Antes de la fiesta hace la gente limpieza.
Apartada de todo este ajetreo,
Quiero con el mirro que mi ánfora llena
Tus purísimos pies lavar.
Busco y no encuentro tus sandalias.
Las lágrimas no me permiten ver,
Las guedejas de mi suelta cabellera
Como un velo mis ojos quieren ocultar.
En los bajos de mi falda tus pies apoyé,
Jesús, de lágrimas los bañé, con mi collar
Los envolví, y como si fuera un albornoz
Con el manto de mis cabellos los cubrí.
Veo el futuro con tanta claridad
Como si tú lo hubieras detenido.
Y ahora, igual que hacen las sibilas
Con su profético poder, capaz soy de predecir.
En el templo caerá el dosel mañana,
En apartados grupos estaremos
Y bajo nuestros pies la tierra temblará
Movida, quizás, de compasión hacia mí.
Se reorganizarán las filas de la escolta
E iniciarán la marcha los jinetes.
Y como empujada por un torbellino, la cruz
Sobre nuestras cabezas hacia el cielo tenderá.
Al pie de la cruz me postraré en el suelo,
Y medio muerta mis labios morderé.
Extendidos en la cruz tus brazos
Para muchos como un abrazo serán.
¿Para quién sobre la tierra tal grandeza,
Tanto sufrimiento y fuerza tan inmensa?
¿Tantas almas y vidas hay en el mundo?
¿Tantos bosques y ríos y poblados?
Pero transcurrirán estos tres días
Y me harán caer en tal vacío
Que en tan terrible intervalo
Hasta la Resurrección maduraré.