Del brazo de Kalil, riéndose con cualquier pretexto, Anália aplaude a los chicos de los colegios que desfilan el día de la primavera, recordando sus épocas de estudiante en el Grupo Escolar, antes de la fábrica textil y del doctor Bráulio, que la lanzó a la vida.
Almorzaron en el restaurante Porto, especializado en comidas portuguesas y, para acompañar el bacalao, el estudiante pidió vino verde; brindaron por el amor eterno. A la salida le compra un ramillete de violetas que Anália se prende al pecho, en el blanco vestido vaporoso. Para hacerlo, se paró al lado del busto del finado periodista Giovanni Guimarães y, a la sombra protectora del cronista de la vida y el pueblo bahianos, se dejó besar por el estudiante, un beso de enamorados. Anália sintió que estaba boba de amor, se reía sin querer, lentamente paseaban por las calles.
Con el pretexto de sus obligaciones en la facultad, Kalil dejó al viejo solo en la tienda de antigüedades y le reservó el día a la amiga. Por primera vez, desde que empezaron el romance, hace cerca de dos meses, pasan un día juntos. Generalmente se reúnen a la madrugada después que ella despide al último cliente y se quedan en la cama hasta que empieza a salir el sol; entonces él tiene que volver a su casa y tomar el desayuno con sus padres.
Agarrados de la mano, sin sombra de preocupación, contentos con la vida. Se echan sobré la hierba en Farol da Barra, toman agua de coco en Amaralina, comen de merienda acarajé[139] frito, toman un baño en Piatá, contemplan el crepúsculo sobre el mar. Adolescentes felices.
No sabían lo que estaba sucediendo en la ciudad, ni de los barcos de guerra anclados en el puerto, ni de la policía ocupando Maciel y Pelourinho y el Taboão, la zona de prostitución. Salen de la playa y del crepúsculo hacia el comienzo de la noche en Pituba. Antes de entrar al restaurante Jangadeiro, donde comieron moqueca de siri[140] blando con cerveza, Anália le pidió su destino al viejo de la cotorra de la suerte:
Se rieron sin saber por qué. Qué día feliz ése del burdel cerrado, cuando por una vez la primavera, obedeciendo al calendario, se dio en la ciudad de Bahia.