Hemos aprendido por qué medios el cine revela información. Podemos ahora proceder a investigar la función de la información.
Es necesario entender que un relato es una serie de ítem de información.
El que cuenta el relato informa al oyente sobre personas y hechos.
A causa de las diferencias en sus formas, la novela, la obra teatral y el cine manejan de distinta manera su información. Aunque es difícil deducir reglas para las novelas, ya que hay tantas clases distintas, se puede decir con certeza que la novela tiene la posibilidad de dar toda la información con respecto a un relato. Esto significa que la novela puede, y con frecuencia lo hace, contarnos todo sobre sus personajes; nos puede informar sobre ellos, sus historias personales, sus pensamientos, sus acciones. Algunas novelas nos dan hasta una descripción del período, el trasfondo, la historia, las costumbres. Uno recuerda el gigantesco fresco pintado por una novela como «Lo que el viento se llevó».
En cuanto al teatro, es sólo en el diálogo donde el dramaturgo tiene cierta posibilidad de seleccionar la información que quiere transmitir al espectador: puede hacer que sus actores hablen de cosas que han ocurrido o que ocurrirán.
Pero no puede retener información sobre los hechos que ocurren en el curso de la escena que se representa.
La información del cine, en cambio, es totalmente selectiva. Por supuesto, hasta cierto punto también la novela y el teatro seleccionan la información.
Pero la selección tiene un papel más importante en el guión de cine.
Hemos visto que la cámara recorta ciertas secciones del total, seleccionando de este modo cierta información. Hemos visto que el cine no representa la totalidad de un relato sino sólo ciertas escenas: selecciona partes del relato entero. De entre la riqueza de hechos el cine elige algunos que se deben decir, otros que deben quedar implícitos y otros que se dejan sin mencionar. Siendo así, debemos aprender qué seleccionar.
Se debe comprender que la primera selección de información sólo es libre en parte: no sólo depende del juicio del escritor sino que también está determinada por los requerimientos del relato. Casí cualquier información que el escritor decida dar requerirá información adicional que podríamos describir como la necesidad de explicación. De modo que el escritor debe proporcionar suficientes factores como para dar al espectador una comprensión total del relato. Debe evitar la incertidumbre o vaguedad sobre los factores necesarios.
Dijo Aristóteles: «En tanto la trama sea inteligible en toda su extensión, cuanto más larga sea la narración más hermosa será por su magnitud». Es obvio que si el escritor procura semejante magnitud tendrá que contar sobre más personas y hechos que si escribe un relato vacío. Sin embargo el cine le permite hacer esto, ya que no requiere información plena; mediante una selección experta, puede efectuar una narración complicada con la misma cantidad de información de la que está mal seleccionada.
Para elegir la información correcta el escritor del guión debe conocer primero la información completa sobre todos los personajes y hechos principales.
Aunque en su forma final el relato se cuente sólo en parte, el escritor no lo puede concebir así. Si lo hiciera podría elegir la información incorrecta. Su selección sería defectuosa.
Ya que el escritor de guiones no puede dar toda la información pertinente a un relato, debe elegir la que sea importante. No hay regla general para definir qué es lo importante. Varía de un relato a otro. Si se trata de un hombre que abandona a su esposa, puede ser importante saber que él no quiere pasarle dinero para su manutención, y no que a él le gusta jugar tenis. Pero en otro caso la caracterización como jugador de tenis puede ser de importancia vital. Si uno solicita empleo en una empresa de aviación deberá completar un formulario distinto al que deberá completar si abre una nueva cuenta bancaria, porque la gerencia de la empresa y el banco se interesan por distintos aspectos de una persona.
Al reducir la información total a aquella importante, el buen escritor puede hacer un relato en una cantidad de espacio menor que aquel que no es capaz de seleccionar los hechos esenciales.
Un escritor de guiones puede dar muy poca información, la cantidad de información necesaria o demasiada información con respecto a un hecho. Veremos que la cantidad correcta no es igual a la cantidad necesaria para entender una escena. Para explotar los valores de una situación no sólo debemos hacerla comprensible sino también más efectiva.
Supongamos que tenemos una escena en la que un marido informa a su esposa que quiere obtener el divorcio. Él dice que va a ver a su abogado. Sale de la habitación. Aunque el significado de esta escena es claro —lo que puede haber llevado al escritor a creer que ha dado suficiente información— la escena no es interesante. Tenemos muy poca información.
Pero supongamos que el relato nos ha dado más información sobre esta escena. Con anterioridad podemos habernos enterado de que la esposa quiere mucho a su marido. La escena cobra fuerza. Si sabemos que el marido la deja por otra mujer se introduce el sentimiento de celos. Si sabemos que la deja sin dinero para su manutención, nos molestamos ante su actitud. Si sabemos que ella está por tener un hijo sentimos pena por ella. Si sabemos que ella se casó con él contra la voluntad de sus padres y abandonó su seguridad para estar con él nos compadecemos de ella. En el primer caso, en el que carecemos de información adicional, la escena nos deja indiferentes. Pero en el segundo caso se despiertan nuestras emociones. Sin embargo, la escena real se puede representar del mismo modo. Se pueden usar las mismas palabras, la misma acción, los mismos actores. La escena puede ser perfectamente comprensible sin toda la información adicional. Pero el espectador que posea (oda la otra información antes de ver la escena se impresionará mucho más que aquel que no la posea.
