los mayores fabricantes de acero y armas de Alemania, que empezaron a destacar a finales del XVIII y principios del XIX y que de hecho tenían su sede central en la ciudad de Essen, que era y por supuesto sigue siendo la «antigua ciudad al oeste de». Broken. ¿Acaso este Crupp se había exiliado de ese clan y el cambio de grafía se debe al dialecto de Broken? ¿O acaso no hay ninguna relación entre los dos apellidos? El hecho de que a ambos les preocupara la artillería en sus respectivos períodos resulta intrigante, aunque no concluyente, porque la fortuna de los Krupp procedía tanto de la fabricación de armamento como del hierro. –C. C. <<
[247] «… ha empezado a llover»: hace tiempo que la conexión entre el síndrome del dolor crónico (como el que sufren quienes tienen heridas o fracturas de huesos de larga duración) y la llegada de la lluvia se acepta como algo más que una leyenda popular o una suma de experiencias puramente anecdóticas. El mecanismo preciso de esa conexión todavía no se conoce en todos sus detalles, pero se cree que radica en el hecho de que las caídas bruscas de la presión barométrica afectan al equilibrio del fluido cerebro-espinal, y esos cambios a su vez afectan a cualquier anomalía del sistema nervioso periférico. Una vez más se trata de un área en la que el griego Galeno y sus seguidores hubieran prestado un gran servicio si las grandes religiones monoteístas no les hubiesen obligado a esconderse ni les hubiesen prohibido la práctica de autopsias. –C. C. <<
[248] «… ingeniero llamado Bal-deric»: Gibbon escribe: «Un nombre inquietante, otro más que tenía que proceder de una dirección entre dos posibles, pero no sabemos cuál es la más probable, podría ser una variedad del escandinavo Balder, nombre del hijo más bello y virtuoso de Odin, cuya muerte, en ese mismo relato mitológico, provoca el despertar del Ragnarok; pero también podría tratarse de la versión de Broken del germánico Derek, variación a su vez del ostrogodo Theodoric. La suma de una sílaba extra queda sin explicar en ambos casos; sin embargo, la combinación de los dos podría ser una nueva señal de la función que cumplía el dialecto de Broken como crisol de distintas lenguas regionales». <<
[249] «… ruedecillas y alambres de acero»: se conservan algunas descripciones anecdóticas de extremidades protésicas desde los tiempos antiguos, aunque los científicos no empezaron a recoger ejemplos hasta el final del medioevo y el principio de la era moderna, quizá porque hasta entonces las prótesis no eran aceptables desde un punto de vista religioso y, como muchos otros avances científicos, había que destruirlas. También puede ser que las descripciones más antiguas sean mitológicas. Ciertamente, no sería esta la única área, como ya hemos visto, en la que los científicos e inventores de Broken se anticiparon a lo que muchos considerarían un desarrollo posterior. –C. C. <<
[250] Weltherr: Gibbon escribe: «No hay ningún gran misterio asociado a este nombre. Weltherr debe de ser cognado del Waldhar del alemán antiguo, que ha llegado hasta nosotros con la muy común forma de Walther (o el inglés Walter), cuyas partes constituyentes se traducen a grandes rasgos como “señor del ejército”. Es evidente que los padres de este tipo, cuando le pusieron ese nombre, tenían en mente algo más ambicioso que la composición de mapas militares, pese ser cierto y demostrarse siglo tras siglo que el ejército que poseía los mejores mapas —tanto físicos como topográficos— gozaba de una clara ventaja». <<
[251] En este capítulo final del Manuscrito nos encontramos con incongruencias en los estilos de organización que para Gibbon —como, tal vez, para muchos lectores actuales— podían resultar enloquecedoras. Es bien conocida la pasión de Gibbon por la organización uniforme; sin embargo, de ese modo se pasa por alto obstinadamente la variedad de estilos de la mayor parte de leyendas, sagas, eddas, etcétera, de ese mismo período, que con frecuencia representan tan solo la manera en que esos relatos se contaban una y otra vez (a menudo por autores distintos, aunque no parece que este sea el caso) a través de los tiempos; el Manuscrito de Broken puede ser confuso, en ese sentido, pero es totalmente coherente desde un punto de vista histórico. –C. C. <<
[252] «… mismo halo brumoso… hasta el fin de los tiempos»: Gibbon anota que en su época «ocurría así con mucha frecuencia en la montaña llamada Brocken, aunque sería imposible, por supuesto, discernir si ese “anillo” se formó por primera vez durante esta marcha en la que se selló la alianza entre los Garras y los Bane». Hoy podríamos afirmar lo mismo con igual facilidad; sin embargo, en tiempos más contemporáneos (e incluso en los de Gibbon, aunque él no lo diga) esa bruma, más que aportar la connotación de una bendición divina, como parece insinuar el autor, aumentaba la reputación siniestra de la montaña. –C. C. <<
