[MARCA: -3.01.10]

—Soldado Persson.

Graft lo llama mientras avanza chirriante por el camino. El viento de estuario comienza a soplar con más fuerza y mece los tallos de la yerbanegra. Le llega el olor frío y metálico del agua fría y del barro. No tardará en anochecer. Las luces se encienden y se apagan en la fortaleza, y sus reflejos se mueven al compás de la negra superficie del río.

—Soldado Persson —insiste el servidor.

Ha llegado el momento de parar. El final de las labores diarias. Ahora, a lavarse, a rezar y a tomar la cena. Oll se siente cansado, pero todavía está a ocho hileras del punto hasta el que debería haber llegado. Ha pasado demasiado tiempo a lo largo del día mirando al cielo, a las veloces luces de las naves. Ha pasado demasiado tiempo a lo largo del día mirando el centelleo de los transportes pesados al pasar por encima de él.

Graft llega traqueteando a su lado. Las enormes extremidades superiores del servidor, pensadas para el traslado de cajas de munición, han sido sustituidas por unos brazos de carga básicos y corrientes.

—Hora de parar, soldado Persson —insiste Graft.

Oll asiente. Han hecho todo lo que han podido con la luz del día.

Pero a él no le parece que sea el momento de parar. Tiene la sensación de que algo está a punto de empezar.