Ay, Tereza, gime el doctor Emiliano Guedes desprendiéndose del beso, con la cabeza de plata recostada sobre un hombro de la amante. Todavía en la plenitud del goce, Tereza advierte en los labios el gusto a sangre y en el brazo el apretón de una garra, la cabeza caída sobre su hombro, en la boca entreabierta la baba rosada, siente el peso de la muerte sobre su cuerpo desnudo. Tereza Batista abrazada con la muerte, teniéndola sobre su pecho y su vientre, penetrándole entre las piernas, haciendo con ella el amor. Tereza Batista acostada con la muerte.