22. Malos días

Cuando la última semana

Entró El en Jerusalén,

A su encuentro los hosannas resonaban

Y corría la gente con ramos tras El.

Vinieron luego días crueles,

No conmovía los corazones el amor,

Fruncidos con desdén los entrecejos,

Llega el epílogo, el final.

Con pesadez de plomo el cielo

Todos los patios recubrió.

Los fariseos, como zorros solapados,

Buscaban pruebas sin cesar.

Del templo las fuerzas tenebrosas

Por la escoria de la sociedad lo hacen juzgar,

Y con igual ardor con que lo habían exaltado

Maldijéronlo impertérritos después.

La muchedumbre en las calles,

Desde los portales atisbaba,

Y atropellándose, a empujones

El desenlace esperaba.

Y cuchicheando unos y otros

Las cosas más diversas se contaban,

Y la huida a Egipto y la niñez

Como un lejano sueño se evocaban.

Recordaban la majestuosa

Pendiente del desierto

Y la montaña en que con el imperio

Universal quiso tentarle Satanás.

Y de Caná las renombradas bodas

Y el milagro que a los comensales asombró

Y de su paso por el mar, por el que

En la niebla, como por tierra, la barca alcanzó.

Y el encuentro con los pobres en la choza,

Y al sótano el descenso con la vela,

Que de pronto con el susto se apagó

Cuando el Resucitado se irguió…