[253] «… aliados»: otra de esas palabras que sonarán anacrónicas a muchos oídos por su fuerte asociación con la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, de hecho nos llega del principio de la era medieval, a partir del inglés medio, y está compuesta de partes todavía más antiguas. Por supuesto, la noción de los aliados, o de los «ejércitos aliados» era común en el mundo de la Antigüedad y uno de los primeros y más famosos ejemplos de su aparición serían las mil embarcaciones griegas que navegaron hacia la fabulosa Troya. –C. C. <<
[254] «… algunos ponis»: Gibbon escribe: «Una vez más no tuve fortuna a la hora de persuadir a mi traductor para que me dijera cuál era en el Manuscrito la palabra original que él traducía por “poni” o “ponis”, y es una pena porque nos hubiera ayudado a aclarar los orígenes de esa subespecie del caballo, una “subespecie” que podría tener una historia más antigua que la propia “especie”, al menos en el norte de Europa; hay quien cree que los ponis eran animales criados y luego abandonados por diversas tribus migratorias que partían de Asia y que, como sus ponis, eran de menor estatura que sus conquistadores, los europeos y los despreciables bizantinos, con sus enormes caballos de guerra cubiertos con armaduras». Ya hemos comentado el desdén de Gibbon hacia el Imperio bizantino; y, aunque en su época la palabra «poni» apenas tenía un siglo de vida, la especie (o subespecie) había tenido otros nombres desde mucho antes en otras partes de Europa. –C. C. <<
[255] «… que los kreikish llamaban “el automatos del fuego”»: Gibbon escribe: «El traductor usó, sin duda para beneficio de sus lectores contemporáneos, la forma más reciente de la palabra griega para “automático”, mientras que mantuvo el término del dialecto de Broken para el gentilicio de Grecia, kreikish, que ya hemos visto antes. No tiene ningún sentido explicar demasiado pronto qué significa la expresión “fuego automático”, pues de eso se encargará el texto; sin embargo, en cuanto concierne a la cuestión de si era o no un mito, baste con decir que los químicos han intentado recrear esta misteriosa categoría del “fuego griego” sin éxito, aunque se han probado varias otras fórmulas del mismo con resultados mucho más satisfactorios. Como la fórmula de Caliphestros para esta sustancia era particularmente volátil, tendremos que seguir preguntándonos, hasta que algún químico demuestre o descarte esa noción, si esta parte de la historia forma parte, efectivamente, de la leyenda, o si es puramente un mito». Sería injusto decir ahora cuál es el error de esa afirmación de Gibbon, pero al menos deberíamos anotar que se equivocaba y afirmar que el brebaje del «brujo». Caliphestros era un arma familiar para los ejércitos modernos, especialmente el de Estados Unidos, tanto por las partes que lo componían como por el conjunto que formaban; y que no debería sorprendernos que en la época de Caliphestros hubiera desaparecido del mundo durante mil años al menos, ni que después de la historia de Broken volviera a hacerlo durante otros mil doscientos: si hay una lección que deba aprenderse del Manuscrito y de todos los detalles de la historia de Broken es que la tendencia de una civilización, como estamos descubriendo de nuevo en nuestros tiempos, no siempre va hacia arriba o hacia delante. –C. C. <<
[256] «… pis infernal de Kafra»: he aquí una entrada sobre la que Gibbon apenas podía saber nada, ni siquiera en el terreno de lo anecdótico y mucho menos en el científico; sin embargo, en una elección típica, escogió hacer un comentario porque casi todos los informes sobre la composición científica del «automatos del fuego», o fuego automático, nos han llegado de fuentes bizantinas y es lógico que despertaran la prejuiciosa ira del gran estudioso en buena medida. Así, cuando dice que «este aspecto del relato de la invasión de Broken debe contemplarse con ojos cautelosos, como mínimo, habida cuenta de que el tipo de “autoridades” en que está basado proceden de una sociedad muy versada tanto en la exageración como en la mendacidad» no se trata tanto de la afirmación de un hecho cierto como de sus propios prejuicios personales. Al fin y al cabo, fueron los bizantinos quienes acabaron inventando nuevas formas del fuego griego tan devastadoras que su uso tuvo influencia en batallas de una importancia inmensa: véase, por ejemplo, el excelente A Historiy of Greek Fire and Gunpowder [Una historia del fuego griego y la pólvora].
