¿CON QUIÉN SE METERÍA EN UN SUBMARINO PARA DAR LA VUELTA AL MUNDO?
Cómo escoger y pactar con los socios
Los valores por encima de todo
A pesar de la recomendación del asalto anterior, sé que la inmensa mayoría la ignorará y se asociará con alguien. No pasa nada, yo también lo hice y la verdad es que me fue muy bien. Pero reconozco que tuve mucha suerte porque, como en el matrimonio, no sabes en realidad con quién te has casado hasta al cabo de un tiempo.
Por ello dedico este asalto a cómo escoger la persona con quién asociarse, a explicar los criterios fundamentales para que su asociación sea un factor que sume y no uno que reste.
Escoger socios es muy parecido a seleccionar a las personas con quienes dar la vuelta al mundo en un submarino. En un submarino el espacio es pequeño, y se acaban conociendo las intimidades de los compañeros, incluso las más escatológicas, se viven muchos momentos agobiantes, situaciones en las que parece que no hay salida, situaciones críticas donde hay que tomar decisiones desagradables…
En el caso de emprender es muy parecido[8]. De sus socios va a conocer todas sus miserias, así que tienen que ser personas que compartan algo fundamental: su misma escala de valores.
Es mucho mejor un socio mediocre cuyos principios estén bien alineados con los suyos que un tipo brillante sin escrúpulos. Busque personas que tengan principios morales y éticos similares a los suyos, personas con su misma escala de valores. ¿Y cómo se sabe? ¡Pues no hablando de negocios! Pregúntele qué espera de la vida, cuán a menudo ve a sus hijos, qué cosas del mundo son las que le preocupan, qué cree de las personas del sexo contrario, cuáles son las cosas con las que sueña, las que detesta… Entérese de cómo es esa persona.
No se asocie con alguien que no conozca bien. Esta primera condición es la única excluyente de las que voy a exponer. Ignore todo lo que una persona pueda aportarle si cree que no comparte o no le gustan sus valores. Una relación estable con socios requiere responsabilidad, generosidad y confianza. Rodéese de personas «sanas» y honestas, que compartan sus mismos valores ante la vida.
En mi trabajo de campo me llevé aquí una sorpresa. Una solicitud que formulé a todos los emprendedores fue que me hiciesen un ranking de los criterios, ordenados de mayor a menor importancia, que emplearían para determinar con quién se asociarían y con quién no. Reconozco que no me lo esperaba: la honestidad apareció casi en todos los casos como el primer criterio. Había pensado que sólo yo le daba tanta importancia. Pero no. De nuevo, consenso. Honestidad por encima de capacidades técnicas o intelectuales. Por encima de cualquier otra consideración.
Segundo, complementariedad
Una vez comprobados los valores, es fundamental que su futuro socio no sea una persona demasiado parecida a usted en otra dimensión: el carácter. Meta usted a dos personas con mentalidad de líder en un cohete en una expedición a la luna y verá qué sucede. Se ha comprobado que las empresas de dos socios que han prosperado estaban compuestas por personas de caracteres distintos, pero complementarios. Por ejemplo: uno analítico, cerebral, tranquilo y metódico; y otro visceral, audaz, nervioso y creativo.
La NASA, cuando conforma un equipo de astronautas para una misión determinada, analiza las estructuras de personalidad de los tipos que va a meter en ese «submarino» que vuela y que se llama cohete. Saben que el éxito de la misión depende no tanto de las capacidades técnicas de sus miembros como de la afinidad y complementariedad de las estructuras de personalidad que ponen en órbita.
Como muestra, un botón: el equipo de guionistas y productores del programa de televisión y reality show Gran Hermano (bazofia intelectual y voyeurismo de pantalla) sabe que la cantidad de broncas, sangre y gritos en la casa (léase, audiencia) es directamente proporcional a la similitud de estructuras de personalidad de las personas que encierran en la casa. Si, además, rayan en lo patológico, tanto mejor. No hay nada más bestia que meter a varios narcisistas juntos.
