En las sombras y el silencio del cuarto, Tereza escucha el ruido de los automóviles por la calle. ¿Cuántos? Más de uno, seguro. Están llegando, Emiliano; tu familia, tu gente. Se van a apoderar de tu cuerpo, van a llevárselo. Pero mientras estés en esta casa yo permaneceré en ella. No tengo ningún motivo para esconderme, sea de quien fuere, tú lo dijiste. Sé que no te importa que me vean, sé que si estuvieras vivo y ellos llegasen de pronto, les dirías: es Tereza, mi mujer.