En esos textos autorizados, así como en el propio Manuscrito de Broken, no solo encontramos una refutación eficaz de la obstinada ignorancia de Gibbon, sino pruebas tentadoras de cuál podría ser el «ingrediente perdido» que distinguía el fuego automático de otras formas más comunes de fuego griego. En ese contexto, el relato de la historia de Broken no solo no debe mirarse «con ojos cautelosos», sino que conviene tomarlo con bastante seriedad. Porque todos los demás elementos implicados en la creación de la sustancia —desde la nafta hasta el asfalto— encajan con la descripción del narrador sobre el hedor que despedía la creación de Caliphestros y sobre su consistencia; pero, además, la manera en que se nos cuenta que deben transportarse todos esos elementos —en contenedores metálicos— también se adecúa a la realidad. Pero sobre todo hay otros aspectos —la descripción, la violencia y la acción de la llama resultante— que nos aportan una revelación adicional y tal vez fundamental: porque se nos dice que el automatos del fuego usado en Broken ardía con un color básicamente blanco, y no con el espectro usual de colores fogosos propios de la época; y que ardía «hacia dentro» del objetivo, no en su superficie. Eso es extraordinariamente reminiscente de lo que hoy en día conocemos como «fósforo blanco», una controvertida arma del siglo veinte (en particular, de nuevo, tras su uso por parte de Estados Unidos en países del Tercer Mundo), cuyo antecedente, el bisulfito de carbono, nos consta que se había usado en más de una ocasión histórica: entre otras, en un intento de destruir el Parlamento británico por parte de los nacionalistas irlandeses. El fuego creado por medio de esos elementos puede efectivamente prenderse con agua y arderá con mayor ferocidad cuanta más agua se le eche encima; los químicos europeos anteriores al momento en que la Iglesia católica provocó la gran suspensión de las ciencias hubieran sido capaces de controlar la creación de una sustancia como esta. ¿Lo hicieron? El Manuscrito de Broken sugiere que sí; y una vez más es típico que nos quedemos en suspenso, en este asunto fundamental, entre lo que leemos, la opinión que en su momento le mereció a Gibbon y lo que la ciencia y la historia militar modernas nos dicen que pudo ser posible si se mira sin prejuicios. –C. C. <<
[257] «… ponerte tus sarbein»: ni Gibbon ni su traductor pudieron encontrarle el sentido a este término del dialecto de Broken. Sin embargo, el gran estudioso tuvo la sabiduría de obtener de su uso una conclusión correcta (aunque acaso obvia): «Ni el traductor del documento ni yo hemos podido entender el sentido de este término, salvo que, en su contexto, parece evidente que se refiere a las grebas, esas protecciones de la armadura para las piernas, llevadas durante siglos tanto por los guerreros de Oriente como por los de Occidente, desde la edad del bronce hasta la del hierro y el acero; sin embargo, sigue siendo un misterio cómo pudo el dialecto de Broken formar un término tan exclusivo». De nuevo nos enfrentamos al hecho de que, en tiempos de Gibbon, se habían investigado muy poco el gótico y los diversos modos de hibridación del gótico y el alemán: bein significaba «pierna» incluso en alemán antiguo y sarwa era el plural de «armadura» en gótico. Así, ahora podemos resolver con bastante confianza otro problema que frustró a Gibbon, que conocía la pregunta y la respuesta pero ignoraba de qué manera estaban conectadas. –C. C. <<
[258] «… formación de la infantería de Broken»: aquí Gibbon no experimenta desconcierto alguno y nos da la sensación de que eso le produce algo de alivio: «El intercambio que explica cómo se van a enfrentar Arnem y su hijo a unos atacantes que carecen de entrenamiento militar formal no solo nos da una idea de por qué era tan temido el ejército de Broken, sino que de nuevo ilustra la seriedad con que el fundador del reino, Oxmontrot, se había tomado los mejores elementos de las tácticas militares romanas. Cualquier comandante romano de la última etapa se hubiera sentido feliz y orgulloso de contar con hombres dispuestos a participar en formaciones de aspecto tan cerrado y peligroso, pero tan aterradoras y victoriosas al mismo tiempo; efectivamente, la incapacidad de demasiados comandantes romanos para convencer (o parar intentarlo siquiera) a sus hombres de la necesidad de reunir el coraje suficiente para mantener vivas las tácticas de lucha cuerpo a cuerpo de las primeras etapas del imperio —tácticas que habían permitido a Roma establecer su dominio sobre gran parte del mundo occidental— fue un factor que contribuyó a la caída del gran imperio». No hace falta añadir nada a esta explicación, aparte de recordar una vez más que Oxmontrot, al contrario que tantos líderes bárbaros del norte de Europa, en vez de contemplar el modo de luchar de los romanos como algo ajeno, o incluso inhumano, escogió entre todas aquellas tácticas las que más útiles podían resultar a su nuevo reino: un logro impresionante, por decir poco. –C. C. <<