Para que una asociación funcione ha de haber diversidad de talentos. No hay que asociarse con amigos porque te hace ilusión. Si no hay diversidad de talentos, no sólo no se suma sino que se resta, y se acaban deteriorando las relaciones personales.
No es ninguna tontería. Una vez me vinieron a ver tres amigos que iban a montar una imprenta, y los tres, hasta el momento, sólo habían trabajado en el departamento comercial. Ninguno sabía nada sobre la parte técnica ni sobre la parte logística. Sí, ya sé que he dicho antes que eso se puede cubrir con empleados, y eso era lo que iban a hacer. Pero mi sugerencia fue que, puestos a ser tres socios no capitalistas (la imprenta iba a ser adquirida con un leasing), ¿no era mejor que uno fuese experto en comprar, otro en imprimir y un tercero en vender?
Se lo expresé así en aquella reunión. Fue desagradable, lo reconozco. Los tres se miraron a los ojos y se sintieron mal. Sabían que estaban juntos porque lo habían hablado, pero en realidad ninguno era para los otros el socio que precisaban.
Finalmente, aporte real de valor
Una vez conseguido alguien con quien coincide en la escala de valores y es complementario con su carácter, sólo queda asegurarse de que no sea un «patata». No se ría. Hay inútiles con una capacidad asombrosa para disimulado y futuros emprendedores, necesitados de socios, con una capacidad asombrosa para no querer darse cuenta.
Hay que escoger a alguien que nos aporte valor, porque más valor implica más conocimientos, más trabajo y mejores ideas. La persona con la que se asocie debe ser alguien cuya opinión le merezca respeto. Que sea una autoridad para usted, que tenga un peso específico.
Uno de los entrevistados me dijo: «El socio no debe ser nunca inferior, ya que entonces sólo se tiene como halago personal».
No deja de ser paradójico que si todo el mundo aplicase este criterio nadie se asociaría, porque si, por definición, una persona y otra están en diferentes niveles y los dos saben que sólo conviene asociarse con alguien más preparado, uno de los dos, el que se sabe por encima del otro, buscará otra persona que sepa más…, pero cuando la encuentre será rechazado, pues él será entonces quien esté a un nivel más bajo. En fin, que si encuentra como socio a alguien más capaz que usted, jamás desvele este criterio hasta no llevar juntos algunos años de andadura…
En general, una misma ambición
En cualquier caso, conseguidos los anteriores tres criterios, que son los esenciales para escoger un socio, hay que pactar muy claramente cuál es la ambición, el objetivo que se persigue al emprender.
¿Cuánto quieren facturar? ¿Cuánto quieren llegar a ganar? ¿Cuántos empleados quieren llegar a tener? ¿Se trata de emprender para luego vender el negocio? ¿Hasta dónde quieren llegar?
«Si lo que buscan los socios es distinto [a lo que buscas tú], es muy probable que ante cualquier dilema o dificultad que se presente, haya visiones muy distintas sobre cómo afrontados y se produzcan fricciones o rupturas[9]».
Si a la hora de emprender solo es fundamental pensar qué es lo que se quiere, en el caso de emprender con socios, es aún mucho más importante. Hay que definir qué es lo que se quiere. Hay que estar seguros de que nuestros objetivos sean también los de nuestros compañeros de viaje.
—RESUMEN—
Los criterios más importantes para escoger socios son, por este orden: honradez y valores alineados con los suyos (esta primera condición es excluyente); en segunda instancia, complementariedad con su carácter y sus competencias; que sean personas que realmente aporten valor. Es fundamental hablar y explicar cuál es la ambición que se persigue con el proyecto y que esta ambición esté plenamente compartida sin ningún tipo de duda.
Quinto FCF: escoger socios sin definir criterios de elección relevantes.