En la reunión matutina estábamos debatiendo sobre monstruos.

Al principio de cada jornada celebramos siempre una reunión matutina. Nos congregamos en la zona destinada al efecto, en un extremo de la clase. El señor Melvin se apoya contra la pizarra o se sienta en un pequeño taburete de tres patas que tiene allí. Y debatimos toda clase de cosas.

En realidad, son siempre los mismos tres o cuatro chicos los que llevan el debate. Los demás nos limitamos a permanecer sentados fingiendo escuchar mientras nos esforzamos por despertarnos.

Naturalmente, Courtney es una de las que hablan. Siempre se muestra brillante y entusiasta, incluso a primera hora de la mañana. Nunca teme dar su opinión sobre cualquier cosa.

En esta ocasión, el señor Melvin nos estaba hablando de cómo la gente ha creído siempre en monstruos, desde tiempos muy antiguos.

—La gente necesita crear monstruos —dijo—. Eso nos ayuda a creer que el mundo real no es tan intimidante. El mundo real no es tan intimidante como los monstruos que nosotros podemos imaginar.

Continuó así durante un rato. No creo que nadie le estuviese escuchando realmente. Al fin y al cabo, era por la mañana muy temprano.

—Existen innumerables leyendas y mitos, relatos y películas sobre monstruos —estaba diciendo el señor Melvin—. Pero nadie ha demostrado jamás que existan monstruos. Principalmente, porque sólo existen en nuestra imaginación.

—Eso no es cierto —le interrumpió Courtney. Siempre hablaba sin levantar la mano primero. Le traía sin cuidado interrumpir a quien fuese.

El señor Melvin enarcó sus peludas cejas negras.

—¿Tienes pruebas de que existan monstruos, Courtney? —preguntó.

—Courtney es un monstruo —cuchicheó alguien a mi lado. Oí unas risitas.

Yo estaba sentado en la repisa de la ventana. El sol me calentaba la espalda. Molly se hallaba a mi lado, tratando de despegarse un poco de chicle de su aparato dental.

—Mi tío es científico —dijo Courtney—. Él me explicó que en Escocia existe realmente el monstruo del Lago Ness. Vive en ese lago y parece una serpiente marina. La gente lo ha fotografiado.

—Esas fotografías no demuestran realmente... —empezó a decir el señor Melvin.

Pero Courtney continuó hablando. Nunca se detenía hasta haber dicho todo lo que tenía que decir.

—Mi tío dice que el Abominable Hombre de las Nieves es real también. Él ha visto fotos de sus huellas tomadas en las montañas del Himalaya.

Se oyó un murmullo de comentarios. Miré a Hat, que estaba sentado en el suelo, en medio de la zona de reunión, y él volvió los ojos hacia mí.

—No todos los monstruos son imaginación de la gente —concluyó Courtney—. Los hay que existen de verdad. Lo que pasa es que a mucha gente le da miedo admitir que son reales.

—Es una teoría muy interesante —dijo el señor Melvin, rascándose el cuello—. ¿Alguien está de acuerdo con Courtney? ¿Cuántos de vosotros creéis en monstruos?

Varios chicos levantaron la mano. No me fijé en cuántos eran. Estaba sumido en mis propios pensamientos.

Courtney cree en monstruos, me dije. Realmente cree que los monstruos existen.

Lentamente, una idea empezó a fraguarse en mi mente.

Monstruos... monstruos...

Monstruos por la noche. En la oscuridad... Gracias a Courtney, estaba empezando a elaborar el plan perfecto para asustarla. ¡El plan perfecto que no podía fallar!