8. El viento

No existo yo, y tú estás viva.

Y el viento con gemidos y con llanto

Sacude el bosque y la casita.

Y no por cuenta propia cada pino,

Sino todos los árboles a un tiempo

Dentro de su extensión ilimitada

Como si cascos de veleros fueran

Sobre la superficie lisa de la rada.

Y eso no es por osadía

Ni por furor inútil, sino para encontrar

En la angustia las palabras

Que tu canción de cuna necesita.