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Policías y agentes sacan del interior de las casas algunos muebles, colchones, ropa de cama, ropa de vestir, una imagen de santo, un tocadiscos. El material es acumulado delante de las puertas. Más tarde, un camión de la policía recoge los enseres y va a tirarlos delante de los edificios de la Ladeira do Bacalhau. Queda hecha la mudanza simbólica, las propias dueñas de las pensiones, apenas puestas en libertad, arreglarán el traslado del resto, el grueso del mobiliario y de los objetos de uso. Así le informa el victorioso comisario Labão al jefe Hélio Cotias, al fin de la refriega. Reina absoluta calma en el inmenso puterío: la inadmisible desobediencia fue liquidada, el foco de sediciosas fue destruido. Si el doctor quiere irse a dormir tranquilo, deje a los presos a cuenta del comisario, los machos y las hembras, eso va a ser una diversión. Las celdas, doctor, esta noche van a ser un espectáculo.