Ya que ahora sabemos «con qué» hace la película un relato, podemos proceder a investigar «de qué manera» se lo debe contar. Esta «manera» es la construcción dramática.

Sería equivocado suponer que sólo el drama requiere construcción dramática. La palabra «drama» está tomada del griego dran, que sólo quiere decir «acción». En consecuencia, cualquier forma de arte que hace una narración requiere alguna clase de construcción dramática, ya sea comedia o historia de aventuras, drama o tragedia psicológica, ópera o ballet, cuadro o pantomima, sinfonía o poema, cuento y obra teatral.

Hay relatos en las mentes de mucha gente, y pueden ser buenos, basados en experiencias personales. Pero la mayor parte de esta gente carece del conocimiento consciente o inconsciente sobre la manera en que se deben desarrollar tales relatos. La impresión vivida de un hecho, el impacto de una experiencia o hasta la honestidad y sinceridad del narrador no son suficientes para permitir relatarla. Abogados, jueces y doctores saben qué difícil es extraer los hechos concretos de un acontecimiento aun a una persona que no tiene intención de ocultar nada. Al contrario, a pesar del mayor deseo de contarlo todo sobre un caso o una enfermedad, una persona puede ser incapaz de hacer comprensible un relato por falta de «construcción dramática».

Todos sabemos de casos en que una broma contada a un grupo de personas causa un estallido de risas, y en otra ocasión la misma broma contada por otra persona produce un embarazoso silencio. Y sin embargo la broma es la misma. La diferencia entre hacer reír a la gente y aburrirla radica en la forma de contarla, en su construcción.

El mismo relato contado por dos escritores distintos puede ser de gran interés en un caso y gris y aburrido en el otro. Pero si tuviéramos que resumir los hechos y personajes de ambos relatos, podríamos ver que son iguales. La diferencia radica en las cualidades respectivas de sus construcciones dramáticas.

En este punto debemos definir la diferencia entre el relato y la construcción dramática. El relato es el hecho real. La construcción dramática es la forma en que se cuenta ese hecho. El relato es variado y rico como la vida y el mundo. La construcción dramática consiste en un número limitado de reglas que se aplican para obtener ciertos efectos. El relato surge de la imaginación del autor; la construcción dramática es resultado de su técnica. El relato es la creación; la construcción dramática es la forma en la que se debe brindar esta creación.

A veces las dos se confunden. Se piensa que se puede diseccionar científicamente un relato de acuerdo con ciertas reglas. Esto es imposible: el relato es la consecuencia libre, sin cadenas e imponderable de la mente creativa. Pero se puede definir la construcción dramática de manera casi matemática. Sus leyes se pueden aplicar a una variedad de relatos. En cambio, si tratáramos de encontrar leyes para el relato, tendríamos que crear tantas leyes como relatos existen, es decir, millones. Pero los principios básicos de la construcción dramática son pocos.

Alguna gente cree que la construcción dramática es lo único importante, pero una construcción dramática inteligente sin un buen relato es como una ostra vacía. Otros desprecian la construcción dramática pues la consideran artificial y piensan que el relato solo es lo importante. Pero el relato sin construcción dramática es caótico. Es como un mundo antes de que Dios creara el orden; y a causa de su estado caótico el relato pierde su propósito primario, que es el de ser comprendido por la persona que lo está escuchando.

De todos modos, la construcción dramática no es idéntica a la trama. En la definición de Aristóteles la trama es la organización de los incidentes del relato. Pero la construcción dramática, que llega más allá de esta función limitada, abarca un campo más amplio. Adapta los hechos del relato a la forma en que se los debe expresar, ordenándolos de modo de obtener el mayor efecto posible sobre la mente del espectador. De manera que la construcción dramática en realidad depende y está condicionada por tres factores: la forma, los hechos del relato (idéntico a la realidad) y las peculiaridades de la mente del espectador.

Hasta ahora sólo hemos investigado el primero de estos factores: la forma.

A veces se supone erróneamente que la construcción dramática se refiere a la mera organización de los incidentes del relato. Pero ya que cada forma artística tiene distintas características físicas, que ponen a los incidentes en relación consigo mismos, se necesita una construcción dramática específica para cada forma de narración. Para probar esto podríamos tomar un relato y contarlo en las distintas formas artísticas. Tratar, por ejemplo, de contar la historia de Scherezade en las siguientes artes: pintura, poema sinfónico tonal, novela, obra teatral, ópera, ballet, cine. Es evidente que el relato tendría que construirse en forma distinta en cada caso, aun cuando no cambiáramos los hechos.

El primero en señalar este interesante fenómeno fue Lessing en su tratado Laocoonte del siglo XVIII, donde investiga las diferencias entre la pintura y la literatura épica. Halla que la pintura exhibe los objetos simultáneamente en tanto que la literatura es consecutiva. La pintura muestra todo en yuxtaposición en tanto que en la literatura cada palabra sigue a otra y cada página a otra.

De esto deduce que el pintor puede pintar a un guerrero en traje de guerra completo mientras que el escritor comete un error si describe a un guerrero diciendo de él: Tiene un casco en su cabeza, un escudo en su mano izquierda y una espada en la derecha. Extrañamente, pocos escritores son conscientes de este error y se preguntan por qué sus descripciones se hacen aburridas, resultado que se origina en sus equívocos intentos de evocar una imagen simultánea en una forma de arte que es consecutiva. Lessing explica que el escritor debe usar la acción, que es siempre consecutiva, para llegar a la misma imagen que el pintor puede evocar mediante la exhibición simultánea. Luego da el ejemplo clásico: Homero, el primero y quizás el más grande de todos los escritores épicos; en vez de decir que el guerrero usa un casco, un escudo y una espada, Homero describe cómo el guerrero levanta el casco y se lo pone en la cabeza, luego toma el escudo de la pared e inmediatamente después la espada.

La imagen resultante en nuestra mente es la misma en ambos casos; pero Homero usa la acción consecutiva, adaptando su método para contar el progreso consecutivo de las palabras.

La influencia de la forma física sobre el modo de hacer la narración es mucho más evidente en el teatro, tanto que allí fue donde se originó la concepción de la construcción dramática. De hecho, las limitaciones físicas del escenario impiden el flujo del relato, hasta tal punto que la construcción dramática se hace de máxima importancia. Es verdad que el cine se libera de las restricciones del teatro. A causa de la libertad de espacio y tiempo el relato parece más natural porque está menos constreñido por la rigidez de la forma. Pero aunque su construcción dramática es menos agresiva, sería erróneo suponer que es menos importante. Al contrario, a pesar de ser más abstracta, es quizás aun más severa. Y es más difícil definir y aplicar sus leyes.