[MARCA: -108.56.13]

El hermano Braellen es joven y todavía no ha entrado en combate contra los verdes. Su capitán sí lo ha hecho. Se encuentran en el campamento base de las colinas Ourosene, donde están realizando un entrenamiento improvisado mientras esperan la orden de estibar el equipo y subir a bordo.

—Orko, en teoría —dice el capitán Damocles.

—En la cabeza o en la espina dorsal, con proyectil explosivo —contesta Braellen—. O en el corazón.

—Idiota —murmura el sargento Domitian—. Un disparo en el corazón no los detiene. No con total certeza. Esos bichos repugnantes aguantan unas heridas tremendas, incluso las de un bólter.

—Entonces, en la cabeza o en la espina dorsal —se corrige Braellen. Damocles hace un gesto de asentimiento.

—Orko, ¿en la práctica?

—¿De qué dispongo? —pregunta Braellen.

—Tu bólter y una espada de combate.

—En la cabeza o en la espina dorsal —repite Braellen—. O ambos, o lo que mejor funcione. Con el daño máximo traumático. Si hablamos de combate cuerpo a cuerpo, decapitación.

Damocles vuelve a asentir.

—El truco es que no lo dejes acercarse tanto —le indica Domitian—. Son muy fuertes, capaces de desmembrarte. A veces, esas jodidas criaturas siguen avanzando con la cabeza abierta o incluso reventada. Tiene algo que ver con las raíces de los nervios. Mantenlos alejados, si puedes, con armas de largo alcance o con el propio bólter. Daño traumático máximo.

—Buen consejo —le dice el capitán al veterano sargento para felicitarlo. Mira a los hermanos que forman el círculo—. Y lo da un guerrero que ha luchado seis veces más que yo contra los pielesverdes. Son seis, ¿verdad, Dom?

—Creo que son siete, si me permitís, señor —le contesta Domitian—. Pero no me apenaré si no me lo permitís.

Damocles sonríe.

—Pero te has dejado una advertencia en la evaluación práctica —le hace notar.

—¿De verdad, señor? —inquiere Domitian, sinceramente sorprendido.

—¿Alguien sabe qué es? —pregunta el capitán.

Braellen levanta la mano.

—Contar la munición —contesta.

Domitian se echa a reír y chasquea la lengua. ¿Cómo se le puede haber olvidado algo tan básico?

—Hermano Braellen, para recordárselo a los demás —le indica el capitán Damocles.

—Contar la munición —contesta Braellen—. Daño traumático máximo, máximas heridas posibles, pero hay que procurar equilibrar los daños causados frente al gasto de munición.

—Porque… —insiste Damocles.

—Porque si hablamos de orkos, siempre hay una tremenda cantidad de enemigos de mierda —explica Domitian.

El hermano Androm tampoco ha luchado contra los pielesverdes. Cuando el capitán rompe el círculo y los manda a sus respectivas tareas, habla con Braellen.

Ambos han sido trasladados hace poco desde las compañías de reserva. Están preparados para completar el período de noviciado con el servicio en línea de combate. Los dos se sienten agradecidos y orgullosos de tener un puesto en la 6.ª Compañía, de servir bajo el mando de Saur Damocles y de llevar, aunque sea de forma temporal, la figura blanca de una serpiente formando un ocho en las superficies azules de sus hombreras.