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—¡Ay, de ella! maldición repetida por las mujeres de toda la zona, desde Barroquinha al Carmo, desde Maciel al Taboão, desde Pelourinho hasta la Ladeira da Montanha. De casa en casa, de cuarto en cuarto, de boca en boca.

¡Ay, de ella! amenaza lanzada y transmitida en nombre de Vavá, de doña Paulina de Souza, de la vieja Acácia, presa en la cárcel.

¡Ay, de ella! en las encrucijadas del puterío, la voz de Exu, señor de todos los caminos, dueño de todos los burdeles, poseedor de la llave.