Al regresar a su habitación, Caterina no tenía buena cara. Inmediatamente después de sentarse en la mesa del despacho, dio un profundo suspiro entre los cabellos rubios caídos sobre el rostro.
—¿Cómo ha ido la reunión, su eminencia? ¿Hay algún avance?
—Se ha confirmado el autor del caso de Barcelona.
Su voz, dirigida hacia el holograma de la religiosa con un lunar debajo de un ojo, estaba ligeramente afónica. Ya habían transcurrido tres días desde que habían llegado a Roma las noticias de la destrucción de Barcelona. Caterina había pasado las tres noches en vela. Alguien que no hubiera sido Iron Maiden se habría dado por vencido mucho tiempo antes.
—Todo este caso ha sido obre de Barrie, el único autor. Él eliminaba todos los obstáculos para su empresa a través de la tecnología perdida que había adquirido en un lugar desconocido; pero esa tecnología descontrolada no sólo mató a Barrie, sino también destruyó toda la ciudad de Barcelona… Así lo anunciaremos oficialmente.
—¡No lo puedo creer…! ¡Una única persona no puede obtener una tecnología perdida como ésa!
—Sin embargo, ésa es la conclusión de la reunión de los cardenales. Es la opinión oficial del Vaticano… ¡Viejos zopencos! ¡Es que no tienen ni idea de nada!
Se oyó un intenso impacto sobre la mesa del despacho. Caterina dio un golpe con los puños tan blancos como el cristal. Ante la ira que raramente mostraba su superiora, el holograma de la hermana parpadeó como si tuviera miedo.
—La Orden es increíblemente astuta. Los que actúan en la escena son siempre unas marionetas. Los titiriteros nunca aparecen en público… ¡Además el público son estos tontainas! ¡Es exactamente igual que hace diez años!
—Su eminencia…
«Está completamente sola». Kate observaba con pena a su superiora, a la que le rechinaban los dientes.
Por ser sabia, Caterina estaba sola. De haber sido necia, no habría reparado en ellos diez años atrás. Así no habría perdido a nadie importante y tal vez habría creado un hogar feliz en el mundo secular…
—Hermana Kate.
—¡S…,sí!
La voz de su superiora sacó a Kate de sus profundas reflexiones. Del bello rostro de la cardenal ya había desaparecido la sombra de antes y los ojos del color de una cuchilla habían recobrado la luz penetrante de siempre.
—¿Cuál es la situación de Barcelona? ¿Ya se ha recuperado el cadáver de la hermana Noélle?
—No del todo, un setenta por ciento. Sufrió tanto daño que… tardaremos más tiempo…
—¡Metedles más prisa! Tenemos que averiguar qué fue lo último que encontró.
—Sí, su eminencia. Voy a transmitirles su orden.
«La catástrofe de Barcelona será tan sólo el primer acto. Ellos ya habían anunciado el siguiente acto de terrorismo. Además precisamente tenía que ser…».
Caterina se levantó de la mesa, después de comprobar que, tras hacer una reverencia, el holograma de la monja había desaparecido de repente. Apoyándose en el marco de la ventana, contempló el paisaje desde detrás del monóculo.
La preciosa cúpula de la basílica y la concurrida plaza recibían los dulces rayos del sol de principios de verano. Las hileras de casas elegantes que se extendían más allá estaban completamente rectas y llenas de serenidad.
Aquella ciudad de perfecta belleza y total armonía era la ciudad más cercana al cielo.
—… Por eso es tan frágil.
Roma, la ciudad más grande del mundo, se adormilaba tranquilamente bajo un momento de paz, sin oír el murmullo amargo.