Dejé a mis familiares dispersarse,
Los más cercanos están desperdigados,
Y la soledad habitual
Invade el corazón y el universo.
Y aquí me tienes junto a ti en la caseta,
En el desierto y despoblado bosque.
Los senderos, como en la canción,
La hierba los ha mediocubierto.
Ahora, a nosotros solos nos contempla
Entristecida la pared de troncos.
No prometimos realizar hazañas
Y sabremos perecer abiertamente.
Desde la una hasta las tres sentados
Leyendo yo y tú bordando
Y al alba ya no sentiremos
Que hemos dejado de besarnos.
Aún más exuberantes y despreocupadas,
Susurrad y desprendeos, hojas,
Y haced que la copa de amargura del pasado
La agonía de hoy la sobrepase.
¡Afección, inclinación y hechizo!
¡Dispersémonos en el ruido septembrino!
¡Súmete toda tú en el otoñal susurro!
¡Embelésate o atúrdete!
Te despojas de todos tus vestidos
Como de hojas se desprende el bosque,
Cuando envuelta en tu bata de sedosos
Flecos, te ves de mi abrazo rodeada.
Eres el bien de un funesto paso,
Cuando vivir repugnancia inspira,
Y de la audacia la belleza nace,
Y es eso lo que nos atrae una hacia el otro.