[MARCA: 20.10.04]

Kor Phaeron recibe a Guilliman con un haz de luz humeante, una columna de miserable oscuridad que brota desde la palma de su mano derecha y aplasta al primarca de la XIII Legión contra el muro de la sala.

Guilliman se levanta, pero está aturdido. El muro está totalmente hundido en el punto donde se ha estrellado.

Kor Phaeron lanza un grito, un gruñido de fuerza contenida, y crea otro rayo de luz. Guilliman se ha lanzado a la carga, pero el rayo lo envía de nuevo contra el mamparo con un golpe cinético tan poderoso que resuena con un estampido sónico ensordecedor.

Guilliman se tambalea, cae, y luego se medio incorpora cerrando con fuerza su puño de combate. La ceramita de su placa pectoral está agrietada. Guilliman tose, y sale sangre de su boca. Trata de mantenerse en pie.

Kor Phaeron le dispara de nuevo, esta vez con una extraña electricidad que crepita alrededor de Guilliman y le provoca violentos espasmos.

Guilliman se queda apoyado en manos y rodillas. Las placas de color azul cobalto de su armadura están chamuscadas, la cabeza agachada, y todo el cuerpo envuelto en humo debido a la abrasadora armadura que le achicharra la piel.

El portador de la palabra saca su daga y avanza.

Kor Phaeron acaba de ver una oportunidad, y le encanta. Puede acabar con la vida del poderoso Guilliman. Una muerte en persona es mucho más valiosa que una muerte en la distancia o en combate.

Puede matar a Roboute Guilliman con sus propias manos. Eso puede convertirlo.

Así es como fue convertido el señor de la guerra. Erebus lo hizo. Así que Kor Phaeron puede hacerlo también. Guilliman está herido, débil, vulnerable. El golpe de la daga liberará la cordura de Guilliman mientras está en tal estado, cortará sus inhibiciones. El dolor abrasador de la herida de la daga se enconará en él, y finalmente, a través de las lentes del delirio, revelará la Verdad Primordial en todo su esplendor infernal.

Vinieron hasta Calth para acabar con Guilliman y sus guerreros perfectos. ¿Cuánto significaría regresar a la corte de Lorgar y Horus Lupercal con Guilliman como un dispuesto y dócil aliado?

Guilliman coronado con cuernos. Guilliman vestido con la iridiscente capa de la maldad.

Kor Phaeron se agacha al lado del maltrecho primarca. La respiración de Guilliman es acelerada y entrecortada. Su humeante armadura está descolorida, y la sangre se acumula debajo de él.

—Hay tantas cosas que no entiendes… —le dice Kor Phaeron—. La verdad te sorprenderá, Roboute. Lo siento, así será. Pero aprenderás a aceptarla. Me siento feliz de poder compartir mis conocimientos contigo. De poder ayudarte a comprender. A crecer en reconocimiento.

—Aléjate de mí —jadea Guilliman.

—Demasiado tarde. Abraza esto.

Thiel ha ido demasiado lejos como para detenerse. Enfrascado en la inflexible y furiosa lucha al otro lado de la sala de control, Thiel vislumbra lo que él sabe que podrían ser los últimos segundos de vida de Roboute Guilliman.

Trata de abrirse paso, gritando con rabia y frustración. Los portadores de la palabra han hecho retroceder a la escuadra de combate de Guilliman, matando a la mayoría de ellos. Thiel y los otros tratan de llegar al lado de su primarca, pero no pueden. Hay demasiados enemigos. Y éstos son enemigos de élite.

Tres guerreros le cortan el paso a Aeonid Thiel. Uno de ellos es Sorot Tchure. Tchure bloquea cada golpe y cada ataque de Thiel con tanta seguridad como si estuviera en una jaula de prácticas colocada en un nivel extremadamente alto.

Kor Phaeron coloca la punta de la daga en la garganta de Guilliman.