Agradecimientos

En esta colosal tarea de creación ha participado gran cantidad de gente. Me gustaría agradecer el trabajo de mis leales agentes Nat Sobel, Judith Weber (junto a todo su equipo) y Justin Manask. Agradezco desde lo más profundo de mi ser a Hachette y, en particular, a Jaime Levine, Jaime Raab, Beth deGuzman, Selina McLemore, así como al magnífico departamento de diseño y a Hachette del Reino Unido, en concreto, a Hannah Sheppard y Ben Willis; gracias también a todos mis editores en el extranjero por su dedicación. Vaya mi agradecimiento asimismo para Rosenfelt, Rodney Ferrell y Emmy Castlen por creer en las posibilidades cinematográficas de la trilogía. Y otro muy especial para Heather Whitaker, quien quizá algún día me deje leer su trabajo.

Quiero dar las gracias por la obra de Andrew Collins, en concreto por su libro The Cygnus Mystery: Unlocking the Ancient Secret of Life’s Origins in the Cosmos. Me gustaría agradecer una vez más a Charles Pellegrino por su libro Last Train from Hiroshima, que sigue sin estar disponible, aunque conservo la esperanza de que vuelva a nuestras librerías en una nueva edición revisada. Gracias a Cheryl Fitch por invitarme a visitar las instalaciones del departamento de Clonación Molecular de la Universidad Estatal de Florida; y al guía turístico que nos llevó por Newgrange, así como al niño que saltó en la habitación a oscuras con sus zapatillas con luces. (Irlanda hace que me dé un vuelco el corazón). Estoy agradecida a todo el plantel de colegas de la Universidad Estatal de Florida, que me inspiran con la amplitud y el alcance de sus obras. Y, aunque parezca extraño, quiero dar las gracias al colegio Saint Andrew: hace mucho tiempo, pero todo sigue conmigo.

A mi familia. A vosotros, chicos. A Dave. Os quiero con locura. Cuando estoy agotada, siempre recuerdo que estoy construyendo todo esto para vosotros.

Y una vez más he de decir que la trilogía de Puro no existiría sin mi padre, Bill Baggott: tú, demasiado bueno para los lobos, eres el hombre más sabio que conozco. Me enseñaste a ser curiosa, crítica y valiente. Sigues siendo mi bailarín favorito y el mejor modelo que conozco para vivir la vida con el corazón por bandera. Tengo una deuda muy profunda contigo, por todo.

Paz.