[MARCA: -26.43.57]

Aeonid Thiel, marcado para recibir una reprobación, espera a que lo reciban. Lleva a bordo del Honor de Macragge varias horas.

Le dijeron que esperara. Cree que va a recibirlo Sharad Antoli, el señor del Decimotercer Capítulo. Está preparado para lo que le va a ocurrir. La reprobación será implacable, y a eso le seguirán una serie de tareas disciplinarias.

Ya ha pasado lo mismo ante Taerone, el capitán de su compañía. Thiel había cometido el error durante la reunión de intentar justificar sus actos. No volvería a cometer ese error cuando lo llamaran ante la presencia del señor de capítulo Antoli.

Thiel se ha visto obligado a esperar en una inmensa antesala de la cuadragésima cubierta. Se trata de un arsenal de exposición, con las paredes llenas de armas. En las plataformas elevadas del centro de la estancia se ven las jaulas de prácticas de metal bruñido.

Después de permanecer tres horas completamente inmóvil en posición de firmes, por fin cede a la impaciencia y se quita el casco antes de comenzar a pasear por la estancia vacía para contemplar, admirado, la colección de armas. La mayoría son armas blancas, muchas de ellas obras de artesanos. Cada una representa el pináculo del arte de la forja de armas de un millar de culturas. Se trata de una colección ejemplar, donde los oficiales de mayor rango de la XIII acuden para estudiar los diferentes tipos, probarlas y entrenar con ellas, y de ese modo mejorar sus diferenciales teóricos y prácticos.

Thiel sabe que es muy poco probable que vuelva a estar tan cerca de unos objetos tan perfectos. Reprime la tentación de tomar algunas de las armas para examinarlas con mayor atención. Quiere notar los pesos comparativos, el equilibrio individual de cada una.

Cuando nadie ha aparecido después de otro largo período de tiempo, Thiel alarga una mano hacia una espada larga colgada de la pared mediante un gancho gravitatorio.

—¿Sargento Thiel?

Thiel se detiene y aparta con rapidez la mano. Un oficial de cubierta en uniforme de ceremonia ha entrado en la antecámara.

—Sí.

—Me han pedido que le informe. No tendrá que esperar mucho tiempo más.

—Esperaré todo lo que deba esperar —le contesta Thiel.

—Bueno, ya no será mucho más. Los asuntos logísticos han recibido una atención prioritaria. El primarca os llamará dentro de poco.

El oficial se da la vuelta para marcharse.

—Un momento ¿El primarca?

—Sí, sargento.

—Creía que me recibiría el señor de capítulo Antoli.

—No, el primarca.

—Ah —se limita a contestar Thiel.

El oficial de cubierta espera un momento más. Luego llega a la conclusión de que se ha acabado la conversación y se marcha.

El primarca.

Thiel deja escapar el aliento con lentitud. No es una locura pensar que el problema en el que está metido es todo lo grave que puede llegar a ser.

En cuyo caso…

Empuña la espada larga. Posee un equilibrio extraordinario. Da un par de mandobles en el aire y después se vuelve hacia la jaula de prácticas más cercana.

Se detiene y se da la vuelta.

Lo van a condenar igual por un poco que por un mucho.

Empuña también un sable rathiano, que tiene la mitad de longitud de la espada, aunque casi pesa lo mismo. Se dirige hacia la jaula con una espada en cada mano.

—Entrenamiento, modo de enfrentamiento individual. Doble empuñado, nivel ocho. Comienzo.

La jaula se activa y el sistema de armas se alza a su alrededor. Chasquea cuando empieza a girar.

Thiel se encorva un poco. Alza las dos valiosísimas espadas…