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El Campanile se lanza como un misil contra el cinturón naval que rodea Calth. Atraviesa las formaciones de naves que se encuentran atracadas en órbita, las hileras de cargueros, de barcazas, de naves de transportes de tropas ancladas en órbita alta, las filas de precisa formación constituidas por los enormes cruceros y las fragatas, las nubes centelleantes de naves de menor tamaño, más transportes, lanzaderas y esquifes que se encargan de atender a las naves principales.
El efecto es semejante al de un proyectil de bólter disparado contra una multitud.
Pasa de largo al lado del Mlatus, del Cavascor, el Lutine y el Samotracia, aunque a menos de una nave de distancia. Pasa por debajo de la quilla del acorazado Ultimus Mundi y casi roza la parte dorsal del gigantesco transporte de tropas Testamento de Andrómeda. Sus escudos rozan el casco de la nave de ataque Mlekrus y vaporizan los mástiles y las antenas de los sistemas detectores de estribor. Luego corta el espacio existente entre las barcazas de combate Guantelete de Victoria y Guantelete de Gloria. Para cuando pasa por delante de la proa del crucero pesado Suspiria Majestrix arrancando los cables de amarre y las mangueras de repostaje que anclan la famosa nave a sus propias naves de suministro, el Campanile ya ha empezado a destrozar naves pequeñas aplastándolas contra la parte frontal de sus escudos de vacío. Las naves se desintegran convertidas en unos intensos destellos azules que chisporrotean contra el parpadeo brillante de los escudos: esquifes de transporte de personal, lanzaderas, transbordadores, naves de mantenimiento. El avance del escudo del Campanile desplaza a otros apartándolos de su camino igual que si fuera la ola de un maremoto; los lanza unos contra los otros o los comprime con un impulso gravimétrico hasta aplastarlos contra los cascos de otras naves de mayor tamaño o los desembarcaderos de soporte de los muelles orbitales exteriores.
Finalmente, el Campanile alcanza el muelle principal.
Los muelles de Calth son islas orbitales, el comienzo embrionario de la primera placa supraorbital verdadera del planeta. Hay decenas de ellos en órbita alrededor de Calth. El muelle que alcanza es el Anclaje Veridian Calth, el de mayor tamaño y antigüedad de todos. Es una construcción gigantesca compuesta por embarcaderos y malecones, soportes de naves y dársenas, manufactorías en suspensión, habitáculos, almacenes y plataformas de atraque. Mide aproximadamente poco más de trescientos kilómetros de longitud, una plataforma de metal llena de actividad y de vida.
El Campanile impacta contra ella y crea un fulgor cegador. Los escudos de vacío avanzando a una elevada velocidad sublumínica chocan contra la materia física y se aniquilan mutuamente. El transporte simplemente vaporiza el dique seco Ultramar Azimut tras atravesar la superestructura del lecho del atracadero y el crucero Hostilidad, que se encontraba amarrado en el interior. Tras quedar partido por la mitad, el Hostilidad, de nueve kilómetros de largo, se desvanece convertido en una oleada de luz y de calor que se expande con rapidez después de que los impulsores estallen. Seis mil vidas desaparecen con la nave. La explosión incinera los dos módulos manufactorías que se encuentran al lado del dique seco, lo que acaba al instante con treinta mil artificieros y visioingenieros, además de arrancar las superestructuras de los silos de filtrado A112 y A114. Ambos se desploman de lado y empujan a la nave de escolta Burnabus contra el escolta rápido Jeriko Rex. Ambas naves sufren daños estructurales catastróficos en el casco. El Burnabus se aplasta y se deforma como un cartucho vacío.
El Campanile sigue avanzando. Mientras el dique seco Ultramar Azimut termina de desintegrarse a su popa, atraviesa Ensamblaje 919, un esferoide hueco que en estos momentos alberga al Amenaza de Fortis, al Liberación de Terra y a la nave fabricadora del Mechanicum Phobos Codificador. Las tres naves quedan totalmente destruidas. El esferoide de ensamblaje se parte como una bola de cristal. Los escombros que salen disparados desgarran las paredes de los módulos de habitáculos acoplados, lo que los deja abiertos al vacío del espacio. Una parte del Phobos Codificador sale despedido por la explosión y se estrella contra las instalaciones principales de carga del muelle, que se dobla lateralmente. Este impacto secundario destruye cuarenta y nueve naves de transporte y sesenta y ocho lanzaderas y transbordadores. Los contenedores de transporte y las cápsulas de carga salen a su vez despedidos igual que cuentas de un collar arrancado, igual que granos de arroz que escaparan de un saco roto. Se desperdigan sin dejar de dar vueltas sobre sí mismos. Algunos comienzan a refulgir con el brillo azulado de un soplete cuando entran en la atmósfera superior.
