[MARCA: -13.00.01]
—Mi señor, os puedo asegurar que los gremios de trabajo son muy conscientes de la importancia de esta tarea —declara la senescal Arbute.
Es una mujer sorprendentemente joven, de aspecto sencillo. La túnica que lleva puesta es de color gris.
El sargento Selaton revisa los cálculos que había hecho. ¿Qué edad tiene realmente? Su aspecto no es tanto sencillo como simple, sin adorno alguno. No lleva maquillaje ni piezas de joyería. Tiene el cabello cortado a cepillo. Por la experiencia que tiene de la vida, las mujeres de rango social elevado suelen ser mucho más ostentosas.
La han acompañado desde el Holophusikon hasta el espaciopuerto. Han seguido su transporte oficial con el aerodeslizador. Arbute es miembro del comité comercial de la Legislatura. Darial y Eterwin son más poderosos, pero ambos insisten en que Arbute posee una relación mucho más efectiva con el personal de rango inferior del gremio. Su padre era un porteador de carga.
El distrito del puerto es ruidoso y está abarrotado de gente. Unas enormes grúas y montacargas semiautomáticos, algunos con el aspecto de titanes cuadrúpedos, transfieren los contenedores de carga a gigantescos transportes que esperan en una explanada cercana.
El capitán Ventanus parece cansado por el esfuerzo. Se queda a un lado contemplando el vuelo de las aeronaves y de los aparatos mensajeros que sobrevuelan el puerto igual que las libélulas lo harían sobre un estanque. Deja que sea Selaton quien se encargue de la conversación.
—Con el debido respeto, los trabajadores y porteadores del gremio se están retrasando respecto al horario que se planificó —le responde el sargento—. Comenzamos a sufrir embotellamientos en las zonas de reunión.
—¿Se trata de una queja oficial? —le pregunta la senescal.
—No —le contesta Selaton—. Pero es un problema que nos han señalado y que viene desde el propio primarca. Si pudierais hacer algo al respecto, mi capitán os estaría muy agradecido. Lo están presionando mucho.
Arbute sonríe con rapidez.
—A todos nos están presionando mucho, sargento. Los gremios jamás se han enfrentado a una carga y a un transporte de suministros de esta escala. El programa de horarios se planificó del modo más preciso posible, pero sigue siendo una estimación. Es inevitable que las tripulaciones de descarga y los transportistas se vean aquejados por retrasos imprevisibles.
—A pesar de ello, no estaría de más una palabra por parte de aliento a los capataces de un miembro de la legislatura de la ciudad… Un poco de ánimo y de reconocimiento por sus esfuerzos.
—Sólo por saberlo, ¿de cuánto es el retraso? —le pregunta Arbute.
—Cuando acudimos en su busca era de seis minutos.
—¿Es una broma?
—No.
—Seis minutos son… Perdóneme, sargento, pero seis minutos no son nada. Ni siquiera son un margen de error. ¿Vinieron a buscarme y me sacaron de las ceremonias del Holophusikon para hacerme venir aquí por… un retraso de seis minutos?
—Ahora ya son veintinueve minutos —le replica Selaton—. No deseo parecer maleducado, pero todo esto es una operación dirigida por nuestra legión. Los límites de tolerancia son mucho más ajustados que en circunstancias comerciales o incluso militares normales. Veintinueve minutos ya rozan lo abominable.
—Hablaré con los capataces —responde Arbute—. Veré si tienen alguna fuerza de reserva de la que se pueda disponer. Además, sufrimos mal tiempo.
—Lo sé.
—Eso sin contar con algunas incidencias que se están produciendo debido a fallos del sistema. Información inútil. Datos corruptos.
—Suele pasar, también. Estoy seguro de que hará todo lo que puedo. —Arbute lo mira durante un momento, y luego asiente.
—Espere aquí —le indica.