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Un destello de teletransportación. El chasquido de la descarga de energía resuena por toda la ladera despejada de la colina, y el olor a ozono impregna el frío aire septentrional.
Erebus, el apóstol oscuro, se hace carne y surge de la grieta de luz. No lleva puesta la armadura ceremonial, sino el equipo de combate desprovisto de todo elemento de peso que no sirva para luchar. La armadura está ennegrecida con una capa de ceniza y toda su superficie está cubierta por una escritura diminuta de trazo delgado.
Un grupo de combate lo espera. Su jefe es Essember Zote, de los Gal Vorbak, un guerrero de una furia terrible. Ya lleva la espada empuñada en la mano. Su armadura es de color de la sangre.
Así es como los enemigos les conocerán. Con el rojo sangre, el color del fuego, el color del infierno, el color de las vísceras, el color del Octeto.
Zote se ha llevado con él un destacamento de trabajo del Tzenvar Kaul, setenta hombres, ninguno con descendencia. Han trabajado sin parar desde que llegaron al amanecer en una de las primeras naves.
La Meseta Satric, situada a unos dos mil kilómetros al norte de Ciudad Numinus, es un lugar solitario. El crudo invierno ya ha llegado. La Meseta Satric fue elegida debido a su tamaño y a las características de su superficie como uno de los ochenta y seis puntos de partida de la operación. Hay transportes posados a todo lo largo de la ladera, con las compuertas de carga abiertas al cielo gris. Erebus inspecciona las tareas.
La zona concreta de la Meseta Satric, cubierta de escarcha, es especialmente adecuada. Hicieron falta varios días de estudios comparativos con los escáneres orbitales para determinar su adecuación comparada con la de otros posibles lugares. Es generalmente llana en relación al nivel del mar. Se encuentra alineada respecto al norte magnético y al proceso de las mareas, y la luna se alza de un modo favorable el día de la conjunción. También posee otras cualidades, otras cualidades imposibles de utilizando los parámetros normales de los físicos imperiales. Los vectores del inmaterium se encuentran alineados. La piel del empíreo será muy delgada esta noche.
Esta es la verdadera conjunción de fuerzas. Erebus reflexiona sobre su increíble perfección. No se trata de que sea factible, o apropiada o aceptable. Es perfecta. A partir de hoy, para los próximos sesenta días. Da la impresión de que algún poder en algún lado ha creado la perfección en el momento adecuado exacto.
Los hombres del Kaul han creado ya el círculo. Las rocas negras y pulidas, todas traídas de las laderas volcánicas de Isstvan V y marcadas con una runa, están colocadas de manera que forman una circunferencia perfecta de un kilómetro de diámetro.
Erebus toma la última piedra de manos de Zote. Son piedras de invocación. El simple hecho de tener una en la mano le provoca náuseas debido al poder latente que contienen.
La coloca en el último hueco de la circunferencia. La piedra chasquea al rozarse con las dos que tiene a los lados.
—Comenzad —le ordena a Zote.
Los hombres del Tzenvar Kaul se acercan portando otras ofrendas del sistema Isstvan. Las llevan en procesión en pequeños contenedores de estasis, igual que si fueran incensarios del culto catérico. El fluido que contienen está turbio debido a la sangre. Son glándulas progenoides cosechadas. Semilla genética cosechada. La vida perdida de las almas traicionadas que ahora se ofrecen en una última blasfemia. Hay semilla de los Salamandras, de los Manos de Hierro, de la Guardia del Cuervo. Erebus sabe que los Poderes Siniestros no tienen remilgos ni hacen distinciones, por lo que también hay otras semillas genéticas: Hijos del Emperador, Guardia de la Muerte, Amos de la Noche, Guerreros de Hierro, Portadores de la Palabra, Legión Alfa e incluso Lobos Lunares. Cualquiera que cayera durante las abominaciones secretas de Isstvan III o Isstvan V es adecuado.
Erebus detiene al primer hombre de la procesión y acaricia el cristal del contenedor de estasis. Sabe lo que hay dentro, el tejido desgarrado que flota en la suspensión sanguinolenta.
—Tarik… —susurra.
Hace un gesto de asentimiento. Los miembros del Kaul comienzan a llevar los pequeños contenedores al interior del círculo. En cuanto cruzan la línea de piedras, los portadores empiezan a gemir y a tener arcadas. Muchos de ellos se desmayan o sufren ataques al corazón y se desploman en el suelo, donde se rompen los contenedores.
No importa.
La luna ya sale, un borrón pálido en un cielo de color violeta que ya está lleno de luces.
Zote le entrega una placa de datos a Erebus, y el apóstol oscuro comprueba los horarios de aproximación. Rastrea los datos utilizando los códigos de anclaje.
Devuelve la placa de datos y activa el comunicador.
—Ahora —dice simplemente.