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El viernes por la mañana, Chris Ryan se instaló en su vieja silla giratoria y empezó a estudiar el informe preliminar sobre Douglas Layton.

El primer punto señalaba que los antecedentes académicos de Layton coincidían con los que él había dado. No era uno de esos tipos que decían que se habían graduado en una universidad que sólo habían visto en foto. El siguiente punto, sin embargo, para Chris e un claro indicio de que había algo raro. Desde que había terminado la carrera de derecho, había cambiado cuatro veces de trabajo, y aunque aparentemente tenía todos los atributos que le hubieran permitido un rápido ascenso, no había sido así.

Chris levantó las cejas cuando leyó los pormenores de la situación actual de Layton. Sin duda ahora está en su mejor momento pensó. La administración de la Fundación de la Familia Clausen tiene muchas posibilidades, así como la perspectiva de tener un puesto muy bueno como sucesor del viejo Hubert March cuando éste se retire. Por lo que Susan me ha dicho, también está adulando a la señora Clausen.

A medida que estudiaba el informe, subrayó algunos puntos. Había algo muy significativo: Layton, para alguien tan bien pagado, tanto para conservar como para gastar sumas de dinero importantes, parecía poseer muy poco. ¿Cuánto ganaba?, pensó Chris. Era un hombre de treinta y tantos, soltero, sin responsabilidades económicas, que había trabajado en buenas empresas con un buen sueldo, pero parecía no tener nada. Su coche era alquilado, como el apartamento. En su cuenta corriente sólo había lo justo para cubrir los gastos mensuales.

¿Qué hacía Layton con el dinero? Cabía la posibilidad de que fuera drogadicto.

Chris sonrió con un mal presagio. Había elementos que justificaban una investigación más exhaustiva. Le gustaba ese momento en que se olía algo y empezaba la cacería. Llamaré a Susan, se dijo. Ella siempre quería saber todo desde el principio. Probablemente sentiría cierta satisfacción al saber que tenía razón… al menos en cuanto a Doug Layton. Allí había gato encerrado.