¿Acaso no es así? El rengo señala al lisiado y el desnudo al desarrapado. Criticar es fácil, nada más simple y agradable que sacar al sol los defectos ajenos, mi joven amigo. Decir que Tereza Batista no cumplió su palabra y dejó a todo el mundo con la fiesta preparada y sin festejo, con la comida en la mesa, aquel mundo de botellas de vino, no cuesta nada; pero buscar los motivos de ese proceder, eso sí que da trabajo, eso no es para cualquiera.
Joven amigo, debajo del ángel siempre hay carne, quien busca y rebusca encuentra lo bueno. Quien quiere saber cómo fue de verdad algún hecho, tiene que volverse entrometido, salir a preguntar a todo el mundo, así como usted está haciendo ahora. No se preocupe si algún maleducado le da la espalda y no presta atención a su petición, desprécielo. Siga buscando el nudo de la cosa, meta la mano en lo bonito y en lo feo, en lo limpio y en lo sucio. No se aflija si toca la boñiga o el pus; suele suceder. Pero no crea todo lo que le dicen, esté atento a quién es el que habla, no salga por ahí creyéndose todo, porque hay mucha gente que habla por hablar, sin saber, que inventa lo que no ocurrió. Nadie quiere confesar ignorancia, consideran una vergüenza no conocer todos los momentos de la vida de Tereza. Tenga cuidado, que como usted es joven, fácilmente lo van a engañar y va a engañarse.
Lo que es de mí, joven amigo, yo le digo que de lo que pasó en el puerto de Bahia, donde me crié y me hice hombre escuchando y aprendiendo, le puedo dar algunos datos sobre Tereza y sus complicaciones, la orden de disolución, la huelga, la ignorancia de la policía, la cárcel, el casamiento y el mar sin cerrojo y sin fronteras, atropellos de la lucha y del amor. Soy viejo pero todavía puedo hacer hijos, ya junté más de cincuenta en mi complicada vida, fui rico y tuve docenas de lanchas surcando el golfo; hoy soy pobre de solemnidad, pero cuando entro en el terreiro de Xangô todos se levantan y me piden la bendición, soy Miguel Santana Obá Aré y por Tereza pongo las manos en el fuego sin el menor recelo.
Tereza nunca cobijó en su pecho la traición ni tuvo falsedad. De ella sí usaron y abusaron. Ni por eso se doblegó a su mala estrella, nunca se consideró víctima de un embrujo ni cosa fea, perdida la esperanza ¿se entregó? No lo puedo afirmar, amigo, vea qué difícil es dar información auténtica. Pensándolo bien, creo que ella debe de haber llegado, después del asunto de la huelga y las funestas noticias del mar distante, al cansancio y la indiferencia, puertos ruines donde se pudren los barcos abandonados como mis lanchas. Cansada y harta de la vida, decidió terminar de una vez, aceptó la propuesta y ordenó la fiesta. Esa historia del casamiento de Tereza Batista yo se la puedo contar, mi amigo, porque desempeñé el papel de padrino y conozco toda la trama; y siendo amigo de la otra parte, fíjese, le doy la razón a la muchacha, vea lo que son las cosas.
Andaba desanimada, sin esperanzas, entregada a lo que viniera; como ejemplo, vea que oyó una porquería largada por un muchachote y ni caso le hizo, no se enojó, ya estaba cansada de todo, hasta de pelear. Pero si es que se sintió así fue cosa transitoria, bastó que empezara a soplar la brisa de lo recóndito y de nuevo fue Tereza toda entera, sonriente y a toda vela.
Del casamiento sí le puedo hablar; de la huelga del burdel cerrado y de la manifestación de las prostitutas frente a la iglesia, de la carga de la policía y del resto, de todo eso le voy a dar cuenta y, siendo pobre pero habiendo sido rico, le ofrezco comer moqueca de primera en el restaurante de la finada Maria de São Pedro, en los altos del Mercado. Lo que no puedo contarle, como usted me lo pide, es sobre la vida de Tereza como amiga en vida y muerte del doctor. De eso no puedo afirmarle nada, porque sólo lo conozco de oídas. Si usted quiere realmente saber cómo fue, puede irse a Estância, donde pasaron las cosas. El viaje es un paseo, la gente es buena y el lugar es lindo, allí se juntan los ríos Piauí y Piauitinga para formar el río Real y separar a Sergipe de Bahia.