La nieve cubre los caminos
Y se acumula en los aleros.
Para desentumecer las piernas salgo:
Tú tras la puerta permaneces.
Con un abrigo de otoño, sola,
Sin chanclos y sin sombrero,
Luchas con tu desasosiego,
Y la mojada nieve sorbes.
Los árboles y los cercados
Se alejan entre las sombras,
Y aunque nieva sin cesar,
Aguantas sola en la esquina.
Resbala el agua por tu pañoleta,
Por las solapas y las mangas,
Y las gotas de rocío
En tus cabellos resplandecen.
Y un mechón rubio platino
Llena de luz todos tus rasgos,
Tu rostro, tu mantilla,
Tu abriguito y tu silueta.
Aunque cubre la nieve tus pestañas,
Tu angustia ocultar no logra,
Y todo tu semblante de una pieza
Parece haber sido esculpido.
Diríase que una cuchilla
Templada en antimonio
Grabado hubiera tu retrato
En mi corazón de un solo trazo.
Y en él para siempre llevo
Tus rasgos plenos de resignación,
Por eso carece de importancia
Que el mundo sea tan cruel.
Y por eso, esta noche de nieve
La ven mis ojos como dos
Y entre tú y yo soy incapaz
De intentar un límite trazar.
Mas ¿quiénes somos y de dónde
Procedemos, cuando ausentes
Ambos de este mundo, de aquellos años
Tan sólo habladurías, han quedado?