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El concejal Reginaldo Pavão no pierde ninguna ocasión para proyectar su nombre y ganar prestigio. No puede ver un micrófono sin echarle mano. Es un delirante de los discursos, orador barroco y analfabeto, politiquero malandrín, un águila. Donde hay gente reunida, sea cual fuere el motivo, allí se presenta y actúa. Esa tarde de los burdeles cerrados, ¿adónde habría de estar sino en la zona?

Algunos envidiosos propalaron la noticia de que se dirigía allá con fines inconfesables y, no pudiendo dar alivio a sus instintos, había aprovechado la ocasión de la presencia de los periodistas y las estaciones de radio para su habitual demagogia. Lenguas malignas; el prestigioso edil había ido acuciado por un imperativo de conciencia, en el deseo de servir a la causa pública, sirviendo al mismo tiempo a las autoridades constituidas y a las grandes masas populares.

Al llegar al Pelourinho, hacia el atardecer, después de la sesión del Consejo Municipal donde se había aprobado una moción de bienvenida a los barcos de la escuadra norteamericana, se fue hacia la casa de doña Paulina de Souza, como siempre, a la que brindaba su preferencia por la calidad de las hembras, la limpieza, y aquel propicio sosiego, y también por ser amigo de Ariosto Alvo Lirio de quien recibía apoyo y voto, una mano lava la otra. La gorda patrona explicó lo sucedido. Perdone buen amigo, la carencia es involuntaria, hoy no puede ser, el burdel está cerrado.

Con la patrona se encontraba la bailarina del cabaret Flor de Loto, una divinidad de ojos llameantes, una Venus. Tomando la palabra, la hermosa agregó: está cerrado y cerrado va a quedar hasta que las dueñas de las pensiones de Barroquinha, presas desde la víspera, maltratadas en la cárcel, regresen a sus casas invadidas, y las mujeres expulsadas puedan volver a las camas de las que fueron arrancadas, sin nuevas amenazas de traslados. Dispuesta, enérgica, apasionada, la peregrina haría un buen papel como concejal. Tendrán las mujeres de Barroquinha su grito de Aleluya. Reginaldo Pavão decide frecuentar el Flor de Loto apenas el cabaret reabra sus puertas. La muchacha es una verdadera aparición.

A continuación, el edil fue visto andando hacia la zona, por el Pelourinho, el Taboão, Maciel, conversando con clientes y policías. Luego se dirigió a la Brigada de Juegos y Costumbres, donde el licenciado Hélio Cotias lo escuchó cordial y educado. Sin embargo, el jefe se mantuvo intransigente en sus propósitos de transferir los burdeles de Barroquinha a la Ladeira do Bacalhau. Una mudanza prácticamente ya realizada el día anterior, haciéndose necesario solamente que las celestinas se conformaran y obedecieran lo dispuesto por la policía, medida tomada en beneficio de la colectividad. Sobre ese particular, mi estimado concejal, nada puedo hacer, son órdenes superiores, venidas de arriba; con un gesto ambiguo, el jefe dejó entrever la alta procedencia de la decisión.

En cuanto al resto, es con el comisario Labão con quien debe hablar, a él le cabe la responsabilidad de poner a las prostitutas en funcionamiento. Tiene que actuar con rapidez y energía pues a las veinte horas los marineros desembarcarán.