Consideremos otro ejemplo: una escena muda que de por sí es clara. Un hombre pierde 1.000 dólares en una sala de juego. Nada especial hay de interesante en esta escena. Si el hombre es millonario, bien puede perder el dinero; pero si sabemos que es pobre y que ha perdido su último dólar, surge el drama. Si sabemos que los 1.000 dólares eran para pagar una operación para salvar la vida de su hijo enfermo, se nos revela la tragedia en una escena aunque no se hable ni una palabra. Estemos seguros de esto: no es la pérdida de los 1.000 dólares lo que hace interesante a esta escena. Es la información relacionada con esta acción la que le da interés.
Tampoco es siempre necesario tener mucha información para cambiar y mejorar el efecto de una escena. A veces una palabra simple como «único» puede tener un valor dramático de importancia. Por ejemplo: una joven es asesinada en un automóvil. Unos amigos llevan la noticia a su madre. Si se nos dice que la niña era su hija nos sentimos muy apenados. Pero cuánto mayor resulta la tragedia si se nos dice que la víctima era su «única» hija.
De aquí podemos sacar la conclusión de que un relato que revela muy poca información no puede resultar interesante, conmovedor o dramático. Pero el exceso de información tiene iguales efectos negativos. Demasiada información sobre un hecho impide que éste sea inteligible. Arruina el efecto dramático.
Una vez hallada la cantidad de información correcta podemos pasar a la pregunta siguiente: ¿en qué momento del relato se debe dar cierta información?
Al comienzo de la película no sabemos nada. En el curso del relato se va acumulando información hasta que al final lo sabemos todo. O por lo menos deberíamos conocer todos los hechos esenciales.
Se puede acumular la información porque aceptamos cada factor como constante hasta que una nueva información específica libera a la anterior de su validez. Esta constancia de la información tiene dos resultados: por un lado la tarea de información es mucho mayor al comienzo del relato que hacia el final.
Como comenzamos desde cero, estamos deseosos de dar tanta información como sea posible en el comienzo. Porque el espectador es incapaz de emocionarse hasta haber acumulado cierta riqueza de conocimientos.
En consecuencia, la primera parte de cada relato se dedica a la exposición de hechos que preparan las situaciones dramáticas que deben seguir. No es tarea fácil proporcionar toda la información primaria sin hacer que la película sea lenta o aburrida. El escritor experimentado es aquel que es capaz de solucionar con éxito este problema. Por suerte para muchos malos escritores, el espectador empieza con buena voluntad, lo que ayuda a superar el tedioso «1er. acto».
El segundo efecto de la constancia de información se podría describir de esta manera: aun cuando cierta información puede no ser necesaria hasta mucho más tarde en el relato, se la puede dar antes, ya que seguirá siendo válida hasta que se la necesite. Profesionalmente se llama a esto el «sembrado» de información. La ventaja es que se puede sembrar la información donde resulte conveniente y recoger el fruto en un momento posterior. Por ejemplo se puede establecer que un hombre se vuelve dañino cuando está alcoholizado. Si mostramos cómo otro hombre lo induce a beber en un momento posterior, comprendemos el peligro en que se encuentra el segundo hombre y así cosechamos el fruto del sembrado previo.
En el comienzo del relato el escritor sembrará tanta información como le pueda resultar útil más tarde. En la parte más tardía, en cambio, no buscará introducir nuevos factores sino que procurará emplear los que ya ha dado.
Pero a veces el escritor de guiones puede decidir dar la información en el momento preciso en que se la necesite. Esto se puede llamar revelación de información. La información sobre un factor en estrecha relación con otro puede dar como resultado un efecto fuerte, en particular si contrastan. Por ejemplo: justo antes de que un hombre se case se nos dice que ha perdido su empleo o su dinero. El efecto de esta revelación se produce por un adecuado sentido del ritmo. Si esta información hubiera sido sembrada, habría perdido su poder. Si el escritor no siembra la información o no la revela cuando es necesaria, la está reteniendo. Esto es distinto a no proporcionarla, lo cual es un error para el que no hay excusa ni propósito. Da como resultado nuestra imposibilidad de entender un acontecimiento o nuestra incapacidad para evaluar y emocionarnos porque no sabemos lo suficiente sobre los hechos.
La retención de información siempre despierta curiosidad en el espectador. Ser curioso significa estar ansioso por saber. Así, el escritor puede despertar el interés del espectador haciendo que sienta curiosidad. Pero debe ser a la vez consciente de que puede destruir nuestra plena comprensión del hecho en el momento en que tiene lugar, con el resultado de perder muchas emociones y sentimientos.
Hasta ahora hemos dado por sentado que toda la información era veraz.
Pero el relato también puede proporcionar información falsa. En principio el espectador es un alma confiada. De modo que se lo puede inducir a creer cosas erróneas. Por ejemplo: puede pensar que cierta persona es un asesino cuando esa persona es en verdad inocente. O se lo puede inducir a creer que un estafador es un ciudadano distinguido. Pero es necesario que esa información falsa sea luego corregida por la verdadera, no importa en qué momento. Si el escritor elige el mejor momento para tal revelación puede obtener efectos muy poderosos…
Al revisar este capítulo hallamos que la selección de la información puede hacer al relato más interesante de lo que en realidad es. Dado que no damos todos los hechos sino sólo los esenciales, se hace más agudo y efectivo. Como se puede dar la información en su momento más decisivo, la sorpresa puede sacudir al espectador. Puesto que la información puede ser retenida, el espectador puede sentir curiosidad. Y ya que el espectador puede ser inducido a creer en una información falsa y que la revelación se puede dar en el momento apropiado, se obtendrá un nuevo efecto que no reside en la serie real de hechos sino en el modo de contarlos. De modo que un relato puede aparecer ante el auditorio más interesante que ante el escritor que conoce todos los factores en todo momento.