CAPÍTULO 7: EQUIPOS Y ALTERNATIVAS. CORRER DESCALZO NO ES CORRER DESNUDO, ¿O SÍ?

Da la sensación de que todo esto supone una renuncia a cualquier tipo de equipo para salir a correr. En realidad, para correr podemos salir a la calle como vinimos al mundo o, como vulgarmente se dice, en pelota, y con buen tiempo disfrutar por los caminos. Por diferentes razones, no resulta recomendable y muchas de ellas poco tienen que ver con el deporte. Todo el equipo que un corredor puede llevar por su utilidad lo mantiene desde los tobillos hacia arriba. Sin embargo, esta situación implica que algunos útiles habituales para correr cobren más importancia.

En mi caso no he prescindido del calzado para correr, sino que lo he convertido en mi solución complementaria. Necesito seguir calzándome para correr si tengo alguna herida en el pie, si el suelo está muy caliente o si el tipo de superficie es muy agresiva para la piel, lo necesito si ha llovido demasiado o si la zona por la que voy a correr está llena de suciedad problemática por la razón que sea. Ya he contado que una de las cosas que más seguridad me ha dado en la transición ha sido poder llevar unas sandalias en el cinto.

El hecho de que hiciese la transición desde el uso del calzado minimalista me proporcionó un estupendo parque de ligeras sandalias que luego he seguido utilizando en menor medida al correr descalzo.

Si alguien quiere realizar su transición a correr descalzo desde el uso de calzado amortiguado, creo que su mejor decisión sería hacerse con un par de sandalias para que le sirvan de apoyo en este proceso. Existe una gran variedad de calzado minimalista estupendo en sus resultados, pero ninguno se aproxima más al correr descalzo que unas ligeras sandalias de suela no demasiado gruesa. La cuestión es que este viaje supone que luego vas evitando no solo las zapatillas amortiguadas, sino también el calzado con tacón de siempre y acabas andando con calzado minimalista aunque no sea deportivo.

Una vez ya centrados en lo que puede necesitar un corredor descalzo, aparte de unas sandalias de apoyo, voy a describir al menos todo lo que a mí me ha sido y me es útil. Según la distancia que vayamos a recorrer, llevarnos un minibotiquín de emergencia a veces nos puede dar más tranquilidad que otra cosa. Por todo ello, hacernos con algún cinturón portabotellas con bolsillos es perfecto para llevar estas mínimas cosas que nos aportan mucha confianza, sobre todo al principio.

Algo que nunca pensé que fuese tan necesario y estratégico para correr es una buena vista o ayudar a la que tenemos. La inspección minuciosa y rápida del terreno que pisamos es la mejor forma de evitar pisar todo lo que no interesa. Correr se convierte en un gran ejercicio para la vista pero en la medida en que esa actividad se convierte en intensiva y estratégica cualquier interferencia puede alterarlo todo. El problema viene cuando con el sudor, el polvo, o cualquier insecto u objeto que pueda flotar en el aire se introduce en los ojos. En esas circunstancias dejamos de ver bien lo que pisamos y es muy sencillo que comencemos a tener fallos con dolorosas consecuencias. Por ello, tanto las gafas de sol no muy oscuras, como diademas para retener el sudor de la frente, gorras ligeras y cualquier otro medio que nos sirva para estos efectos será de gran utilidad. Nunca me gustó llevar casi nada corriendo, pero hay cosas que no puedes evitar por mucho que quieras y entre ellas está el sudor que inunda y escuece los ojos. Así que ahora, sobre todo cuando hace calor, me toca ir un tanto disfrazado. Todo sea por la vista.

Algo muy simple que resulta muy útil en las competiciones es llevar algún apaño de cordones, cintas de velcro o similares para atarse el cada día más frecuente chip. Casi siempre están pensados para atarlos a las zapatillas con lo que un cordón suele ser lo que mejor se adapta a estos para luego atarlo al tobillo. Pero, cuidado, hay que atarlo fuerte para que no se suelte, pero no tanto como para que moleste. Ya comenté el medio maratón en el que se me soltó y al darme cuenta en los últimos kilómetros me dio un bajón de ánimo ante los problemillas logísticos que me iba a suponer.

Todo lo que hemos revisado tiene que ver con apoyos para la práctica activa, pero existen también artículos que nos ayudan a correr cuando no lo estamos haciendo. Me refiero a los relacionados con el cuidado de la piel. Sí, más allá de esa idea que tiene mucha gente de que los que corremos descalzos tenemos una plancha de acero a base de callosidades incrustada en la planta, la piel es mejor tenerla bien flexible y saludable. Para ello, además de la lógica higiene tras terminar las salidas, creo que es imprescindible utilizar las cremas regenerativas que hay a docenas y a precios asequibles. Yo suelo usar las indicadas para pieles muy castigadas por razones obvias. Seguro que habrá corredores que no usen nada pero en mi experiencia he notado mucha mejoría entre el antes y el después de este tipo de productos. Además, que te hagan un masaje en los pies con crema hidratante después de un medio maratón hace que uno se sienta muy agradecido con la vida.

Imagino que puede llegar un día en que todo lo que he referido sea innecesario. No son muchas cosas, ni muy caras ni difíciles de conseguir, pero me da la sensación de que con el tiempo los pies de alguna forma buscarán su camino sin necesidad de dejarse los ojos. Pienso que tras varios años la piel de las plantas puede alcanzar otra dimensión en su relación con el exterior. Pero ahora, a mis años, siento que tengo unos pies nuevos que tengo que ayudar a que ya no sean tan blanditos y toda ayuda para eso es bienvenida.