Al ver moverse las sombras cerca de los árboles, agarré a Hat de la manga.
—¡Mira! —susurré, sintiendo que el corazón me golpeaba con fuerza el pecho. Señalé al otro lado del claro.
Fue un gesto innecesario. Él las vio también. Todos las vimos.
Courtney y Denise estaban mirando en dirección contraria, ignorantes de que algo sucedía a su espalda.
Yo miré fijamente, conteniendo la respiración, agazapado tras las hierbas.
Vi una figura oscura que avanzaba lentamente hacia la casa del árbol.
Después apareció otra figura detrás de ella. Parecía estar emergiendo de entre el fango.
Una tercera figura entró tambaleándose en la zona de luz.
¡Sí!
¡Los tres Monstruos del Lodo!
¡Kevin y sus amigos habían llegado!
Courtney y Denise no los veían todavía. Courtney estaba apoyada en la pared de la casa del árbol, mirando con los prismáticos.
Denise apuntaba la luz de la linterna en la otra dirección.
Yo podía ver ahora con toda claridad a Kevin y sus amigos. ¡Estaban sensacionales!
Tenía la cabeza cubierta de lodo húmedo y oscuro. Sus ropas aparecían raídas y andrajosas.
Avanzaban tambaleándose, como zombis, con los brazos extendidos y chorreando lodo.
Se acercaban. Cada vez estaban más cerca de la casa del árbol.
¡Daos la vuelta!, urgí silenciosamente a Courtney y Denise.
¡Daos la vuelta y gritad hasta desgañitaros!
Pero Courtney y Denise seguían sin volverse. No tenían ni idea de que los tres espantosos Monstruos del Lodo se les estaban acercando por detrás.
Volví la cabeza y miré a mis tres amigos. Molly y Charlene estaban petrificadas, como estatuas, con la boca abierta y los ojos desmesuradamente abiertos, disfrutando del espectáculo. Hat miraba fijamente, sin pestañear, y esperaba lleno de júbilo.
De pronto, unas ramitas secas crujieron. Se oyó el rozar de zapatos contra el suelo.
Pisadas.
Unas voces murmuraban en tonos apagados.
—¿Qué? —Me volví con una exclamación de sorpresa.
¡Y vi a otros tres Monstruos del Lodo de pie, detrás de nosotros!
—¡No! —Intenté gritar, pero mi voz sonó como un ahogado murmullo.
Hat, Molly y Charlene giraron en redondo al oír acercarse a los tres nuevos Monstruos del Lodo.
Yo reconocí a Kevin en medio de ellos.
—¡Ke... Kevin! —tartamudeé.
—Lo siento, chaval —susurró Kevin—. Pero hemos tenido un pinchazo.