La extrema complejidad del hecho fílmico, donde se unen o contraponen los objetivos y las necesidades más diversas, determina que las publicaciones respectivas transiten igualmente objetivos y necesidades complejas y a menudo confusas para quienes desean ver con claridad cualquiera de los aspectos de la creación, la técnica o la industria cinematográficas y de televisión.
Es común, por ejemplo, que los relatos cinematográficos se desdibujen con la acumulación de fechas y nombres, que el análisis de las realizaciones abunde en datos subjetivos o antojadizos, que las consideraciones acerca del guión se presten a generalizaciones o terminologías diversas, más aptas para pregonar la cultura de sus autores que para iluminar el entendimiento del lector.
Y cuando se trata de las técnicas del guión, las contingencias de la anécdota impiden discernir con claridad el manejo de cada uno de los aspectos estructurales del relato, la interrelación de hechos y personajes, la raíz de los conflictos que llevan a la culminación y al desenlace.
Este libro de Eugene Vale une las virtudes de la claridad expositiva al rigor en el análisis de cada uno de los aspectos de la narración cinematográfica desde un punto de vista específico, desmenuzando la manera en que las acciones caracterizan a los personajes, sus motivaciones, sus objetivos, la noción de conflictos y lo que Stanislavsky llamaría «superobjetivo».
No es fácil encontrar textos «útiles» en estas áreas de la creación. Este libro es uno de ellos y permitirá enriquecer el conocimiento de quienes se interesan en el guión, estudiantes, analistas y espectadores.
Algunas precisiones con respecto a la versión castellana. Los títulos de películas citados por el autor se han transcrito precedidos por los títulos con que fueron exhibidas en la Argentina, ante la imposibilidad de citar todas las variantes a las que la distribución cinematográfica se presta y que establece títulos diferentes aun en países del mismo idioma.
El autor expone una redacción del guión que debe tomarse como una de las formas posibles. Otra, por ejemplo, es la clásica que divide la página redactada en dos columnas verticales: la izquierda, correspondiente a la descripción de la imagen, y la derecha, a la de los sonidos y diálogos correspondientes.
El sentido que se da en el texto a la palabra «drama» no debe simplificarse como la referencia a un evento trágico, sino a la que el mismo Vale define cuando habla de la construcción dramática como la representación de los incidentes de la vida real según la forma específica del cine y también los efectos de esa representación sobre el espectador.
SIMON FELDMAN