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El sonado debut de Tereza Batista en el cabaret París Alegre, situado en el Vaticano, en la zona del muelle de Aracaju, en la región de Sergipe del Rey, tuvo que retrasarse por algunos días a causa de ciertos trabajos de prótesis dental que afectaban a la estrella del espectáculo, con evidente perjuicio para Floriano Pereira, más conocido por Flori Pachola, el dueño del local, maranhense[14] de fibra. Flori aguantó firme, sin quejarse ni echarle las culpas a mengano ni a zutano, como suele suceder en esos casos.

El debut de la estrella rutilante de la samba —Pachola era un as de la publicidad, no tenía rival en la invención de frases y slogans publicitarios— había despertado un gran interés, pues el nombre de Tereza Batista ya era familiar, sobre todo en ciertos ambientes, como entre los viajantes, en el mercado, en el puerto, en toda la zona. El doctor Lulu Santos se la había presentado a Flori; doctor para los pobres, en realidad, un charlatán celebrado en todo Sergipe, principalmente por su actuación en los tribunales, por los epigramas corrosivos y los dichos que inventaba —sus admiradores le atribuían cuanta gracia corría por el lugar—, de parecida competencia en leyes como en la cerveza; todas las tardes despachaba sus asuntos en el Café Bar Egipto, riéndose de los fatuos y simulando tempestades, entre el humo de su permanente puro. La parálisis infantil lo había dejado inválido de las piernas y Lulu Santos se movilizaba apoyado en un par de muletas, lo que no le hacía perder el buen humor. Lo unía una vieja amistad con Tereza Batista; se sabe que fue el abogado que hace varios años marchó hacia el interior de Bahia, por cuenta del doctor Emiliano Guedes, dueño de la fábrica de la frontera y de vastas tierras en los dos estados, hoy fallecido (¡y de qué manera más placentera!), para liquidar el proceso abierto contra Tereza, ilegal, porque ella era menor de edad, pero nada de eso viene al caso porque lo que nos interesa ahora es la amistad de la muchacha y el charlatán, cuya retórica sola vale más que una división de licenciados en derecho, con graduación, paraninfo, discurso y toga.

El local está lleno, hay mucha animación, un ambiente festivo y rumoroso. Toca la Jazz-Band da Meia Noite y la clientela se vuelca en la cerveza, las batidas[15] y el whisky. En el cabaret París Alegre, según los prospectos distribuidos por la ciudad, «la juventud dorada de Aracaju se divierte a precios razonables», entendiéndose por juventud dorada de Aracaju los empleados de comercio, los oficinistas, los estudiantes, los funcionarios públicos, los viajantes, el poeta José Saraiva, el joven pintor Jenner Augusto, unos cuantos universitarios, otros tantos vagabundos y múltiples profesionales de oficio y edad variables, algunos en la prolongación de la edad dorada hasta más allá de los sesenta. Fiori Pachola, mameluco[16] de pequeña estatura y pico de oro, había puesto un énfasis particular en el debut de la reina de la samba y del maculelê[17], no había escatimado esfuerzos para hacer que la presentación de Tereza en el escenario del París Alegre fuera memorable, un acontecimiento inolvidable. Y fue memorable e inolvidable.