[MARCA: 20.21.30]

En el puente auxiliar del Honor de Macragge, Marius Gage ve la primera de las naves enemigas chisporrotear y estallar en llamas. Observa como los rayos fosforescentes de color verde y blanco trazan rayas desde la red orbital y atraviesan las naves de los Portadores de la Palabra.

Mira a Hommed.

—¿Informe de potencia, por favor?

—Actualmente nos encontramos al cincuenta y cinco por ciento del rendimiento, señor de capítulo —le comunica Hommed—. Suficiente como para transportar la escuadra de combate de Empion.

—Tengo la intención de tomar medidas un poco más directas que ésas. Active los impulsores y que la nave avance hacia los astilleros. Active los escudos.

—Mi señor, hay tres cruceros enemigos enganchados a nuestro casco.

—Entonces me imagino que sufrirán, capitán. Active los escudos de vacío. Y ya que estamos, dispáreles hasta que se desprendan de la parte posterior de nuestra nave.

La enorme nave insignia enciende sus escudos protectores. Uno de los cruceros se retuerce cuando es atrapado y destrozado por el campo de vacío, estalla por la línea central y queda abierto al espacio en numerosos compartimentos. Su destrozada mole continúa sujeta al Honor de Macragge mientras la nave insignia avanza con los impulsores al rojo blanco.

Un segundo crucero se suelta con las abrazaderas fundidas. Las baterías de la nave insignia comienzan a hacerlo pedazos antes de que pueda estabilizar su movimiento.

El tercero es impactado repetidamente de cerca por las armas de estribor de la nave insignia. Gage se niega a ordenar el alto el fuego hasta que el lado del crucero que se encuentra frente a él queda convertido en un infierno, envuelto en llamas, con las cubiertas interiores al descubierto.

El crucero arrasado desaparece, brillando como unas ascuas, y cae fuera del plano de la elíptica.