El Anclaje Veridian Calth se estremece. Las explosiones internas se reproducen sin cesar siguiendo la devastadora trayectoria del Campanile. Los habitáculos y los almacenes estallan. Los malecones se derrumban. Las grúas manipuladoras se doblan y se comban como pájaros zancudos que han recibido el disparo de un cazador. El Égida de Occluda se incendia a lo largo de todos sus siete kilómetros en el soporte donde se encuentra varado. El Triunfo de Iax, inmovilizado en su pantalán, queda gravemente dañado cuando una tormenta de escombros penetra en su estructura. Los impulsores secundarios implosionan y sacuden a la enorme nave hasta hacerla girar noventa grados, igual que un hombre al que balancearan por los tobillos. La proa, que sigue rodeada por la estructura de inmovilización del pantalán, choca con el Usurpador de Tarmus, que está siendo modificado en el pantalán adyacente. La colisión los destroza, los revienta, les desgarra los cascos. El aire interior sale al vacío de forma explosiva por las brechas en los cascos desgarrados, unos chorros vaporizados llenos de partículas que en realidad son cuerpos diminutos que no dejan de girar.
La luz aumenta. La aniquilación de materia es inmensa, y la luz es la única forma que tiene de escapar. El acorazado Espíritu de Konor, de diecisiete kilómetros de longitud y una de las naves más poderosas de los Quinientos Mundos de Ultramar, se incendia, y después desaparece por completo cuando los daños críticos que sufre afectan a las plantas y a las reservas de munición. Varias partes en llamas de la estructura del muelle salen lanzadas girando hacia arriba, hacia el espacio, o se desploman hacia el planeta que tienen abajo. El dique seco Zenit Ultramar sufre un fallo gravimétrico integral y cae de inmediato girando y partiéndose mientras también se desploma hacia el planeta. El crucero pesado Antrodamicus, que se encuentra atracado en ese muelle, queda arrancado de sus amarras y comienza a deslizarse hacia atrás saliéndose del soporte que lo sostiene, en una parodia fantasmal de la botadura de una nave. Tiene los impulsores apagados. No dispone de potencia alguna para impedir ese deslizamiento o para estabilizar su posición, al menos nada que pueda encenderse con la suficiente rapidez. Es una nave enorme, de doce kilómetros de longitud. Simplemente sigue deslizándose hacia atrás, como un gigantesco promontorio de hielo que se soltara de un glaciar para estrellarse contra la superficie del mar.
El Campanile todavía sigue avanzando. Sus escudos se sobrecargan y por fin se desactivan, por lo que queda convertido en un simple proyectil sólido, una masa de metal. Acaba con otras dos gradas y con las naves que albergan, avería gravemente el transporte anclado Johanipus Artemisia y luego se estrella contra el núcleo de generadores de datos del centro de la estructura portuaria. Todos los generadores de datos quedan destruidos de inmediato. Los sistemas automáticos fallan. La noosfera experimenta una interrupción crítica y letal. Otros treinta y cinco mil individuos mueren cuando el núcleo de la estructura portuaria queda totalmente arrasado.
El impacto ha reventado la masa desprotegida del Campanile. Prácticamente toda su estructura queda atomizada, excepto unos cuantos trozos de gran tamaño que siguen avanzando mientras la nave se despedaza. Lo hacen a una elevadísima velocidad de espacio real, lo que se convierte en millones de toneladas de fuerza al impactar. El trozo más grande, una parte de la sección del núcleo sólido de los impulsores, sale despedida como un proyectil rebotado y acaba con el acorazado Castigo de Narthan Dume como lo haría la piedra de una honda disparada contra un cerebro.
Los últimos trozos del Campanile salen por el otro lado del Anclaje Veridian Calth y se esparcen por toda la atmósfera del planeta, donde se dispersan y arden como meteoritos.
Toda esta catástrofe ha tardado menos de un segundo en producirse y lo ha hecho completamente en silencio, un parpadeo luminoso en el vacío sin sonido.
Lo único que cualquier observador podría haber visto, ya fuera desde una de las naves cercanas o desde la superficie del planeta, habría sido un destello cegador, semejante al de una estrella al convertirse en nova, que fue seguido de una serie creciente de bolas de fuego en expansión que consumirían todo el cielo.